dilluns, 27 d’octubre del 2014


LAS AVES DEL CIELO


<b> Un mundo angustiado por el futuro más próximo tendría que ver en las aves del cielo la providencia divina que cuida de todas las criaturas</b>

Nuestra sociedad está sacudida por una “ansiedad patológica porque es exagerada con respecto a lo que la desencadena e interfiere negativamente en la vida de la persona”, afirma <b>Vicente Caballo</b> profesor de Sicología de la Universidad de Granada. Un cierto grado de ansiedad puede ser conveniente. Ante una amenaza alerta a la persona para la lucha o la huida. El problema que acompaña a la ansiedad es cuando la alarma se dispara sin que exista ningún peligro agazapado en la esquina o que sea exagerada la suposición. La experiencia diaria nos muestra la existencia de muchas personas que viven permanentemente angustiadas. Lo que debería ser una preocupación puntual se convierte en una enfermedad crónica.

La ansiedad no empieza a generarse ante situaciones verdaderamente angustiosas. La mayoría de las personas que la padecen desconocen lo que es una situación verdaderamente trágica. Se dispara la ansiedad por el mero hecho de que el autobús retrasa la llegada. Se dispara cuando el hombre del tiempo anuncia que mañana lloverá o que la temperatura rozará los 39º. La mente empieza a dar vueltas exagerando situaciones que creemos van a producirse pero que nunca se harán realidad. Nos da miedo la muerte y con sólo pensar en ella se desarrolla una serie de posibles situaciones que nos desazonan y nos impiden dormir, corriendo al botiquín a buscar la pastilla que temporalmente alivia la ansiedad pero que no llega a la raíz del problema. Es con naderías como se empieza a ser adictos a los hipnosedantes.

Las enfermedades del alma no andan solas. A menudo van acompañadas de efectos somáticos debido al debilitamiento del sistema inmunológico que se encarga de protegernos de un buen número de achaques. La médico <b>Magda Miralles</b> asegura que los achaques físicos son el principal motivo por el que las personas ansiosas acuden a la consulta : “Muchas ignoran que padecen ansiedad. Vienen porque les duele la espalda y se lo solucionamos. Después les duele el estómago y se lo solucionamos. Después tienen problemas en la piel. Sospechas que hay algo más, y ves que son muy ansiosas”.

El <b>Dr. Antonio Cano</b>, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, aconseja ejercicio regular, una alimentación equilibrada, evitar bebidas estimulantes y alcohólicas y unos horarios regulares para dormir y, “sobre todo entrenarse para cambiar los pensamientos  negativos. La vida está llena de dificultades, pero casi todo se puede arreglar. Si uno se toma estos consejos como un hábito, si se entiende, es posible”. Es más fácil decir que hacer.

El titulo de este escrito es “Las aves del cielo”. Se lo he dado porque nos recuerda que Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo las creó  y cuida de ellas y sin necesidad de labrar la tierra las alimenta. Jesús utiliza la providencia divina hacia las aves  para querernos hacer ver que nosotros que ante sus ojos somos más valiosos que ellas tampoco nos dejará tendidos en la cuneta desprotegidos. Por este motivo no debemos desasosegarnos por el mañana porque Dios proveerá. La providencia divina no incita a la holgazanería. La enseñanza de la Escritura es que debemos ser como las hormigas que durante el verano almacenan  alimentos para el invierno. La previsión por nuestra parte no está reñida con la confianza de que Dios proveerá nuestras necesidades.

Jesús dijo a sus oyentes que son los gentiles quienes están afanosos por el mañana, preocupándose excesivamente por la comida o el vestido. Una de las acepciones de la palabra gentil es no ser creyente en el sentido bíblico. Estas son las personas que sufren ansia por el mañana de manera patológica. La incredulidad es la causante de la ansiedad crónica que impulsa a las personas a ir al botiquín a buscar el ansiolítico que alivie transitoriamente la perturbación ante el más ínfimo despunte de dificultad. La industria farmacéutica nos instruye a ir a la química ante el más mínimo síntoma de dolor lo cual nos debilita para afrontarlo con gallardía. Nos convertimos en dependientes de los paliativos químicos lo cual debilita nuestras defensas sicológicas. Como sea que el relax químico es de breve duración es necesario repetir una y otra vez la dosis. El resultado es que se dispara el consumo de hipnosedantes y el incremento de trastornos físicos debido a la ansiedad no curada.

Los no creyentes en Dios el Padre de nuestro Señor Jesucristo que no saben cobijarse bajo las alas protectoras de Jesús sufren ansiedad crónica, pero vosotros que creéis en el Padre ya sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas: “Buscad el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo: 6:32,33).

Los  nuestros son tiempos de incertidumbre política, económica, social. Estamos saturados de problemas domésticos: separaciones, violencia, adicciones, hijos rebeldes…Según los médicos estas realidades causan el incremento exponencial de fármacos para mitigar los efectos de la ansiedad y de otras dolencias hermanas. No caigamos en el error en el que cayeron los judíos del tiempo de Jesús que cuando los invita a resguardarse bajo sus alas protectoras se negaron a hacerlo. Acerquémonos a Él para cobijarnos bajo sus alas providenciales para encontrar en Él el descanso que nuestras almas angustiadas necesitan. La paz del Señor permanecerá permanentemente en el corazón.

Octavi Pereña i Cortina

 

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