dilluns, 30 d’octubre del 2017

EL ARTE DE GOBERNAR

<b>La justicia divina es el ingrediente necesario para que el gobernante rija con justicia para bien  del pueblo</b>
La actual Unión Europea nació como Comunidad Europea del Acero y del Carbón con el Tratado de París el 18 de abril de 1951. Los firmantes del Tratado fueron los gobiernos de la República Federal de Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos. Tenía el propósito de evitar el estallido de nuevas guerras que destruyesen Europa de nuevo. Han transcurrido 66 años  y efectivamente no se ha vuelto a oír el ruido de sables. La Unión Europea, pero, es deficitaria en justicia, que es la base de la fortaleza de una unión de  naciones. Con ello La Unión Europea no se edifica sobre sobre la roca sino sobre unos cimientos de arena que no le dan estabilidad y con ello la amenaza constante de su destrucción.
La carta que <b>Martin Luter King, Jr.</b> escribió desde la prisión de Birmagham no tiene desperdicio: “Entonces comprenderéis porque me cuesta esperar. Llega un día cuando la copa de esperar vierte y entonces llega la hora en que los hombres no quieren vivir en un abismo de injusticia en donde experimentas la desolación del desespero que corree. Espero señores que podrán comprender nuestra legítima e inevitable impaciencia.
Mostráis muchísima preocupación por nuestro deseo de romper leyes. Este es un interés legítimo. Con mucha diligencia insistimos  que las personas obedezcan la decisión de la Corte Suprema de 1954 ilegalizando la segregación en las escuelas públicas, es bastante extraño  y paradójico que nos encontremos conscientemente rompiendo leyes. Alguien se puede peguntar: ¿Cómo puedes ser partidario de romper algunas leyes y obedecer otras. La respuesta se encuentra en que existen dos tipos de leyes: Hay leyes justas y las hay injustas. Coincido con san Agustín: <i>Una ley injusta de ninguna de las maneras es una ley/i>. Se dan dos tipos de leyes. Existen leyes justas y leyes injustas. ¿Cuál es la diferencia entre las dos? Una ley justa es un código hecho por el hombre que  encaja con la ley moral, o la ley de Dios. Una ley injusta es un código que no está en harmonía con la ley moral. Diciéndolo con el pensamiento de santo Tomás de Aquino, una ley injusta es una ley humana que no está enraizada en la ley eterna y moral. Cualquier ley que edifique a la persona humana es justa. Cualquier ley que degrada a la persona humana es injusta. Todas las leyes que segregan son injustas porque la segregación deforma el alma y perjudica a la persona…”
La única ley que no necesita enmendarse es la Ley de Dios porque es la Verdad. Las leyes humanas a pesar de que puedan ser redactadas por personas piadosas, contienen defectos. Son útiles durante un cierto tiempo. Nuevas generaciones aparecen en el escenario social. ¿Qué debe hacerse con las leyes envejecidas, desfasadas? Maimónides, el filósofo judío nacido en Córdoba en el año 1135 se expresa con claridad meridiana: “Por el otro lado si una ley vigente desde hacía mucho tiempo y en el transcurso de los años resulta ser anacrónica, debe derogarse automáticamente. En términos jurídicos la cuestión debe resolverse así: “Se sancionó una ley en Israel que siguió vigente durante muchos años, y en determinado momento apareció un nuevo tribunal y comprobó que aquella ley no satisfacía las exigencias del momento, en este caso debe anularse, aunque el tribunal sea inferior en sabiduría y autoridad original”.
Una perla del jurista holandés Hugo Grotius: “No sabe gobernar  un reino quien no sabe dirigir una provincia, no puede dirigir una provincia quien no sabe ordenar una ciudad, no sabe administrar una ciudad quien no sabe conducir un pueblo, tampoco un pueblo quien no sabe guiar una familia, este hombre tampoco puede gobernar bien una familia si no sabe como gobernarse a sí mismo, tampoco se puede gobernar a sí mismo a no ser que su razón sea señor, la voluntad y sus deseos, sus vasallos. Nadie puede gobernar a la razón a no ser que la gobierne Dios y le sea obediente”. Corolario: Sin la conversión a Cristo que es el camino para encontrar a Dios, el ser humano no puede amar la justicia que enaltece a la nación.
Octavi Pereña i Cortina



GÉNESIS 25: 8

“Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo”
Por cuanto todos hemos pecado, todos moriremos. ¿Estamos preparados para cuando llegue este evento? No todos moriremos de buena vejez, pero todos falleceremos a no ser que antes venga el Señor en su gloria a buscar a su pueblo que está bregando en las diversas circunstancias que impone este mundo manchado por el pecado. La tierra por haber sido maldecida por el pecado de Adán produce cardos y espinas.  Con el sudor de la frente nos ganamos el pan diario
Damos por asumido que todos moriremos. Ahora bien, ¿de qué manera lo hemos?
El texto nos dice que cuando Abraham falleció fue unido a su pueblo. Su cuerpo quedó en el lugar en que fue sepultado. Si hoy se encontrase el sepulcro donde fue enterrado es muy posible que no encontraríamos rastro de él. Pero el texto nos dice que Abraham fue unido a todos sus antepasados por la línea de Set que forman parte de verdadero pueblo de Dios. Junto con ellos Abraham vive acompañado de todos los hijos de Dios que en el transcurso de los siglos se han unido a él y con los que se unirán hasta que venga el Señor glorioso.
Por todos los santos los cementerios se engalanan. Los frontales de los nichos espontáneamente se ven cubiertos de flores de plástico. Rostros tristes  y lágrimas descendiendo por las mejillas inundan los cementerios. Pero los difuntos ignoran todo lo que sucede a su alrededor porque la comunicación con los vivos está cortada. Las oraciones por los difuntos no sirven de nada. Ni para aquellos  que nos escuchen ni para que nos ayuden en nuestras necesidades. Un muro de silencio separa el mundo de los vivos del de los muertos.
Pero Abraham y todos los que profesan su fe en el Dios vivo y verdadero, antes  y después de él forman un pueblo de vivientes. Yo soy su Dios dice el Señor. Sus cuerpos reposan en el sepulcro esperando el día de la resurrección. Dios no es un Dios de muertos sino de vivos.
“Y  cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15: 54-57).



