dimarts, 25 de juny del 2019


AMIGOS DE NOVEDADES

Cuando el periodista <b>Víctor M. Amela</b> entrevista a <b>Erri de Luca</b>, escritor y alpinista y le pegunta sobre Dios, recibe esta respuesta: “lo que no tengo no me fala”. Está seguro <b>de Luca</b> que porque no tiene a Dios porque lo desconoce, ¿no lo necesita?
Debido al programa misionero sus compañeros de labor dejan  al apóstol Pablo solo en Atenas. Durante el tiempo de espera del regreso de sus compañeros el apóstol no permanece ocioso. “Su espíritu se enardecía viendo a la ciudad entregada a la idolatría” (Hechos 17: 16). El texto nos dice que “discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían. Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él” (vv.17, 18). El apóstol hablaba con judíos y piadosos por la afinidad que los unía. También con filósofos epicúreos y estoicos  que enseñaban doctrinas abiertamente contrarias al cristianismo. El apóstol no tenía ningún inconveniente  de hablar con el pueblo en la plaza pública. Tampoco lo tenía de hacerlo con la elite intelectual ateniense en el Areópago, su sancta sanctórum, lugar de reunión en donde se debatían los problemas de la ciudad  y se trataban cuestiones filosóficas.
El mensaje que transmitía Pablo  era desconocido a los atenienses. Despertaba su interés y querían saber más del mensaje que transmitía el “charlatán”. Se lo llevan al Areópago  y le preguntan: “¿Podemos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? Pues traes a nuestros oídos enseñanzas extrañas. Queremos, pues, saber que quiere decir esto. Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo” (vv. 19-21). Si el mensaje que se escucha no tiene sustancia aburre oírlo una y otra vez. Por esto a los atenienses y a nosotros nos aburre escuchar siempre la misma música. Se necesitan novedades. Es por esto que en nuestros días tienen tanta audiencia los programas televisivos que entretienen a las multitudes interesadas únicamente en saber novedades de los famosos que les proporcionan el material necesario para las tertulias de café.
Llegados al Areópago, Pablo en pie en medio de las eminencias de la ciudad quiere despertar su atención diciéndoles: “Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos” (v.22). Un predicador sensato no tratará el tema religioso para distraer a su auditorio. Va a la medula del tema: “Porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: <i>Al dios desconocido</i>    (v. 23). El apóstol mostrando empatía hacia sus oyentes expresa el interés que siente por ellos.  No hará un discurso académico para demostrar a sus oyentes que es tanto o mejor orador que los que previamente hayan puesto los pies en tan privilegiado lugar. Los atenienses querían tener contentos a todos los dioses. Por si acaso se habían olvidado alguno, corrigen el error edificando un templo dedicado al <i>dios desconocido</i>. Es imposible adorar a un <i>dios desconocido</i>. Aprovechando la ignorancia que los atenienses tenían de la verdadera religión, les dice: “Al <i>dios desconocido</i>, al que vosotros adoráis, pues sin conocerlo, es a quien yo os anuncio” (v. 23).
Jesús es la imagen del Dios invisible. El apóstol Felipe, en su ignorancia, le dice a Jesús: “Muéstranos al Padre y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí ha visto al Padre, ¿cómo, pues, dices tú: muéstranos al Padre? (Juan 14: 8,9). En Jesús el Padre deja de ser un Dios desconocido. En su disertación Pablo expone características del Dios conocido. La que en estos momentos acapara nuestra atención ocupa el último lugar. “Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan, por  cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel Hombre a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos” (vv. 30,31).
La reacción de los atenienses al mensaje de Pablo fue: “Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez” (v.32). Cuando Pablo tocó las conciencias de aquellos que querían “saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas”, la mayoría prefirieron  quedarse con las filosofías de los epicúreos y de los estoicos que halagan a quienes las escuchan pero que no otorgan la esperanza que da la fe en Jesús resucitado.

