RACISMO CULTURAL
El
presidente Mariano Rajoy en su empeñada defensa de la unidad de España, afirma:
“El PP, y supongo otras fuerzas políticas, explicarán que España es la nación
más antigua de Europa y que hemos hecho muchas cosas juntos a lo largo de la
historia”. Pienso que el presidente Rajoy se equivoca cuando busca el soporte
de otras fuerzas políticas que confirmen su iluminada declaración que “España
es la nación más antigua de Europa”. Si la bandera española data del 1785 la
pregunta que nos es lícito hacer es, ¿dónde estaba España antes de esta fecha
si no tenía bandera? Le agradecería al Sr. Rajoy respondiese a esta pregunta
Los partidos políticos como es el caso del PP valenciano pueden llegar a ha
decir barbaridades de tanto calado como: “El valenciano es una lengua
prehistórica, que data del siglo VI antes de Cristo y que ha ido evolucionando
con las aportaciones de fenicios, griegos y latinos”. Los políticos que
defienden una causa nacional sin conocer historia y filología pueden llegar a
decir los disparates que han salido de los labios de Mariano Rajoy y del PP
valenciano. Apoyarse en el hombre es como hacerlo en una caña quebrada que
atraviesa la mano.
Pero
no terminan aquí las barbaridades recientemente proclamadas por Mariano Rajoy.
Me lo imagino en Bruselas rodeado de su comparsa de aduladores que aplauden con
vehemente entusiasmo cuando defendiendo la unidad indivisible de España, la
nación, según él, más antigua de Europa, proclama con sus labios que destilaban
autoridad incuestionable: “Compartimos muchas cosas. Son pueblos, el catalán y
la resta de los españoles, que se han mezclado, que tienen la misma sangre”.
Haciendo dicha declaración no se daba cuenta que estaba menospreciando al resto
de naciones que constituyen la Unión Europea porque pone España por encima de
todas ellas braveando de un nacionalismo trasnochado heredado de Felipe V. Con
su declaración racista Mariano Rajoy
supone que España posee una pureza de sangre que no poseen el resto de naciones
europeas. Si Mariano Rajoy estuviese asesorado por un buen consejero espiritual
imparcial, que no estuviese contaminado por las ideas ultra nacionalistas españolas le hubiera podido remitir a un texto bíblico
que de haberle prestado atención le habría evitado caer en el error que cayó y
que seguramente fue el hazmerreír político de sus oyentes: Dios “de una sangre
ha hecho todo el linaje de los hombres para que habiten sobre toda la faz de la
tierra, y les ha fijado el orden de los tiempos, y los límites de su
habitación” (Hechos 17:26). Este texto nos remite al origen del hombre tal como
lo describe el libro de Génesis. El relato dice que Dios no vio bien que el
hombre estuviese solo. Para evitar que la soledad que no era buena para su
bienestar, crea la pareja idónea para Adán. Discutir si el hombre tiene una
costilla menos que la mujer porque Dios le extrajo una para crear a Eva se
pierde de vista que Adán y Eva no son dos creaciones independientes, sino que
Eva procede de Adán y el resto de la humanidad también procede de la simiente
de Adán. El relato de Génesis de la creación
desmiente la teoría que dice que el hombre apareció simultáneamente en
diversos lugares de la tierra
Mariano
Rajoy se equivoca de lleno cuando quiere demostrar que Catalunya forma parte de
la España indisoluble utilizando el argumento de la mezcla de sangre. Es cierto
que abundan en Catalunya los apellidos: Gutiérrez, López, García…, pero no se
mezcla la sangre que hace la marca España con otra inferior que es necesario
regenerar. Los catalanes tienen la misma sangre que los castellanos, los
andaluces, los vascos, los gallegos…porque todos procedemos del tronco común
que es Adán. Ni los reyes pueden reclamar privilegios especiales por motivo de
sangre porque la suya tiene el mismo color que la del resto de los mortales.
Alguien
ha dicho: “El racismo no es el odio hacia otra raza, o que a estas razas se las
considere inferiores. El racismo es violencia gratuita, es el amor hacia una
patria, una cultura, una lengua, unas costumbres, y todo lo que esto implica a
su pueblo”. Al racismo cultural sobre el cual ahora reflexionamos le acompaña
una cierta dosis de violencia, de separación, de enemistad. El racismo, sea de
la índole que sea no construye, destruye. El racismo cultural, como cualquier
otro tipo de racismo se construye sobre el prejuicio y este nace de un concepto
de superioridad, de creer que uno es más que el otro. Se complace destruyendo
los símbolos de identidad del otro: quemando banderas, escribiendo graffitis
injuriosos, menospreciando el idioma…Este virus toxico solamente se puede
combatir con el amor. Dios, que es amor, lo comparte con quienes creen en Él y,
cuando lo derrama en una persona ésta empieza a derribar los muros de
separación que levanta el concepto de superioridad. El amor divino pone en un
plano de igualdad la diversidad cultural permitiendo que las características
diferenciadoras dejen de ser enemigos a los que se debe combatir sin cuartel.
La completa extirpación del racismo cultural se realizara en la eternidad
cuando “una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y
tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del
Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos, y clamaban a
gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en
el trono, y al Cordero” (Apocalipsis 7:9,10).
Octavi Pereña i Cortina
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