PROVERBIOS 16: 33

“La suerte se echa en el regazo, mas del Señor depende todo aquello que determinará”
El azar no existe. La aparición de unos átomos que se auto crearon y que por infinidad de coincidencias se agruparon  y evolucionaron hasta formar la creación, es un mito. Los  juegos de azar se han multiplicado recientemente por su presencia en línea. La suerte siempre está echada a favor del promotor del juego. El texto que comentamos nos dice con claridad meridiana que la suerte no existe. Lo que llamamos azar es la providencia divina. La posibilidad de que un número de lotería toque no depende del azar sino de la voluntad de Dios que lo determina.
El amor al dinero es la base sobre la que se asienta el auge de los jugos de azar. Si las personas estuviésemos satisfechas con lo que el Señor nos proporciona, la infinidad de loterías desaparecerían porque no existirían jugadores. Es más, los jugadores tendrían más dinero porque no invertirían en operaciones improductivas. Pero el gusanillo del deseo agazapado en lo profundo del alma incita a jugar a sabiendas de que se va a perder. La duda: ¿Y si toca? Ante la duda se echa mano a la cartera y se compra el décimo a pesar de que sea muy poca la posibilidad de que toque el gordo de  Navidad.
La realidad es que el hombre sin Dios nunca está satisfecho con lo que tiene. Si posees un euro quieres tener dos. Si tienes dos quieres tener cuatro. Si tienes cuatro, quieres tener dieciséis, Si tienes dieciséis deseas poseer 256. Y así sucesivamente. Un corazón vacío jamás está satisfecho con lo que tiene. Los bienes materiales jamás gratifican. Cuanto más se tiene más se desea.
“La codicia rompe el saco”, dice el refrán popular. Quien lo desea todo lo pierde todo. He aquí la importancia de recordar las palabras de Jesús: “No os hagáis tesoros en la tierra…Porque donde estés vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6: 19-21). En el momento  en que nuestro corazón esté puesto en el dinero y en los bienes materiales, ello se convierte en un dios que nos esclaviza y nos destruye. Lo hace individualmente robándonos la vida eterna que da Jesucristo convirtiendo nuestra vida en un infierno. En el aspecto colectivo en un dios que destruye socialmente arruinando la nación. La mayoría de los males que padece la sociedad se debe a que su dios es el dinero. La Biblia enfatiza: “Porque  raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”    (1 Timoteo 6:10).



dilluns, 23 d’octubre del 2017

SANTIAGO 3: 5

“He aquí cuán gran fuego enciende un pequeño fuego”
Estas palabras del escritor sagrado ilustran el espantoso incendio forestal que ha arrasado extensiones enormes de tierra gallega, consumiendo propiedades y provocando muertes anticipadas. Pero Santiago no está preocupado por los daños físicos que pueden provocar un incendio forestal, aunque bien seguro lo estaría ante un fuego real, sino por los daños que puede producir una lengua descontrolada activada por Satanás.
Si una colilla  lanzada desde un coche que circula por de una zona forestal puede iniciar un gran fuego, “así también la lengua es un miembro pequeño que se jacta de grandes cosas” (Santiago 3:5).
¿Por qué la lengua siendo un miembro tan pequeño puede hacer tanto daño? Porque “la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno” (v.6). He aquí la perversidad de la lengua: “es inflamada por el infierno”. La tecnología en sí misma no es ni buena ni mala. Es lo uno o lo otro según sea la persona que la usa. La lengua no es ni buena ni mala. Es una cosa u otra según la condición moral de la persona que la mueve.
Dada la condición moral de la mayoría de las personas se utilizan las palabras como armas para destruir. De esta manera se ha puesto de manifiesto durante el conflicto político entre Catalunya y España en que se han dicho palabras que han salido de la boca de algunos políticos como bombas incendiarias para destrozar al oponente político. Del corazón airado salen palabras de las que después de dichas uno tendrá que arrepentirse. Pero el arrepentimiento siempre llega tarde. Las palabras son como las plumas lanzadas al viento que cuando se pretende recogerlas es imposible hacerse con todas ellas para ponerlas en el saco. El mal hecho con palabras incendiarias no se no se puede deshacer del todo. Siempre quedan ascuas que producen heridas que no acaban de cicatrizar.
¿Puede una fuente manar agua potable si el origen de donde procede está contaminado? ¿Verdad que no? Así tampoco de un corazón inflamado por el infierno no puede salir palabras  para edificar, construir. Las palabras que brotan de un corazón inflamado por el infierno son como gasolina que se derrama sobre el fuego. En vez de apagarlo lo aviva.
No se puede pedir peras al olmo. El árbol malo debe hacerse bueno. Ya está demostrado que la educación no lo consigue. Ni la religión por mucho que lo pretenda. Solamente existe una solución: Jesús. Con su muerte y resurrección hace posible que quienes crean en Él se convierten en árboles buenos. Jesús  y nadie más que Jesús es el Árbol que convierte el agua amarga en dulce.


DEUTERONOMIO 32: 10
“Le halló en tierra de desierto, y en yermo de terrible soledad, lo trajo alrededor, lo instruyó, lo guardó como la niña de su ojo”
Durante la larga travesía por el desierto, aparentemente dejado a su suerte, la columna de nube y de fuego protegía a Israel “para guiarlos por el camino y de para alumbrarlos, a fin de que anduviesen de día y de noche” (Éxodo 13: 21). La presencia del Señor estaba con ellos de día y de noche.
El texto que comentamos hoy muestra una manera muy peculiar de protegernos Dios. Dios que guardó a Israel “como la niña de su ojo”. El ojo es la parte más sensible del cuerpo. La más ínfima partícula de polvo le produce un fuerte malestar. La luz resplandeciente del sol le obliga a cerrar los párpados. El Señor nos viene a decir en este texto que con la rapidez instantánea como actuamos para proteger el ojo de un elemento extraño que lo perjudica, así el Señor reacciona para protegernos. El Señor que había sacado con mano fuerte a Israel de la esclavitud egipcia seguiría protegiéndolo durante la travesía del desierto y a lo largo de toda su historia. Dios, por el don de la fe en su Hijo Jesucristo nos libra de la esclavitud del pecado y de Satanás. En aquel instante se inicia un peregrinaje que nos lleva desde la pertenencia a un reino temporal hacia el reino eterno de Dios. El reino temporal al que seguimos perteneciendo a pesar de habernos convertido en ciudadanos del Reino de Dios no está gobernado por la persona que lo preside, sino por Satanás, que es el dios de este mundo. Satanás no quiere que abandonemos el Egipto que gobierna. El antiguo Israel es una muestra de ello. Obligado, dejó salir de Egipto a Israel. Al poco tiempo salió en persecución de los fugitivos para hacerles volver  a la esclavitud: Pero el Faraón y su ejército pereció ahogado en las aguas del Mar Rojo. Los cristianos que hemos abandonado Egipto todavía no hemos llegado a la Jerusalén celestial. Peregrinamos hacia ella. Desconocemos la duración de nuestro viaje. Solamente el Rey lo sabe. Lo que sí conocemos es que el Señor nos “guarda como la niña de su ojo.




¿LLAMA LA MUERTE A LA PUERTA?

<b>La muerte es un problema que preocupa pero que no se le encuentra solución</b>
<b> Rafa</b> de Alcarràs escribe una carta a SEGRE (17/04/2017) a la que han titulado <i>¿Si la muerte llama a la puerta?</i> Las peguntas que <b>Rafa</b> se hace a lo largo de la carta conducen a que la sociedad no está preparada para este tipo de llamadas. A la misma conclusión llegan muchos. La pregunta es: Quienes llegan a la conclusión que la sociedad no está preparada para recibir la llamada de la muerte, ¿están dispuestos a escuchar lo que la Biblia dice al respecto? Me temo que no.
El hombre no fue creado mortal, sino inmortal. El caso es que su inmortalidad duró poquísimo tiempo. El Creador le avisó. “y mandó el Señor Dios al hombre, diciendo: de todo árbol del huerto podrás comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas ciertamente morirás” (Génesis 2: 16,17). Durante un tiempo, se desconoce su duración, pero da la impresión que fue muy breve, Adán y Eva gozaron las delicias del jardín en el que les había puesto Dios, sin fijarse en el árbol prohibido. De repente, en el idílico escenario del jardín de Edén aparece un tenebroso personaje: “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo, que el Señor había hecho” (Génesis 3:1). Por lo que se deduce de Génesis 3:8 Adán, Eva y el Creador “paseaban en el huerto al aire del día”. Esto indicaba que las relaciones entre las criaturas y el Creador eran excelentes, hasta el momento que la astucia de la serpiente despertó en Eva la duda de la bondad de Dios. Aquí Eva cometió un error. En vez de someterse a Dios  confía en la astuta serpiente, conversa con ella. Eva comete el pecado de no amar a Dios sobre todas las cosas y, el diablo en vez de retirarse con el rabo entre las piernas atrapa a Eva en la red maligna que le tiende. El mandamiento es resistir al diablo con el poder de Dios, no dialogar con él. “La serpiente que era astuta, más que todos los animales del campo que el Señor había hecho” vence los razonamientos de Eva, haciéndosela suya. “¿Con que Dios os ha dicho: No comáis del árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: del fruto de los árboles del huerto podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, y no lo tocareis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: no moriréis, sino sabe Dios que el día que comáis de él serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y el árbol codiciable para alcanzar la sabiduría, y tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, el cual comió así como ella” (Génesis 3. 1-7). Hasta aquel momento la muerte se encontraba en Satanás, “el homicida”. En el momento en que Adán comió el fruto del árbol prohibido abrió la puerta para que la muerte entrara en él.
El <b>Rafa</b> de Alcarràs y con él todos los que creen que la muerte es algo externo que tiene que pedir permiso para poder entrar, no se explican bien. Desde el momento en que Adán desobedeció a Dios y comió el fruto del árbol prohibido se inoculó el virus del pecado y por el hecho de ser la cabeza de la humanidad, toda su descendencia nace infectada con el virus de la muerte. Lo que sucede es que su poder de matar se manifiestas en diversas etapas de la existencia y de maneras diversas según los designios de Dios. “El último enemigo que será destruido es la muerte” (1 Corintios 15: 26).
El <b>Rafa</b> de Alcarràs y con él muchos otros se preguntan: “¿Está la sociedad preparada para este tipo de llamadas”, las diversas maneras como se visualiza la muerte? La respuesta a la pregunta se encuentra en el hecho de la resurrección de Cristo. El capítulo 15 de la primera carta a los Corintios es un cántico de victoria de Cristo sobre la muerte. Transportándonos al día final del mundo según lo entendemos hoy, el apóstol Pablo escribe: “Pero esto digo, hermanos, que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí os digo un misterio: No todos dormiremos (moriremos), pero todos seremos transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, porque se tocará trompeta (que convocará a los difuntos), y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu victoria?, ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:50-58). Por la fe en Cristo abrimos la puerta para que entre la vida eterna.
Octavi Pereña i Cortina



