DEUTERONOMIO 5: 12, 15
“Guardarás
el día de reposo para santificarlo, como el Señor tu Dios te ha
mandado…Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que el Señor tu Dios
te sacó de allá con mano fuerte y brazo
extendido, por lo cual el señor tu Dios te ha mandado que guardes el día e
reposo”
El día de reposo semanal no lo instituyó
Dios a la salida de Israel de Egipto al darles los Diez Mandamientos. El
descanso semanal era precepto de Dios para el hombre cuando este no había
pecado todavía: “Y bendijo Dios el séptimo día, y lo santificó, porque en él
reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Génesis 2: 3).
El texto que sirve de base a nuestra
meditación nos dice que Dios ordena a Israel a guardar el día de reposo porque
“el Señor tu Dios te sacó de allá (Egipto) con mano fuerte y brazo extendido”.
Para los israelitas de aquel tiempo el día de reposo era un recuerdo de la
liberación de la esclavitud egipcia por su Dios. La liberación de Egipto
significaba mucho más que una liberación
de la opresión física, significaba también liberación del dominio de los
dioses egipcios, servidumbre de la cual muchos no fueron liberados. Al hacer
Aarón un becerro de fundición, al verlo dijeron: “Israel estos son tus dioses
que te sacaron de la tierra de Egipto”
(Éxodo 32.4). Durante la larga travesía por el desierto muchas veces pusieron
la mirada en las “comodidades” en Egipto, lo cual indicaba que espiritualmente
no habían sido redimidos.
La liberación de Egipto miraba hacia la
futura liberación que haría el Hijo de Dios a su pueblo muriendo en el
Calvario, siendo su sangre el detergente que limpia todos los pecados del
verdadero pueblo de Dios. La muerte del Hijo de Dios libera al pecador de su
pecado: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado esclavo es
del pecado…Así que si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan
8: 34,36).
El cristianismo apostólico empezó a
congregarse el primer día de la semana. En nuestros calendarios debería modificarse
el orden de los días de la semana que debería empezar por domingo, Nuestro día de descanso no es el séptimo sino el primero.
Hoy, el día del Señor ha dejado de ser un día de regocijo para la cristiandad.
Holdhoake, ateo inglés escribió respecto al domingo: “Sea que los ingleses lo
sepan o no, es el domingo que ha engrandecido Inglaterra. Si quieres acabar con
el cristianismo primero tienes que acabar con el domingo”. Esta profecía
anunciada por un ateo se cumple en nuestros días. Para la mayoría de la población
el domingo ha dejado de ser el día del Señor para convertirse en una jornada de
ocio semanal. La sociedad actual está pagando las consecuencias de haber
consentido convertir el día del Señor en jornada de jolgorio. Abandonar al
Señor tiene sus consecuencias nefastas. Nadie puede abandonar a Dios y vivir en
paz.
PROVERBIOS 28: 15
“León
rugiente y oso hambriento, es el príncipe impío sobre el pueblo pobre”
Salomón utiliza la figura de dos animales
salvajes para describir la crueldad de un gobernante que oprime a un pueblo
pobre. Todos los dictadores que oprimen
a sus pueblos se rodean de enjambres de aduladores que entonan alabanzas
a las “bondades” del opresor. A los aduladores que no critican sus maldades les recompensa con
suculentas prebendas.
Los gobernantes perversos y las cortes de
aduladores nunca tienen bastante. Oprimen a sus pueblos chupando todo el jugo
que pueden de ellos. Cuando los han exprimido del todo, si el pueblo
empobrecido y hambriento se atreve a protestar no tienen ningún reparo en hacer
caer sobre ellos todo el peso de “su ley”, que no es ley, sino injusticia
elevada al máximo rigor.
A los opresores les gusta que se les
llame “benefactores”. Un ejemplo bíblico de la hipocresía de los
aduladores lo encontramos en el caso del
orador Tértulo que cuando compareció ante el gobernador Félix para acusar al
apóstol Pablo no tuvo reparo alguno para dirigirse al oficial romano es estos
términos: “Como debido a ti gozamos de gran paz, y muchas cosas son bien gobernadas en el pueblo por tu
prudencia, oh excelentísimo Félix, lo recibimos en todo tiempo y en todo lugar
con toda gratitud” (Hechos 24: 2,3).
Son muchos los textos que tratan de la
opresión que los poderosos ejercen sobre los pobres. También son muchos los
textos que condenan el soborno que aceptan los jueces que deben administrar
justicia. El desánimo se presenta en los
oprimidos, muchos de los cuales alzan sus voces acusando a Dios de injusto por
permitir que tales desafueros se cometan. Lo cierto es que hay un Juez justo que
dicta sentencia justa contra los opresores. En algunos abreviando el disfrute
de los honores y prebendas. En otros anticipando el fallecimiento. En otros,
aun cuando nos pueda parecer injusto, permitiéndoles vivir en la opulencia durante largos años y en su fallecimiento ser
enterrados recibiendo magníficos honores por sus servicios “desinteresados” a
la patria. Que la carcoma del odio no nos destruya. Dejemos que sea el Juez
justo que proceda según su sabio proceder. No debemos olvidar nunca que cuando
los opresores fallecen y sus cuerpos inertes depositados en majestuosos
panteones, al acto sus almas salen disparadas hacia la condenación eterna. Sus
cuerpos yaciendo en la oscuridad esperan el día del juicio final cuando sus
cuerpos y almas reunidos serán lanzados al lago de fuego que quema pro que no
consume. El sufrimientos que los opresores causan a los pobres es temporal,
pero el dolor que tendrán que sufrir los opresores será eterno.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada