dilluns, 29 de setembre del 2014


HECHOS 10;28


“Y les dijo: Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero, pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo”

La xenofobia, la misoginia, el racismo o el odio a las personas que son distintas es un motivo de preocupación en la sociedad actual. No existe lugar, por apartado que esté, que la aversión  a las personas que posean características peculiares no haga acto de presencia. Incluso la religión que en un principio debería promover el amor al prójimo, es causante de graves enfrentamientos con el resultado que muchas muertes se producen debido a la intransigencia religiosa.

No deben olvidarse tampoco los enfrentamientos por diversidad cultural y política. El pecado es el causante de los conflictos que se dan entre los hombres debido a las característica personales que las diferencian: Sexo, cultura, raza.

El texto de Hechos que hoy es objeto de reflexión trata el tema que nos preocupa y que debería ser motivo muy especial de reflexión de parte de los cristianos ya que siendo el cristianismo la religión del amor se dan casos de discriminación violenta entre cristianos de diversas confesiones. En México, en la región de Chiapas y otras zonas rurales se dan casos de violencia ejercidas por la mayoría católica sobre la minoría evangélica.

En el texto que comentamos aparecen tres palabras que requieren atención: abominables, común, inmundo todas ellas vinculadas con el odio a aquello que es diferente y que el apóstol Pedro utiliza al hablar con Cornelio, el centurión romano a quien Dios ordena al apóstol que visite con el propósito de transmitirle las buenas noticias de salvación que se encuentran en Jesucristo. En una visión Dios le muestra a Pedro que no existen animales inmundos que no deben comerse. Pero lo que a Dios le interesa es que Pedro entienda que no existen personas inmundas con las que se debe evitar mantener relación para evitar la contaminación que impediría poder participar en los cultos.

Considerar abominable a una persona significa detestarla. Verla común implica considerarla inferior. Creer que una persona es inmunda se la ve como sucia. Cuando consideramos al prójimo abominable, común o inmundo sembramos en nuestro corazón la semilla que levanta un muro de separación. Dios no quiere que veamos a nadie de esta manera porque todos procedemos de una misma sangre, de Adán, el padre común de toda la humanidad. Al pecar, Adán traspasó a su descendencia la semilla de la discordia, la barrera que separa a los hombres. El muro que separa a los hombres que ha levantado el pecado Dios lo derriba en Cristo Jesús. El pecado que aún persiste en el alma es el causante  de los odios que separan a las personas. En concreto, los cristianos debemos corregir esta tendencia reconociendo nuestro pecado, confesarlo a Jesús, e implorar su gracia para que podamos dejar de levantar muros de separación.


SALMO 81: 11,12


“Pero mi pueblo no oyó mi voz, e Israel no me quiso a mí. Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón”

El hombre no es producto de la evolución materialista cuyos seguidores pretenden hacer desaparecer al Creador del escenario. El hombre es creación de Dios mal que pese a muchos, a quien el Creador ha dado una Ley para que viva feliz en la Tierra que el Señor ha puesto bajo su cuidado. Nuestros primeros padres podían disponer de todo lo que el Señor había puesto a su disposición, excepto “de todo árbol del huerto podrás comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comas de él, ciertamente morirás” (Génesis 2:16,17). Adán no tardó en desobedecer la orden recibida de Dios a pesar que en él no había pecado. Si Adán que se encontraba en las condiciones óptimas de resistir la tentación de comer el fruto del árbol prohibido, ¡cuánto más fácil nos es a nosotros que hemos sido engendrados pecadores desobedecer la orden de Dios de guardar su Ley!

Dios por medio del salmista habla a Israel y le dice: “Oye, pueblo mío, y yo te amonestaré, Israel, si me oyeres, no habrá en ti dios ajeno, ni te inclinarás a dios extraño. Yo soy el Señor tu Dios que te hice subir de la tierra de Egipto, abre tu boca, y yo la llenaré” . Este texto contiene una promesa de bendición condicionada a obedecer al Señor que le había hecho subir de la tierra de Egipto. Con brazo fuerte el Señor los arrebató de la mano del faraón y los sacó de Egipto haciendo proezas, pero Israel pronto se olvidó del Dios que los había sacado de Egipto y que durante cuarenta años cuidó de él en el desierto y en la conquista de la Tierra prometida. Ya que Israel no quiso que su Libertador reinara sobre él, Dios “los dejó, por tanto, a la dureza de su corazón”. Los dejó a su libre albedrío, lo cual significaba guiarse peor la “dureza de su corazón”, que implicaba tomar decisiones equivocadas que de manera creciente aumentaba su desastre nacional.

El Antiguo Testamento no es para guardarlo en la estantería para que se cubra de polvo y telarañas, es para ser leído y meditado por nosotros que vivimos en el siglo XXI. El Señor nos está diciendo a los cristianos: “pueblo mío, óyeme”. Desgraciadamente siguiendo el mal ejemplo de los israelitas de antaño, no queremos oír la voz de Dios. El resultado es endurecimiento de corazón que nos hace más insensibles a la voz de Dios con lo que se consigue que vayamos de mal a peor, tanto como personas y como iglesias. Nuestra rebeldía repercute en la sociedad que despojada de la luz de Dios que le podemos transmitir se hunde en la corrupción generalizada que es causante de nuestras miserias colectivas.

La sociedad en la que nos movemos necesita la luz que irradia de la Biblia para poder salir de la ciénaga en que se hunde. Dejemos de  ser cristianos rebeldes a Dios, para así resplandecer en una sociedad que envuelta de tinieblas espirituales ha perdido el rumbo y que carece de meta a la que llegar.

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dilluns, 22 de setembre del 2014


SOFONÍAS 1:12


“Y acontecerá en aquel tiempo que yo escudriñaré Jerusalén con linterna, y castigaré a los hombres que reposan tranquilos como el reino asentado, los cuales dicen su corazón: El señor no hará bien ni hará mal”

Quien tiene oído para oír que escuche lo que el señor tiene que decirle. Sofonías con lenguaje gráfico que es entendedor dice que el Señor lo ve todo.: “Yo escudriñaré Jerusalén con linterna”. Es una manera muy clara de decir: Yo veo todo lo que hacen. No hay nada por escondido que esté que mis ojos no lo vean. Dios que es justo en sus juicios, al contemplar lo que descubre la linterna no le queda otro remedio que “castigar a los hombres que reposan tranquilos como el reino asentado”. Estas personas que “reposan tranquilas” no permanecen ociosas. Durante la noche maquinan las fechorías que harán durante el día. Como no tienen en cuenta a Dios en sus caminos porque no creen en Él porque que consideran que no existe, que su existencia es una fábula inventada por los sacerdotes con el propósito de atemorizar a las personas para tenerlas dominadas, dicen en su corazón: El Señor no hará bien ni hará mal”. No tienen temor de Dios y creen que sus crímenes permanecerán impunes.

Pero Dios que sí existe y que además es justo en sus decisiones anuncia anticipadamente la sentencia que dará para que puedan arrepentirse y abandonar sus pecados: “Por tanto serán saqueados sus bienes, y sus casas asoladas, edificarán casas, mas no las habitarán, y plantarán viñas, mas no beberán el vino de ellas” (v.13). El anuncio que Sofonías hace del castigo que Dios infligirá a Jerusalén por mano de Nabucodonosor rey de Babilonia, ¿nos lleva a reflexionar sobre lo que nos ocurre hoy? Guerras devastadoras destruyen países sembrando dolor y miseria. Amenazas de guerras que anticipan devastación, sufrimiento y hambrunas. Gobernantes que gobiernan injustamente porque no tienen en cuenta la Ley de Dios que enseña a gobernar con justicia. ¿Podemos seguir reposando tranquilos como el reino asentado?

Para aquellos que creían que el Señor no hará bien ni hará mal, les anticipa la sentencia que ejecutará Nabucodonosor: “Esta ciudad alegre que estaba confiada, la que decía en su corazón: Yo y no más. ¡Cómo fue asolada, hecha guarida de fieras! Cualquiera que pase junto a ella, se burlará y sacudirá su mano” (2:15). Hoy, la sentencia sobre los que dicen “El Señor no hará bien ni hará mal”, en el momento oportuno se ejecutará. Cuando finalice el período de gracia, cuando colme el vaso de maldad, se ejecutará la sentencia divina. Cuando Dios cierre la puerta los lamentos serán innecesarios por tardíos.


JEREMIAS 6:16


“Dijo el Señor: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cual sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestras almas. Mas dijeron: No andaremos”

La semilla de la desobediencia está sembrada en la buena tierra de un corazón perverso y da fruto abundante. El profeta Jeremías denuncia la rebeldía de Judá: “Destruiré a la delicada y bella hija de Sión”   (6:2). El Señor siente compasión por la rebelde Judá y amorosamente la invita a que deje de darle la espalda y se vuelva a Él arrepentida para que pueda bendecirla.

El texto de Jeremías que comentamos es un toque de atención para la rebelde cristiandad que fornica contra su Dios. El profeta nos invita a que hagamos un alto en el camino y reflexionemos sobra la desastrosa situación en que nos encontramos. “Preguntad por las sendas antiguas”. Habiendo abandonado al Señor hemos escogido un nuevo camino que consideramos mejor que el de Él. Si este acto de reflexión es sincero y no una tapadera para cubrir el expediente descubriremos que el nuevo camino por el que transitamos no es el que nos conviene. Debemos retroceder hasta la encrucijada en que nos equivocamos de camino para coger “el buen camino y andar por él”, la senda antigua indicada por el Señor  ya en Adán y seguida por los patriarcas y apóstoles, y andemos en ella. “Toda la Escritura es inspirada por Dios , y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”  (2 Timoteo 3:16,17). Cuando se sigue el camino que señala la Escritura el caminante encuentra descanso para su alma. Toda la Escritura es Palabra de Dios y en ella no hay nada que no lo sea por lo que deben tenerse en cuenta todas las instrucciones que da y rechazar las novedades que se pretende hacer pasar como si fuesen Palabra de Dios. Toda la Escritura es Palabra de Dios  y no hay en ella nada que no lo sea. Toda la Escritura es la lámpara que ilumina el sendero por el que transita  el caminante para que no caiga en las trampas que le tiende el Maligno. ¿Qué haremos de la senda antigua que es la Escritura? ¿Seguiremos los pasos que dieron los judíos al anuncio que les hizo el profeta Jeremías? : No andaremos. Judá fue destruido por Nabucodonosor por su contumaz desobediencia. Los efectos de su desobediencia persisten hasta hoy. Si la iglesia en la que nos reunimos se encuentra en bancarrota sería bueno que preguntemos “por las sendas antiguas, cual sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra  alma” A la invitación del Señor, ¿responderemos: andaremos?

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dilluns, 15 de setembre del 2014


JUSTICIA SOCIAL


<b>Gobernantes justos son imprescindibles para que la justicia social se extienda por nuestra Nación aportando bienestar a sus ciudadanos</b>

Màrius Carol, periodista y director de La Vanguardia, en su escrito <i>Sin paspartú</i> cita el libro <i>La pintura como pasatiempo</i>, de sir Winston Churchill, que fue primer ministro británico durante los difíciles años de la II Guerra Mundial, en donde recomienda a los políticos a que se dediquen a otras actividades que neutralicen el exceso de tensión mental y la avalancha de preocupaciones que acompañan el ejercicio de la política, escribiendo: “Así pues, para el hombre público cultivar una afición y nuevos campos de interés debe ser una cuestión de vital importancia. A pesar que no es una cosa que se pueda emprender un día, rápidamente o improvisadamente, obedeciendo a un mandato de la voluntad”. El eminente político británico recomienda a sus compañeros en la labor que para vencer la tensión mental que acompaña a las funciones públicas diversifiquen sus actividades, que de alguna manera pongan momentáneamente sus preocupaciones debajo de la almohada y las dejen reposar, desviando el pensamiento hacia otras actividades que relajen  la tensión mental que los agobia. Winston Churchill aligeraba la tensión mental que le provocaba su cargo, pintando. Según se dice era un buen paisajista. Cada persona debe descubrir la actividad que armonice con su personalidad.

