¿LLAMA LA MUERTE A LA PUERTA?
<b>La muerte es un
problema que preocupa pero que no se le encuentra solución</b>
<b> Rafa</b>
de Alcarràs escribe una carta a SEGRE (17/04/2017) a la que han titulado
<i>¿Si la muerte llama a la puerta?</i> Las peguntas que <b>Rafa</b>
se hace a lo largo de la carta conducen a que la sociedad no está preparada
para este tipo de llamadas. A la misma conclusión llegan muchos. La pregunta
es: Quienes llegan a la conclusión que la sociedad no está preparada para
recibir la llamada de la muerte, ¿están dispuestos a escuchar lo que la Biblia
dice al respecto? Me temo que no.
El hombre no fue creado
mortal, sino inmortal. El caso es que su inmortalidad duró poquísimo tiempo. El
Creador le avisó. “y mandó el Señor Dios al hombre, diciendo: de todo árbol del
huerto podrás comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás,
porque el día que de él comas ciertamente morirás” (Génesis 2: 16,17). Durante
un tiempo, se desconoce su duración, pero da la impresión que fue muy breve,
Adán y Eva gozaron las delicias del jardín en el que les había puesto Dios, sin
fijarse en el árbol prohibido. De repente, en el idílico escenario del jardín
de Edén aparece un tenebroso personaje: “Pero la serpiente era astuta, más que
todos los animales del campo, que el Señor había hecho” (Génesis 3:1). Por lo
que se deduce de Génesis 3:8 Adán, Eva y el Creador “paseaban en el huerto al
aire del día”. Esto indicaba que las relaciones entre las criaturas y el
Creador eran excelentes, hasta el momento que la astucia de la serpiente
despertó en Eva la duda de la bondad de Dios. Aquí Eva cometió un error. En vez
de someterse a Dios confía en la astuta
serpiente, conversa con ella. Eva comete el pecado de no amar a Dios sobre
todas las cosas y, el diablo en vez de retirarse con el rabo entre las piernas
atrapa a Eva en la red maligna que le tiende. El mandamiento es resistir al
diablo con el poder de Dios, no dialogar con él. “La serpiente que era astuta,
más que todos los animales del campo que el Señor había hecho” vence los
razonamientos de Eva, haciéndosela suya. “¿Con que Dios os ha dicho: No comáis
del árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: del fruto de los
árboles del huerto podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del
huerto dijo Dios: No comeréis de él, y no lo tocareis, para que no muráis.
Entonces la serpiente dijo a la mujer: no moriréis, sino sabe Dios que el día
que comáis de él serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el
bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era
agradable a los ojos, y el árbol codiciable para alcanzar la sabiduría, y tomó
de su fruto y comió, y dio también a su marido, el cual comió así como ella”
(Génesis 3. 1-7). Hasta aquel momento la muerte se encontraba en Satanás, “el
homicida”. En el momento en que Adán comió el fruto del árbol prohibido abrió
la puerta para que la muerte entrara en él.
El
<b>Rafa</b> de Alcarràs y con él todos los que creen que la muerte
es algo externo que tiene que pedir permiso para poder entrar, no se explican
bien. Desde el momento en que Adán desobedeció a Dios y comió el fruto del
árbol prohibido se inoculó el virus del pecado y por el hecho de ser la cabeza
de la humanidad, toda su descendencia nace infectada con el virus de la muerte.
Lo que sucede es que su poder de matar se manifiestas en diversas etapas de la
existencia y de maneras diversas según los designios de Dios. “El último
enemigo que será destruido es la muerte” (1 Corintios 15: 26).
El
<b>Rafa</b> de Alcarràs y con él muchos otros se preguntan: “¿Está
la sociedad preparada para este tipo de llamadas”, las diversas maneras como se
visualiza la muerte? La respuesta a la pregunta se encuentra en el hecho de la
resurrección de Cristo. El capítulo 15 de la primera carta a los Corintios es
un cántico de victoria de Cristo sobre la muerte. Transportándonos al día final
del mundo según lo entendemos hoy, el apóstol Pablo escribe: “Pero esto digo,
hermanos, que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la
corrupción hereda la incorrupción. He aquí os digo un misterio: No todos
dormiremos (moriremos), pero todos seremos transformados en un momento, en un
abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, porque se tocará trompeta (que
convocará a los difuntos), y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros
seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de
incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible
se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad,
entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en
victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu
victoria?, ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado
la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de
nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y
constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro
trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:50-58). Por la fe en Cristo
abrimos la puerta para que entre la vida eterna.
Octavi Pereña i Cortina
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