dilluns, 30 de desembre del 2013


VERDAD Y MENTIRA


 

“La supresión de las categorías morales”, escribió Juan Manuel de Prada, “nunca es inocua, aunque nuestra época proclama ufana lo contrario”. Más claro el agua. Toda la filosofía moral  que se condensa en la conocida Ley de Dios, los Diez Mandamientos, que no se pueden transgredir sin que ocasiones graves consecuencias. La Biblia habla del endurecimiento de corazón que se produce cuando el ser humano se desmarca de Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, con el resultado de que sus mandamientos dados para la felicidad del ser humano se olvidan, tomando cuerpo la corrupción moral que de Prada denuncia en su escrito Lo bueno y lo malo.
Cuando el ser humano abandona a Dios se alteran los principios morales que le producen felicidad. Por este motivo los profetas denunciaban que los israelitas al bien le llamasen mal y al mal, bien. La alteración de los factores morales siempre conducen a la destrucción individual y colectiva. El salmista, dándose cuenta de la gravedad de haber abandonado su pueblo a Dios, denuncia con palabras muy duras este hecho: “Se apartaron los impíos desde la matriz, se descarriaron hablando mentira desde que nacieron” (Salmo 58.3). El diccionario define así mentira: “Aversión hecha con pleno conocimiento contra la verdad”. Nos puede parecer exagerada esta definición. Si damos como válida la enseñanza bíblica de que el ser humano debido al pecado de Adán es engendrado en pecado no nos debería parecer extraño de que los hijos de Adán a los que el salmista lama malvados, desde el seno materno, hablen mentira. Esta afirmación la considero válida porque lo dice la Biblia . Desconozco si existe alguna manera científica de verificarla. Tanto si se encuentra como no doy por bueno el punto de vista del salmista. Lo que sí está comprobado es que los niños desde muy temprana edad desean eludir la responsabilidad de sus actos con la mentira descargando sobre cabeza ajena sus responsabilidades. A medida que van creciendo aplican este comportamiento según la experiencia adquirida.
Juan Manuel de Prada en el escrito mencionado hace referencia al adulterio y como evoluciona esta infracción de la Ley de Dios de ser reconocida como un acto moralmente reprobable, castigado por infringir un daño al cónyuge engañado a dejar de ser delito.  Ser socialmente  aceptado sólo ha sido cuestión de tiempo. Al mal se lo considera un bien. El ser humano miente por interés. Este comportamiento perfectamente puede aplicarse a toda la Ley de Dios. Como para muchos Dios ha muerto no se le tiene en cuenta en la vida diaria. A lo que es malo se dice que es bueno. Así se justifica el comportamiento moral reprobable. La conciencia por más endurecida que esté  siempre le queda un mínimo de clarividencia, cosa que a inquieta y no la deja estar tranquila. Un mar embravecido se despierta en el alma. Para intentar evitar el desasosiego se pretende hacerlo escondiendo la cabeza bajo el ala. El cáncer sigue activo y se expande velozmente haciendo insoportable la vida. Esta situación ayuda a entender la causa del consumo de drogas legales e ilegales. Se pretende curar la enfermedad espiritual con química natural o artificial. El resultado es negativo. El cáncer sigue expandiéndose sin desfallecer. El dolor moral se hace más insoportable.
Para vencer a la mentira se debe conocer la Verdad que no es una filosofía o doctrina, sino una persona: Cristo, que afirma ser la Verdad. Cuando se conoce la auténtica Verdad  la luz de Dios ilumina el corazón hecho que permite distinguir nítidamente la verdad y la mentira. Además se reciben las fuerzas necesarias para aceptar la verdad y abandonar la mentira. Más pronto o más tarde la mentira pasa factura. Entonces ya no sirven para nada las lamentaciones. Los adúlteros, a pesar de todas las excusas que han ido amontonando para justificar sus infidelidades no pueden eludir las consecuencias. El dolor moral y la vergüenza social están ahí para decirles que no es de recibo decir que está bien lo que está mal.
Octavi Pereña i Cortina
 

MATEO 2:11


“Y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra”

El relato de los magos que vinieron de Oriente repite dos veces que el propósito de estos personajes misteriosos de hacer un largo viaje hasta Belén fue el deseo de adorar al Rey de los judíos que había nacido.

Los magos, por el hecho de ser hombres sabios, bien seguro que conocían las Escrituras de los judíos y por lo tanto las profecías que anunciaban la venida del Mesías y, en concreto la que pronunció Balaam: “Saldrá estrella de Jacob, y se levantará cetro de Israel” (Números 24:17).

El Rey de los judíos es el Rey de reyes y Señor de señores. Los magos cuando saben que el Niño nacido en Belén es el Rey de los judíos reconocen su señorío absoluto sobre toda la Creación y en concreto sobre el pueblo de Dios. Hoy, los hombres en general rechazan el señorío de Jesús en sus vidas y, así les van las cosas, de mal a peor. Los remedios que ponen a las heridas sociales se agravan más con la aplicación de remedios contaminados de pecado.

Pero vayamos a los magos y al modelo de Navidad que nos muestran. Emprenden el viaje desde Oriente para adorar al Niño nacido, es decir, reconocerle como Dios y como la única persona merecedora de adoración. Del comportamiento de los magos debemos tomar ejemplo. Hoy, los llamados cristianos honran a Dios de labios pero sus corazones están lejos de Él.

Cuando los orientales personajes llegan a Belén y se encuentran ante la casa en donde se encuentra el Niño “lo adoraron”. Al postrarse ante el débil Niño reconocieron que Jesús estaba por encima de ellos. El Niño era el rey y ellos, los magos, siervos de la majestad divina encarnada en el débil Niño. Siguiendo las costumbres de la época  cuando unos embajadores se presentan ante un monarca lesofrecen presentes. Los magos en representación de sí mismos ofrecen dones al Niño. No especularemos sobre el significado del oro, del incienso y de la mirra. Los magos ofrecieron al Niño de aquello que tenían. No se intercambiaron regalos entre ellos. En otras circunstancias es legítimo que las personas se intercambien regalos. Pero cuando se adora a Jesús todo el ser debe ofrecerse a Él. No da lugar al intercambio de regalos entre los adoradores. La costumbre actual de los llamados cristianos de intercambiarse regalos o autoregalárselos pone en evidencia que el nombre de Jesús tan en boca en estos días navideños está muy lejos de ser considerado el Rey de los judíos. Cuando se asiste a una fiesta de aniversario los invitados llevan presentes para obsequiar a quien es el motivo de la celebración, no para intercambiarse presentes los invitados


SALMO 81: 13,14


“¡oh si me hubiese oído mi pueblo, si en mis caminos hubiese andado Israel! En un momento habría yo derribado a sus enemigos, y vuelto mi mano contra sus adversarios”

Dios no se cansa de recordar a su pueblo el cuidado que ha tenido con él durante la travesía del desierto. “Oye pueblo mío, y te amonestaré. Israel, si me oyes, no habrá en ti dios ajeno, no te inclinarás a Dios extraño, yo soy el Señor tu Dios. Que te hice salir de Egipto, abre tu boca y yo la llenaré (vv.8-10).Si la iglesia de hoy escuchase a la voz del Señor no habría en ella dios extraño porque el Señor su Dios la ha redimido. Reconocería que fuera del Señor Jesucristo no hay dios alguno. Si tuviese presente  todo lo que el Señor ha hecho por su iglesia, que ha dado a su Hijo unigénito a morir por ella para limpiarle todos sus pecados y garantizarle la resurrección y la vida eterna, no tendría dioses ajenos ante sus ojos.

Dios se lamenta: “Mi pueblo no oyó mi voz, e Israel no me quiso a mi” (v.11). La Navidad que la cristiandad celebra para recordar el nacimiento del Salvador, en vez de adorar al Niño como lo hicieron los pastores, los magos, Simón y Ana, sustituye al Niño por el Papá Noel y, en vez de ofrecerle dones como los magos se sienta a la mesa para adorar al dios vientre comiendo con glotonería suculentos manjares y adormecedoras bebidas que la incitan a decir sandeces.