Octavi Pereña i Cortina


SALMO 119: 162

“Me regocijo en tu palabra como el que encuentra un  gran botín”
El Señor Jesús ilustra el regocijo que produce la Palabra de Dios en dos parábolas: la del tesoro encontrado y la perla de gran valor. Ambas se refieren al Reino de Dios. ¿Qué sabríamos del reino de los cielos si no fuese que lo enseña la Palabra?
En la parábola del tesoro escondido se intuye que el hombre que ara el campo es un asalariado. No es propietario del campo que labra. El arado destapa el cofre escondido bajo tierra. Al abrirlo descubre que está lleno de monedas de oro y joyas de gran valor. La alegría es inmensa por el hallazgo. Lo sacará de la pobreza y le permitirá vivir holgadamente por el resto de su vida. Pero el tesoro pertenece al dueño del  campo que labra. ¿Qué hará el afortunado? Esconde el tesoro hallado y “vende toldo lo que tiene y compra aquel campo” (Mateo 13: 44). “Me regocijo en tu palabra como el que encuentra un gran botín”.
Los cristianos evangélicos presumimos ser el pueblo de la Biblia. ¿Realmente lo somos? El estado de conservación de la Biblia  certifica el uso que se hace de ella. El ejemplar de la Biblia que tenemos en el estante de la librería, ¿conserva el buen estado  en que se encontraba en el momento de su compra o manoseado por el uso frecuente que se hace de ella? Si la Biblia tiene los desperfectos que indican el uso frecuente que su propietario hace de ella, indica que se regocija en la Palabra de Dios y la considera un valor más precioso que si hubiese encontrado una vasija llena de monedas de oro al derribar una pared de su casa.
La otra parábola, la de la perla de gran precio también enseña la importancia que tiene Dios para el lector. Un mercader busca buenas perlas. Afanosamente busca la que no tiene. Trata con todos los mercaderes de perlas. Al fin encuentra “una perla preciosa”. El hallazgo le produce una gran alegría. Seguramente hace entrega de una cantidad a cuenta al dueño de tan excelente perla. Vende todo lo que tiene y la compra (Mateo 13: 45,46).
Las dos parábolas comentadas nos enseñan algo muy valioso. Que la Palabra puede llegar a nosotros sin pensar en ella. Ya estamos bien con lo que no tenemos. Pero cuando nos llega y vemos el valor incalculable que tiene ya no podemos prescindir de ella. La ponemos en el primer lugar en nuestras vidas. En este caso, en un principio somos pasivos, cuando la tenemos nos desvivimos por ella. En el segundo caso se tiene conocimiento de que en algún lugar existe un tesoro de gran valor. Se inicia la búsqueda. Jesús dice: quien busca encuentra y quien pide recibe. Al tener en el corazón la Palabra de Dios se la guarda en él como el gran tesoro que es.



SALMO 124: 7

“Nuestra alma escapó cual ave del lazo de los cazadores, se rompió el lazo y escapamos”
Muchas personas se consideran libres porque pueden hacer los que les venga en gana. Pero desconocen que esta libertad en realidad es una esclavitud porque sus deseos los incita Satanás. Voluntariamente se ponen a las órdenes del Maligno. El salmista habla de escapar del lazo del cazador, de romper el lazo de la esclavitud, de liberarse del lazo de los cazadores.
El salmista escribe: “Bendito sea el Señor, que no nos dio por presa a los dientes de ellos…Nuestro socorro está en el Nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra” (vv. 6,8). El salmista reconoce que si no está atrapado por el lazo del cazador se debe a que  imposible ser su presa porque el socorro le ha llegado del Señor que ha hecho el cielo y la tierra, es decir, el Todopoderoso. Jesús es el Hombre más fuerte que Satanás, que nos libera de lazo que Beelzebú ha puesto alrededor de nuestro cuello para llevarnos dondequiera que él se proponga.
En cierta ocasión Jesús dijo a los judíos: “Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres…Así que, si el Hijo del Hombre os libertare, seréis verdaderamente libres” (vv. 31,36). Jesús ha venido para deshacer la obra del diablo que en astucia maligna engañó a Eva y ésta con su zalamería hizo que Adán también comiese el fruto del árbol prohibido. Desde aquel instante, por nacimiento natural todos  nacemos siendo esclavos del diablo. Junto con del castigo llegó la misericordia de Dios. El Creador al vestir con pieles de animales, probablemente ovejas, que anunciaban que Jesús es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, estaba anunciando a Adán y Eva el Hombre fuerte que rompe el yugo de la esclavitud satánica. Lo trágico es que la dureza del corazón del hombre le impide reconocer que Jesús es el Libertador que necesita. Prefiere seguir siendo esclavo del diablo.
El Señor en su misericordia abre los ojos de los escogidos para salvación para que se den cuenta de la trágica situación en que se encuentran, les concede el don de la fe, regalo de Dios que les permite creer que Jesús libera de la esclavitud de Satanás y que con brazo fuerte los protege en su peregrinación hacia el reino de Dios que hoy se goza por fe  y que en el día de la resurrección se disfrutará plenamente. Si hoy, la libertad que Jesús concede a los suyos es tan maravillosa, aun cuando el pecado siga haciendo de las suyas, ¡cuán maravillosa no será la libertad plena cuando estemos en el Reino de Dios,  contemplando al Salvador glorioso, sin la más mínima muestra de pecado. Hoy por fe empezamos a disfrutar la plenitud del Reino de Dios.


dilluns, 17 de juny del 2019


¿NUEVA EVANGELIZACIÓN?

