INMORTALIDAD
<b>La esperanza que no está
depositada en Jesús defrauda</b>
El gerontólogo <b>Aubrey de
Grey</b> y el director de campaña de Google <b>Ray
Kuzweil</b> han puesto en marcha una campaña para resolver el misterio de
la muerte. <b>De Grey</b> cree que en el año 2050 quien posea un
cuerpo y una cuenta bancaria igualmente sana tendrá una elevada posibilidad de
ser inmortal, engañando a la muerte por medio de la renovación del cuerpo cada
diez años en clínicas que regenerarán
tejidos y rejuvenecerán órganos, cita <b>Màrius Carol</b>, director
de La Vanguardia. Según <b>de
Grey</b> solamente quienes tengan una cuenta bancaria sana, es decir,
bien forrada de dólares podrán obtener la esperanza de inmortalidad, que no es
segura. La esperanza que no esté depositada en un cimiento firme conduce al
desengaño.
El director de cine <b>Woody
Allen</b>, ha dicho: “La inmortalidad es una ilusión. Solamente puedes
ser inmortal el tiempo en que lo crees antes de morirte. Creer que viviré a mis
películas después de morir es tan ingenuo como esperar que me envíen un talón
con los derechos de autor en el paraíso…Hombre, sería interesante que la vida
tuviese algún sentido, pero te mueres, te marchas, desapareces y ya está y no
tienes ninguna conciencia del mundo. Y si otras personas pueden disfrutar de tu
trabajo, pero tú no lo sabes, quizás…¿sabes? tal vez, el universo sigue
expandiéndose eternamente o contrayéndose para siempre, pero a ti te da lo
mismo”. Nihilismo puro. Pero el ser humano no tiene por qué vivir en un estado
e incertidumbre vital. En este caso la existencia se convierte en un estado de
angustia permanente, de tortura perenne.
El ateísmo, el agnosticismo son los
canales del nihilismo filosófico que a la vez revierten en una vida sin
sentido, que no vale la pena vivirla y que en algunos casos conduce al
suicidio. En la lucha estéril para encontrar sentido a la vida fuera de Jesús
el hombre cae exhausto en la cuneta.
Al hombre nacido de mujer no le va buscar
a Dios. Perseguirá dioses, eso sí, que no le liberarán del nihilismo que enturbia la razón. Pero
existe otro factor que contribuye a que
no se quiera salir del pozo en que se ha caído por falta de fe en el único
Dios, creador de todo lo existente que en su Hijo Jesús que perdona los pecados
que ahogan la esperanza: El comportamiento que deja mucho que desear de quienes
dicen ser cristianos. Aporta luz en este aspecto una viñeta de El Roto en la
que aparece el Papa de espaldas levantando con una mano un crucifijo.,
acompañada de un texto que dice: “Evangelizar el Vaticano. ¡Menuda tarea!” A
pesar de que a los obispos no les guste que los medios de comunicación aireen
la corrupción que se da en el seno de la Iglesia católica, deberían estar
agradecidos de ello porque si tuvieran ojos para ver y oídos para oír, podrían
arrepentirse de sus pecados y convertirse a Cristo. A partir de su conversión
podrían comenzar a andar en santidad, dejando así de ser piedras de tropiezo
para muchas personas que no quieren saber nada del Padre ni de su Hijo
Jesucristo, por el mal comportamiento de quienes dicen ser los verdaderos
representantes de Dios en la Tierra. Dicho esto, volvamos a la inmortalidad.
Si fuese posible que los progresos en
biotecnología y la regeneración
periódica de tejidos y órganos llevasen a la inmortalidad, ¿qué importancia
tendría cargar eternamente las miserias del tiempo presente? Que no tengan
miedo quienes pueden pagar los elevados costes de reparar tejidos y rejuvenecer
órganos. Es una utopía inalcanzable porque la paga del pecado es la muerte y
como todos hemos pecado más pronto o más tarde todos tendremos que comparecer
ante el tribunal de Cristo para responder de nuestras acciones hayan sido estas
buenas o malas.
La inmortalidad corporal bíblica está
basada en la resurrección de Jesús. Todo el mundo resucitará en el día final,
pero no todos de la misma manera. Existe resurrección de vida y resurrección de
muerte. Unos cuerpos revestidos de inmortalidad para dos destinos claramente
diferenciados. El destino eterno de los cuerpos depende de un acto de voluntad
hoy. La iglesia cristiana tiene la obligación de evangelizar al mundo. Tiene la
responsabilidad de proclamar de mensaje de salvación que se encuentra en Jesús
que murió por los pecados del mundo y de manera muy concreta por los del lector.
“Y en ningún otro (Jesús) hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el
cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Toda
persona que cree en Jesús es salvada por la fe. Ha pasado de muerte a vida.
¿Cuánto tiempo durará el peregrinaje por esta tierra la persona redimida por la
sangre de Jesús? No se sabe. Lo que sí es cierto es que un día morirá
físicamente. En el mismo instante en que se produzca el fallecimiento el alma
abandonará el cuerpo yendo directamente a la presencia de Dios porque la sangre
de Jesús le ha lavado todos sus pecados. No ha dejado ni tan sólo uno por
borrar. El cuerpo duerme bajo tierra esperando el día de la resurrección, que
no es una fábula. Es una realidad certificada por la resurrección de Jesús.
Esta es la esperanza de la inmortalidad cristiana. La resurrección será
efectiva el día en que Jesús glorioso regrese aquí en la Tierra a buscar al
pueblo de Dios. En este instante el cuerpo mortal que ha sido manjar para los
gusanos será revestido de inmortalidad y el cuerpo sujeto a la corrupción de
incorrupción. El alma que goza de la presencia de Dios se unirá a su cuerpo
resucitado. En aquel instante la salvación realizada por Jesús se habrá
completado. La esperanza cristiana realizada.
Los incrédulos, los ateos, los
agnósticos, los adoradores de divinidades falsas seguirán el mismo proceso:
cuerpos resucitados unidos a sus respectivas almas para siempre en el infierno
lejos de la presencia de Dios en condiciones miserables como aquí den la tierra
pero infinitamente agravadas por la absoluta ausencia de la presencia de Dios.
Hoy aún se está a tiempo para escoger la vida eterna que es Jesús.
Octavi
Pereña i Cortina
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