NARCISISMO POLÍTICO
<b>La auto satisfacción del
político es perniciosa para el país pues lo único que busca es el placer de ser
considerado número 1 y no el bienestar del pueblo al que dice servir</b>
<b>Michael
Gerson</b>utilizando el ejemplo de <b>Trump</b> hace la
siguiente declaración: “Hace muchos años me hice esta pregunta: ¿Qué ocurrirá
si un narciso que se cree el centro del universo llega precisamente al centro
del universo? Ya estamos viendo lo que ocurre. Todo el aparato de un partido
político, incluyendo la rama legislativa, está ahora dedicado a la defensa de
los salvajes deseos de un hombre”.
¿Qué es narcisismo? “Complacencia
excesiva de una persona en las propias cualidades u obras”. “Persona enamorada o satisfecha de sí misma”. Es un
trastorno de la personalidad de raíz espiritual. “Los narcisos tienen la
tendencia a ser desmesuradamente sensibles a cualquier cosa que pueda
interpretarse como un desafío o amenaza a su necesidad básica de sentirse
superior. Así que reaccionan con hostilidad. La agresividad va ligada al
narcisismo debido a esta lucha diaria para mantener una grandeza a la vez
frágil y la imagen que tiene de sí mismo” (anónimo).
El narciso es una persona carente de
empatía. ¿Qué es empatía? El diccionario la define así: “Facultad de comprender
las emociones y sentimientos externos por
un proceso de identificación con el objeto, grupo o individuo con el que
se relaciona”. Hoy, debido al laicismo desmesurado se ha abandonado en la
cuneta la palabra AMOR, sentimiento de Dios que le impulsa a buscar el bien del
hombre aun cuando no se lo merece. Este sentimiento divino por la fe en Jesús
el Espíritu Santo lo inocula en el corazón del creyente y así empieza a amar a
Dios y al prójimo. El antídoto contra el narcisismo es la fe en Jesús y, como
dicha fe no se encuentra en la mayoría de los políticos no debe extrañarnos que
el efecto Trump se vaya extendiendo exponencialmente.
El narciso cree que el mundo gira a su
alrededor. Esto hace que el amor hacia el otro no tenga espacio en su corazón.
El narciso quiere ser el centro de todas las miradas y que todo el mundo
dependa de él. El médico <b>Miquel Vilardell</b> hace esta
reflexión: “Por lo que hace al narcisismo, siempre he considerado que conduce
al autoengaño, y que termina haciendo daño en el día a día y que conservarlo
tiene un coste demasiado elevado. No vale la pena”. Como el narciso tiene la
mente nublada por el autoengaño de creerse ser lo que no es, no se da cuenta
que el daño que sufre se lo provoca él mismo.
El narcisismo es una enfermedad
espiritual que antaño afectaba a unos pocos políticos. Ahora que la enfermedad
crece en las universidades, según <i>Narcissistic Personality Iventory,
más del doble entre 2012 y 2017. Este incremento se refleja en política. El
comportamiento de los políticos jóvenes se manifiesta con el auto enamoramiento
y la auto satisfacción que hacen estragos en sus vidas y que este
comportamiento afecta negativamente a la acción política porque estando
centrados en sí mismos no se dan cuenta de los errores que cometen y por tanto
son incapaces de rectificar, que es de sabios. Si la tendencia no varía, que lo
dudo, se avecinan años de política nefasta.
La sociedad actual valora la agresividad
como señal de poder y que se refleja en los rostros de quienes la almacenan en
sus almas. El narciso cuanto más agresivo se comporte más satisfecho está
consigo mismo porque cree estar en posesión de una autoridad que no posee. No
percibe que sus intempestivas manifestaciones de poder revelan la inseguridad
que se esconde en su interior. El narcisismo es fruto de una educación consentida recibida de sus padres. Los
errores educativos se pagan caros. Los primeros en notarlo son los propios
padres que tienen que soportar a unos
pequeños tiranos en sus casas. Después, quien paga los platos rotos es la
sociedad que tiene que sufrir sus impertinencias. En vez de educar en el auto
estima y el consentimiento debe hacerse en la humildad.
¿Quién es el personaje que más bien ha
hecho a la humanidad? Indiscutiblemente Jesús de Nazaret que dijo de sí mismo:
“aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11. 29). La
humildad es la base del auténtico poder. Jesús no hizo su entrada triunfal en
Jerusalén montado en un caballo símbolo del poder humano, sino sobre un asnillo
como está escrito: “No temas hija de Sión, he aquí tu Rey viene montado sobre
un pollino de asna” (Juan 12: 15). El Rey de Israel no opuso resistencia cuando
lo maltrataron durante la parodia de juicio y sufrió la terrible muerte de la crucifixión.
Aun cuando no dejó nada escrito, sus enseñanzas transmitidas por sus
discípulos han llegado hasta nuestros
días. Aun cuando no se cite su procedencia, forman parte de las constituciones
nacionales progresistas. ¡Ay! La letra sin el Espíritu mata. Las enseñanzas de
Jesús sin Él no sirven para implantar la justicia en el mundo.
Las nuevas generaciones de políticos que
saltan a la palestra y que pretenden cambiar el mundo, se les nota el
narcisismo que esconden sus almas por la egolatría que manifiestan en sus
intervenciones públicas. Estos políticos novatos son de corta duración, pero
durante su breve participación pública, su auto complacencia hace al país más
daño que la plaga de la granizada egipcia. ¡Cuán necesario es que los políticos
estén revestidos de la humildad de Jesús para que su paso por la política sea
verdaderamente beneficioso para el país!
Octavi
Pereña i Cortina
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