dilluns, 16 d’octubre del 2017

EL BUEN PASTOR

<b>Una persona si no es guiada por el Buen Pastor está expuesta a ser absorbida por un extremismo ideológico</b>
“Un conocido siquiatra barcelonés, que quiere conservar la identidad en el anonimato, comentaba ayer que se ha producido un aumento notable de las consultas a lo largo de esta semana relacionadas con los efectos de la situación política” (La Vanguardia 8/10/2017). El referéndum del 1 de octubre y la violencia policial han sido un hecho puntual en el incremento de las consultas siquiátricas que pueden alargarse en el tiempo debido a la inestabilidad económica, con el añadido de que un grupo de empresas importantes han trasladado sus sedes a otros lugares del Estado. Contribuye a ello también el mensaje de miedo que el Gobierno de España se ha encargado de difundir con intensidad. No deben olvidarse otros factores como los atentados de Barcelona y Cambrils, la precariedad laboral, el desempleo, la fallida de la familia y otros inconvenientes que contribuyen a que la salud mental de los españoles se deteriore, y que también contribuyen al aumento de los trastornos siquiátricos. Los millones de pastillas anti estrés, ansiolíticos, somníferos…son una señal que la sociedad actual vive en un constante estado de choque.
  Los westerns, conocidos como películas del oeste, cuando alguien muere por los disparos de un  forajido, en los entierros se acostumbran a leer el salmo 23. Gracias a la televisión muchas personas se familiarizan con este texto bíblico. El salmo comienza con estas palabras: “El Señor es mi Pastor, nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar”. El resto del salmo es una exposición de lo que el Pastor hace a los lectores u oyentes   del poema. Una pregunta a los espectadores de westerns: ¿Les dice alguna cosa el salmo? El impacto que se recibe es muy parecido al que hace leer un poema de Martí Miquel i Pol o de Màrius Torres. La causa de ello se debe a que se desconoce quién es “el Señor (que) es mi Pastor.” En el momento que se sepa que el Señor no es otro que Jesús de Nazaret, el Buen Pastor que da su vida por las ovejas, el salmo adquiere sentido.
<b>Henry Bosch</b> les dice a todos aquellos que las circunstancias les son adversas: “Si estás pasando por una gran prueba de aflicción, recuerda esto: Por este motivo tienes a Jesús”. El salmo 23 es una oración que el orante eleva  a Jesús, que es el Buen Pastor que suple sus necesidades: “No te desampararé ni te dejaré” (Hebreos 13: 5), lo dice el Buen Pastor.
El Buen Pastor que ha dado su vida por todo aquel que clama a Él, ¿cómo no lo conducirá “a lugares de delicados pastos  (donde) junto a aguas me pastoreará”? La vida del creyente no se distingue en nada de la del incrédulo. Ambos caminan por un “valle de sombra de muerte” (v.4). La diferencia se halla en que el incrédulo no encuentra regazo en el que descargar sus frustraciones y desengaños que marchitan su alma. El creyente que tiene al Buen Pastor a su lado, puede decir: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno porque tú estarás conmigo, tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (v.4)
El salmista emplea un lenguaje bucólico, metafórico, que es necesario saber traducir para que la enseñanza que contiene se pueda aplicar en las personas. Su autor, que fue rey de Israel en su adolescencia  fue pastor de ovejas. Cuando se presentó en el campamento del ejército de Israel para llevar víveres a sus hermanos, el rey le dijo que era demasiado joven para enfrentarse a Goliat. Para hacerle entender que sí podía le describe su experiencia como pastor: “Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre, y cuando venía un león o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía tras él, y lo hería, y lo  libraba de su boca. …y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano, de la quijada, y lo hería y lo mataba” (1 Samuel 11: 34,35). David actuaba como propietario, no como “el asalariado,  y el que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, y huye, y el lobo  arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas” (Juan 10: 12,13).
David exponía su vida para arrebatar de la boca del león o del oso la oveja porque era un buen pastor y no un asalariado. Jesús “que es el Buen Pastor…su vida da por las ovejas” (Juan 10:10). Reconocido Jesús como el Buen Pastor, el creyente que sufre le podrá dirigir esta plegaria: “Escucha, oh Dios, mi oración, y no te escondas de mi súplica. Está atento, y respóndeme, clamo en mi oración, y me conmuevo” (Salmo 55: 1,2). El mismo salmista afirma: “En cuanto a mí, a Dios clamaré, y el Señor me salvará” (v.16). Con Jesús como Pastor ninguna oveja se extravía y se pierde.
Octavi Pereña i Cortina