<b>¿Cuesta mucho decir: Sólo Jesús salva?</b>
En el año 2010 el papa Benedicto XVI creó el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización para luchar contra el declive del cristianismo en las naciones occidentales. Hoy, nueve años más tarde, el Consejo de Cardenales conocido como el C6, por la pérdida de tres de sus miembros, ha estado trabajando en la nueva Constitución Apostólica i>Predicate Evangelium</i> (Predicad el Evangelio) que se convertirá en el dicasterio (ministerio vaticano) más importante, un <i>superministerio</i>.
Ante esta renovación me pregunto: ^Qué le ocurre a la Iglesia católica que le sea tan difícil poner en práctica el mensaje que Jesús le dio a la iglesia apostólica: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,  bautizándolos en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28: 19,20).
Tanto la Iglesia católica como todas las iglesias cristianas deberían  hacer un examen de conciencia  y plantearse  a qué se debe su fracaso evangelizador. ¿Se debe a que Jesús no está en ellas a pesar del nombre que llevan? El apóstol Pablo escribiendo a la iglesia de Corintio, les dice: “El cual (Jesús) asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata, mas el Espíritu vivifica” (2 Corintios 3:6). ¿Es posible que la promesa del Espíritu Santo que se cumplió en Pentecostés se haya quedado en un referente histórico sin vigencia hoy? El cristianismo decadente de nuestros días que es incapaz de aportar luz para que la sociedad pueda  salir del caos actual, le convendría hacer una lectura atenta del libro de los Hechos, el primer libro de la historia de la Iglesia, y examinar cuál fue la causa del crecimiento espectacular del cristianismo en el entorno de un paganismo salvaje.
Cuando se habla de evangelizar debe tenerse   claro qué significa Evangelio: “Buenas Noticias”, Jesús ha venido a este mundo para salvar a los pecadores. El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos de Corintio les dice: “Porque os celo con celo de Dios, pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a  Cristo. Pero temo que como la serpiente con astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si  viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis” (2 Corintios 11: 3,4). El apóstol en este texto introduce a la serpiente que con su astucia engañó a Eva en el paraíso. Viene a decirnos que Satanás sigue seduciendo a los hombres a desobedecer a Dios. Ahora se apodera de los hipócritas, haciéndose pasar por cristianos fieles, que en realidad son: “Falsos apóstoles, obreros  fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no os maravilléis, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si sus ministros  se disfrazan como ministros de justicia, cuyo fin será conforme  a sus obras” (2 Corintios 11:13-15). Un aviso para que no nos dejemos seducir por las florituras que destilan los labios de los falsos apóstoles: “Toda la palabra de Dios es limpia, Él es escudo a los que en Él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso” (Proverbios 30: 5,6). Tan solo el contenido de la Biblia, desde la primera letra de Génesis hasta la última de Apocalipsis es Palaba de Dios. Este texto es el único que “es inspirado por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3: 16,17). ¡Cuán necesario es que la Biblia sea la luz que ilumine a los cristianos de hoy! Desaparecerían las chapucerías que se cometen en las iglesias y los infieles reconocerían que el Señor está en ellas.
Volvamos al tema de la evangelización. La clerecía judía se escandalizaba porque los apóstoles predicaban a Jesús y en su Nombre hacán milagros. Los convocaron para interrogarlos: “¿Con qué potestad o en que nombre habéis hecho esto?” (Hechos 4:7). Pedro, en nombre de los apóstoles responde lo que es el corazón del Evangelio: “Puesto que hoy se interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo de qué manera ha sido curado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el Nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucito de los muertos, por Él este hombre está en vuestra presencia sano. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores la cual ha  venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en  que podamos ser salvos” (Hechos 4: 9-12). ¿Tanto cuesta salir al mundo para decirle que solamente Jesús salva? ¿De qué sirven tantas reuniones de alto nivel para discutir sobre  la evangelización si las personas perecen en sus delitos y pecados? ¡Tan difícil es decir: Ten fe, Jesús te salva!
Octavi Pereña i Cortina



SALMO 119: 71

“Bueno me es haber sido afligido, para que aprenda tus estatutos”
La aflicción sin el consuelo del Señor  es un mal trago. No se la acepta. Se la rechaza dándose cabezazos contra la pared. Es más doloroso el remedio que la enfermedad. Para el incrédulo no existe otra manera de enfrentarse a la adversidad. De ahí que sean tantos quienes a pesar de tener el Nombre de Dios en sus labios no lo tienen en el corazón. Se ven obligados a cargar con dolencias mentales como depresión, ansiedad y se ven forzados al consumo de fármacos  que lejos de curarlas dolencias las agravan porque además de hacerlas crónicas tienen que cargar con el pesado fardo de la adicción a los fármacos.
El salmista distinguiéndose de los impíos que ven las aflicciones como enemigos que deben combatirse con todos los medios disponibles, ve la aflicción como un amigo, cuando escribe: “Bueno me es haber sido afligido, para que aprenda tus estatutos”. Para el salmista la aflicción es el guía que le acerca al Señor y le mueve a abrir la Palabra de Dios que es en donde se encuentran los estatutos divinos que por la inspiración del Espíritu Santo son los medios con que el Dios misericordioso consuela al afligido.
El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos en Corintio les dice: “Bendito sea el Padre de nuestro Señor Jesucristo Padre de misericordias y Dios de toda consolación” (2 Corintios 1:3). ¡Qué finalidad tiene la consolación de Dios? ¿Qué nos la quedemos para disfrute propio y que a los demás les parta un rayo? Los cristianos evangélicos por el conocimiento que tenemos de la Biblia hemos asumido que tenemos que evangelizar. A menudo decimos que no sabemos cómo hacerlo. Pues bien, la consolación que recibimos de Dios es el maestro que nos enseña a evangelizar. Fíjese bien el lector en lo que dice el apóstol Pablo: “El cual (Dios) nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consola a los que están en cualquier tribulación, por medo de las consolaciones con que hemos sido consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abundan también por el mismo Cristo nuestra consolación” (vv. 4,3). El sufrimiento ajeno nos abre la puerta para que podamos anunciar la consolación divina a quienes la ignoran.  Si consolamos sin haber sido previamente consolados por Cristo, lo hacemos de manera mecánica. Serán consolaciones que no llegan a los corazones de las personas a las que pretendemos consolar. Pero si las palabras reflejan la consolación recibida de Cristo consolaremos como si fuese el mismo Jesús que lo hace por medio de nosotros. Es Él quien dice al que sufre. “Ten fe”


