NOTICIAS FALSAS
<b>Mentimos tan a menudo que
terminamos creyendo que lo que decimos es verdad</b
<b>Victor Kubik</b>,
refiriéndose al escrito <i>¿Por qué mentimos</i> publicado en
<i>National Geographic</i> en junio de 2017, comenta: “El escrito
en National Geographic intenta demostrar que mentir forma parte de la
naturaleza humana. Algunos pueden erróneamente y peligrosamente derivar a disculpar o justificarla. El autor indica
que investigadores en ciencias sociales y neurólogos creen que mentir sin restricciones
se considera <i>profundamente enraizado en la condición humana</i>.
El autor no intenta afirmar que la mentira sea algo bueno. Pero confirma una
terrible verdad: mentir es algo en que muchos de nosotros somos maestros.
Mentimos fácilmente, grandes o pequeñas mentiras, a extraños, a compañeros de
trabajo, a amigos, a personas amadas”. La mentira es omnipresente. Nadie es
inmune a ella. Da lo mismo que uno sea un científico, no vacila en presentar
como propios trabajos de investigación ajenos. Se presentan denuncias por
plagios musicales, literarios, estudios realizados…Allí en donde se encuentra
una persona le acompaña la sombra de la mentira. Se pueden dictar leyes para
extirparla que no sirven para erradicarla, porque las leyes no cambian la naturaleza
humana.
El
noveno mandamiento de la Ley de Dios, declara: “No hablarás contra tu
prójimo falso testimonio” (Éxodo 20:16). Esta declaración se acostumbra a
resumirla en dos palabras: “No mentirás”. La Ley de Dios no tiene el propósito
de denunciar un comportamiento con la finalidad de conseguir que el ser humano
no haga lo que prohíbe. El objetivo de la Ley de Dios no es hacer buenas a las
malas personas. Todo lo contrario, hacer ver a las personas que son malas y que
no pueden dejar de serlo. El dirigente de Israel que se acerca a Jesús para
preguntarle: ”¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?” (Lucas 18:18).
El Señor le dice que guarde los mandamientos. La respuesta que Jesús recibe es:
“Todo esto lo he guardado desde mi juventud” (v.21). Al oír esto Jesús le dice:
“Aún te falta una cosa: Vende todo lo que tienes y dalo a los pobres, y tendrás
tesoro en el cielo, y ven, sígueme” (v.22). La reacción del dirigente de Israel
al oír esta respuesta fue: “Oyendo esto se puso muy triste, porque era muy
rico” (v.23). El dirigente de Israel creía que cumplía los mandamientos de la
Ley de Dios. En el momento en que Jesús rasca las profundidades de su corazón
se descubre que la tal persona tenía el dios dinero que no era el Dios a quien
tenía que amar por encima de todas las cosas.
La incapacidad del ser humano de guardar
la Ley de Dios la pone de manifiesto Santiago cuando escribe: “Porque
cualquiera que guarde toda la Ley, pero ofende en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo:
No cometerás adulterio, también ha dicho: No matarás. Ahora bien, si no cometes
adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la Ley” (Santiago 2:
10,11). Jesús fue mucho más allá del pecado tangible cuando dijo: “Oísteis que
fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a
una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:
27,28). De la misma manera que el adulterio espiritual forma parte de la
naturaleza humana, y hoy más que nunca cuando la difusión de la pornografía por
Internet al alcance de todo el mundo, sin excluir a niños y adolescentes, la
mentira es imposible que la humanidad controlada por Satanás, que es el padre
de la mentira, pueda superar este pecado.
Según el artículo publicado por National Geographic el 22% de las personas
mienten para tapar una trasgresión
personal. Un 16% miente y defrauda para conseguir beneficios económicos.
Otro 15% miente para obtener beneficios
que van más allá e los económicos. Un 14% miente para evitar perder alguna
cosa. Otro 8% miente para mejorar la imagen personal. El resto de las mentiras
va entre explicar exageraciones para hacer reír a las personas, para hacer
daño, para quedar bien, no molestar y por otros motivos. La expansión de la
mentira es decepcionante. Produce muchos estropicios políticos, económicos y
sociales.
“Martillo y cuchillo y saeta aguda es el
hombre que habla contra su prójimo falso testimonio” (Proverbios 28:18), es el
concepto que la Biblia tiene de la mentira. El hecho de que el texto utilice
tres armas que los soldados utilizaban en las guerras de la antigüedad pone al
descubierto el poder que tiene la mentira para hacer daño. He aquí la
importancia que tiene el mandamiento: No hablarás contra tu prójimo falso
testimonio”
Durante la pasada campaña electoral
algunos de los candidatos a la presidencia de la Generalitat de Catalunya
esgrimieron declaraciones que caben perfectamente en la categoría legal de
<i>incitación al odio</i>. La ley, si lo hace puede sancionar
hechos, pero es incapaz de cambiar las inclinaciones del corazón del que brotan
sentimientos que la lengua transforma en martillos, cuchillos y saetas agudas.
Es por ello que las <i>fake news</i>, noticias falsas proliferan
tan abundantemente durante las campañas electorales.
Unos
textos de la carta de Santiago:
“Pero
ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado,
llena de veneno mortal. Con ella bendecimos a Dios y Padre, y con ella
maldecimos a los hombres, que están hechos a semejanza de Dios” (3: 8,9).
“Y la lengua es un fuego un mundo de
maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros y contamina todo el cuerpo, e inflama la
rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno” (3: 6). Este
texto nos informa del origen de la mentira y por lo tanto nos proporciona la
receta para curarla. Nos indica que nace en el infierno, manera de decir que
las personas que tienen lenguas como martillos, cuchillos y saetas agudas se
originan en Satanás que es el padre de la mentira. Por nacimiento natural todos
nacemos siendo hijos espirituales del diablo. Esta es la razón por la que a
mentira crece tan ufana como las malas hiervas. Por la conversión a Cristo el
hijo del diablo se convierte en hijo de
Dios y la verdad de Dios empieza a manar de su corazón como aceite que apacigua
al otro. No son palabras que encienden pasiones
sino palabras que hacen la convivencia más llevadera.
Octavi Pereña i Cortina
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