dilluns, 24 de novembre del 2014


LA ISLA PERDIDA


<b>Las políticas de crecimiento ilimitado a la larga, ¿son beneficiosas para la ciudadanía?</b>

Nauru es la isla más pequeña del mundo y la república más aislada de solamente 21 Km2, es un trozo de arena y coral en medio del Pacífico a unos 4.000 kilómetros de Australia y a miles de kilómetros de la isla más cercana. Nauru generaba tanta riqueza que causaba la envidia de los jeques del petróleo. La prosperidad de la isla liliputiense la generaba el guano, el excremento de las aves que encontraban refugio en la isla y que se fue acumulando durante milenios. Su población fue una de las más ricas del mundo debido a la explotación del fosfato, el resultado de la fosilización del guano.

La sobreexplotación del fosfato ha creado angustiosos problemas para los isleños y un caso de estudio para ecologistas y antropólogos por lo fácil que es destruir un ecosistema y hacer desaparecer una cultura nativa. Centímetro a centímetro Nauru es la nación del mundo con un ecosistema más maltrecho debido a la explotación minera a cielo abierto del fosfato acumulado en su superficie. El problema empezó a producirse cuando los colonos alemanes y australianos descubrieron el fosfato que almacenaba la isla y empezaron a extraerlo, explotación que se siguió haciendo a partir del año 1968 cuando Nauru se independizó de Australia.

La consecuencia de la extracción del fosfato ha sido que se ha introducido en el subsuelo de coral convirtiéndolo en un paisaje lunar totalmente estéril e inútil para ser cultivado. El único suelo habitable es una estrecha franja costera. El 75% de la isla es inhabitable.

La extracción del fosfato ha afectado incluso al clima. Las olas de calor que son el resultado de la actividad minera han provocado una drástica disminución de lluvia lo cual ha ocasionado una persistente sequía que ha obligado a reducir drásticamente el suministro de agua. Cuando en el siglo XVIII llegaron los primeros marineros europeos que vieron la isla la denominaron <i>Isla Fantástica</i>. Hoy es un disparate decirlo, una broma de mal gusto.

<b>James Ainginea</b>, de 84 años, pastor de la Iglesia Congregacional de Nauru, expresa sus sentimientos: “Desearía que jamás se hubiese descubierto el fosfato. Preferiría que Nauru fuese como era antes. ¡Cuando era un niño era tan hermosa! Había árboles. Todo era verde y podíamos comer cocos y del árbol del pan. Ahora veo lo que ha pasado y tengo ganas de llorar”.

El alto nivel de vida alcanzado por los ciudadanos de Nauru ha conseguido que obtengan uno de los niveles más altos de obesidad, diabetes del tipo dos, tensión arterial elevada como consecuencia de una dieta de importación rica en grasas, consumo de alcohol y tabaco. Pocas son las personas que sobrepasen los 60 años. Otra consecuencia desfavorable debido a la opulencia exagerada ha sido que muchos de los isleños han abandonado  sus oficios y malgastado en juergas, fiestas lujosas, viajes y adquisición de coches de lujo. Este estilo de vida de alargar el brazo más que la manga los ha arruinado. Otro factor que ha contribuido a  la ruina de Nauru ha sido la mala política de inversiones que el Gobierno efectuó. <i>La prosperidad de los necios los destruye</i>. (Proverbios 1:32).

Aún cuando nosotros somos gigante comparados con la minúscula isla de Nauru, lo que ha llevado a la ruina a uno de los países con una renta por per más alta del mundo, las causas de su bancarrota son aplicables a nosotros. La contaminación y desertización del suelo y la sobreexplotación pesquera hace que disminuya la producción de alimentos y que sea obligado la importación de otros que no son de la calidad de los de proximidad. Esto contribuye a incrementar la presencia de enfermedades características del mundo occidental opulento y de los países emergentes. El estado de bienestar que favorece la riqueza contribuye a que se pierdan muchos empleos por considerarlos indignos de nosotros. El bienestar económico incita al consumo sin moderación de productos no esenciales que conduce al endeudamiento y a depender de los acreedores, dependencia de consecuencias nefasta porque se han convertido en sus esclavos. Los gobiernos invierten en obras faraónicas que no generan riqueza, todo lo contrario empobrecen a la población porque es dinero público que se lanza en los vertederos. El caso Nauru debería ser motivo de reflexión en las sociedades occidentales.

