REFORMA INACABADA
<b>Las 95 tesis de Martín Lutero
siguen siendo tema de debate</b>
Un hecho que parecía superado porque se
reservaba a épocas de oscurantismo religioso sigue siendo de actualidad: el
comercio de reliquias. <b>Eusebio Val</b>, escribe: “Los italianos
siempre han sido muy católicos y hábiles comerciantes. No debe sorprendernos el
pujante negocio de las reliquias sagradas, y menos todavía en estos tiempos de
tan fácil mercado global gracias a internet. En el portal de los estados Unidos
d’eBay, coloso de las ventas y subastas en línea se ofrece un relicario que
contiene un recipiente que supuestamente guarda leche del pecho de la Virgen
María, la leche que amamantó a Jesús. El precio es de 3000 dólares”. No puedo
imaginarme a alguien acercándose a María mientras amamantaba a su Hijo y
ponerle un recipiente bajo el pecho para recoger una gotitas de tan preciado
líquido. No puedo entender que alguien crea que después de más de 2000 años se
haya conservado una minúscula muestra de la leche de María de no ser que la
credulidad de dicha persona le haga creer la enseñanza de que huesos y otras
reliquias de supuestos santos deban venerarse con una especie de culto
religioso y ver en ellos medios de recibir gracias y favores divinos.
<b>Val</b> sigue escribiendo:
“El Vaticano es muy consciente de esta escandalosa realidad y quiere ponerle
límite…Por ello, el pasado sábado (que tendría que ser el 16 de diciembre de
2017) se anunció un amplio decreto de 38 artículos con instrucciones muy
precisas sobre la autenticación y manipulación de las reliquias sagradas”. ¿Qué
credibilidad se le podrá dar a la garantía que procede de una Institución dada
a la mentira? El comercio de reliquias seguirá y se pagarán sumas astronómicas
por ellas en tanto los fieles católicos sigan creyendo el engaño de que los
considerados santos/as se les puede venerar y una vez fallecidos se les pueda
rendir culto y súplicas como si fuesen dioses y de ellos recibir bendiciones
espirituales y temporales. Una pregunta que deberían hacerse quienes se dejan
seducir por el engaños de los poderes de las reliquias es: Si el apóstol Pedro
que no aceptó en vida que el centurión Cornelio se postres a sus pies para
adorarle cuando salió a recibirle y
levantándole le dijese: “Levántate, pues yo mismo también soy hombre” (Hechos
10: 25,26). ¿Cómo podría aceptar ahora que está muerto, aceptar el culto que se
le rinde, adoración que pertenece exclusivamente al Señor Jesús? Es imposible
esta herejía.
El culto a las reliquias también tiene un
fuerte sabor a fetichismo. El fetichismo
es la forma más grosera de idolatría. Consiste en dar culto y atribuir virtudes
mágicas a objetos materiales tal como los presenta la naturaleza. Solamente se
precisa pronunciar unas palabras en latín y hacer con la mano la señal de la
cruz y aquellos objetos inofensivos adquieren poderes milagrosos. El pan y el
vino conservando sus características naturales, se transforman en el cuerpo y
la sangre de Jesús, sustancias objeto de adoración cuando los fieles participan
en la eucaristía y al ser llevados en procesión. El agua después de haber sido
bendecida por el sacerdote tiene el poder de regenerar al bautizado. El aceite
puro de oliva consagrado confiere gracia a los moribundos…
Según <b>Val</b> “la Santa
Sede no quiere eliminar una expansión tan importante de la religiosidad popular
–que es muy valorada por el papa actual, Francisco- sino regularla de una
manera adecuada para evitar los abusos. Se imponen procedimientos muy precisos
y controles estrictos”. ¡Sobre todo conservar la religiosidad popular que es
contraria a las enseñanzas bíblicas!
Con la celebración del Quinto Centenario
de la Reforma iniciada por Martín Lutero, la reforma de la Iglesia todavía no
ha finalizado. Lutero denunció la corrupción y la superstición existentes en la
Iglesia católica, no solamente denunciándolas, lo hizo de manera más efectiva
poniendo al alcance de los alemanes la Biblia traducida su idioma. En otras
naciones europeas se siguió el ejemplo alemán y se tradujo a sus respectivos
idiomas la Palabra de Dios directamente del original hebreo y griego. Por fin
la Palabra de Dios estaba al alcance del pueblo llano de manera comprensible.
No basta con tener la Biblia al alcance de la mano, se precisa el deseo de
leerla. Las versiones protestantes de la Biblia tienen una característica que
las distingue de las católicas: No tienen notas a pie de página que guíen al
lector a interpretarla según dicten los doctores que tiene la Santa Madre
Iglesia.
Las iglesias tienen que estar en un
constante proceso de reforma. Esto es posible si los fieles siguen las
instrucciones que el apóstol Pablo da
cuando escribe a su discípulo Timoteo: “Pero persiste tú en lo que has
aprendido y te persuadiste, sabiendo de quien has aprendido, y que desde la
niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para
la salvación por la fe que es en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada
por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en
justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado
para toda buena obra” (2 Timoteo 3:14-17). Este texto no invalida el pastorado
evangélico. Refuerza el cumplimiento del deber que tienen los pastores de
predicar la sana doctrina. A la vez, el
fiel es exhortado a velar por su salvación. N o puede dejarla pasivamente en
manos ajenas. El que la Biblia esté en las manos el pueblo y la lea y medite lo
leído hace posible que controle a los predicadores. Los pastores también son
hombres falibles que asimismo necesitan ser corregidos cuando convenga. La
reforma iniciada por Lutero el 31 de octubre de 1517 irá consiguiendo su
objetivo en la medida que iglesias y fieles persistan en reformarse a la luz
que irradia la Biblia. Se llegará a la meta en el día de la resurrección.
Octavi
Pereña i Cortina
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