dilluns, 9 d’octubre del 2017

ESPERANZA DE VIDA

<b>La criopreservación es un negocio que esquila a quienes creen que la ciencia va a resucitarles un día</b>
En <i>Científicos en busca de la longevidad</i>, <b>GuillermoAbril</b> describe las diversas técnicas que se emplean para alargar la vida. Podemos alargarla, pero no podemos dar inmortalidad. “Porque la paga del pecado es la muerte” (Romanos 3:23), la consecuencia lógica es que todos moriremos. El gerontólogo inglés <b>Aubery Grey</b> dijo: “Desarrollaremos estrategias  que harán marcha atrás al reloj del envejecimiento”. Percibimos que este propósito se consigue, pero la muerte siempre vence. La sentencia dictada por Dios a Adán: “Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2:17). Adán vivió 930 años y murió. Lo mismo le ocurre a toda su descendencia. Matusalén el más longevo de todos los hombres que vivió 969 años, también murió.
El bioquímico Juan Carlos Izpisúa que trabaja en el Instituto Salk de California, explica: “Tuve una infancia bastante feliz, pero dura. Mi madre no tenía medios y no sabía leer ni escribir. Sacó adelante tres niños ella sola. Mi padre no estaba, nunca estuvo. Y para ella fue muy difícil. Quizás viendo cuidando de mis abuelos enfermos, sin ninguna esperanza de nada, me llevó a preguntarme este tipo de cosas: ¿Qué hacemos aquí? ¿Esto de qué va? ¿Para qué sirve nuestra existencia? Lo que hago hoy, en definitiva, es entender cómo se desarrolla la vida. Cómo a partir de una célula se generan 250 tipos celulares que constituyen el ser humano. Y como esto se controla y se descontrola y nos lleva a la muerte o a la enfermedad”.
El resultado de la tarea científica en el campo de la geriatría bien lo pueden resumir las palabras de <b>GuillermoAbril</b> que cierran su reportaje <i>Científicos en busca de la longevidad</i>: “¿La muerte de la muerte? El término más suave que se me ocurre como científico es que están equivocados”
La esperanza de seguir viviendo más allá de la muerte que se da en el ser humano es una esperanza frustratoria porque no se puede dar marcha atrás al reloj del envejecimiento. Sí que existe esperanza. La muerte física no supone el fin de la existencia humana. Lo sería si fuese verdad lo que dicen los evolucionistas que el ser humano no es nada más que un animal evolucionado. Para estos, el fin el ser humano es ser pasto de los gusanos. Cuesta creer esta filosofía. Por ello la infinitud de movimientos filosóficos y religiosos que enseñan que hay vida más allá de la muerte. El cristianismo es una más. Pero el cristianismo posee una peculiaridad que no se da entre sus compañeros de viaje hacia la inmortalidad. La inmortalidad de los cristianos no es una filosofía, es una realidad basada en una persona histórica: Jesús de Nazaret. La historicidad de Jesús no es comparable con la de los otros personajes históricos que han fallecido y que hasta el presente sus restos siguen enterrados o ceremonialmente depositados en majestuosos mausoleos. Todos ellos han sido pasto de los gusanos. Su recuerdo es el que queda registrado en las crónicas que son motivo de estudio de parte de los historiadores. Estos personajes no dejan huella en la naturaleza espiritual del hombre.
La Biblia deja bien claro que el cuerpo será pasto de los gusanos pero que continúa más allá de la muerte: condenación eterna o muerte eterna. Cierto es que las Escrituras no manifiestan excesivo interés en el destino eterno de los condenados. La preferencia la destina a los creyentes en Cristo. El apóstol Pablo en el capítulo octavo de Romanos dice cosas muy interesantes respecto a esta cuestión: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (v.1). El apóstol se refiere a dos maneras de andar, de vivir el presente. La carnal que es la que viven todas las personas por el mero hecho de haber nacido. La otra, la espiritual que es la de aquellas personas que habiendo nacido de mujer y que habiendo creído en Jesús, por el Espíritu Santo se les da el don de la fe y andan “según el Espíritu”. Este andar “según el Espíritu” es la clave del problema. La historicidad de Jesús hemos dicho que no es comparable a la de los otros personajes históricos porque por el poder de Dios fue resucitado al tercer día según las Escrituras. He aquí la importancia que tiene la resurrección de Jesús: “Y si el Espíritu de Aquel que levantó de los muertos a Jesús, mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (v.11). Atención a estas palabras: la esperanza de resurrección de vida no se encuentra en el hecho de que uno se considere “cristiano practicante”, que ha sido bautizado, que comulga asiduamente, se le entierra cristianamente. La esperanza de resurrección de vida se halla en el hecho de si hoy “el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en nosotros”. En este caso la esperanza de resurrección de vida está garantizada. La muerte que atemoriza a tantas personas es la puerta de acceso a la vida eterna i a la esperanza de resurrección cuando regrese Jesús glorioso a buscarlo.
Octavi Pereña i Cortina