No existe efecto sin causa. El hecho de haber abandonado a Dios también lo tiene: “los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón, caminaron en sus propios consejos” (v.12). Mal le va a un pueblo cuando el guía que tiene es ciego y en el rebaño no se encuentra ningún tuerto que reciba algo de luz para avisar de los obstáculos que se presentan en el camino. Un pueblo que camina al dictamen de los consejos de su propio corazón tenebroso por la falta de la luz divina es un pueblo condenado al fracaso porque en él no se encuentra sabiduría. La cristiandad, en líneas generales, se ha convertido en un estercolero  porque los pastores que la guían son ciegos que la conducen a la perdición y a perder su lugar como luz que alumbra en el mundo.

Si la cristiandad no fuese rebelde, “¡Oh, si me hubiese oído mi pueblo, si en mis caminos hubiese andado Israel!” (v.13). La iglesia no sabe como salir de la confusión en que se encuentra porque sus pastores no la guían por los caminos del Señor, aquellos caminos antiguos de los  que debería haber salido nunca. Debido a la infidelidad las iglesias cierran las puertas de sus lugares de culto y los edificios vacíos los ocupan los seguidores de Alá. La historia se repite.


 

dilluns, 23 de desembre del 2013


SOBERANIA POPULAR


<b>La prosperidad de los pueblos no radica en que sus gobernantes proporcionen a los ciudadanos lo que les pidan sino lo que los hará justos. La justicia engrandece a las naciones</b>

Existe un texto bíblico que como todos ellos cuando se les saca de su contexto se les hace decir lo que se quiera. El conocido eslogan: <i>Francisco Franco caudillo de España por la gracia de Dios</i> está fundamentado en este texto bíblico que se encuentra en Romanos 13:1  que dice: “Sométase toda persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”. El apóstol Pablo, autor del texto, lo escribe en un momento histórico que no se caracterizaba precisamente por la bondad de los emperadores romanos. Los cristianos, ante la negativa de no querer aceptar la divinidad de los emperadores fueron cruelmente perseguidos. Así y todo al apóstol no le importa reconocer que tales perversos gobernantes estaban puestos por Dios en el trono.

Antes de que Israel se constituyese en una nación estable dotada de estructuras de estado, cuando todavía vagaba por el desierto, el Dios que lo había sacado de la esclavitud egipcia con mano poderosa, por boca de Moisés le dice: “Cuando entres en la tierra que el Señor tu Dios te da y digas: Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están a mi alrededor…Ciertamente pondrás un rey sobre ti al que el Señor tu Dios escoja…Y cuando se siente sobre el trono, de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas, y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer al Señor su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos para ponerlos por obra, para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra, a fin que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel” (Deuteronomio 17: 14-2). El rey que se tenía que elegir llegado el momento tenía que reunir unas características muy peculiares: Tenía que ser un hombre que amase a Dios y a su Palabra para que su reinado reflejase la santidad y la justicia de Dios que le había otorgado la autoridad.

Pasan los años e Israel se va consolidando como nación. Gobernaba el profeta Samuel. Todos los ancianos de Israel se reunieron para entrevistarse con Samuel para decirle: “Constitúyenos ahora un rey que nos juzgue como tienen todas las naciones”             (1 Samuel 8:5). A Samuel no le gustó la petición y buscó en oración a Dios para pedirle consejo al respecto de la petición del pueblo. “El Señor le dijo a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan, porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” (v.7). Samuel siguiendo las instrucciones divinas escoge y unge rey a Saúl, que resultó ser un monarca nefasto porque juzgó a Israel de la manera como lo hacínalas naciones vecinas: con despotismo.

Si uno lee con un poco de atención el Antiguo Testamento se dará cuenta de que Dios pone reyes y los depone debido a su impiedad y crueldad. Cuando en un sentido acusador se cita: “Porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”, se debe tener en cuenta el contexto bíblico para no hacerle decir disparates al texto leído.

Recientemente el presidente del Gobierno español Mariano Rajoy ha dicho: “La soberanía de la Nación pertenece a todos los españoles”. Mariano Rajoy gobierna no porque haya sido elegido democráticamente. El resultado de las elecciones que le han otorgado la autoridad que dispone no ha sido el fruto de su campaña electoral, sino porque entre bastidores Dios dirige el sentir popular y como en el caso de Saúl, el pueblo que no quiere que le gobierne Dios, hace una elección que resulta ser nefasta para la nación que elige mal a sus gobernantes. Cuando Mariano Rajoy afirma: “La soberanía de la Nación pertenece a todos los españoles” está rehuyendo su responsabilidad que como gobernante tiene de sus decisiones políticas y justifica sus desaciertos políticos en la soberanía de todos los españoles, a los que por cierto, no los escucha cuando le piden explicaciones de lo que hace. A la hora de la verdad no escucha el clamor popular y, no  sólo esto, sino que amenaza al “pueblo soberano”con una ley que castigará duramente a los manifestantes que protesten concentrándose ante edificios públicos. Al pueblo soberano no se le permite expresarse libremente.

Las democracias occidentales son decadentes y desacreditadas. A los gobiernos les da miedo el auge que adquieren los partidos de extrema derecha. No es casual el ímpetu que adquieren. Las democracias se sostienen a base de la justicia. La fuente de la justicia no se encuentra en el “pueblo soberano”, sino en Dios y cuando éste otorga a alguien la autoridad para gobernar y el elegido no lo tiene en cuenta y en vez de dejarse guiar por las instrucciones divinas y prefiere hacerlo según sus pensamientos torcidos el resultado es el desastre que sacude a las democracias que han perdido el encanto que Tocqueville (1805-1859) veía en la norteamericana. Los ciudadanos soberanos piden transparencia para hacer desaparecer la corrupción que impera en todas las esferas de la Administración que se intenta tapar con evasivas. La transparencia deseada no desaparecerá en tanto los ciudadanos voten a políticos por sus promesas electorales que no cumplirán y no por su fidelidad a Dios que los ha puesto en el cargo para “no para infundir temor al que hace el bien, sino al malo” (Romanos 13:3).

Octavi Pereña i Cortina

 

IASÍAS 9:6


“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”

La tradición navideña ha despojado al niño de su divinidad eterna. Detrás de la debilidad del niño recién nacido se esconde el eterno poder que del Hijo unigénito del Padre eterno se desprende para salvar a su pueblo de sus pecados. En el comentario de hoy nos fijaremos en dos palabras que caracterizan al niño nacido en el pesebre de Belén.

La palabra Admirable significa “algo no común o fuera de los ordinario. Refleja un acontecimiento que se encuentra más allá de la explicación humana, que está separado del curso normal de los acontecimientos”.

¿No es algo fuera de lo ordinario que el Hijo de Dios naciese de una virgen que no había conocido hombre? ¿No es algo fuera de lo común, de lo ordinario, que María concibiese del Espíritu Santo? ¿No es verdad que el relato del nacimiento de Jesús es demasiado maravilloso para nosotros y que no lo podemos comprender y que solamente lo podemos creer por fe que es regalo de Dios?

Mucho antes de que naciese el niño y que Dios diese al Hijo, Isaías profetizó que Dios enviaría a su Hijo que sería el Consejero que una humanidad de corazón quebrantada por el pecado necesitaba. Cuando Jesús vino a este mundo para salvar a su pueblo de sus pecados porque era Dios con nosotros manifestó poseer una autoridad infinitamente superior a la de sus enemigos los sacerdotes y los escribas. Jesús es el Consejero admirable que los corazones envueltos de tinieblas espirituales necesitan para poder salir de la oscuridad y andar en la luz.

La situación actual grita a pleno pulmón por un Consejero admirable que le dé solución a la multitud de problemas que la sociedad actual tiene planteados y que no sabe en donde encontrarla. Busca por doquier consejeros que la guíen y lo que reciben de los profesionales del consejo son respuestas contradictorias  que lo sumergen más profundamente en el abismo de la ignorancia.

La palabras que Jesús pronunciaba eran tan duras de oír para los oídos de sus oyentes que se decían: “¿Quién las puede oír?” Como quiera que a través de sus oídos no entraban en sus corazones “muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con Él”. Entonces Jesús dijo a los doce: “Queréis acaso iros también vosotros?” Pedro le responde: “Señor, a quién iremos?” tu tienes palabras de vida eterna”. Pedro reconoce que aquel Jesús que había alimentado a multitudes y cuya enseñanza no había llegado a sus corazones era el Consejero Admirable que su alma afligida por el pecado necesitaba.