La enseñanza que se puede extraer de la ruina de Nauru es que debemos preocuparnos seriamente de mantener sano el ecosistema, que debemos ser sobrios y no alargar el brazo más que la manga. La sobriedad en todos los aspectos es una buena medicina para curar las enfermedades sociales que no se saben como solucionar. Los políticos en concreto deberían aplicar las políticas que convienen a los ciudadanos y no para conseguir votos que los perpetúen en el sillón. <i>Tú diste alegría a mi corazón, mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto</i> (Salmo 4:7).

Octavi Pereña i Cortina

 

JUAN 21:22


“Jesús les dijo: Si quiero que él queda hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú”

La voluntad del Señor es individual y diferente para cada persona. El Espíritu Santo reparte los dones a cada uno “como Él quiere”. El apóstol Pablo cuando en 1 Corintios 12 imparte la enseñanza del repartimiento de dones por el Espíritu Santo deja bien claro la libertad que tiene Dios de dar dones a los suyos como mejor le parezca, pero no lo hace de manera caprichosa , al azar, dejando un resultado imprevisible. El repartimiento de dones lo hace teniendo en cuenta un objetivo concreto. En la carta a que nos referimos el apóstol Pablo emplea la analogía del cuerpo para que los lectores puedan entender la lógica que tiene el Espíritu Santo al repartir dones “a cada uno en particular como Él quiere”.

Es ilustrador que el apóstol use la analogía del cuerpo para enseñar el funcionamiento de las iglesias. El cuerpo actúa de manera piramidal. En el vértice superior se encuentra el cerebro de donde emanan las órdenes que deben cumplir los diversos miembros “para que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos por los otros” (v.25).

El apóstol no escribe a los corintios para enseñarles fisiología. Redacta la carta para que las iglesias aprendan a funcionar como cuerpos, cada miembro actuando en función al don recibido, por cierto, cada creyente recibe un don distinto para realizar una tarea distinta. Se dan diversidad de dones, diversidad de ministerios, de operaciones, “pero Dios que hace las cosas en todos es el mismo” (v.6).. “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (v.7). La iglesia está sujeta a Cristo porque es su Cabeza. No hay alternativa. Si la iglesia no acepta la soberanía absoluta de Cristo podrá autodenominarse iglesia. Tendrá a apariencia de estar viva. Realmente está muerta.

El capitulo 12 se Corintios no lo escribió Pablo para ser un tema de debate entre teólogos. Lo escribió con el propósito de que todos los cristianos reflexionemos sobre el tema con el propósito de que nuestras vidas se ajusten a la voluntad del Señor. La palabras que Jesús dirige a Pedro poco antes de su ascensión a los cielos para sentarse a la diestra del Padre: “Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú”, nos las dice también a nosotros. Dejemos de preocuparnos  y criticar lo que hace el hermano. Preocupémonos de hacer trabajar cada uno de nosotros el don/dones que nos haya dado el Espíritu Santo. Si en vez de guardarlos bajo tierra para no perderlos los hacemos trabajar, los incrementaremos y las iglesias florecerán y darán fruto abundante. Si las envidias que tanto daño producen las arrojaremos al cubo de la basura  y las dejamos allí quietecitas  no interferirán en la buena marcha de las iglesias.


JUAN 2:24,25


“Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, porque Él sabía lo que había en el hombre”

En el momento de escribir este comentario es el 15 de noviembre. La publicidad ya se encarga de despertar en las personas el deseo de comprar impulsivamente cosas que no se necesitan. Pero es Navidad y el materialismo imperante debe camuflarse revistiéndolo de un barniz cristiano. Villancicos acompañan a la publicidad. El nombre de Jesús resuena por doquier. Los comercios adornan sus escaparates con belenes.

Era una Pascua. Jesús estaba en Jerusalén. Multitudes se congregaban en la Ciudad Santa para cumplir con el ritual religioso establecido. Isaías anuncia con estas palabras cómo sería el Mesías que había de venir: “Fortaleced las manos cansadas, afirmad las rodillas endebles. Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis, he aquí vuestro Dios viene con retribución, con pago. Dios mismo vendrá y os salvará. Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo…” (Isaías 35:3-6).

