MATEO 16:11
“¿Cómo es que no entendéis que no
fue por el pan que os dije que os guardaseis de la levadura de los fariseos y
de los saduceos?”
Los discípulos de Jesús se habían olvidado de traer pan. Tal vez ellos
pensaban ¿qué comeremos? Jesús aprovecha la ocasión para impartirles una
lección espiritual que tenía que ver con el alimento que necesita el alma. Les
dice: “Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos”.
No entendieron lo que Jesús les dijo porque tenían la mente ofuscada. Precisaban
la dirección del Espíritu Santo para poder coger el sentido de las palabras de
Jesús. “¿Cómo es que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os
guardaseis de la levadura de los fariseos y de los saduceos?”
El Espíritu Santo ejerce su función de interprete y, “entendieron
que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan, sino de la
doctrina de los fariseos y de los saduceos”. La Biblia, tanto en el Antiguo
como en el Nuevo Testamento nos alerta de los falsos profetas que con sus
doctrinas equivocadas confunden a quienes los escuchan. El apóstol Pablo nos
dice: “Un poco de levadura leuda toda la masa” (Gálatas 5:0). La pequeña
cantidad de levadura que se pone en la masa se expande por toda ella. Al
hornearla hace que el pan o la torta sea comestible y dé buen gusto al paladar.
Una pequeña dosis de levadura transforma a toda la masa.
La enseñanza que Jesús quiere transmitirnos cuando nos dice que nos
guardemos de la levadura de los fariseos y de los saduceos es que debemos
protegernos de las falsas doctrinas que siembran los lobos que camuflados de
corderos se introducen en las iglesias,
y de Satanás que se reviste de ángel de luz para engañar a los elegidos.
Con demasiada frecuencia, desgraciadamente, los falsos pastores consiguen su
objetivo de engañar al pueblo de Dios y de inutilizarlo para realizar el
ministerio de proclamar el amor de Dios en un mundo que esclavizado por Satanás
vive sumergido en las más espantosas tinieblas espirituales.
Guardémonos de la levadura que esparcen los fariseos y los saduceos.
¿Cómo? El Señor ha puesto a nuestra disposición la Biblia que es su Verdad
que descubre la levadura de los falsos maestros y podemos protegernos de ella.
¿Buscamos en la Biblia la verdad de Dios? ¿Le pedimos al Padre que el Espíritu
Santo que ha enviado para que nos recuerde todas las palabras de Jesús y las
grave en nuestros corazones? ¿Somos diligentes en el estudio de la Verdad de
Dios para impedir que la levadura de la maldad siga contaminando nuestros
corazones y nos destruya? ¿Recuerda el lector como Jesús se deshizo del diablo
cuando hambriento por el largo ayuno le tentó con que convirtiese las piedras en pan? Lo hizo citando la
Escritura: “Escrito está. No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4)
NÚMEROS 33:55
“Y si no expulsáis a los
moradores del país de delante de vosotros, sucederá que los que dejaréis de
ellos serán como aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados,
y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitaréis”
No tenemos que conquistar Canaan
porque si somos verdaderos cristianos ya estamos en el Reino de Dios aquí en la
tierra, antesala del Reino de Dios eterno. Si bien la victoria final ya la
consiguió Jesús, nuestro Capitán muriendo en la cruz y siendo resucitado de
entre los muertos .En nuestro peregrinaje hacia el Reino de Dios eterno aún
quedan batallas que librar. No son escaramuzas en las que se emplean armas de
fuego que matan cuerpos humanos, se utilizan armas espirituales para combatir
enemigos espirituales.
Para no caer en el error en el que cayeron los israelitas cuando
entraron en la Tierra Prometida que no expulsaron a los moradores del país que
les fueron como aguijones espinas que hicieron terriblemente dura y desgraciada
la ocupación. Debemos librar una lucha espiritual sin cuartel contra el enemigo
de nuestras almas que es Satanás. Para enfrentarnos al combate que durará todos
los años que el Señor quiera que permanezcamos aquí en la tierra debemos
empezar “fortaleciéndonos en el Señor, y en el poder de su fuerza” (Efesios 6:10). Es decir no debemos confiar
en nuestras flacas fuerzas sino en el poder del Señor, el Todopoderoso.
Para enfrentarnos al Enemigo en tan desigual combate debemos equiparnos convenientemente. No debemos
olvidar ningún pertrecho: “Vestios de toda la armadura de Dios, para que
podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha
contra sangre y carne sino contra
principados, contra potestades, contra gobernadores de las tinieblas de este
siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”.
El enemigo contra quien debemos luchar es infinitamente superior a
nuestras débiles fuerzas. “por tanto, tomad toda la armadura de Dios para
que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes”.
El apóstol Pablo describe los pertrechos que debe llevar David en su lucha
contra Goliat, el enemigo del alma. Los detalles se encuentran en Efesios
6:10-19. Dada la imposibilidad de describir todo el equipo que debe llevar el
soldado cristiano, me limitaré a lo básico, sin lo cual la victoria es
imposible: “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar
todos los dardos de fuego del maligno”. Si no se tiene fe en Dios y en su Hijo Jesús no vale la pena
salir al campo de batalla porque la guerra ya está perdida de antemano. Pero, “fortaleciéndonos
en el Señor, y en el poder de su fuerza” podemos salir victoriosos en todas
las escaramuzas diarias que debemos librar porque, resistiendo al diablo huirá
de nosotros con el rabo entre las piernas.
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