EZEQUIEL 33:31


“Y vendrán a ti como viene el pueblo, y estarán delante de ti como pueblo mío, y oirán tus palabras y no las pondrán por obra, antes hacen halagos con sus bocas, y su corazón queda en pos de su avaricia”

El profeta Ezequiel habla a Israel un mensaje de juicio de parte del Señor:”Y sabrán que yo soy el Señor cuando conviertas la tierra en soledad y desierto, por todas las abominaciones que han hecho” (v.29). El profeta escribe desde Babilonia en donde había  sido deportado y anuncia el cataclismo que se cernía sobre Israel debido al pecado de adorar a otros dioses, de haber abandonado al Señor que los había sacado con mano fuerte de la esclavitud de Egipto para conducirlos a la Tierra Prometida y por haber roto el vasallaje que debía al rey de Babilonia. La desolación que estaba a punto de llegar sería un mensaje que hablaría a los judíos: “Y sabrán que yo soy el Señor cuando convierta la tierra en soledad y desierto, por todas las abominaciones que han hecho” (v.29).

En el horizonte aparecen negros nubarrones que presagian la terrible tormenta que arrasaría Jerusalén, el símbolo de la identidad nacional de los judíos y el lugar en donde residía la gloria de Israel: no quedaría piedra sobre piedra del majestuoso templo construido por Salomón.

Encontrándose el pueblo a la espera de la inminente catástrofe nacional, en vez de arrepentirse de sus pecados como lo hicieron los ninivitas a la predicación de Jonás, se toman a cachondeo el mensaje de Ezequiel:”Y tú, hijo de hombre, los hijos de tu pueblo se mofan de ti junto a las paredes y a las puertas de las casas, y habla en uno con el otro, cada uno con su hermano, diciendo: Venid ahora, y oíd la palabra que viene del Señor…y he aquí que tú eres a ellos como cantor de amores, hermoso de voz y que canta bien, y oirán tus palabras, pero no las pondrán por obra”  (vv.30-32). Los oyentes del mensaje de Ezequiel se decían el uno al otro: “Este hombre tiene un pico de oro. La oratoria es excelente. Este es el pastor que necesitamos. Oímos tus palabras. Nos gustan mucho. Haremos lo que nos plazca”.

“Nuestro tiempo se parece al de Ezequiel: negros nubarrones presagian el tsunami que nos destruirá. Somos incapaces de leer el mensaje que transportan. Jugamos a ser religiosos especialmente en esta época navideña. El nombre de Jesús, el Salvador, está a flor los labios de muchos y al Niño Dios lo convierten en un espectáculo. A pesar de que Jesús es el Salvador que necesita la cristiandad prefiere quedarse con los villancicos que despiertan falsa alegría y construirse belenes que destacan las habilidades artísticas de sus constructores. Pero el tiempo de la gracia se acerca a su fin y cuando se haya terminado ya no se dispondrá de tiempo para el arrepentimiento. Cuando descargue la tormenta los impíos “sabrán que hubo Profeta entre ellos” a la vez que se ven arrojados al fuego eterno

Octavi Pereña i Cortina

dilluns, 9 de desembre del 2013


ESPERANZA DE VIDA


<b>En medio de una terrible crisis económica y política que impide el pensamiento positivo, se necesita esperanza para salir del atolladero</b>

Alfa y omega, principio y fin. Dios es alfa y Omega. Fuera de Él no existe nada. ¿Filosofía especulativa? No. Pragmatismo.

Con la negativa de Mariano Rajoy de atender la petición de Artur Mas de hablar del pacto fiscal y el anuncio de una consulta a los catalanes para que decidan si quieren seguir unidos a España o no, se ha puesto en marcha la maquinaria propagandista de los partidos. Cada uno de ellos defiende su ideología con razonamientos emocionales más que fidedignos con el propósito de atraer al electorado a su redil. Las promesas de un paraíso aquí en la tierra deberían ir acompañadas de los pros y las contras que pondrían en evidencia que esta meta es inalcanzable. Con una buena política se puede mejorar sustancialmente la situación social de los ciudadanos, pero no alcanzar el paraíso ni en Catalunya ni en España, ni en ningún país del mundo. En esta actualidad política se debe destacar Alicia Sánchez Camacho que en su defensa de la unidad de España y para evitar que crezca el independentismo de los catalanes emite el mensaje del miedo porque cree que el partido que ella representa en Catalunya es la única fuerza política capaz de garantizar el bienestar de los catalanes. Pero Alicia Sánchez Camacho deja en el cajón del olvido la situación en que se encuentran las comunidades autónomas gobernadas por su partido y la corrupción que en ellas hay y en el seno del partido. Lo dice todo o se calla.

