MARCOS 9: 47,48
“Y
si tu ojo te fuese ocasión de caer, sácalo, mejor te es entrar en el reino de
Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, en donde el
gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga”
En Lucas 11: 33.36 el Señor habla de la
luz, no de la luz física que nos permite ir por la calle de noche sin tropezar,
sino de la luz espiritual que ilumina el alma. Nos alerta con estas palabras:
“Mira pues, no suceda que la luz que hay en ti, sea tinieblas. Así que, si todo
tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo
luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor”. El Señor nos
transporta de los ojos que tenemos en la cabeza a los ojos espirituales que
permiten que se introduzca en nuestra alma la luz que irradia Jesús que es la
luz del mundo o las tinieblas espirituales que desprende Satanás, el dios de
este mundo.
El Señor de manera simbólica nos dice que
si el ojo es la puerta por la que entra la tentación en el alma, debemos
arrancarlo para que la tentación no nos destruya. Los ojos que tenemos en la
cara permitirán que entre luz o tinieblas espirituales según sea la naturaleza
de nuestro corazón. Si en verdad somos hijos de Dios y el Espíritu Santo
ilumina nuestra alma hace que nuestro ojo sea bueno lo cual lo convierte en un
filtro que impide que las tinieblas espirituales entren en el alma. Al
contrario, si somos hijos del diablo. el filtro del ojo está saturado de
suciedad lo cual impide que la luz de Dios entre en el corazón. El ojo sucio
por el pecado hace que los anhelos del corazón sean pecaminosos.
He escogido el texto que cito al
principio de esta reflexión por el hecho
de que las autoridades sanitarias alertan del incremento del Sida y de las
enfermedades de transmisión sexual. El uso inadecuado del sexo no lo frenarán
los avisos de peligro de muerte que hacen los médicos. Pueden más las pasiones
libertinas que brotan de los corazones no convertidos a Jesús, que controla
Satanás, el dios de este mundo, que es homicida, que los consejos de los
médicos que llegan a oídos sordos.
Tenemos que conseguir que los ojos malos
que permiten la libre entrada de las tinieblas en nuestra alma y hacerlos
buenos para que la luz de Dios ponga freno a las pasiones deshonestas que si no
se las frena causan daños irreparables. Una de las maneras de conseguirlo es
que desde los púlpitos de las iglesias se predique con el poder de Dios la
perversidad del ser humano y el perdón de Dios por medio de su Hijo Jesús
muerto en la cruz para perdonar el
pecado y resucitado para hacer justo al pecador. En el momento en que la
justicia de Dios cubre al pecador entonces el ojo malo se hace bueno con lo que
desaparecen las tinieblas existentes en el alma dando paso a la luz de Dios que
es vida. El ojo iluminado por la luz de Jesús hace que se instale en él un
filtro que no permite penetrar las imágenes
que despiertan pasiones que conducen a la muerte eterna.
SALMO 48: 9
“Nos
acordamos de tus misericordias, oh Dios, en medio de tu templo”
Las personas, por lo general somos muy
desmemoriadas. En los asuntos intrascendentes no es ningún problema olvidar.
Debemos ser muy selectivos a la hora de almacenar datos en nuestro cerebro, no
se dé el caso de que de tanto almacenar
se colapse el cerebro y rechace la entrada de información valiosa para nuestro
porvenir. ¿Cuál es la información que debemos almacenar? En el quehacer diario
aquellas que atañen a nuestras responsabilidades. Si olvidamos nuestras
responsabilidades creamos un colapso en nuestro entorno.
Por encima de todas las cosas que nos
afectan prevalece Dios por ser nuestro Creador y Salvador. Por ser nuestro
Creador y Sustentador todo lo que poseemos es de Él: Nos da la vida y la
sostiene. Nos da salud y la retiene. En la hora establecida por Él nos la
quita. Nos da dones que nos capacitan
para salir adelante. Las misericordias de Dios en lo que atañe la vida diaria
son incontables. El texto que comentamos nos dice que debemos acordarnos de
ellas para agradecer a quien nos las da. El agradecimiento es un sentimiento
que desgraciadamente se resiente en nuestro vivir diario. Tenemos que hacer un
esfuerzo para recuperarlo en nuestro día a día. Las relaciones sociales serían
mucho más agradecidas.
El texto que comentamos nos insta a pasar
de lo pasajero, de lo caduco, a lo que no perece porque es eterno: Dios. “Nos
acordamos de las misericordias de Dios”. Como previamente hemos dicho las
misericordias de Dios hacia nosotros son tantas que no se pueden describir
todas ellas. A pesar de ello debemos darle gracias, con un añadido: Gracias,
Señor, por tus misericordias que ignoro. ¿Cuál es el lugar en donde debe
expresare el agradecimiento a Dios? ·En medio de tu templo”. A diferencia del
salmista que consideraba el templo en Jerusalén como morada de Dios, los
cristianos que conocemos muchas más cosas que él, y con más claridad, la morada
de Dios no es un templo construido con bloques de piedras. “¿No sabéis que sois
templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Corintios 3:
16). Es en lo más profundo del corazón donde debemos acordarnos de las
misericordias de Dios. Si nacen del corazón, el recuerdo es grato a los ojos de
Dios. Si el recuerdo no es nada más que el formalismo de una liturgia, si no es
nada más que una representación pública de una piedad que no existe, el
recuerdo de las misericordias no sobrepasa el techo del recinto en donde se
produce. Un motivo de reflexión: ¿En dónde se produce en nosotros el recuerdo
de las misericordias de Dios?
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