El político no solamente debe poseer una mente relajada para poder encararse con lucidez a los problemas que se le plantean. Asimismo debe ser justo para dar soluciones correctas a los problemas que agobian a los ciudadanos que dependen de sus decisiones. Lucidez mental y justicia son dos características que deben ir unidas en la persona que se dedique a los asuntos públicos. Si falta una de ellas la actividad política es defectuosa. No basta con tener la lucidez mental   que le proporciona el relax que le facilita el hecho de pintar. Una mente no sobrecargada de emociones puede hacer que los pensamientos broten con fluidez. Un hablar elocuente y convincente no basta para gobernar con justicia ni para levantar al pueblo del decaimiento. Son muchos los políticos que hablan con elocuencia y su proceder es nefasto para la Nación.. Cuando exponen su pensamiento las personas que escuchan sus discursos dicen: Habla como un ruiseñor, pero sus hechos son la ruina de la Nación. Una persona puede ser brillante en el hablar  pero un sinsubstancia en la gestión. En política sobran personas simpáticas, de verbosidad impactante, que han cursado talleres de cómo hablar en público, y faltan de justas que hagan prosperar a la Nación con sus decisiones correctas. La justicia no es cuestión de maneras extrovertidas, de discursos grandilocuentes, es una manera de ser.

Es justa la persona que tiene la mente de Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, característica que se obtiene no por el esfuerzo voluntarioso, sino por la conversión que requiere el reconocimiento de no ser justo. La conversión a Cristo otorga una nueva naturaleza que permite buscar aquello que es agradable a los ojos de Dios que es el Justo. Personas que tengan los sentimientos de Dios escasean, abundan, en cambio, las religiosas. No se puede confundir la gimnasia con la magnesia. Religiosidad y justicia no son sinónimos.

Màrius Carol finaliza su escrito con estas palabras: “En Catalunya, si uno de nuestros dirigentes se dedica a pintar los sábados, no lo pondríamos en una galería de arte, sino en un sanatorio mental. Y así van, estresados, inquietos y sin un paspartú que enmarque su futuro”. Ahora se comenta instalar guarderías en las iglesias para favorecer la asistencia en los cultos. Esto indica que la mayoría de las personas, políticos incluidos, Dios y su Ley no les importan. El día de reposo semanal instituido por el Creador para que se lo dedique a Él y se carguen las pilas, se relaje la mente, con lo cual se evita la aparición del estrés y otras enfermedades mentales afines, se olvida. Con este olvido se deja de bucear en la Fuente de la sabiduría. Guardar el domingo en espíritu y verdad recubre al adorador de la justicia divina que permite al político, además de proteger a su salud mental porque recibe la paz de Dios que excede a la comprensión humana, contribuye a que pueda tomar decisiones sensatas que engrandecen a la Nación: “La justicia engrandece a la nación, mas el pecado es afrenta de las naciones” (Proverbios 14:34)

Octavi Pereña i Cortina

 

OSEAS 13. 9


“Te has destruido, Israel, porque te has rebelado contra mi, contra tu ayudador”

La calamidades que le sobrevinieron al antiguo Israel y las que les acaecieron a las naciones vecinas fue debido a que se rebelaron contra el Señor que era su Ayudador.

El mundo convulsivo en el que vivimos, de lo cual dan fe los medios de comunicación, se debe a que las personas que vivimos en la Tierra nos hemos rebelado contra nuestro Ayudador. Pretendemos dar solución a los graves problemas que nos afectan, tanto en el aspecto colectivo como en el individual, sin tener en cuenta la Ley que nuestro Ayudador ha dado a conocer para bien nuestro. Pretendemos solventarlos sin la colaboración de nuestro Ayudador y el resultado es el fracaso.

Se nos dice que si conocemos nuestro pasado evitaremos cometer los errores que realizaron nuestros antepasados y mejoraremos el presente. Se dijo que la I Guerra Mundial pondría fin a todas las guerras. Quienes pronosticaron una paz de tal envergadura se equivocaron del todo. Treinta años después una nueva guerra mundial sacudió al mundo y una serie de guerras locales de más o menos envergadura la han seguido hasta el presente y seguirán haciéndolo en el futuro hasta el fin del tiempo.