HEBREOS 4: 2

“Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos, pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe los que la oyeron”
Este texto nos esclarece  el por qué ante la predicación del Evangelio las personas reaccionan de manera distinta. A nosotros como a ellos se nos ha anunciado la buena nueva, pero “a ellos no les aprovechó el oír la palabra por no ir acompañada de fe”. La clave del dilema se encuentra en que unos tienen fe y otros no. El mensaje del Evangelio llega a personas que están muertas en sus delitos y pecados y por lo tanto incapaces de hacer nada para poder salir de la trágica situación.
Hace muchos años leí, si es anécdota o historia, no lo sé. Lo que sí sé es que la enseñanza es correcta. A un negro de África se le preguntó porque siempre tenía en boca el nombre Jesús. Respondió con  un ejemplo gráfico que disipa todas las dudas. El negro cogió un puñado de hierba seca e hizo con ella un círculo. Cogió un gusano y lo puso en medio del círculo de hierba seca. Prendió fuego a la hierba y cuando el gusano empezó a revolverse por el calor, sacó el gusano impidiendo así que se achicharrase. Entonces dijo a quien le interrogaba: Yo era este gusano y cuando iba a ser lanzado al fuego eterno vino Jesús y me sacó del peligro. ¡No debo estar agradecido por la salvación que me ha concedido! De alguna manera el negro de la historia escuchó la buena noticia del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo y como la fe es un don de Dios, es decir, un regalo que Dios concede a quien quiere, el  negro por la gracia de Dios la recibió . La dádiva no se hace en base de la bondad de quien la recibe, sino de la libre y justa voluntad de quien la concede. ¿No tiene el alfarero la libertad de hacer con el barro que tiene en su mano una vasija de honra y otra de deshonra? ¿Quién  podrá discutir su decisión? La elección de los salvados es un misterio que no es dado a los hombres poder esclarecer. Lo tenemos expuesto en las Sagradas Escrituras y tenemos que aceptar dicha doctrina. El texto que comentamos debe despertar la humildad en nosotros y no ser sabios en nuestra propia opinión. Recordemos el texto: “Porque también a nosotros se nos anunció la buena nueva  como a ellos, pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe los que la oyeron”





