dilluns, 9 de desembre del 2013


ESPERANZA DE VIDA


<b>En medio de una terrible crisis económica y política que impide el pensamiento positivo, se necesita esperanza para salir del atolladero</b>

Alfa y omega, principio y fin. Dios es alfa y Omega. Fuera de Él no existe nada. ¿Filosofía especulativa? No. Pragmatismo.

Con la negativa de Mariano Rajoy de atender la petición de Artur Mas de hablar del pacto fiscal y el anuncio de una consulta a los catalanes para que decidan si quieren seguir unidos a España o no, se ha puesto en marcha la maquinaria propagandista de los partidos. Cada uno de ellos defiende su ideología con razonamientos emocionales más que fidedignos con el propósito de atraer al electorado a su redil. Las promesas de un paraíso aquí en la tierra deberían ir acompañadas de los pros y las contras que pondrían en evidencia que esta meta es inalcanzable. Con una buena política se puede mejorar sustancialmente la situación social de los ciudadanos, pero no alcanzar el paraíso ni en Catalunya ni en España, ni en ningún país del mundo. En esta actualidad política se debe destacar Alicia Sánchez Camacho que en su defensa de la unidad de España y para evitar que crezca el independentismo de los catalanes emite el mensaje del miedo porque cree que el partido que ella representa en Catalunya es la única fuerza política capaz de garantizar el bienestar de los catalanes. Pero Alicia Sánchez Camacho deja en el cajón del olvido la situación en que se encuentran las comunidades autónomas gobernadas por su partido y la corrupción que en ellas hay y en el seno del partido. Lo dice todo o se calla.

Alfa y omega, principio y fin. La vida del ser humano desde la concepción hasta la muerte pertenece a Dios. Así lo reconoce el salmista en el primer versículo del salmo 71: “En ti, oh Señor, me he refugiado, no sea yo avergonzado jamás”. El poeta esboza las dificultades por las que ha pasado a lo largo de su vida. Por ello invoca a Dios: “Líbrame, auxíliame, date prisa a hacerlo porque son muchos los enemigos que me acechan: Porque tú, oh Señor, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud” (v.5).

Llevándonos al alfa de su vida el salmista afirma: “En ti he sido sustentado desde el vientre, de las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó, de ti será siempre mi alabanza. Desde el momento de mi concepción me has ido haciendo formidablemente y tus maravillas para mí son incontables. Como prodigio he sido a muchos, y tú mi refugio fuerte. Será mi boca llena de tu alabanza, de tu gloria todo el día” (vv.6-8). Refiriéndose a su adolescencia asegura: “Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y hasta ahora he manifestado tus maravillas” (v.17). Esto significa que el salmista cuando escribe el poema es una persona madura que ha dejado atrás los años de las “pasiones juveniles” y que durante esta etapa de su vida Dios lo ha instruido y le ha dado sabiduría para saber distinguir entre el bien y el mal y recibido la fuerza necesaria para decidirse por el bien.

El salmista debido a su caminar con Dios ha aprendido a contar los días de su vida y se da cuenta de que se acerca hacia el omega de su existencia terrenal: “Aún en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares” (v.18). El salmista recuerda muy bien la promesa del Señor de no dejarlo ni abandonarlo, aún cuando puedan hacerlo sus padres biológicos, familiares y amigos. Desde la debilidad humana clama a Dios que ha estado a su lado desde que se encontraba en el vientre de su madre. Para que le dé ánimo en esta época de su existencia en la que sus adversarios: las lacras y otros problemas de salud propios de la vejez se multiplican e intensifican e intentan debilitar su fe en el Dios que le  ha   dado soporte hasta ahora. Pero sus adversarios no pueden con su fe: “Corona de honra es la vejez que se halla en el camino de la justicia” (Proverbios 16:31).

El salmista además de ser un hombre de fe tiene los pies en el suelo. Es consciente de la realidad vivida a lo largo de los años: “Tú que me has hecho ver muchas angustias y males” (v.20). La existencia terrenal aunque sea caminando con Dios va acompañada de muchas amarguras y sinsabores. Estas, pero, le han servido para agarrarse con más fuerza al Dios que desde las entrañas de su madre  ha sido compañero de su peregrinaje terrenal. La fe le permite ver la Tierra Prometida celestial que aguarda a quienes mueren en el Señor: “Volverás a darme vida, y de nuevo me levantarás de las profundidades de la tierra, aumentarás mi grandeza, y volverás a consolarme” (vv.20,21). Está firmemente convencido de que su cuerpo no se quedará en el sepulcro siendo pasto de los gusanos. Cree en la resurrección corporal para vida eterna:  “Volverás a darme vida, y de nuevo me levantarás de las profundidades de la tierra”.

Debido a estos tiempos de incertidumbre política en el que los políticos no tienen una hoja de ruta fiable, los ancianos que andamos con Dios tenemos alguna cosa que hacer: “Cuanto más tiempo vivimos, más sabemos / La vejez es el tiempo de mostrar sabiduría / Quién sabe lo que puede hacer una palabra que podamos decir / Qué puede hacer para los líderes del futuro” (Anónimo). La Omega de nuestra existencia es Cristo nuestra esperanza de vida eterna

Octavi Pereña i Cortina

 

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