Todos los daños que nos zarandean se deben a un solo motivo: Hemos abandonado a nuestro Ayudador. Conocer la historia no nos ayuda a mejorar el presente si no se tiene en cuenta a nuestro Ayudador.

Desde la desobediencia de Adán, nuestro primer padre, hasta nuestros días los hombres hemos pretendido arreglar nuestros asuntos sin tener en cuenta a nuestro Ayudador. Así nos van las cosas y seguirán el mismo camino porque en general a los hombres les gusta arreglar sus asuntos confiando en su sabiduría sin tener en cuenta al Sabio que es el Ayudador. El resultado de este comportamiento necio es lo que el profeta Oseas pronostica en el texto que comentamos. La historia se repite. Es de necios deshacerse del Ayudador.

El mismo Jesús anuncia que el mundo en su conjunto no mejorará, todo lo contrario, irá de mal a peor. Es posible que tizones sean retirados de la gran hoguera porque la fe que depositen les abrirá las pertas del Reino de los cielos que en un futuro, de fecha desconocida, se manifestará con todo su esplendor en el día en que Jesús glorificado vendrá a buscar a su pueblo. Entonces, el pecado que es el causante de todos nuestros males habrá sido extirpado de nuestras personas y los tizones arrebatados de la gran hoguera gozarán plenamente la paz que el Señor con su muerte de cruz ganó para nosotros.


JUAN 7:24


No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”


Vemos la cara externa de los hechos, pero ignoramos las motivaciones. Conocemos en parte pero no el todo. El desconocimiento de los motivos que hacen actuar debe movernos a la prudencia a la hora de juzgar a las personas. Jesús no nos aconseja, nos ordena  a no juzgar según las apariencias sino a hacerlo con justo juicio. No nos prohíbe radicalmente a hacerlo sino a realizarlo “con justo juicio” lo cual significa que antes de juzgar a alguien por su comportamiento que nos parece indigno nos lo hemos de pensar dos veces antes de dictar sentencia.

Jesús nos dice: “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido” (Mateo 7:1,2). Juzgar sin “justo juicio” es un bumerang que se revuelve en contra nuestra  y nos hiere duramente. Si no queremos salir malparados de nuestros juicios injustos es preferible mordernos los labios antes de pronunciarlos.

Es muy conocido el símil de la paja y de la viga que utiliza Jesús para aleccionarnos a ser prudentes a la hora de emitir juicios porque nos lleva a auto examinarnos  y ver en primer lugar la maldad que se esconde dentro de nuestro propio corazón. La visión de nosotros mismos nos moverá a ser misericordiosos en el momento de juzgar el comportamiento ajeno. Ello no significa que ver  la viga  en el propio ojo nos impida ver la paja en el ojo del prójimo.

Viene como anillo al dedo la enseñanza de Jesús de no juzgar en la atención mediática que se ha dado al caso de Jordi Pujol  y su fraude a Hacienda. Los partidos políticos se han lanzado contra él como lobos sedientos de sangre para sacar tajada de su delito. ¿Es que los que ven la paja en el ojo de Jordi Pujol no tienen vigas en los suyos? No pretendo minimizar el engaño del político catalán, intento hacer ver que todos sin excepción somos culpables de fraude y que a la hora de lanzar la primera piedra ésta no se convierta en un bumerang que rebote contra nosotros y nos dañe. Es de suma importancia que veamos la maldad que se amaga en nuestros corazones para así poder emitir juicio justo a la hora de juzgar el comportamiento ajeno 

 

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dilluns, 8 de setembre del 2014


¿EXISTE DIOS?


<B>La existencia de Dios es un tema que preocupa a muchos aún cuando quieran evadirlo diciendo que nadie ha regresado del más allá para poder explicar lo que hay</b>

El pintor <b>Antoni Pitxot</b> hace una declaración que muchas personas la suscriben fruto del agnosticismo: “Quizás llegue un día en que la ciencia demuestre la existencia de Dios”.