dimarts, 11 de juny del 2019


NARCISISMO POLÍTICO

<b>La auto satisfacción del político es perniciosa para el país pues lo único que busca es el placer de ser considerado número 1 y no el bienestar del pueblo al que dice servir</b>
<b>Michael Gerson</b>utilizando el ejemplo de <b>Trump</b> hace la siguiente declaración: “Hace muchos años me hice esta pregunta: ¿Qué ocurrirá si un narciso que se cree el centro del universo llega precisamente al centro del universo? Ya estamos viendo lo que ocurre. Todo el aparato de un partido político, incluyendo la rama legislativa, está ahora dedicado a la defensa de los salvajes deseos de un hombre”.
¿Qué es narcisismo? “Complacencia excesiva de una persona en las propias cualidades u obras”. “Persona  enamorada o satisfecha de sí misma”. Es un trastorno de la personalidad de raíz espiritual. “Los narcisos tienen la tendencia a ser desmesuradamente sensibles a cualquier cosa que pueda interpretarse como un desafío o amenaza a su necesidad básica de sentirse superior. Así que reaccionan con hostilidad. La agresividad va ligada al narcisismo debido a esta lucha diaria para mantener una grandeza a la vez frágil y la imagen que tiene de sí mismo” (anónimo).
El narciso es una persona carente de empatía. ¿Qué es empatía? El diccionario la define así: “Facultad de comprender las emociones y sentimientos externos por  un proceso de identificación con el objeto, grupo o individuo con el que se relaciona”. Hoy, debido al laicismo desmesurado se ha abandonado en la cuneta la palabra AMOR, sentimiento de Dios que le impulsa a buscar el bien del hombre aun cuando no se lo merece. Este sentimiento divino por la fe en Jesús el Espíritu Santo lo inocula en el corazón del creyente y así empieza a amar a Dios y al prójimo. El antídoto contra el narcisismo es la fe en Jesús y, como dicha fe no se encuentra en la mayoría de los políticos no debe extrañarnos que el efecto Trump se vaya extendiendo exponencialmente.
El narciso cree que el mundo gira a su alrededor. Esto hace que el amor hacia el otro no tenga espacio en su corazón. El narciso quiere ser el centro de todas las miradas y que todo el mundo dependa de él. El médico <b>Miquel Vilardell</b> hace esta reflexión: “Por lo que hace al narcisismo, siempre he considerado que conduce al autoengaño, y que termina haciendo daño en el día a día y que conservarlo tiene un coste demasiado elevado. No vale la pena”. Como el narciso tiene la mente nublada por el autoengaño de creerse ser lo que no es, no se da cuenta que el daño que sufre se lo provoca él mismo.
El narcisismo es una enfermedad espiritual que antaño afectaba a unos pocos políticos. Ahora que la enfermedad crece en las universidades, según <i>Narcissistic Personality Iventory, más del doble entre 2012 y 2017. Este incremento se refleja en política. El comportamiento de los políticos jóvenes se manifiesta con el auto enamoramiento y la auto satisfacción que hacen estragos en sus vidas y que este comportamiento afecta negativamente a la acción política porque estando centrados en sí mismos no se dan cuenta de los errores que cometen y por tanto son incapaces de rectificar, que es de sabios. Si la tendencia no varía, que lo dudo, se avecinan años de política nefasta.
La sociedad actual valora la agresividad como señal de poder y que se refleja en los rostros de quienes la almacenan en sus almas. El narciso cuanto más agresivo se comporte más satisfecho está consigo mismo porque cree estar en posesión de una autoridad que no posee. No percibe que sus intempestivas manifestaciones de poder revelan la inseguridad que se esconde en su interior. El narcisismo es fruto de una educación  consentida recibida de sus padres. Los errores educativos se pagan caros. Los primeros en notarlo son los propios padres  que tienen que soportar a unos pequeños tiranos en sus casas. Después, quien paga los platos rotos es la sociedad que tiene que sufrir sus impertinencias. En vez de educar en el auto estima y el consentimiento debe hacerse en la humildad.
¿Quién es el personaje que más bien ha hecho a la humanidad? Indiscutiblemente Jesús de Nazaret que dijo de sí mismo: “aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11. 29). La humildad es la base del auténtico poder. Jesús no hizo su entrada triunfal en Jerusalén montado en un caballo símbolo del poder humano, sino sobre un asnillo como está escrito: “No temas hija de Sión, he aquí tu Rey viene montado sobre un pollino de asna” (Juan 12: 15). El Rey de Israel no opuso resistencia cuando lo maltrataron durante la parodia de juicio y sufrió la terrible muerte de la crucifixión. Aun cuando no dejó nada escrito, sus enseñanzas transmitidas por sus discípulos  han llegado hasta nuestros días. Aun cuando no se cite su procedencia, forman parte de las constituciones nacionales progresistas. ¡Ay! La letra sin el Espíritu mata. Las enseñanzas de Jesús sin Él no sirven para implantar la justicia en el mundo.
Las nuevas generaciones de políticos que saltan a la palestra y que pretenden cambiar el mundo, se les nota el narcisismo que esconden sus almas por la egolatría que manifiestan en sus intervenciones públicas. Estos políticos novatos son de corta duración, pero durante su breve participación pública, su auto complacencia hace al país más daño que la plaga de la granizada egipcia. ¡Cuán necesario es que los políticos estén revestidos de la humildad de Jesús para que su paso por la política sea verdaderamente beneficioso para el país!
Octavi Pereña i Cortina