A lo largo de su ministerio público Jesús hizo muchos milagros que confirmaban que era el Mesías prometido. Los testigos de las señales que hacía Jesús le aclamaban. En el texto que comentamos no dejó de hacer los milagros que atestiguaban su divinidad, “pero Jesús no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues Él sabía lo que había en el hombre”.

Con un poco de imaginación podemos representar en nuestras mentes el trajín religioso que  se daba durante la celebración de la Pascua. Podemos imaginarnos a los mercaderes vendiendo animales para los sacrificios y a los peregrinos llegados de diversos lugares cambiando sus monedas nacionales por las de curso legal en el templo. El fervor religioso hervía. Todo ello, a los ojos de Jesús no era nada más que una pantomima, puro teatro. Jesús no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie diese testimonio del hombre, pues Él sabía lo que hay en el hombre”

Traslademos el trajín de la Pascua judía con el nombre de Jehová a flor de labios de los “fieles” con el ajetreo de la Navidad cristiana, comprando impulsivamente para satisfacer la sensualidad,  con el nombre de Jesús en los labios de las multitudes. No existe diferencia alguna. Jesús no se traga el anzuelo de la religiosidad cristiana porque sabe lo que hay en el hombre. “Si no os arrepentís todos pereceréis igualmente”

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dilluns, 17 de novembre del 2014


MATEO 26:41


“Velad y orad, para que no entréis en tentación, el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”

Jesús se encontraba ante la puerta de la crucifixión para salvar al pueblo de Dios. Se acercaba el momento crucial de la encarnación del Hijo de Dios. Las últimas horas de Jesús antes de afrontar el cruel sacrificio de morir en la cruz ponen de manifiesto su genuina humanidad. Jesús es consciente del terrible dolor que se le avecina: dolor físico, dolor espiritual por asumir la carga del pecado del pueblo de Dios incrementado por el hecho de tener que sentirse solo ante el abandono del Padre. Jesús tiene que afrontar con la más absoluta soledad el precio de tener que redimir al pueblo de Dios de su pecado.

En su momento Jesús pronunció estas palabras: “Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” (Juan 13:15). Jesús es nuestro modelo en todo. Por tanto también debe serlo en lo que atañe a la oración. Finalizada la cena pascual Jesús acompañado de los once discípulos se dirigen hacia Getsemaní. Llegados a destino Jesús dice a sus discípulos: “Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro” (v.36). Premeditadamente Jesús se separa de sus discípulos para estar a solas con su Padre: “Comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera”  (v.37). A Pedro y a los hijos de Zebedeo que separó del grupo les dice: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte, quedaos aquí y velad conmigo”  (v. 38). El dolor que lacera el corazón de Jesús es tan intenso que no existe persona que pueda consolarlo. Se aparta de ellos para orar intensamente. Se acerca a los discípulos privilegiados y los encuentra durmiendo. Le dice a Pedro: ”¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad para que no entréis en tentación, el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil” (vv. 40,41). En dos ocasiones sucesivas Jesús se acerca a sus discípulos para encontrarlos durmiendo. Jesús no pudo ser confortado por sus discípulos en un momento de gran sufrimiento. Pero deja un mensaje claro para nosotros: “Velad y orad, para que no entréis en tentación, el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil”. En el mundo infectado por el pecado el sufrimiento es inevitable. La carne es débil. Precisamente porque somos paja zarandeada por el viento debemos orar. Tal vez nos dormimos mientras oramos. En nuestra debilidad debemos orar. Jesús fue abandonado por su Padre cuando colgaba en la cruz.. La soledad absoluta fue el precio que pagó para no dejarnos huérfanos y, entretanto está sentado a la diestra de su Padre intercediendo por nosotros.

“Ejemplo os he dado” dijo Jesús. Imitémosle orando intensamente en todo tiempo. Nuestra debilidad lo exige.


MATEO 26:75


“Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho: Antes que cante el gallo me negarás tres veces. Y saliendo fuera lloró amargamente”

La triple negación de Pedro diciendo que conocía a Jesús fue precedida por el orgullo que manifestó cuando le dijo que lo haría: “Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré” (v.35). Se le da mucha importancia a la triple negación de Pedro, que la tiene. Pero el versículo en el que Pedro afirma que estaría dispuesto a morir antes que negar al Señor, finaliza así: “Y todos los discípulos dijeron lo mismo”. ¿Qué hubiese ocurrido si en vez de ser Pedro el autor de la triple negación, hubiese sido uno cualquiera de los otros diez? Dado que se escondían en la madriguera “por miedo a los judíos” , en el caso de que uno de ellos hubiese estado calentándose en el fuego encendido en le patio del palacio del sumo sacerdote, habrían hecho lo mismo.