HECHOS 17: 31

“Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará el mundo con justicia, por aquel Varón que designó, dando fe a todos con haberlo levantado de los muertos”
Los pueblos claman justicia. Los derechos humanos son pisoteados incluso en aquellas naciones cuyos gobernantes alardean de democráticas. La violencia está bien arraigada por doquier. El machismo está bien asentado. La esclavitud persiste y no pierde terreno. La venta de armas es un negocio floreciente porque las guerras se multiplican. ¿Por qué seguir citando comportamientos que son pecaminosos? La maldad en su variada expresión existe y se intensifica porque no hay temor de Dios en los corazones de los hombres. Según estos, porque Dios no existe. Entonces sigamos gozando de la vida porque nadie va a pedirnos cuenta de nuestros pecados. Si la condena tuviese que venir de mano de la justicia humana, en este caso sí que se podría eludir la ejecución de la sentencia, porque hay diversidad de maneras de evitar que la justicia cumpla con su deber de castigar al malvado y premiar al justo: soborno, imposibilidad de que el brazo ejecutor llegue a todos los rincones, jueces injustos que miran hacia  otro lado a la hora de dictar sentencia…
Los hombres no creen en la justicia divina porque no creen en Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo. Los hombres pretenden hacer desaparecer a Dios barriéndolo debajo de la alfombra y manteniéndole allí para que no moleste. Pero Dios no es un Dios al que se le han tapado los ojos con un pañuelo para que no vea lo que ocurre sobre la faz de la Tierra. La Biblia nos dice que jamás duerme, lo que significa que tiene los ojos constantemente abiertos. Para Él las tinieblas son luz y la noche día.
“Por cuanto (Dios) ha establecido un día en el cual juzgará el mundo con justicia”. ¿Quién será el Juez? Aquel “Varón que designó”. El notario da fe de los hechos. La firma del notario  es garantía de que lo que escribe es cierto, a pesar de que la credibilidad humana tiene sus límites. El Notario divino da fe de que el día establecido para juzgar el mundo con justicia será porque ha “levantado de los muertos” el Varón Jesús, el Juez que dictará sentencia. Si Jesús no hubiese sido levantado de entre los muertos por Dios, su sentencia sería de escaso valor porque sería parecida a las que se dan en los tribunales de justicia humanos. Pero la sentencia que dictará Jesús en el día final será para toda la eternidad. En aquel día los cargos que se presentarán contra los acusados serán inapelables porque los condenados reconocerán que la sentencia será justa. Aún se está a tiempo para arrepentirse, pedir perdón a Dios por los por los pecados cometidos y que son limpiados por la sangre que Jesús derramó en la cruz del Gólgota. Hoy aún es posible alcanzar la misericordia de Dios, mañana es muy posible que sea demasiado tarde.



PROVERBIOS 20: 4

“En el otoño el perezoso no quiere labrar, en el tiempo de la siega, busca, pero no encuentra nada”
Proverbios tiene un cierto parecido  con las parábolas: utiliza situaciones terrenales para ilustrar realidades espirituales, en este caso la sabiduría de Dios. La sabiduría de Dios no está al alcance del perezoso. A pesar de que la sabiduría de Dios es un don, es decir un regalo de Dios, solamente la obtienen los diligentes. El apóstol Pablo tiene que decir a los cristianos de Corintio que no podía  hablarles como espirituales sino “como a niños en Cristo” (1 corintios 3.2). El apóstol Pablo les dice a sus hermanos en Cristo que con el tiempo que hacía que habían creído en Cristo ya que tenían que ser adultos en la fe, que no debían permanecer en los rudimentos de la fe y que ya era hora de que se encarasen con las enseñanzas que son difíciles de digerir.
Tal vez el lector es un cristiano que se encuentra en el otoño de su vida cristiana y que ha dejado de labrar su corazón con el fin de quitarle las piedras que hacen que la semilla de la Palabra sembrada el brote se seque tan pronto nazca por falta de humedad. Al dejar de pasar el arado por el corazón los espinos crecen y como lo hacen con mayor rapidez que la buena semilla, la ahogan. Estos hermanos que han llegado al otoño de sus vida cristiana van al granero y lo encuentran vacío. En él no encuentran grano con que nutrir a sus almas. La pereza espiritual los ha llevado a pasar hambre. Como del pan de vida que es Jesús sólo ingieren una muy pequeña cantidad, lo poco que comen les mantiene vivos, pero hambrientos. Como del agua viva que en Jesús apenas toman sorbitos, pocas fuerzas tienen para seguir adelante como cristianos.
El apóstol considera a estos cristianos hambrientos y sedientos “carnales. ¿Queremos que el apóstol también nos considere así a nosotros que teniendo que ser adultos por los largos años que llevamos de cristianos, que teniendo que ser adultos capaces de coger el tenedor y el cuchillo seamos incapaces de comer carne y nos limitemos a vasos de leche  propios de la infancia? No. No debemos dar esta imagen. Todavía estamos a tiempo de cambiar nuestra miseria espiritual si con la ayuda del Señor nos desperezamos, salimos de la cama, nos vamos al almacén cogemos el arado y la yunta de bueyes y con renovado vigor volvemos a arar el estéril terrenos de nuestro corazón para devolverle la fertilidad para que crezca lozana la simiente de la Palabra de Dios que vigoriza el alma.