JONÁS 1: 1,2

“Vino palabra del señor a Jonás, hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive aquella gran ciudad, y pregona contra ella, porque ha subido su maldad delante  de mí”
Muchos creen que a Dios no le interesan los problemas humanos. Por decirlo de manera caricaturesca piensan que el Creador de todo lo existente y del hombre está tumbado en una hamaca debajo de una palmera caribeña sorbiendo un refresco contemplando la belleza de las aguas azules.
El texto que comentamos desmiente el concepto pasota que muchos tienen de Dios. Dios no solo se interesa  por los hombres sino que también desea que su interés sea compartido por su pueblo. Tal como enseña el libro de Jonás no es Dios quien se desentiende de los problemas humanos. En este caso es Jonás, profeta del Altísimo que por prejuicios raciales y religiosos no desea atender el llamado del Señor de que vaya a Nínive a anunciar el mensaje de salvación a un pueblo que se encontraba al borde de su destrucción si no se arrepentía de sus pecados.
Cuando el Señor le dice a Jonás “levántate” da la impresión de que el profeta estaba ocioso, de que estaba satisfecho consigo mismo, disfrutando de la salvación que por fe en el Señor disfrutaba. Tal vez ni tan siquiera se interesaba por el bienestar espiritual de su propio pueblo ya que según los mensajes proclamados por otros profetas no gozaba de buena salud espiritual.
Quizás el Señor le digiera a Jonás que no se excusase de no querer ir a Nínive pensando que primero tenía que ir a evangelizar a su propio país. Pero el Dios Salvador tiene unos planes que deben obedecerse a pesar de que no se comprendan. Nínive tenía un plazo de cuarenta días de existencia. Finalizado este período de gracia, la ciudad sería destruida.  ¿Por qué Nínive tenía que ser destruida? El Señor expone el motivo: “porque ha subido su maldad delante de mí”. Dios, antes de destruir siempre avisa. Noé conocido como “pregonero de justicia”, durante todo el tiempo que duró la construcción del arca salvadora anunció a su generación que un diluvio acabaría con la vida en toda la tierra. No se le hizo caso y aquella sociedad violenta pereció ahogada bajo las aguas que cubrieron toda la faz de la tierra. A pesar de que el profeta Jonás cumplió a regañadientes el encargo recibido de pregonar el arrepentimiento, los ninivitas creyeron y aquella generación de pecadores se salvó de la destrucción.
Antes de su ascensión a los cielos Jesús mandó a sus discípulos y a la iglesia incipiente que hicieran discípulos en todas las naciones. Para que este mandato pueda llevarse a cabo es preciso que los prejuicios raciales y religiosos desaparezcan. ¿Seremos como Jonás que los prejuicios nos impidan evangelizar y que tengamos que hacerlo de manera forzada? Jonás es una amonestación para que abandonemos los prejuicios que nos impiden anunciar las buenas noticias de salvación por la fe en Jesús a los extranjeros que viven entre nosotros.


SALMO 24: 3

“¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Y quién entrará en su lugar santo?”
El salmista se pregunta: ¿Quién conoce realmente a Dios? El salmista no se refiere a los religiosos que practican la religión por el mero placer de ser considerados  buenas personas por sus conocidos aun cuando el veredicto del Señor no les sea favorable.
Un  fariseo y un cobrador de impuestos se encontraban orando en el templo. El primero se alababa a sí mismo ante Dios de las virtudes que presumía poseer. El segundo se humillaba ante el Señor reconociendo su condición de pecador. El veredicto de Jesús fue: “Os digo que éste, (el publicano) descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se exaltase será humillado, y el que se humilla será exaltado” (Lucas 18:14). No es la religiosidad externa lo que atrae a Jesús, sino los motivos del corazón. Ante Jesús lo que cuenta son las intenciones del corazón.
A la pregunta planteada: ¿Quién conoce realmente a Dios? La responde el salmista diciendo: “El limpio de manos y puro de corazón, el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño”. En la respuesta que da el salmista hay dos ingredientes que merecen una reflexión seria.
“El limpio de manos y puro de corazón”, característica que únicamente pueden adquirirse por la fe en Jesús cuya sangre derramada en el Gólgota limpia todos los pecados (1 Juan 1:7). La fe en Jesús muerto y resucitado hace que el pasado  sea pasado y que una nueva vida amanezca, amanecer que se caracteriza por una vida santa que a medida que el tiempo transcurra se va formando la imagen de Jesús, imagen que se hace más visible a medida que se vaya creciendo en santidad. La cualidad de santo que se recibe por la fe en Jesús hace posible que la limpieza de manos y pureza de corazón se vayan viendo públicamente. “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4: 18).
“El que no ha elevado su alma a cosas vanas”. Antes de haber creído en Jesús como Señor y Salvador se seguían las vanidades. El dios dinero es una de ellas. Los dioses del deporte y del espectáculo forman parte de la feria de las vanidades a las que son adictos quienes no tienen a Dios en sus corazones. Los dioses de oro, plata  y otros materiales dominan el mundo de la religión sin Dios. En Jesús las vanidades son cosa del pasado. El verdadero creyente en Jesús tiene los ojos puestos en Él porque “no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 12)



