dilluns, 27 d’agost del 2018

INMORTALIDAD

<b>La esperanza que no está depositada en Jesús defrauda</b>
El gerontólogo <b>Aubrey de Grey</b> y el director de campaña de Google <b>Ray Kuzweil</b> han puesto en marcha una campaña para resolver el misterio de la muerte. <b>De Grey</b> cree que en el año 2050 quien posea un cuerpo y una cuenta bancaria igualmente sana tendrá una elevada posibilidad de ser inmortal, engañando a la muerte por medio de la renovación del cuerpo cada diez años  en clínicas que regenerarán tejidos y rejuvenecerán órganos, cita <b>Màrius Carol</b>, director de La Vanguardia. Según  <b>de Grey</b> solamente quienes tengan una cuenta bancaria sana, es decir, bien forrada de dólares podrán obtener la esperanza de inmortalidad, que no es segura. La esperanza que no esté depositada en un cimiento firme conduce al desengaño.
El director de cine <b>Woody Allen</b>, ha dicho: “La inmortalidad es una ilusión. Solamente puedes ser inmortal el tiempo en que lo crees antes de morirte. Creer que viviré a mis películas después de morir es tan ingenuo como esperar que me envíen un talón con los derechos de autor en el paraíso…Hombre, sería interesante que la vida tuviese algún sentido, pero te mueres, te marchas, desapareces y ya está y no tienes ninguna conciencia del mundo. Y si otras personas pueden disfrutar de tu trabajo, pero tú no lo sabes, quizás…¿sabes? tal vez, el universo sigue expandiéndose eternamente o contrayéndose para siempre, pero a ti te da lo mismo”. Nihilismo puro. Pero el ser humano no tiene por qué vivir en un estado e incertidumbre vital. En este caso la existencia se convierte en un estado de angustia permanente, de tortura perenne.
El ateísmo, el agnosticismo son los canales del nihilismo filosófico que a la vez revierten en una vida sin sentido, que no vale la pena vivirla y que en algunos casos conduce al suicidio. En la lucha estéril para encontrar sentido a la vida fuera de Jesús el hombre cae exhausto en la cuneta.
Al hombre nacido de mujer no le va buscar a Dios. Perseguirá dioses, eso sí, que no le liberarán  del nihilismo que enturbia la razón. Pero existe otro factor que contribuye  a que no se quiera salir del pozo en que se ha caído por falta de fe en el único Dios, creador de todo lo existente que en su Hijo Jesús que perdona los pecados que ahogan la esperanza: El comportamiento que deja mucho que desear de quienes dicen ser cristianos. Aporta luz en este aspecto una viñeta de El Roto en la que aparece el Papa de espaldas levantando con una mano un crucifijo., acompañada de un texto que dice: “Evangelizar el Vaticano. ¡Menuda tarea!” A pesar de que a los obispos no les guste que los medios de comunicación aireen la corrupción que se da en el seno de la Iglesia católica, deberían estar agradecidos de ello porque si tuvieran ojos para ver y oídos para oír, podrían arrepentirse de sus pecados y convertirse a Cristo. A partir de su conversión podrían comenzar a andar en santidad, dejando así de ser piedras de tropiezo para muchas personas que no quieren saber nada del Padre ni de su Hijo Jesucristo, por el mal comportamiento de quienes dicen ser los verdaderos representantes de Dios en la Tierra. Dicho esto, volvamos a la inmortalidad.
Si fuese posible que los progresos en biotecnología  y la regeneración periódica de tejidos y órganos llevasen a la inmortalidad, ¿qué importancia tendría cargar eternamente las miserias del tiempo presente? Que no tengan miedo quienes pueden pagar los elevados costes de reparar tejidos y rejuvenecer órganos. Es una utopía inalcanzable porque la paga del pecado es la muerte y como todos hemos pecado más pronto o más tarde todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo para responder de nuestras acciones hayan sido estas buenas o malas.
La inmortalidad corporal bíblica está basada en la resurrección de Jesús. Todo el mundo resucitará en el día final, pero no todos de la misma manera. Existe resurrección de vida y resurrección de muerte. Unos cuerpos revestidos de inmortalidad para dos destinos claramente diferenciados. El destino eterno de los cuerpos depende de un acto de voluntad hoy. La iglesia cristiana tiene la obligación de evangelizar al mundo. Tiene la responsabilidad de proclamar de mensaje de salvación que se encuentra en Jesús que murió por los pecados del mundo y de manera muy concreta por los del lector. “Y en ningún otro (Jesús) hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Toda persona que cree en Jesús es salvada por la fe. Ha pasado de muerte a vida. ¿Cuánto tiempo durará el peregrinaje por esta tierra la persona redimida por la sangre de Jesús? No se sabe. Lo que sí es cierto es que un día morirá físicamente. En el mismo instante en que se produzca el fallecimiento el alma abandonará el cuerpo yendo directamente a la presencia de Dios porque la sangre de Jesús le ha lavado todos sus pecados. No ha dejado ni tan sólo uno por borrar. El cuerpo duerme bajo tierra esperando el día de la resurrección, que no es una fábula. Es una realidad certificada por la resurrección de Jesús. Esta es la esperanza de la inmortalidad cristiana. La resurrección será efectiva el día en que Jesús glorioso regrese aquí en la Tierra a buscar al pueblo de Dios. En este instante el cuerpo mortal que ha sido manjar para los gusanos será revestido de inmortalidad y el cuerpo sujeto a la corrupción de incorrupción. El alma que goza de la presencia de Dios se unirá a su cuerpo resucitado. En aquel instante la salvación realizada por Jesús se habrá completado. La esperanza cristiana realizada.
Los incrédulos, los ateos, los agnósticos, los adoradores de divinidades falsas seguirán el mismo proceso: cuerpos resucitados unidos a sus respectivas almas para siempre en el infierno lejos de la presencia de Dios en condiciones miserables como aquí den la tierra pero infinitamente agravadas por la absoluta ausencia de la presencia de Dios. Hoy aún se está a tiempo para escoger la vida eterna que es Jesús.
Octavi Pereña i Cortina


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