dilluns, 2 d’octubre del 2017

LA LECCIÓN DE  ABRAHAM

<b>Abraham, padre de los creyentes que tienen su fe, ¿vería con buenos ojos una escultura bautizada con su nombre en el futuro Parque Bíblico en Tarragona?</b>
“El futuro Parque Bíblico en Tarragona, se proyecta como un espacio abierto a la ciudadanía y que invite al diálogo interreligioso en el corazón de la Part Alta. Un espacio que se completará con otra escultura, la de Abraham, y con árboles y vegetación de especies “bíblicas”, como olivos, cipreses y vides” (<b>Sara Sans</b>. <b>Andreu Muñoz</b>, director del Museo Bíblico, dijo: “La idea es que sea un espacio pedagógico, de encuentro, acogedor y de quietud”. El Parque Bíblico, además de la estatua de san Fructuoso contará con la escultura de un supuesto Abraham “que llevará el nombre en latín, árabe y hebreo como símbolo interreligioso”, añade <b>Andreu Muñoz</b>.
La pregunta que le hago al director del Museo Bíblico de Tarragona es si se ha preguntado si a Abraham le gustaría que se le haga una escultura. Ya que el futuro Parque Bíblico se proyecta “como un espacio abierto a la ciudadanía y que invite al diálogo interreligioso, se debería empezar con el origen de Abraham “padre de los creyentes” que tienen su fe. <b>Abraham</b> habitaba en Ur de los caldeos en donde el Señor lo llamó diciéndole: “Vete de tu tierra y de tu parentela, a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1). Este texto no da detalles de la vida de Abraham. Más adelante, cuando Israel a las órdenes de Josué luchaba para conquistar la Tierra Prometida, Josué en el discurso de despedida dijo al pueblo algo muy significativo: “Así dice el Señor: Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor, y servían a dioses extraños” (Josué 24:2). Abraham y su familia eran idólatras. El llamado que le hizo el Señor consistía en abandonar su tierra y familia para dirigirse a la tierra que le mostraría. La idolatría en que estaba habituado quedó atrás. En todo lo que la Biblia dice de Abraham no se encuentra el mínimo indicio de que añorase su pasado idólatra. Se convirtió en adorador del único Dios. Si el director del futuro Parque Bíblico se le presentase la oportunidad de preguntarle a Abraham que le parecía el propósito de esculpir una estatua que llevase su nombre, bien seguro que el patriarca se escandalizaría y en su mente la convertiría en polvo.
Se pretende que el futuro Parque Bíblico sea “un espacio abierto a la ciudadanía y que invite al diálogo interreligioso. Pienso que  el proyecto se construye sobre un fundamento de arena que no sostendrá el edificio. El Dios de Abraham y de sus hijos que lo son por tener la misma fe, odia la idolatría y castiga severamente a los idólatras.
“Los árboles y la vegetación de especies bíblicas” que los visitantes contemplarán al visitar el futuro Parque, no los atraerán hacia la meditación espiritual. Si está bien diseñado disfrutarán de la belleza del entorno. Se extasiarán contemplando dos obras de arte majestuosas, pero de meditación y reflexión propiamente dichas no existirán. Para una auténtica meditación existe un camino más excelente.
El libro de Salmos comienza con estas palabras: “Feliz el hombre que no anduvo en consejo de malos, ni anduvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado. Sino en la Ley del Señor está su delicia, y en su Ley medita de día y de noche” (1: 1,2). Es muy significativo que la primera palabra sea “feliz”. La felicidad es el anhelo acuciante de todas las personas. Las imágenes publicitarias nos muestran a niños, familias, grupos de amigos mostrando una felicidad paranoica porque consumen los productos que la publicidad les vende. Todo ello tiene que ver con el placer sensual que a la hora de la verdad no proporciona porque la verdadera felicidad es espiritual, no material.
“Malvado”, según la Biblia no lo es solamente la persona que comete graves fechorías. También lo es la persona educada, amable, de buenos sentimientos. A esta persona la Biblia la llama necia porque dice que no hay Dios. El salmista nos viene a decir que la persona feliz no se deja guiar por el consejo de personas que niegan la existencia de Dios. No estar en el consejo de malos, ni andar en camino de pecadores, no significa que se tenga que romper todo contacto con ellos, que no tienen la misma fe que tenía Abraham. Esta conducta aislacionista la enseñan las sectas, pero no Jesús que instruye a sus seguidores que “son la luz del mundo…ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud…Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”                               (Mateo 5: 14,16) Si al verdadero cristiano le fuese prohibido tener contacto con los ateos o con personas de malvivir, el apóstol Pablo le diría: “En tal caso te sería necesario salir del mundo” (1 Corintios 5:10).
El creyente “que en la Ley del Señor está su delicia, y en su Ley medita de día y de noche”, que no se identifica con el ateo ni se deja influir por su filosofía, el salmista lo compara con “árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará” (v.3). La felicidad del verdadero creyente en el Dios de Abraham, que es Jesús, el salmista lo compara a la lozanía de un frutal plantado cerca de corrientes de aguas. El lector puede dudar de la bondad de la fe cristiana. Lo llevo a la conversación que Felipe mantiene con su amigo Natanael. Felipe le dice: “Hemos hallado… a Jesús, el hijo de José de Nazaret”. El incrédulo Natanael le responde: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” Felipe no argumenta con su amigo. Se limita a decirle: “Ven y ve” (Juan 1: 45,46). Natanael contactó con Jesús y comprobó que Jesús de Nazaret era alguien bueno. Para saber si algo es bueno o malo se tiene que probar. Si no es así no se puede opinar con conocimiento de causa.
Octavi Pereña i Cortina