Una afirmación para pensar en ella. “Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles del, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Romanos 1:19,20).

Referente a las cosas concernientes a Dios Jesús hace esta plegaria. “Yo te alabo,  oh Padre,  Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó” (Lucas 10:21). Según Jesús, si no nos volvemos como niños y nos deshacemos de nuestra arrogancia de adultos, las cosas de Dios permanecen siendo un misterio indescifrable. Según la declaración del apóstol Pablo pensar que la existencia de Dios depende de los descubrimientos científicos, no es razonable. Los niños sin conocimientos científicos pueden llegar a creer en Él con sólo observar el firmamento estrellado sin prejuicios. La humildad es el requisito imprescindible para adquirir sabiduría.

En cierta ocasión se le preguntó a Jesús porque utilizaba las parábolas en sus discursos. La respuesta que dio es aplicable al tema que trata este escrito: “Por eso les hablo en parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oído oiréis, y no entenderéis, y viendo veréis, pero no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han cerrado los ojos, para que no vean con sus ojos, y oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane” (Mateo 13:13-15). Se dice que el órgano que no se utiliza se atrofia y se hace inservible. Eso puede perfectamente aplicarse en el campo del espíritu: “Porque a cualquiera que tiene”, dice Jesús, “se le dará, y tendrá más, pero al que no tiene, aún lo que tiene se le quitará” (Mateo 13:12).

El hombre ha sido creado para que tenga relación íntima con el Creador. Esta intimidad con Dios empezó a perderse cuando, vía la mujer, vio que el árbol que le estaba prohibido comer “era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y el árbol codiciable para alcanzar la sabiduría” (Génesis 3:6). El deseo les llevó a hacer caso a la insidiosa oferta de Satanás. Adán y Eva comieron del fruto prohibido y la intimidad con Dios se perdió. Dejaron de vivir por fe y los ojos y los oídos se atrofiaron, impidiéndoles ver la maravilla de la creación y escuchar los sonidos siderales que anuncian la grandeza del Creador.

La fe en el Creador que se perdió en el paraíso por la desobediencia de Adán se recupera por la fe en Jesús. Se normaliza la amistad con Dios. El hombre se había extraviado. Jesús el Buen Pastor lo devuelve al redil en donde está protegido de los ataques de Satanás que cual león rugiente intenta destrozarlo. La oveja perdida y encontrada recobrada la vista y el oído puede hacer declaraciones de este tipo: “Pienso que la fe comienza con la comprensión que una inteligencia suprema hizo el universo y creó al hombre. Para mí no es difícil tener esta fe, no se puede dudar que allí en donde existe un plan hay una inteligencia, un universo desplegado y ordenado da testimonio de la veracidad de la más majestuosa declaración que nunca se haya hecho: <i>En el principio Dios…”</i> (Arthur Helly Compton, premio Nobel de física, 1927).

Octavi Pereña i Cortina

MARCOS, 7:9


“Y les decía también (Jesús): Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición”

La Biblia, la Palabra de Dios es la plomada que sirve para descubrir si las paredes de la iglesia, no el edificio de piedra, sino el Cuerpo de Cristo, suben verticalmente. Jesús contrasta mandamiento de Dios con tradición humana. El hecho de que lo haga debe servir para iniciar una profunda reflexión pues con suma facilidad tenemos la tendencia a alterar el orden de los factores que no da el resultado apetecido.

La autoridad máxima en la iglesia es la Biblia. La Palabra de Dios debe ser la plomada que fiscalice la calidad del magisterio docente global de la iglesia. Para ello la Biblia debe ocupar el centro de la iglesia. Es un síntoma de que la Biblia pierde autoridad en la iglesia cuando el púlpito no ocupa el centro del estrado. Físicamente puede ocupar el centro de la plataforma pero espiritualmente se relega el púlpito del centro. Cuando esto sucede la denuncia que hace Jesús es actual y merece que se le preste la debida atención.

