LA LECCIÓN DE ABRAHAM
<b>Abraham,
padre de los creyentes que tienen su fe, ¿vería con buenos ojos una escultura
bautizada con su nombre en el futuro Parque Bíblico en Tarragona?</b>
“El
futuro Parque Bíblico en Tarragona, se proyecta como un espacio abierto a la
ciudadanía y que invite al diálogo interreligioso en el corazón de la Part
Alta. Un espacio que se completará con otra escultura, la de Abraham, y con
árboles y vegetación de especies “bíblicas”, como olivos, cipreses y vides”
(<b>Sara Sans</b>. <b>Andreu Muñoz</b>, director del
Museo Bíblico, dijo: “La idea es que sea un espacio pedagógico, de encuentro,
acogedor y de quietud”. El Parque Bíblico, además de la estatua de san
Fructuoso contará con la escultura de un supuesto Abraham “que llevará el nombre
en latín, árabe y hebreo como símbolo interreligioso”, añade <b>Andreu
Muñoz</b>.
La
pregunta que le hago al director del Museo Bíblico de Tarragona es si se ha
preguntado si a Abraham le gustaría que se le haga una escultura. Ya que el
futuro Parque Bíblico se proyecta “como un espacio abierto a la ciudadanía y
que invite al diálogo interreligioso, se debería empezar con el origen de
Abraham “padre de los creyentes” que tienen su fe. <b>Abraham</b>
habitaba en Ur de los caldeos en donde el Señor lo llamó diciéndole: “Vete de
tu tierra y de tu parentela, a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1). Este
texto no da detalles de la vida de Abraham. Más adelante, cuando Israel a las
órdenes de Josué luchaba para conquistar la Tierra Prometida, Josué en el
discurso de despedida dijo al pueblo algo muy significativo: “Así dice el
Señor: Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del
río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor, y servían a dioses extraños” (Josué 24:2). Abraham y su familia
eran idólatras. El llamado que le hizo el Señor consistía en abandonar su
tierra y familia para dirigirse a la tierra que le mostraría. La idolatría en
que estaba habituado quedó atrás. En todo lo que la Biblia dice de Abraham no
se encuentra el mínimo indicio de que añorase su pasado idólatra. Se convirtió
en adorador del único Dios. Si el director del futuro Parque Bíblico se le
presentase la oportunidad de preguntarle a Abraham que le parecía el propósito
de esculpir una estatua que llevase su nombre, bien seguro que el patriarca se
escandalizaría y en su mente la convertiría en polvo.
Se
pretende que el futuro Parque Bíblico sea “un espacio abierto a la ciudadanía y
que invite al diálogo interreligioso. Pienso que el proyecto se construye sobre un fundamento
de arena que no sostendrá el edificio. El Dios de Abraham y de sus hijos que lo
son por tener la misma fe, odia la idolatría y castiga severamente a los
idólatras.
“Los
árboles y la vegetación de especies bíblicas” que los visitantes contemplarán
al visitar el futuro Parque, no los atraerán hacia la meditación espiritual. Si
está bien diseñado disfrutarán de la belleza del entorno. Se extasiarán
contemplando dos obras de arte majestuosas, pero de meditación y reflexión
propiamente dichas no existirán. Para una auténtica meditación existe un camino
más excelente.
El
libro de Salmos comienza con estas palabras: “Feliz el hombre que no anduvo en
consejo de malos, ni anduvo en camino de pecadores, ni en silla de
escarnecedores se ha sentado. Sino en la Ley del Señor está su delicia, y en su
Ley medita de día y de noche” (1: 1,2). Es muy significativo que la primera
palabra sea “feliz”. La felicidad es el anhelo acuciante de todas las personas.
Las imágenes publicitarias nos muestran a niños, familias, grupos de amigos
mostrando una felicidad paranoica porque consumen los productos que la
publicidad les vende. Todo ello tiene que ver con el placer sensual que a la
hora de la verdad no proporciona porque la verdadera felicidad es espiritual,
no material.
“Malvado”,
según la Biblia no lo es solamente la persona que comete graves fechorías.
También lo es la persona educada, amable, de buenos sentimientos. A esta
persona la Biblia la llama necia porque dice que no hay Dios. El salmista nos
viene a decir que la persona feliz no se deja guiar por el consejo de personas
que niegan la existencia de Dios. No estar en el consejo de malos, ni andar en
camino de pecadores, no significa que se tenga que romper todo contacto con
ellos, que no tienen la misma fe que tenía Abraham. Esta conducta aislacionista
la enseñan las sectas, pero no Jesús que instruye a sus seguidores que “son la
luz del mundo…ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud…Así alumbre
vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y
glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5: 14,16)
Si al verdadero cristiano le fuese prohibido tener contacto con los ateos o con
personas de malvivir, el apóstol Pablo le diría: “En tal caso te sería
necesario salir del mundo” (1 Corintios 5:10).
El
creyente “que en la Ley del Señor está su delicia, y en su Ley medita de día y
de noche”, que no se identifica con el ateo ni se deja influir por su
filosofía, el salmista lo compara con “árbol plantado junto a corrientes de
aguas, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no cae, y todo lo que hace
prosperará” (v.3). La felicidad del verdadero creyente en el Dios de Abraham,
que es Jesús, el salmista lo compara a la lozanía de un frutal plantado cerca
de corrientes de aguas. El lector puede dudar de la bondad de la fe cristiana.
Lo llevo a la conversación que Felipe mantiene con su amigo Natanael. Felipe le
dice: “Hemos hallado… a Jesús, el hijo de José de Nazaret”. El incrédulo
Natanael le responde: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” Felipe no
argumenta con su amigo. Se limita a decirle: “Ven y ve” (Juan 1: 45,46).
Natanael contactó con Jesús y comprobó que Jesús de Nazaret era alguien bueno.
Para saber si algo es bueno o malo se tiene que probar. Si no es así no se
puede opinar con conocimiento de causa.
Octavi Pereña i Cortina
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