JUAN 6:60

“Al oírlas muchos de sus discípulos dijeron: Dura es esta palabra: ¿Quién la puede oír?”
A las multitudes que buscaban a Jesús que les había alimentado, les dijo: “De cierto de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis” (Juan 6:25), lo cual dio lugar a una conversación de un gran valor con respecto al maná que los israelitas habían comido en el desierto. Al igual que la samaritana que junto al pozo le pidió a Jesús el agua viva que aplaca la sed para siempre para no tener que volver al pozo a llenar la vasija de agua y acarrearla a su casa, los judíos le piden que les dé el pan con el que podrían alimentarse sin necesidad de tener que trabajar. La situación es la apropiada para que Jesús les diga: “Yo soy el pan de vida, el que a mi viene no tendrá hambre, y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35). Reafirma: “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida” (vv. 47,48). “Yo soy el pan vivo que descendió del cielo, si alguno come de este pan, vivirá para siempre, y el pan que yo le daré es mi carne, la cual yo daré para la vida del mundo” (v.51). ¿En qué sentido deben entenderse estas palabras? Jesús da la respuesta al decir: “El Espíritu es el que da vida, la carne para nada aprovecha, las palabras que yo os hablo son espíritu y son vida” (v.63). Con estas palabras Jesús desmantela la teología católica que enseña que Jesús está presente corporalmente en la hostia consagrada que se utiliza en la comunión. Con todo mi respeto al fiel católico que cree en la enseñanza que imparte su iglesia, debo decirle que Jesús no puede estar corporalmente presente en la hostia porque ahora está sentado en el cielo a la diestra del Padre. Además, porque Jesús dice  quien cree en Él tiene vida eterna, no quien ingiere una hostia elaborada de manera especial con flor de harina.
Durante su peregrinaje terrenal Jesús no podía estar presente en dos lugares a la vez. El cuerpo resucitado de Jesús sentado a la diestra del Padre intercediendo por su pueblo no pude estar en el cielo y en la tierra simultáneamente. Si no puede estar físicamente en dos lugares a la vez, menos lo puede estar en millares de lugares cuando los fieles católicos comulgan al mismo tiempo.
Unas palabras del apóstol Pablo que ayudarán al fiel católico a disipar sus dudas respecto a la presencia de Jesús en la hostia: “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? (1 Corintios 6:15). Después añade: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?” (v.19). Por su Espíritu Jesús habita en aquellos que por fe creen en Él ¡Qué privilegio tienen los cristianos haber sido convertidos en templo de Dios! Sea donde sea que estén el Señor está presente en ellos. No tienen necesidad de tener que ir a un lugar determinado para encontrarse con Él.



SALMO 73: 28

“Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien, he puesto en el Señor Dios mi esperanza, para contar todas sus obras”
Lawrance Darmani es un comentario que escribe inserta esta ilustración: “Una mujer deseosa de orar cogió una silla vacía y se arrodilló ante ella. Con lágrimas dijo: “Padre celestial, haz el favor de sentarte aquí. Tú y yo necesitamos hablar”. Entonces, mirando directamente a la silla oró. La mujer demostró confianza al acercarse al Señor. Se imaginaba que Él estaba sentado en la silla y creía que Él escuchaba su súplica”. No solamente arrodillados ante una silla vacía nos podemos imaginar que el Señor está presente junto a nosotros. Cualquier lugar en que nos encontremos es un espacio que no sólo nos imaginamos, sino que realmente el Señor está presente.
Jesús nos da esta recomendación para orar: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:6). Dejando de momento esta recomendación de Jesús, no debemos olvidar de orar de manera informal. Nehemías, copero del rey Artajerjes, estando triste pensando en el lastimoso estado en que se encontraba Jerusalén, el rey se dio cuenta de la tristeza que reflejaba su rostro. El monarca le preguntó por qué estaba triste. Refiriéndose a esta conversación, el texto dice: “Entonces oré al Dios de los cielos” (Nehemías 2:4). Una oración informal tuvo grandes consecuencias beneficiosas para el pueblo de Dios. En respuesta a la oración silenciosa de Nehemías Dios tocó el corazón del rey permitiendo que su siervo fuese a Jerusalén para contribuir a su reconstrucción. Nuestras  oraciones no deben ser exclusivamente informales. Si así es, al poco tiempo dejaremos de orar.
Debemos seguir el consejo de Jesús. Debemos tener un espacio a nuestra disposición que nos permita aislarnos del mundanal ruido y encontrarnos a solas con el Señor. En nuestra agenda debemos disponer de un  tiempo para ello para poder hablar con él sin interferencias. Durante el día pueden presentarse multitud de breves oportunidades en medio de nuestras ocupaciones que permitirán poder cerrar la puerta y estar a solas con el Señor.
Creo que el mejor momento de cerrar la puerta de nuestro aposento para estar a solas con el Señor sin interferencias es por la mañana, al iniciar la jornada. El orante se fortalece en el Señor. Si no se es fuerte en el Señor difícilmente se podrá salir victorioso en los diversos encontronazos con los que se va a encontrar a lo largo del día. Instintivamente puede decirse: ¡Dios mío!  Esta exclamación puede convertirse en un pronunciar el Nombre de Dios en vano si no se toma la precaución de cerrar la puerta del aposento de una manera real cada día.