PROVERBIOS 3: 33
“La maldición
del Señor está en la casa del impío, pero bendecirá la morada de los justos”
¿Por qué se dan
tantos problemas en los hogares? ¿Por qué los maridos maltratan a sus esposas?
¿Por qué las relaciones padres e hijos son tan conflictivas? ¿Por qué el
infierno que existe en tantos hogares se traspasa en el ámbito social? ¿Por qué
las infidelidades conyugales son el menú del día? ¿Por qué? ¿Por qué? Todas
estas preguntas y muchas más encuentran respuesta en el texto que comentamos.
Nos hemos hecho a la idea de que Dios es un dios
bonachón y que bendecirá a
todas las personas a pesar de que prescinden de Él y se dejan guiar por los
dictados de sus conciencias ennegrecidas por el pecado. El diablo, que está
presente en la casa del impío hace creer a sus servidores que los dictados de sus conciencias son los
correctos. ¡Cuánta necedad! La ceguera que les impone el pecado les impide ver
la realidad de lo que sucede en sus hogares. Son ciegos que guían a otros
ciegos y todos ellos caerán en el hoyo. No una sola vez, sino una y mil veces.
¡Qué gran verdad la del refrán popular que dice: El
hombre es el animal que tropieza dos veces en la misma piedra! Quiera el Señor que si el lector que
lee este comentario es un ciego espiritual le pida al Señor que le abra los
ojos del alma, que le quite el velo que tapa sus ojos y que le impide ver.
Pídale a Jesús que haga contigo lo mismo que hizo con el ciego Bartimeo que le
devolvió la vista. La ceguera del alma tiene mucha más transcendencia que la
ceguera física ya que le impide ver que la maldición
del Señor está en la casa del impío, la casa de la persona que no cree en el Señor Jesucristo que sana del
pecado, la enfermedad del alma que está sujeta a la autoridad de Satanás.
Esta situación
no es irreversible. La segunda parte del texto que comentamos dice:“Pero bendecirá la morada de los justos”. Justo lo es aquella persona que pone su confianza
en Jesús: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz
para con dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). La sangre de Cristo por la fe en Él
limpia de todo pecado el corazón del impío, con lo cual, la enemistad existente
con Él se convierte en amistad. Sí, en Cristo, el ser humano se convierte en amigo de Dios con lo cual su hogar se convierte en morada
de un justo, en la cual se encuentra la bendición de Dios.
La promesa de
Dios de bendecir la morada del justo es cierta para todos los que creen que
Jesús es el camino que lleva a Dios.
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