EL MOTÍN DEL BOUNTY
<b>El machismo es un problema que
no se arregla con parches, debe extirparse en su origen</b>
<b>Josep Espinàs</b> en su
escrito <i>La violencia que se instala en casa</i>, que trata de la
violencia machista contra la mujer, escribe: “Terrible. ¿Qué está pasando?
Después del ataque, uno de los hombres se tiró por el balcón de casa. Es
difícil de entender estos hechos, así como la reacción de los agresores. Los
psicólogos o los psiquiatras nos lo deberían explicar. Porque no se trata de algún
hecho ocasional. Es una barbaridad que va creciendo”.
El periodista nos transporta a los
psicólogos y psiquiatras para que nos expliquen los hechos que son difíciles de
entender. Los especialistas en salud mental pueden analizar la violencia humana
en general y la que se perpetra contra la mujer en concreto. Llegado el momento de diagnosticar su origen,
enmudecen. No saben que decir. Estudian
la problemática desde la visión que dan eminentes doctores que llegado el
momento de aportar solución al misterio de la violencia humana, no saben que
decir.
Pienso que muchos estarán de acuerdo con
Espinàs cuando escribe: “<i>Violencia doméstica</i>, lo llaman. Los
perros y los gatos son calificados de animales domésticos, pero es cierto que
hay animales humanos que no están adecuadamente domesticados. Hay salvajismo
masculino y familiar que a veces estalla. Como la violencia de una tempestad de
viento”. El escritor con pocas palabras describe muy bien lo que está pasando.
Se queda en una brillante descripción que no aporta solución.
Un relato histórico que desvela el
misterio de la violencia. En el año 1787 el capitán <b>Bligh</b> al
mando del barco <i>Bounty</i> zarpa de Haití para regresar a
Inglaterra. Durante la travesía la tripulación se amotina capitaneada por
<b>Fletcher Chrstian</b>. Después de abandonar al capitán
<b>Bligh</b>, a los oficiales y a algunos miembros de la
tripulación que no se unieron a los amotinados en un bote, el
<i>Bounty</i> regresa a Haití en donde la tripulación convence a
alguna mujeres que se unan a ellos. Zarpan sin rumbo fijo. Después de muchos
días de navegación llegaron a la desconocida isla de Pitcairn que no constaba
en la cartografía marina de la época. La isla les pareció un paraíso terrenal
en donde dieron rienda suelta a sus pasiones. Debido a que el corazón humano es
pecaminoso el paraíso hallado pronto se convirtió en un infierno.
Comenzaron destilar alcohol. Las
borracheras hicieron acto d presencia. Con ellas se presentaron las bregas,
saliendo a relucir los cuchillos y a continuación los asesinatos. Al final la
tripulación desembarcada del <i>Bounty</i> se redujo a dos:
<b>Edward Young i Alexander Smith</b>. Las mujeres hartas de ser
maltratadas se apoderaron de las armas y junto con los niños se atrincheraron
en un lugar de la isla. No querían saber nada de aquellos bribones.
Entre las pertenencias desembarcadas del
<i>Bounty</i> se encontraba una Biblia. Young que sabía leer la lee
y enseña a hacerlo a Smith, Young fallece i Smith al quedarse solo sigue
leyéndola. Explica: “Me había estado esforzando como un topo durante años, de
repente como si se abrieran de par en par las puertas, encontré a Dios y la
carga de mi pecado me abandonó y encontré una nueva vida. De la lectura privada
de la Biblia pasó a hacerlo en voz alta con los niños y las mujeres. En el año
1823 un navío llegó a Pitcairn en donde los recién llegados encontraron una
comunidad de personas piadosas en donde
existía una paz y un amor que no habían visto nunca. Cuando el barco zarpó para
regresar a Boston el capitán informó que en todos sus viajes jamás se había
encontrado como ahora con personas tan buenas y generosas.
Smith un camorrista y dado al vino hizo
que las mujeres le rehuyeran. La transformación que le produjo la lectura de la
Biblia se hizo visible. Ponía de manifiesto que las tinieblas del pecado
desaparecían viviendo en la luz del Señor. Empezando por los niños las mujeres
también se le acercaron. El testimonio de una vida cambiada y la lectura de la
Biblia hicieron posible que la pequeña población en Pitcairn estuviese formada
por una comunidad de personas redimidas por la sangre de Jesús.
Las proclamas, las manifestaciones, los
escritos denuncia, no hacen nada más que denunciar un hecho: la mujer
maltratada y convertida en objeto sexual desde muy joven, también asediada por
adolescentes cada vez más jóvenes. El problema que se denuncia seguirá
existiendo porque la naturaleza humana no cambia, La relación hombre mujer no
puede seguir siendo de amo a esclava, de fuerte a débil. El hombre tiene que
ver a la mujer “como ayuda idónea” (Génesis 2.20). Esta visión no se
materializará en tanto toda la Biblia no se convierta en el libro de lectura
diaria y su contenido gravado en el
corazón.
Octavi
Pereña i Cortina
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