dilluns, 27 de febrer del 2017

MIQUEAS 3: 11

“Sus jefes juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero, y se apoyan en el Señor diciendo: ¿No está el Señor entre nosotros? No vendrá mal sobre nosotros”
La Biblia es la radiografía que pone  al descubierto la situación moral del hombre. Por ser Palabra de Dios la Escritura es un libro intemporal. Cierto es que fue escrita en épocas diversas de la antigüedad, pero su enseñanza se adapta a todos los tiempos. Los escenarios y decorados varían, pero los personajes son los mismos. A pesar de que las personas sean distintas, la naturaleza humana es la misma. Niveles sociales, culturales, religiosos variados, pero el ser humano es el mismo en el aspecto espiritual.
Sin justicia un pueblo no puede progresar. Los letrados aseguran que la justicia es igual para todos los ciudadanos, lo cierto es que no es así. Muchos textos de la Biblia aseguran que la administración de justicia no es justa. Maximilien Robespierre, escribió: “Toda ley que viole los derechos inalienables es esencialmente una ley injusta y tiránica, no es una ley en absoluto”. El cohecho que es el acto de sobornar a un juez o funcionario para que obren contra la justicia y el derecho es el causante de que as sentencias sean tan desfavorables para los pobres y las viudas. Aceptar sobornos entela los ojos de jueces y funcionarios. La injusticia, no la religión, es el oprobio de los pueblos. Lo más triste del caso es que sacerdotes y profetas también enseñan por dinero. El amor al dinero es la raíz de todos los males.
¿Cómo pueden los idólatras enseñar el contenido de las Sagradas Escrituras cristianas?   Los adoradores de ídolos no pueden enseñar la doctrina cristiana. Pueden utilizar la letra de las Escrituras en su adoctrinamiento, pero ignoran totalmente el significado de ellas.
Jueces, funcionarios, ministros de Dios que actúan por dinero hacen las cosas mal y, a pesar de ello “se apoyan en el Señor diciendo: ¿No está el Señor entre nosotros?” Pueden tener el Nombre de Dios a flor de labios, pedro que el Señor esté con ellos es harina de otro costal. Dios no está con los que se venden por dinero. Quienes piensan erróneamente que el Señor está con ellos y que creen que “no vendrá mal sobre nosotros”, recuerden que Cristo, el Juez justo en el momento de la muerte lanzará sus almas en el fuego del infierno y en el día de la resurrección, el día del juicio final, el cuerpo acompañará al alma en la condenación eterna.



MIQUEAS 6:8

“Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno, y que pide el Señor de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”
El mundo en que vivimos es un caos. Nos encontramos inmersos en un mar de confusión. Las nubes cargadas de tormenta impiden ver a los dirigentes de las naciones la estrella polar que les señala la dirección que deben  seguir. Se convocan reuniones al más alto nivel para analizar las complejas situaciones a las que se enfrentan. Cuantos más esfuerzos para estabilizar el rumbo, menos paz hay en el mundo. No hay paz para el impío ha dicho el Señor. En tanto la impiedad siga presidiendo las reuniones de los gobernantes no habrá paz ni estabilidad. Debido a haber abandonado a Dios el mundo se ha convertido en un mar tempestuoso cuyas olas arrojan lodo y cieno.
El profeta Miqueas dice a su pueblo: “Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno, y que pide el Señor de ti”.  A pesar de que se habla del silencio de Dios, de que ha enmudecido, quienes piensan tal cosa deben saber que Dios siempre ha hablado por medio de sus profetas y en concreto al final del tiempo por medio de su Hijo que vino para dar a conocer a Dios Padre. ¿Cómo reacciona el hombre ante el hablar de Dios?  Jesús narra a sus oyentes la parábola de los labradores malvados. Un hombre planta una viña y la pone en condiciones para ser explotada. Finalizada la preparación la arrenda y se va lejos. Llegado el momento de la vendimia envía a sus siervos para que re cojan la parte que le corresponde. En vez de cumplir el trato, golpearon a uno de los enviados, a otro lo mataron y a otro lo apedrearon. “Finalmente envió a su hijo, diciendo: “tendrán respeto a mi hijo”, pero lo mataron. Los siervos del propietario de la viña son los profetas que a lo largo de la historia de Israel Dios mandó para anunciarles el mensaje de salvación, pero no hicieron caso a sus palabras. El hijo al que matan no es otro que Jesús que mataron en la cruz del Gólgota.
“Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos entendieron que hablaba de ellos. Pero al buscar como echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía por profeta” (Mateo 21:33-46).
El profeta Miqueas dice a Israel lo que el Señor le pide: “Solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios”. La respuesta fue: No oiremos para hacer la voluntad de Dios. El resultado de desatender las palabras de Dios fue la destrucción del templo y el destierro a tierras lejanas. La moraleja de la parábola de los labradores malvados es que la desobediencia a Dios le sigue el castigo, tanto en el aspecto individual como nacional. La desolación que existe en el mundo actual es la evidencia de que Dios no miente y que en el momento establecido la sentencia se ejecuta.



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