dilluns, 3 de juny del 2019


PERDER EL MIEDO

<b>Esteban Linés</b> entrevista a <b>Kiko Veneno</b>, cantante. Le pregunta: ¿Cuáles son los temas subyacentes en las diez piezas del álbum? El artista responde: “El miedo lo es uno de bien claro. En una canción como <i>Yo quería ser español</i>, hago referencia a algunas compañías de telefonía o de seguridad que inculcan el miedo en la gente de la calle para que gaste. El mundo se rige por este miedo y también por la incultura que fomenta el Estado. Aquí el poder en general, y el político en general, no le interesa fomentar  la cultura porque es una cosa que hace pensar. Solamente se necesita ver en España el panorama con las jóvenes generaciones, que tienen unos intereses culturales más bien escasos, en buena medida porque al Estado no invierte ni apuesta por la cultura”.
Podríamos darnos por satisfechos si solamente fuese el Estado a quien no le interesa fomentar la cultura en la población en general y a la juventud en particular. Al fin y al cabo el alcance de las consecuencias de esta ignorancia es temporal, pero no eternas. Lo que más me preocupa es la ignorancia que la población en general tiene de la Biblia. ¿Por qué se da una ignorancia supina de la Biblia en  una España católica y en una Europa que presume de sus raíces cristianas? Pienso que la causa de la ignorancia bíblica en países de tradición católica se debe a que los dirigentes eclesiásticos han perdido de vista la autoridad suprema de Dios y la han trasladado en el hombre. La Biblia enseña que el hombre es responsable ante Dios de sus actos. No se encuentra ninguna referencia de que tenga que responder ante el hombre de lo que haga. El tema judicial es otra cuestión que ahora no viene al caso.
Debido a la degeneración doctrinal que se ha ido produciendo a lo largo de los siglos Dios ha perdido preeminencia y el hombre ocupa el vacío que se ha producido. La autoridad indiscutible de la Biblia que contiene todo lo que Dios ha dado a conocer para el bien terrenal y eterno, Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo pierden preeminencia en la Iglesia católica para ser sustituida por la autoridad humana. Un ejemplo inequívoco de lo que digo es que la Iglesia católica ha usurpado de manera descarada la autoridad de Dios y desplazado en el papa convertido en autoridad suprema al atribuirle atributos exclusivos de Dios. Este sistema de gobierno eclesiástico no se encuentra en las Sagradas Escrituras. La alteración de prioridades tiene consecuencias funestas pues impide que la Iglesia  se encuentre en un estado permanente de reforma porque no tiene a la vista los preceptos divinos que invitan a no dormirse en los laureles.
En el momento en que el hombre asume el poder en la Iglesia no le interesa que los fieles sean buenos conocedores de la Biblia.  Hasta hace poco la posesión de una Biblia en lengua vernácula, contraviniendo la prohibición eclesiástica, el infractor era reo de muerte, sus bienes incautados y su familia abandonada en la miseria. Con los vientos democráticos que soplan ya no se puede ser tan taxativo. Se permite la lectura de la Biblia, dándole más importancia al Nuevo Testamento, eso sí, siempre bajo la atenta mirada del Magisterio de la Iglesia que corta de raíz cualquier interpretación que no se ajuste a la oficial.
No. La Iglesia católica no permite que Dios gobierne en ella. No desea que se edifique sobre el cimiento de las enseñanzas proféticas y apostólicas siendo la piedra del ángulo Jesucristo mismo. Se edifica sobre la autoridad papal. Es por ello que desea conservar en sus manos el poder de atar y desatar, de salvar y condenar. He aquí que en vez de fomentar el temor de Dios en los feligreses inculca el miedo en ella. En tanto persista este miedo todo estará atado y bien atado. Como la esclava tiene puestos los ojos en su señora, los fieles católicos los tienen puestos en la Iglesia que los perdona si se portan bien y los condena si son díscolos. Por eso el lema de la Iglesia es: Fuera de la Iglesia católica no hay salvación.
En el momento en que los fieles católicos empiezan a leer la Biblia con espíritu crítico y contrasta las enseñanzas que de ella brotan con las que anuncia la Iglesia católica se inicia el traslado del miedo a la Institución eclesiástica, sustituyéndolo por el temor a Dios que es misericordioso y amplio en perdonar. A medida que se va creciendo en el conocimiento espiritual de la Biblia se va haciendo más diáfano el rostro misericordioso de Jesús que no rechaza al pecador que reconoce su condición de tal. Llegado a este punto, si el Hijo libera se es verdaderamente libre (Juan 8: 32). Si esto sucede, desaparece el miedo a la Iglesia porque ha perdido el poder sobre la persona a la que Jesús ha liberado con el perdón de sus pecados.
Octavi Pereña i Cortina 