Citando al profeta Isaías Jesús dice a los escribas y fariseos: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí: Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombre” (Mateo 15:7-9). Tradición y mandamientos de hombre es lo mismo. Jesús denuncia su presencia en la iglesia y por tanto debe ser responsabilidad de las autoridades eclesiásticas  locales para que ni los mandamientos de hombre ni la tradición  ocupen el más mínimo espacio en la iglesia que pastorean.

El Espíritu Santo por la pluma de Salomón da una descripción que bien puede ser una iglesia local: “Pasé junto al campo del hombre perezoso, y junto a la viña del hombre falto de entendimiento, y he aquí por toda ella habían crecido los espinos, ortigas habían cubierto su faz, y su cerca de piedra estaba destruida…” (Proverbios 24:30-34).

La descripción que el Señor hace de la viña del hombre falto de entendimiento, ¿coincide con la iglesia en la que me congrego? Si es así dejemos de cabecear otro poco y de poner mano sobre mano otro poco para seguir dormidos. Seamos como las cinco vírgenes prudentes que estaban preparadas y cuando el Esposo llegó entraron con Él en el banquete nupcial. Las otro cinco insensatas precipitadamente fueron en busca del aceite para sus lámparas. Cuando llegaron la puerta estaba cerrada. Llamaron insistentemente para que se les abriese la puerta. A través de ella oyeron la voz del Esposo que las censuraba con estas palabras: “De cierto os digo, que no os conozco” (Mateo 25:12). La pereza en buscar la Verdad para que prevalezca siempre pasa factura.


MARCOS 10: 26,27


“¿Quién, pues, podrá ser salvo? Entonces, Jesús mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no, porque todas las cosas son posibles para Dios”

La pregunta que los discípulos le hacen a Jesús: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?”está relacionada con el interrogante que el joven rico le plantea a Jesús: “¿Qué haré para heredar la vida eterna?” El joven que está preocupado por su salvación plantea mal la pregunta. Considera que la salvación consiste en hacer obras, lo cual es un error. Como quiera que tiene un concepto equivocado de sí mismo y se cree justo considera que desde su juventud ha sido fiel cumplidor de la ley de Dios. El Señor descubre el engaño que se esconde dentro del corazón del joven al decirle: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo” . ¿Cuál fue la respuesta que dio el joven que quería salvarse” “Pero el afligido por esta palabra  se fue triste porque tenía muchas posesiones”.

A este joven que se le conoce como el joven rico, sus posesiones materiales le impidieron entrar en la vida eterna porque su corazón guardaba un tesoro que le impedía amar a Dios con toda su alma y con todas sus fuerzas. En el corazón del joven existía el dios dinero que interfería su relación con el Dios eterno. A los discípulos asombrados por las palabras dichas al joven, Jesús les dice: “Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!”

En cierta ocasión  Jesús dice a sus discípulos: “No temáis manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. Vended lo que poseéis, y dad limosna, haceos bolsas que no envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde el ladrón no llega, ni la polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro , allí estará también vuestro corazón” Lucas 12:32-34).

En el corazón del  hombre nacido de mujer siempre existen tesoros que impiden apropiarse el tesoro que no envejece y que los ladrones no pueden robar: Jesús. A la pregunta:”?Quién, pues, podrá ser salvo?” que los discípulos le hicieron a Jesús, la respuesta que les da el Señor es correcta: “Para los hombres es imposible, pero para Dios, no, porque todas las cosas son posibles para Dios”. La salvación se origina en Dios que produce el misterio del nuevo nacimiento que inicia la nueva vida que consiste en un progresivo abandono de los tesoros escondidos en el corazón para irlos sustituyendo por el tesoro escondido en el campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo, y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo” (Mateo 13:44) Poseer a Jesús bien vale la pena de renunciar a los tesoros que perecen y que impiden la entrada en el reino de Dios.

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dilluns, 1 de setembre del 2014


¿DÓNDE SE ORIGINA LA VIOLENCIA?