El orgullo no es un pecado periférico que podamos mirarlo con indiferencia. El orgullo estaba latente en los corazones de Adán y Eva que se manifestó cuando atendieron al engaño de la serpiente que les dijo que si comían del árbol del conocimiento del bien y del mal serían como Dios. Comieron y se vieron desnudos. El orgullo los mató. Si el orgullo estaba latente en Adán antes de pecar, ¿cómo no lo va a estar en  nosotros  que hemos sido concebidos en pecado?

Jesús dijo a sus discípulos: “Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11: 29). El aprendizaje de la humildad que debe caracterizar a los cristianos no se consigue leyendo libros que tratan del pecado del orgullo. La teoría no convierte en humilde a las personas. No es el pensamiento positivo lo que nos hace humildes. Ni tan siquiera se  consigue la lectura de la Biblia, cuyo contenido debe ser el pan de cada día. Es la presencia del Espíritu Santo en el creyente lo que hará que el orgullo vaya desapareciendo para dar paso a la humildad que nos asemejará a Jesús. Con ella se dará gloria a Dios.

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INFIDELIDAD


<b>El césped del jardín del vecino siempre aparenta ser más verde que el propio</b>

Un tal Carlos escribe a Ramiro Calle en estos términos: “Estoy felizmente casado, pero hace dos años que conocí a otra mujer y empezó una relación que todavía dura. Amo a mi esposa y amo a la otra mujer, y las dos me aman. Las necesito a las dos. Las dos me proporcionan el equilibrio personal y la estabilidad emocional que necesito y viceversa. Soy consciente de que lo que le hago a mi mujer no está bien, pero es que no puedo renunciar a los encantos de la otra mujer que tiene 33 años y le doblo la edad. ¿Cómo resolvería usted este problema?

La primera pregunta que nace de esta declaración es: ¿Está felizmente casado Carlos? Pienso que no ya que si lo estuviese no se habría dejado atrapar por una mujer de 33 años a quien dobla la edad, relación que sabe que no está bien porque reconoce que le hace un feo a su esposa. La atracción hacia el otro sexo es inevitable pero sí se puede evitar la infidelidad espiritual que conduce a la física. No se puede impedir que los pájaros revolotean encima de nuestra cabezas pero sí que podemos evitar que aniden en ella. Jesús lo dice con toda claridad: “Todo aquel que mira a una mujer para codiciarla, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5:28). El contexto inmediato es contundente: “Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo seas arrojado en el infierno” (v.29). En estos tiempos de relajamiento sexual no se tiene en cuenta la ética sexual que enseña Jesús. Lo que importa es la gratificación de los sentidos sin tener en cuenta si se traspasa la línea roja. Pienso que Calle acierta cuando le dice a Carlos: “Es muy común que después de una larga relación de convivencia la pasión se extinga y el deseo sexual decaiga. Y este acostumbra a ser el inicio del problema”. El debilitamiento de la pasión y la atracción sexual que ejerce otra mujer sí que puede ser el inicio del problema si no se tiene en cuenta lo que dice Jesús la máxima autoridad moral: “Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo”, manera metafórica de decir: aparta la mirada de la mujer que te puede arrastrar a la infidelidad de hecho. La sociedad actual mediante la ayuda de los medios de comunicación presenta de manera muy idílica la infidelidad conyugal en nombre del amor, cantarela que de tan repetida se llega a la conclusión que debe ser verdad. Pero Jesús no dice que la infidelidad conduzca al gozo personal sino que el resultado es ser “arrojado en el infierno”. El adulterio jamás conduce a un final feliz como nos quieren hacer creer quienes defienden la infidelidad conyugal apelando al comportamiento de alguna especies animales que no son monógamas.

