APOCALIPSIS 3. 19
“Yo
reprendo y castigo a todos los que amo, sé pues celoso y arrepiéntete”
Estas palabras las escribe el apóstol
Joan en Nombre de Jesús resucitado a la iglesia de Laodicea. “Yo conozco tus
obras, que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente” (v.10). A
la iglesia que Jesús ama y castiga por serle indiferente, le dice: “He aquí, yo
estoy a la puerta, y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a
él, y comeré con él, y él conmigo” (v.20).
Raúl Eguía, biólogo molecular, máster en
Neurociencia y máster en Matrimonio y Familia, dice: “Desde los cinco años tuve
acceso a la pornografía…Piensas que la pornografía es inocua y quedas atrapado.
La ciencia hoy reconoce la adicción sexual como una de las peores. En mi caso
de cara a fuera todo iba bien, una carrera brillante, pero era presa de un gran
sufrimiento. Era un esclavo, no podía controlarme y cada vez necesitaba cosas
más fuertes. Hasta que llegué a plantearme seriamente el suicidio”. Raúl dice
que estaba casado “pero era mi secreto, vivía en la mentira…Yo era un ateo
combativo, sentía un odio visceral contra las religiones y contra la vida…Las
adicciones crean una ansiedad fuertísima y yo estaba en plena crisis. Una
noche, al borde del suicidio, grité: ¡Si existes, sácame ahora! Me rendí y
quedé limpio de la adicción de la noche a la mañana…Sí borré todo contacto y se
lo expliqué todo a mi mujer. Luego vinieron los remordimientos de todo el mal
que había hecho, y entonces experimenté el amor de Dios, fue como si me
quitaran una losa…Desde entonces acompaño a familiares y a personas con adicciones y depresiones. Así empecé a
ver milagro tras milagro. Personas que experimentan el amor de Dios y sanan de
raíz como ocurre en el Evangelio de Mateo 8, cuando el leproso se acerca a
Jesús y le dice: “Quiero ¡Sanado!” Lo mismo me ocurrió a mí, pero en Nueva York
en el siglo XXI”.
Jesús resucitado vive. No es el Jesús que
se le recuerda muerto en Semana Santa. El Jesús murto no tiene ningún poder
para curar. Jesús resucitado tiene poder para curar la lepra del corazón que
hace que personas como Raúl Eguía curen de la adicción a la pornografía o de
cualquier otra adicción: Sexo, drogas, trabajo…Jesús está a la puerta de tu
corazón y llama para que lo abras. Si haces caso entrará en ti y participarás
del banquete nupcial.
“Dios”, dice Raúl, “acude siempre y te
toca, pero la gente no nos dejamos tocar porque tenemos problemas de rencor, de
perdón. Has de rendirte. El corazón es una puerta que se abre desde dentro.
Todo se resume en que todos necesitamos ser amados, reconocidos, y cuando esto
no se da la gente sufre una y otra vez. La experiencia de Dios es dejarse amar
por Él, así de sencillo. Tenemos una coraza tan enorme que impedimos que nos
amen gratuitamente, y eso es lo que hace Jesús, siempre te toca, es una
experiencia tangible, y tú no tienes que hacer nada, solo dejarte amar, sentir
que alguien te escucha”. Lector angustiado por la adicción:¡Ábrele a Jesús la
puerta de tu corazón y el amor curativo de Dios inundará tu ser! La Verdad te
hará libre
SALMO 63: 1
“Dios,
Dios mío eres tú. De madrugada te buscaré, mi alma tiene sed de ti, mi carne te
anhela, en tierra seca y árida, donde no hay aguas”
El preámbulo del salmo nos ayuda a
entenderlo: “Salmo de David cuando estaba en el desierto de Judá”. Sin duda
alguna, David y sus hombres deambulaban por el desierto huyendo de la persecución
de Saúl. Estaban sedientos. El anhelo de David por el agua que refresca el
ardor de una garganta reseca por la falta de agua también la pone de
manifiesto cuando estando “en el lugar
fuerte, y había en Belén una guarnición de los filisteos. Y David dijo con
vehemencia: ¡Quién me diera a beber del agua del pozo de Belén que está junto a
la puerta!” (2 Samuel 23: 14,15). A
pesar de la sed que abrasaba sus labios David rechazó beberla cuando tres de sus
hombres exponiendo sus vidas se la trajeron, diciendo: “Lejos sea de mí, oh
Señor, que yo haga esto. ¿He de beber yo la sangre de los varones que fueron
con peligro de sus vidas? Y no quiso beberla” (v.17).
David estaba sediento. La sed corporal le
impulsa a hablar de la sed espiritual que describe con una imagen muy gráfica:
“Dios mío eres tú, de madrugada te buscaré, mi alma tiene sed de ti, mi carne
te anhela, en tierra seca y árida, donde no hay aguas”. El alma de David estaba
reseca y agrietada como la tierra que lleva años sin que caiga del cielo ni una
sola gota de aguja. Por la pluma del profeta Isaías Dios nos dice: “A todos los
sedientos: venid a las aguas, y los que no tienen dinero, venid, comprad y
comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche” (55:1). Dios se
dirige a los sedientos. Quienes tienen a mano el agua fresca del pozo de Belén,
la invitación de Dios les resbala. Quienes tienen auténtica sed de Dios no se
conforman con una gotitas de agua caídas al azar por haber escuchado
accidentalmente algo de Dios. Los sedientos como David buscan a Dios de
madrugada. Hacen esfuerzos para beber el agua viva que es Jesús. No se
conforman con oír o leer unas palabras sobre Jesús que les entran por un oído y salen por el
otro, sin quedar nada dentro. Se levantan al amanecer y beben de la Fuente de la que
mana el agua viva que apaga la sed de Dios que tiene el alma. No esperan
indolentemente en que alguien se le acuda de llevarles un vasito de agua. Como
la necesidad apremia se levantan de la cama para que en la soledad y el
silencio de la cámara secreta abren la Biblia, levantan sus oraciones hacia el
trono de la gracia en donde brota el agua viva que sus almas necesitan
urgentemente. La necesidad no puede esperar.
Una alma satisfecha con las aguas turbias
que el mundo ofrece no necesita el agua viva. El alma insatisfecha de los
placeres que el mundo ofrece es la que forma parte de los sedientos a los que
Isaías se dirige para que beban el agua viva que apaga la sed ardiente de Dios
que hay en ellos.