PROVERBIOS 8:36
“Mas el que peca contra mí, defrauda su alma, todos
los que me aborrecen aman la muerte”
El libro de Proverbios es un cántico a la
sabiduría de Dios. Es el mismo Señor que para nuestro bien se manifiesta en la
forma de Sabiduría. ¿Cómo lo hace? Haciéndose suyas las costumbres de la época,
situándose junto al camino, en las encrucijadas de las veredas, en las puertas de la ciudad, dando voces para atraer
la atención de los transeúntes: “Oh hombres, a vosotros clamo, dirijo mi voz a
los hijos de los hombres. Entended, oh simples, discreción, y vosotros necios,
entrad en cordura” (vv. 4,5). Dios se dirige a los simples, a los necios, a los
faltos de cordura, no a los sabios de este mundo, que son quienes en ellos hay
más disposición al arrepentimiento. Los hombres nacidos de mujer y por línea genealógica de Adán, nacen siendo hijos del diablo, por lo que
desean hacer las obras malas de su padre. En tanto la mayoría de personas
persistan en querer ser hijos del diablo no existe solución a los graves
problemas sociales que nos angustian.
“Oíd porque hablaré cosas excelentes, y
abriré mis labios para cosas rectas. Porque
mi boca hablará verdad (vv. 6,7). Dios que es la Verdad, sus labios
hablarán Verdad. El diablo que es padre de la mentira, sus labios hablan
mentira. La primera vez que abrió sus labios para dirigirse a los hombres fue
en el Edén para engañar a Eva, haciéndole creer que Dios no era bueno. Engaño
que persiste hasta nuestros días haciendo creer a sus hijos que Dios es el
causante de todos los males que les afligen. No quiere de ninguna de las
maneras que crean en Jesús que es la encarnación de la Sabiduría divina: “La
impiedad aborrecen mis labios” (v. 7). No hagáis como Eva que no atendió a mis
palabras y así fue que de sabia se convirtió en necia, falta de cordura. Perdió
la prudencia que le condujo a comer el fruto del árbol prohibido. A partir de
entonces ella y su descendencia son conocedores del mal por experiencia.
¿Por qué Adán comió el fruto prohibido
que le ofreció Eva? Porque por el mero hecho de hacer caso al ofrecimiento
perdió el temor del Señor y lo sustituyó por la arrogancia y la soberbia que le
inclinaron a desobedecer a Dios.
De lo que dice Proverbios 8 he dejado
muchas cosas en el tintero. Vale la pena leer todo el capítulo. El resumen el
v. 36: “Mas el que peca contra mí, defrauda su alma, todos los que me aborrecen
aman la muerte”. Una gran mayoría de nuestra sociedad peca contra la sabiduría
divina y los que la aborrecen “aman la
muerte”. El caos mundial indica que lo que dice la Biblia no son palabras
que se lleva el viento. Son palabras de duración eterna que anuncian la gloria
para los justos y la condenación para los que aborrecen a Dios.
SALMO 50: 19
“Abres
la boca para el mal, y tu lengua trama en gaño”
Una declaración de Jesús que no nos gusta
oír: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo y los deseos de vuestro padre
queréis hacer” (Juan 8:44). “De tal palo tal estilla”, dice el refrán popular.
Es decir, tal como es el padre así son los hijos. Si, los que no son hijos de
Dios por adopción porque no han creído en Jesús como a su Salvador personal,
son hijos del diablo, ¿qué es lo que les asemeja a él? En primer lugar debemos
saber las características del diablo. Jesús las describe. Para no apartarnos
del guión que nos marca el texto que
comentamos nos quedaremos con una: “Y no ha permanecido en la verdad, porque no
hay verdad en él. Cuando habla mentira,
de suyo habla, porque es mentiroso, y padre de mentira” (Juan 8:44). No se
precisa ser demasiado avispado para darse cuenta de que la mentira abunda por
doquier. Tanto las personas bien educadas, que tienen títulos universitarios y
diplomas que dispensan las mejores universidades del mundo, como los iletrados
o analfabetos que se amontonan en los guetos más miserables del mundo, todos
son mentirosos. Todo ello confirma quien es el padre de la mayoría de los
hombres. La Palabra de Dios no miente.
El mandamiento es claro: “No hablarás contra tu prójimo falso testimonio”
(Éxodo 20: 16).
“Abres tu boca para el mal, y tu lengua
trama engaño”, nos dice el texto que comentamos. La facilidad con que se abre
la boca y se mueve la lengua para vomitar engaño se debe a que el espíritu de
Satanás está bien afincado en el corazón. Con tan innoble huésped en el alma es
inevitable que la mentira fluya impetuosa, rugiendo como río desbordado,
derramando por doquier su veneno mortal.
La mentira no es una forma de hablar
inocua: “Tomabas asiento, y hablabas contra tu hermano, contra el hijo de tu
madre ponías infamia” (v.20). No solamente el desconocido es el blanco de las
palabras mentirosas del poseso del diablo. Los íntimos también son diana del
veneno escupido. El mentiroso como no ve a corto plazo el efecto bumerang de la
falsedad de sus palabras, piensa que puede seguir vomitando engaño impunemente.
No es así. Dios es paciente esperando que el mentiroso se arrepienta de su
pecado para ser perdonado. Llegado el momento, si persiste en mentir, oirá de
los labios del señor esta sentencia: “Estas cosas hiciste, y yo he callado.
Pensabas que de cierto sería como tú, pero te reprenderé delante de tus ojos”
(v.21). El Señor reprende. Si no hay respuesta castiga de manera
proporcionada a la mentira cometida. Y
si no escarmienta y persiste en abrir la boca para mal, será excluido de la
Jerusalén celestial: “Mas los perros (los adoradores de divinidades paganas),
estarán fuera…y todo aquel que ama y hace mentira” (Apocalipsis 22:15).
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