A la infidelidad conyugal siempre le acompaña la mentira. Carlos se sincera cuando dice: “Soy consciente de que lo que le hago a mi mujer está mal”. ¿Hasta que punto decadencia moral ha llegado Carlos que reconociendo que está haciendo algo malo a su esposa persista en cometerla? Sigue diciendo: “Es que no puedo renunciar a los encantos de la otra mujer” La mentira no es el camino correcto para mantener una buena relación con el cónyuge. La mentira afecta negativamente las relaciones conyugales. Más pronto o más tarde la esposa descubrirá el engaño. El humo que produce el fuego que se encendido a escondidas tarde o temprano sale a la superficie. Mirar con deseo de poseer a una mujer que no es la propia esposa es como poner una trampa en la que cae el trasgresor. El libro de Proverbios se refiere muchas veces  al problema que plantea Carlos. Al lector que se deja influenciar por la ética sexual que impera hoy le recomiendo que lo lea. No le ocupará mucho tiempo y le será muy provechosa si es que tiene problemas de infidelidad conyugal y desee solucionarlos.

¿Cómo resolverá usted esta cuestión?  le pregunta Carlos a Calle. Éste con muy buen criterio le dice: “A veces escoger es muy difícil, claro que sí”. Carlos se ha metido en un buen berenjenal poniendo lo ojos en donde no debería haberlos puesto. Pide consejo para quitarse los quebraderos de cabeza que le han provocado su errónea decisión. Calle le dice: “Debes reflexionar” ¿Sobre  que base debe cavilar? ¿Dónde encontrar la plomada que le indique la rectitud o incorrección de su reflexionar? En la Biblia Carlos encontrará la luz que necesita para resolver el problema que le ha provocado dejarse guiar por sus sentimientos egoístas en vez de la sensatez que proporciona la Palabra de Dios. ¿Está seguro Carlos que quiere hacer justicia a su esposa si afirma que “no puede renunciar a los encantos de la otra mujer? Un texto que puede servir de plomada para los que como Carlos se han metido en un pantano de aguas cenagosas y que se preguntan cómo salir de ellas: “La iniquidad del impío me dice al corazón: No hay temor de Dios delante de sus ojos. Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos, de que su iniquidad  no será hallada y aborrecida” (Salmo 36:1,2). La plomada de la palabra de Dios que indica si se edifica bien o mal la propia vida dice que la infidelidad conyugal es pecado del cual el infractor debe arrepentirse  y corregir su estilo de vida equivocado si es que desea resolver el problema de conciencia que le agobia. Si no se hace así el problema se enquista y a medida que pasa el tiempo se hace más difícil solucionarlo.

Octavi Pereña i Cortina

 

dilluns, 10 de novembre del 2014


SOLEDAD


 

<b>La soledad espanta pero si se sabe escogerla es el remedio para una vida gratificante y merecedora de ser vivida</b>

“Silencio y soledad son dos nombres del siglo XX. Se adecuan a la era victoriana de la punta y zapatos con botones y lámparas de petróleo más que a nuestra época de la televisión y el video y personas que hacen footing empalmadas a unos audífonos. Nos hemos convertido en personas que aborrecen la soledad y nos encontramos mal estando solos”, ha escrito <b>Jean Fleming</b>.

Se dan dos tipos de soledad: la ordinaria y la del ser. La ordinaria la escogemos voluntariamente en momentos puntuales: cuando deseamos hacer un trabajo que requiere silencio  y aislamiento porque necesitamos concentrarnos en una tarea determinada. En el momento de redactar el borrador de este escrito estoy solo. No oigo ningún ruido que me distraiga. Nos aislamos cuando deseamos leer algo que requiera concentración. Es muy difícil coger y leer un libro que requiera atención total rodeados de criaturas que no se están quietas y no paran de gritar o con la radio o el televisor funcionando. En situaciones puntuales que exigen evitar distracciones escogemos la soledad. Después volvemos al sarao de la vida diaria. No podemos vivir recluidos permanentemente en una ermita el la cima de una montaña.

La soledad que verdaderamente nos interesa no es la ordinaria que escogemos a conveniencia, es la del ser, la existencial, la del alma, aquella que no debería estar presente en nuestro interior, que no desaparece ni estando en compañía de personas amadas con las que podemos mantener conversaciones sobre temas interesantes: filosóficos, religiosos, políticos o intranscendentes como el fútbol, el glamour de Hollywood o las intimidades de los famosos que se divulgan en las tertulias televisivas. Un maestro indio dijo: “mil personas andando por un camino, mil soledades andando juntas”. Es una  buena descripción de la sociedad actual: multitudes caminando empalmadas a unos audífonos o distraídas por las calles tecleando sus móviles. Muchas personas lo primero que hacen al despertar por la mañana es encender la radio o el televisor. Sus oídos que no pueden soportar la soledad interior intentan mitigarla oyendo voces que no escuchan. Los sonidos les hacen sentir acompañados, sólo aparentemente. Se dan personas que para huir de la soledad interior que las incomoda incorporan en sus vidas el yoga y otras técnicas de meditación importadas de Oriente, sin conseguirlo.