SALM 123:1

“A ti alzaré mis ojos, a ti que habitas en los cielos”
Existen muchas maneras de alzar los ojos. Quienes vivimos en un país supuestamente  cristiano se nos apela a que miremos a santos/as y vírgenes, y cuando se trata de Jesús a una supuesta imagen suya clavado en la cruz o yaciendo en las procesiones de Semana Santa. Si el salmista viviese en nuestros días volvería a escribir: “A ti alzaré mis ojos, a ti que habitas en los cielos”. Quienes han inventado los santos y las vírgenes no han ideado nada sobrenatural. Se han limitado a poner en pedestales a hombres y mujeres que siendo personas caídas en pecado son incapaces de salvar.
El salmista aparata los ojos del hombre y de los ídolos que fabrica y los pone en el Señor que habita en los cielos. Lector querido, ¿dónde pones tu mirada? ¿Con qué imagen el salmista quiere mostrarnos al Invisible que habita en los cielos? Para nosotros, el mundo que el salmista pone ante nuestros ojos tal vez no nos diga nada. Tenemos que intentar ponernos en la piel de los hombres de aquella época. Hoy, el mundo laboral está regido por los derechos del trabajador en los países democráticos. Si estos derechos no se respetan se organizan huelgas como protesta  a su violación. También existe el derecho de poder cambiar de empresa. Si el trabajador considera que no recibe los tratos que considera ser merecedor, cambia de empresa.
En los tiempos del salmista imperaba la esclavitud. Es muy posible que cuando el salmista se refiera a siervo y sierva tenga en mente a los esclavos. Éstos no eran considerados personas, se los suponía meros objetos sin alma sujetos al mercado de la oferta y de la demanda. Eran personas sin derechos y muchas obligaciones. Visto así el panorama laboral de la época del salmista es posible que  entendamos mejor como los ojos de los siervos miran a la mano de sus señores, y como los ojos de la sierva a la mano de su señora (v.2), la confortabilidad de los siervos y siervas dependía del buen o mal humor  con el que los señores y señoras ponían los pies en el suelo al levantarse por la mañana. Es lógico suponer que la servidumbre, por no decir esclavos, haría todo lo posible para que sus señores estuviesen contentos para no ser castigados, a menudo  cruelmente.
El salmista no quiere decir que tengamos que mirar al Señor con miedo de que Dios se levante de mal humor y nos azote a la más mínima infracción. No. Lo que quiere enseñarnos es que nuestra mirada esté siempre depositada en Él, porque de Él y únicamente de Él nos llega el socorro que necesitamos. Imploremos como lo hace el salmista: “Ten misericordia de nosotros, oh Señor, ten misericordia de nosotros” (v.3). “Como los ojos de los siervos miran a las manos de sus señores, y como los ojos de la sierva a los de su señora, así nuestros ojos miran al Señor nuestro Dios, hasta que tenga misericordia de nosotros”.




SALMO 121

Peligro amenazador acecha al hombre dondequiera. Enfermedad, crisis económica, auge de los partidos políticos extremistas. Un sin fin de situaciones angustiosas nos acechan en la esquina. El incrédulo ante semejantes situaciones no sabe a dónde acudir en busca de ayuda. Ante la desolación se acoge a los fármacos como solución a los problemas síquicos que el miedo les provoca. El creyente en Jesús encuentra en Él la protección que necesita. El salmo 121 expresa la confianza que el salmista tiene en el Señor Jesús.
Comienza el salmo con estas palabras: “Alzaré mis ojos a los montes, ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra” (vv. 1,2). El salmista no confía en cualquier cosa. No cree en ninguno de los dioses que los incrédulos fabrican con sus manos, los revisten de oro y los cubren de seda adornados de pedrería. No. Pone la mirada en el mismo Dios, en el Todopoderoso que manifiesta su omnipotencia creando con su palabra los cielos y la tierra. Si el firmamento que en nuestra pequeñez  consideramos infinito, ¿cómo no va poder su Creador ayudarnos en el momento de necesidad?
Maldito el hombre que con fía en el hombre. La ayuda que pueda prestarnos el hombre es muy limitada. Bastante trabajo tiene el posible ayudador en preocuparse por sus propias miserias. El Dios que hizo los cielos y la tierra “no dará tu pide al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda. He aquí no se adormecerá ni se dormirá el que guarda a Israel” (vv.3,4). El Todopoderoso no precisa dormir como los ayudadores humanos. Mantiene siempre abiertos los ojos mirando lo que ocurre en la tierra, dispuesto a todas horas de consolar al atribulado. El salmista describe la vigilancia permanente que el Señor ejerce en quien confía en Él, con estas palabras: “El Señor es tu guardador, el Señor es tu sombra a tu mano derecha, el sol no te fatigará de día. Ni la luna de noche” (vv.5,6). Los humanos que somos tan cortos de entendimiento el Señor tiene que  hablarnos con imágenes para que seamos capaces de entender. ¿Qué alivio nos produce cuando bajo un sol abrasador Dios es su misericordia envía una nube solitaria que se interpone entre el astro rey y nosotros? ¿Entendemos cuán grande es nuestro Ayudador?
Como remate a la visión que el salmista tiene del Señor como Socorrista nuestro, escribe: “El Señor te guardará de todo mal, Él guardará tu alma, el Señor guardará tu salida y tu entrada, desde ahora y para siempre” (vv. 7,8). La ayuda que el Señor ofrece a su pueblo no es espaciada en el tiempo. Ofrece su servicio de ayuda a los suyos las 24 horas del día y los 365 días del año. ¿Podremos ir a buscar en alguna otra parte un ayudador que ofrezca un servicio de protección como el que el Señor ofrece a su pueblo?