<b>La violencia cual nuestra propia sombra nos persigue constantemente sin poder deshacernos de ella</b>

Un jugador de fútbol podría quedarse paralítico a resultas de haber recibido un puntapié después de un partido en Calella. Una maestra de Leeds, Gran Bretaña, fue apuñalada hasta morir por uno de sus alumnos. Un rapero murió en una riña callejera en Sant Adrià del Besòs. Lo citado sólo es una degustación de violencia. Si se siguen las noticias descubriremos que también existe una violencia de alta intensidad. Con ello se nos plantea una pregunta: ¿Somos una sociedad violenta?

El profesor de Psicología y Criminología  de la Universidad de Barcelona <b>Santiago Redondo</b> dice: “No existe una sociedad sin violencia, la humana es la que más ha evolucionado hacia la pacificación”. <b>Mercè Mitjavila</b>, profesora de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona asegura: “Nuestra especie está dotada de una capacidad innata para la respuesta agresiva, clave para garantizar la supervivencia”.

La profesora <b>Mercè Mitjavila</b> introduce el término agresividad que no es lo mismo que violencia. Para el <b>Dr. Eduard Vita</b>, director del servicio de psiquiatría y sicología del Hospital Clínic de Barcelona “la agresividad es una conducta de raíces sicológicas que actúa como mecanismo de autodefensa”. Para <b>Mercè Mitjavila</b> la violencia es otra cosa: Esto ya es más propio de la especie humana. La violencia no tiene justificación , ni función defensiva o adaptativa. La violencias suele ir acompañada de una intencionalidad para hacer mal o destruir”. Para el siquiatra <b>Eduard Vita</b>la violencia es una prolongación de las agresividad y para ejercerla (aquí se encuentra una de las principales diferencias entre un animal y un humano) suelen utilizarse armas que van más allá de las naturales como lo son “las extremidades, dientes y uñas”. Todos estos especialistas en el comportamiento humano tienen en común que la agresividad y la violencia humana son el resultado de las raíces psicológicas que el <i>homo sapiens</i> ha heredado de sus ancestros animales. El proceso evolutivo le ha colocado en la cúspide evolutiva sin dejar de ser un animal como las otras especies.

El ser humano es mucho más que el resultado de un proceso evolutivo que sigue activo y, por lo tanto con la posibilidad, como insinúa el profesor de Sicología y Criminología <b>Santiago Redondo</b>, “la humana es la especie que más ha evolucionado hacia la pacificación”. La supuesta evolución que nos ha llevado hasta este nivel de pacificación (¿) ¿Seguirá haciendo su trabajo de perfeccionamiento hasta llegar al hombre perfecto? Una ilusión que se deshace como un helado expuesto al sol.

El ser humano no es el resultado de un supuesto proceso evolutivo iniciado hace millones de años, sino una creación independiente hecha a imagen del Creador. Dios da a la criatura un mandamiento de obligado cumplimiento que debe obedecer para seguir teniendo comunión con él: “Del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás, porque el día que comas, ciertamente morirás” (Génesis 2:17). Y así fue. El resultado de la desobediencia fue la expulsión del jardín y la introducción del germen de la violencia en Adán y en su descendencia. Caín mató a Abel. En el tiempo de Noé “el Señor vio que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamiento del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5). Certeramente el filósofo afro americano <b>Alain Locke</b> escribió: “Harlem es el precioso fruto del jardín del Edén” <b>Alecksandr Solzenitzen</b> que vivió en su propia carne las atrocidades de los gulags siberianos, escribe: “Los hombres se han olvidado de Dios, esto es la causa de todo lo que ha pasado…Si hoy se nos preguntase la causa de la ruinosa Revolución que se ha tragado a más de 60 millones de nuestro pueblo, no podría decirlo mejor que repetir: los hombres se han olvidado de Dios, esta es la causa de todo lo que ha ocurrido”. Con la clarividencia que le caracteriza,  <b>Solzenitzen</b> escribe: “La línea entre el bien y el mal no pasa entre naciones y culturas, grupos y razas, sino por el centro de cada corazón humano”. Y,<b>Jesús</b> afirma: del corazón provienen los malos pensamientos” (Mateo 15:19), que se convierten en los actos violentos que son el menú de cada día”

Octavi Pereña i Cortina