La soledad del alma no la puede llenar nada que sea de carácter material aún cuando se lo bautice de espiritualidad oriental o cristiana porque al fin y al cabo consiste en reglas que se deben cumplir inexorablemente y que afectan a la psique pero no al alma. Para eliminar la soledad del ser solamente puede conseguirse manteniendo una relación íntima con el Señor Jesucristo que garantiza a sus discípulos que no se quedarán huérfanos cuando los deje al irse con el Padre. Les asegura que les enviará al Espíritu Santo que morará en sus corazones y que les recordará todas las palabras que les dijo cuando enseñaba a sus seguidores durante su transito por las regiones de Israel. Jesús, espiritualmente estará con los suyos en todo momento. Quienes creen en Él jamás se sentirán solos. La presencia espiritual de Jesús en sus almas los animará en las dificultades y encontrarán en Él el amigo que aliviará sus angustias al compartirla con Él.

La promesa de Jesús de no dejar huérfanos a sus discípulos no es una oferta generalizada a todas las personas, está limitada a los que creen en Él ya que es la única posibilidad de recuperar la intimidad con Dios perdida en el paraíso debido al pecado de Adán, nuestro primer padre. “Yo soy el camino”, dijo Jesús, “que conduce al Padre”. La soledad del alma es la consecuencia de haber perdido la amistad con el Padre de Jesucristo. Creyendo en Jesús se recupera la amistad perdida con Dios. Fruto de la amistad recuperada se inicia una relación íntima que se va profundizando con el tiempo. La amistad con Dios recuperada se perfecciona con el aislamiento voluntario en momentos puntuales del día, alejándose del mundanal ruido perturbador para dedicarlos a la lectura de la Biblia y en la soledad escogida escuchar la voz de Dios que de manera suave habla en el espíritu de la letra leída. Durante el recogimiento se reflexiona en lo que se lee y se abre el corazón para que la presencia espiritual del Señor libere de las angustias que acompañan el hecho de ser pecadores que viven en un mundo manchado por el pecado. Restablecida la amistad con Dios por la fe en Jesucristo que es el remedio contra la soledad existencial que erosiona al alma,  Dios deja de ser un concepto filosófico para ser debatido en las tertulias de sabios para convertirse en una relación de tú a tú con el Creador y Salvador”.

Octavi Pereña i Cortina

 

MATEO 15:2,3


“Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan. Respondiendo Él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?

Este texto pone sobre la mesa la existencia de dos prioridades contrapuestas que de ninguna manera pueden conciliare. Jamás pueden situarse a un mismo nivel. Donde brilla la luz desaparece la oscuridad. Siempre la una prevalece sobre la otra. Aquí bien se podría aplicar lo que Jesús dice respecto al dinero: “Ningún siervo puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir  a Dios y a las riquezas” (Lucas 16:13). Palabra de Dios y Tradición no pueden ir cogidas del brazo. Si se ama a la Tradición se menosprecia a la Palabra de Dios. Al revés sucede lo mismo.

Los judíos invocaban a la Tradición para enfrentarse a las vivificantes palabras de Jesús que interpretaban la Palabra de Dios. Para ello apelaban a las enseñanzas de los ancianos que se basaban en los dichos de antiguos maestros. No debería extrañarnos que los oyentes de Jesús “se admirasen de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7: 28,29). No debe asombrarnos dicha admiración: Jesús hablaba palabras de vida que aportaban refrigerio al alma. Convertir a la Tradición en dogma de fe transforma las enseñanzas humanas en doctrinas autoritarias que tienen más valor que la Palabra de Dios.

La Tradición asfixia la espiritualidad. Esto explica la decadencia de las iglesias cristianas. La Palabra de Dios ha sido relegada a un rincón  y la Tradición se alza con autoridad absoluta.. Acogiéndonos a las palabras de Jesús no podemos servir a dos señores. Creo que ha llegado el momento de sentarnos  a reflexionar y decidir quien es el señor que queremos servir. Cuando la Tradición adquiere el mismo valor que la Palabra de Dios realmente lo que se hace es adorar al diablo que es el padre de la mentira, que ha conseguido que sean muchos quienes valoran más los dichos de los hombre que la verdadera Palabra de Dios.

