LUCAS 1:38
“Entonces Maria dijo: He aquí la
sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra”
En la tradición belenista catalana aparece la simpática figura del caganer.
La palabra castellana cagón no expresa exactamente el sentido de la
catalana pero ayuda a hacernos una idea de quien es el caganer.
Inicialmente era un pastorcillo que en cuclillas hacía sus necesidades
fisiológicas apartado de la vista de sus compañeros. Con el paso del tiempo el
tradicional pastorcillo fue dando paso a personajes políticos, deportivos…que
durante el año se han destacado por sus actividades. En este año 2013 la
novedad ha sido La Moreneta, la Virgen de Montserrat, hecho que ha
despertado una cierta polémica por plasmar a la Virgen en postura campestre tan
natural. No entraré en la discusión si añadir
la figura de La Moreneta en el museo de los caganers ha
sido acertada o no por el hecho de herir la sensibilidad de algunos que lo ven
como una ofensa a su religión. Lo que sí he encontrado interesante y que creo
debe ser motivo de reflexión es que La Moreneta convertida en caganer
recupere la humanidad que jamás debería haber perdido. La tradición ha
desposeído la humanidad de “la virgen desposada con un hombre llamado José”,
que el Evangelio la presenta de manera tan natural como a una joven que como
otras doncellas esperaban ansiosas el día de poder consumar el matrimonio.
La tradición ha convertido a la virgen de Nazaret de Galilea en una
diosa, cosa que María, según el Evangelio jamás pretendió ser. En la alabanza
que la virgen María eleva a Dios en
presencia de su pariente Elisabet que se conoce como Magnificat, la
joven desposada declara su autentica
humanidad cuando dice: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se
regocija en Dios mi Salvador” (Lucas 1:46,47). Hace evidente la afirmación
del apóstol Pablo “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la
gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente , mediante la redención que
es en Cristo Jesús” (Romanos 3: 23,24), también se aplica a ella. El
reconocimiento de pecadora no lo hace una diosa. Tampoco una persona que no
cree en Dios. Solamente puede hacerlo alguien a quien Dios ha humillado hasta
el punto de confesar que su espíritu se alegra en Dios, mi Salvador.
La humana María al confesarse pecadora y esperar en su Salvador hace
más numerosa la larga e incontable lista de los héroes de la fe que se alegran
en Dios su Salvador y que esperan que sus cuerpos serán glorificados cuando el
Señor venga en su gloria a llamar a su pueblo que duerme en el sepulcro.
Bienvenida sea la humanización que el artista ha hecho, bien seguro que
inconscientemente, de la virgen de Nazaret, pero Dios puede utilizarla para que
los corazones de las personas que la han convertido en diosa vuelvan a ponerla tocando los pies en el suelo
de donde no se la debería haber sacado nunca. Siguiendo el ejemplo de humildad
que muestra la virgen de Nazaret en el Evangelio muchas más personas se podrán
alegrar en Dios su Salvador.
FILIPENSES 44:11
“No lo digo porque tenga escasez,
pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”
La nuestra es la cultura del poseer. Cada dos por tres los
supermercados ofertan pague dos y llévese tres, pague sus vacaciones en 12
meses sin intereses, compre X porque tú lo vales. En esta época navideña la
publicidad nos insta a comprar lo que no necesitamos. Si el lector se fija se
dará cuenta de que los anuncios van acompañados de rostros sonrientes que
reflejan la satisfacción que les produce comprar el producto X. Pero la
realidad es otra totalmente distinta. Las compras compulsivas no producen
felicidad, todo lo contrario. La cultura del poseer cuanto más mejor produce
insatisfacción. En vez de rostros sonrientes , las caras reflejan amargura,
tristeza, insatisfacción. El apóstol Pablo nos da el secreto de la felicidad: “he
aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”. Pablo pasó
épocas de estrechez, estuvo encarcelado. En otras tuvo lo necesario. Pero
cualquiera que fuese la situación estaba contento.
El contentamiento del apóstol Pablo no dependía de las circunstancias.
Era una actitud del alma que no dependía de lo que ocurriese a su alrededor. No
dependía de lo externo porque su alma estaba satisfecha. En ella habitaba el Dios eterno que satisface
las necesidades vitales del hombre. El Pan de vida nutría el hambre de su alma
y el Agua viva apagaba sed que
marchitaba su corazón. En Jesús lo tenía todo. No le faltaba nada.
De manera especial durante esta época navideña la publicidad se encarga
de despertar en nuestras almas hambrientas y sedientas la necesidad de comprar
compulsivamente para calmarlas. Vemos a las personas frenéticas comprando sin
ton ni son sólo por el deseo de comprar por comprar. Generalmente pagando con
la tarjeta de crédito que a los 30 días avisa que se debe pagar la deuda
pendiente. La alegría se convierte en espanto A los insatisfechos por el ansia
de poseer bienes materiales y en especial a los
atrapados por la publicidad de comprar porque tú lo mereces, la
Biblia también hace campaña para que la gente compre, no para satisfacer sus
deseos sensuales que frustran, sino para
paliar las necesidades del alma:
“A todos los sedientos: Venid a las aguas, y a los que no tienen dinero, venid,
comprad y comed…” (Isaías 55:1-3). Quien ofrece esta compra tan maravillosa
para el sediento y el hambriento es Jesús ya que el agua que ofrece a quien
está sediento “no tendrá sed jamás, y al hambriento que va a Él “nunca
tendrá hambre”. La oferta es gratis para el sediento y el hambriento, para
ello Jesús pagó con su muerte de cruz para que los sedientos y hambrientos
vivan eternamente.
http://octaviperenyacortina22.blogspot.com
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