Llegados hasta aquí Josué nos plantea el dilema que propuso a los israelitas antes de morir: “Ahora, pues, temed al Señor, y servidle, con integridad y verdad, y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto y servid al Señor. Y si mal os parece servir al Señor, escogeos hoy a quien sirváis, si a los dioses que sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis, pero yo y mi casa serviremos al Señor(Josué 24:14,15).

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NÚMEROS 27: 16,17


“Ponga el Señor, Dios de los espíritus de toda carne, un varón sobre la congregación, que salga delante de ellos, que los saque y los introduzca para que la congregación del Señor no sea como ovejas sin pastor”

El liderazgo de Moisés se acerca a su fin y se aproxima el momento en que debe dejar este mundo para presentarse ante el Señor. La carga que representaba pastorear al pueblo de Dios durante cuarenta años el Señor se la va  a quitar de sus espaldas al entrar en el Reino de Dios. Moisés ha cumplido hasta el final el encargo recibido de pastorear al pueblo de Dios. Ha llegado la hora de pasar la antorcha a otras manos. He aquí el dilema que se le presenta a Israel, dificultad que se repite cada vez que una iglesia debe escoger pastor por quedarse “sede vacante”.

Es el mismo Moisés quien pide al Señor que busque al sustituto que deberá guiar al pueblo a entrar en la Tierra prometida y conquistarla. Moisés nunca faltó a su deber de pastorear a Israel y sigue fielmente las instrucciones que el Señor le da de escoger a Josué como el sustituto por Él escogido. El texto que comentamos juntamente con otros muchos que encontramos en la Biblia aportan luz para saber como deben proceder las iglesias llegado el momento que deben escoger pastor que las dirija.

“Ponga el Señor, Dios de los espíritus de toda carne, un varón sobre la congregación”. El pastor debe ser un hombre escogido por Dios. La congregación debe refrendar la elección divina. Jamás la congregación debe ponerse delante de Dios llegado el momento de elegir a la persona que debe ejercer el pastoría. Cuando la iglesia de Jerusalén tuvo que cubrir la vacante apostólica producida por la muerte de Judas , se daban dos candidatos: “Orando, dijeron: Tú Señor que conoces los corazones de todos, muestra cual de estos dos has escogido” (Hechos 1:24). La oración sincera y humilde al Señor que pide sabiduría para hacer una elección correcta, es imprescindible. La iglesia de Jerusalén pidió al Señor sabiduría para hacer la elección correcta. El hombre escogido por Dios al que la iglesia debe reconocer como pastor debe ir delante de la congregación como el pastor lo hace con las ovejas “para que la congregación del Señor no sea como ovejas sin pastor”. ¡Qué lamentable espectáculo  presentan las iglesias cuando son gobernadas por pastores carnales que se desentienden de las ovejas, no por pastores elegidos por Dios y que las congregaciones reconocen como tales!

El pastor de una iglesia debe saber lo que las ovejas necesitan, no lo que ellas quieren. Debe ser un auténtico hombre de Dios lo cual le convierte en un pastor delegado que aplica las instrucciones que recibe del Buen Pastor ante quien debe rendir cuentas, para que los fieles no sean como ovejas sin pastor que se extravían del buen camino y se exponen indefensas al los ataques de Satanás que cual león rugiente busca devorarlas. La iglesia que carece de un buen pastor que apaciente a la grey de Dios, la tal iglesia puede pretender tener el nombre de iglesia, en el fondo es un club social al que asisten sus miembros para pasárselo bien sin ser redargüidos de sus pecados. Tal iglesia no tiene futuro

dilluns, 3 de novembre del 2014


SALMO 106:15


“Y les dio lo que pidieron, mas envió escualidez sobre ellos”


Cuando Israel era oprimido en Egipto, el Señor  le envió a Moisés que lo liberó de la esclavitud que les imponía el faraón. Cuando se encontraron en un callejón sin salida con el Mar Rojo que les cerraba el paso, Moisés extendió el brazo con la vara en la mano, y las aguas se partieron dejando abierto  un camino que se cerró detrás de ellos eliminando a la soldadesca egipcia. Cuando clamaron pidiendo carne, Moisés intercedió ante el Señor y las codornices cayeron del cielo. Como las aguas de Mara era amargas Moisés lanzó en ellas el árbol que le mostró el Señor y las aguas se endulzaron. Cuando Israel murmuró, descendió del cielo el maná que alimentaba a sus cuerpos . El Señor jamás dejó a Israel tirado en la cuneta.

Dios sigue cuidando al hombre a nuestro entender quizás de manera no tan espectacular como lo hizo con el Israel bíblico, pero sigue haciéndolo con el mismo poder de antaño. Dios sigue siendo el Dios todopoderoso eterno. Dios sigue actuando por medio del silbo apacible con que habó a Elías. Para creer en Dios necesitamos milagros espectaculares que no sirven para reforzar la fe. ¿No es un milagro portentoso la creación que requirió el ejercicio del poder del Todopoderoso? ¿No es asimismo un maravilloso milagro que la creación siga funcionando con la máxima perfección con sólo la voluntad del Creador? No le damos importancia al ejercicio de dicho poder divino porque nos hemos acostumbrado a ello. ¿No es una manifestación del poder de Dios que el sol y la luna hagan su recorrido astral de forma regular que tan importante es para nuestro bienestar? No es una manifestación del poder de Dios que la lluvia temprana y tardía caiga sobre la tierra para fertilizarla y hacer posible las cosechas que nos nutren y conservan nuestra salud? Se dan infinidad de muestras del poder que Dios  ejerce para bien nuestro. La respuesta que damos a ello es blasfemar su Nombre y mantenerlo apartado de nuestras vidas. No debe extrañarnos que nos mande escualidez.

En el mundo occidental vivimos en la abundancia y sin embargo somos los más miserables porque murmuramos contra el Señor que provee abundantemente nuestras necesidades. No basta con ser religioso y cumplir el precepto dominical tal vez de manera supersticiosa. Es necesario que Dios nos otorgue el don de la fe para poder creer en Él con todas las consecuencias.


SALMO 138:3


“En el día que clamé, no respondiste, me fortaleciste con vigor en mi alma”

El salmista plantea una serie de acontecimientos que podrían perturbar su vida: “Si viviese yo en medio de la angustia, Tú me vivificarás, contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano”. En estas situaciones adversas el salmista manifiesta su confianza en el Señor: “Y me salvará tu diestra. El Señor cumplirá su propósito en mí, tu misericordia, oh Señor, es para siempre, no desampares la obra de tus manos” (vv.7,8).

Estas posibles contrariedades se hacen realidad  e inmerso en ellas el salmista  expone lo que hace: “El día que clamé me respondiste, me fortaleciste con vigor en mi alma”. Si el Señor respondió al clamor del salmista significa que previamente le escuchó. ¡Qué diferencia entre los ídolos que han fabricado los artesanos que tienen oídos que no oyen a sus adoradores y los dejan sin respuesta. El Señor escucha las peticiones de las personas humildes que se presentan ante Él exponiéndoles sus necesidades. El ídolo sordo ante el que se presenta su adorador sus ojos lo ven. El Dios eterno, el Invisible que se hace cercano y visible en la persona de Jesús, el adorador no puede verle porque hoy está sentado en la diestra del Padre celestial intercediendo por nosotros. Quien busca ayuda divina, ¿cree que Dios existe? Si existen dudas no buscará a un Dios en quien no cree. La incredulidad abre la puerta a buscar ayuda en el ídolo que no puede oír el clamor de quien se arrodilla ante él y si recibe alguna respuesta es mentirosa porque detrás del ídolo sordo se encuentra Satanás, el padre de la mentira que engaña a sus adoradores.

El salmista afirma: “Porque el Señor es excelso, y atiende al humilde” (v.6).No basta con creer en la existencia de Dios. Los diablos creen en Él pero no los escucha. El pecado se lo impide como también lo impide a nosotros. Al “humilde” sí que le escucha Dios porque se acerca a Él reconociendo su miseria, su pecado, aceptando que fuera de Él no hay ayuda válida. Lo busca con fe creyendo en su corazón que existe y que puede dar vigor a su alma. Todos los que se acercan con fe a Jesús Dios no los manda a sus casas con las manos en los bolsillos. Se marchan gozosos porque sus peticiones son atendidas.

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