Alfa y omega, principio y fin. La vida del ser humano desde la concepción hasta la muerte pertenece a Dios. Así lo reconoce el salmista en el primer versículo del salmo 71: “En ti, oh Señor, me he refugiado, no sea yo avergonzado jamás”. El poeta esboza las dificultades por las que ha pasado a lo largo de su vida. Por ello invoca a Dios: “Líbrame, auxíliame, date prisa a hacerlo porque son muchos los enemigos que me acechan: Porque tú, oh Señor, eres mi esperanza, seguridad mía desde mi juventud” (v.5).

Llevándonos al alfa de su vida el salmista afirma: “En ti he sido sustentado desde el vientre, de las entrañas de mi madre tú fuiste el que me sacó, de ti será siempre mi alabanza. Desde el momento de mi concepción me has ido haciendo formidablemente y tus maravillas para mí son incontables. Como prodigio he sido a muchos, y tú mi refugio fuerte. Será mi boca llena de tu alabanza, de tu gloria todo el día” (vv.6-8). Refiriéndose a su adolescencia asegura: “Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y hasta ahora he manifestado tus maravillas” (v.17). Esto significa que el salmista cuando escribe el poema es una persona madura que ha dejado atrás los años de las “pasiones juveniles” y que durante esta etapa de su vida Dios lo ha instruido y le ha dado sabiduría para saber distinguir entre el bien y el mal y recibido la fuerza necesaria para decidirse por el bien.

El salmista debido a su caminar con Dios ha aprendido a contar los días de su vida y se da cuenta de que se acerca hacia el omega de su existencia terrenal: “Aún en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares” (v.18). El salmista recuerda muy bien la promesa del Señor de no dejarlo ni abandonarlo, aún cuando puedan hacerlo sus padres biológicos, familiares y amigos. Desde la debilidad humana clama a Dios que ha estado a su lado desde que se encontraba en el vientre de su madre. Para que le dé ánimo en esta época de su existencia en la que sus adversarios: las lacras y otros problemas de salud propios de la vejez se multiplican e intensifican e intentan debilitar su fe en el Dios que le  ha   dado soporte hasta ahora. Pero sus adversarios no pueden con su fe: “Corona de honra es la vejez que se halla en el camino de la justicia” (Proverbios 16:31).

El salmista además de ser un hombre de fe tiene los pies en el suelo. Es consciente de la realidad vivida a lo largo de los años: “Tú que me has hecho ver muchas angustias y males” (v.20). La existencia terrenal aunque sea caminando con Dios va acompañada de muchas amarguras y sinsabores. Estas, pero, le han servido para agarrarse con más fuerza al Dios que desde las entrañas de su madre  ha sido compañero de su peregrinaje terrenal. La fe le permite ver la Tierra Prometida celestial que aguarda a quienes mueren en el Señor: “Volverás a darme vida, y de nuevo me levantarás de las profundidades de la tierra, aumentarás mi grandeza, y volverás a consolarme” (vv.20,21). Está firmemente convencido de que su cuerpo no se quedará en el sepulcro siendo pasto de los gusanos. Cree en la resurrección corporal para vida eterna:  “Volverás a darme vida, y de nuevo me levantarás de las profundidades de la tierra”.

Debido a estos tiempos de incertidumbre política en el que los políticos no tienen una hoja de ruta fiable, los ancianos que andamos con Dios tenemos alguna cosa que hacer: “Cuanto más tiempo vivimos, más sabemos / La vejez es el tiempo de mostrar sabiduría / Quién sabe lo que puede hacer una palabra que podamos decir / Qué puede hacer para los líderes del futuro” (Anónimo). La Omega de nuestra existencia es Cristo nuestra esperanza de vida eterna

Octavi Pereña i Cortina

 

LUCAS 1:38


“Entonces Maria dijo: He aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra”

En la tradición belenista catalana aparece la simpática figura del caganer. La palabra castellana cagón no expresa exactamente el sentido de la catalana pero ayuda a hacernos una idea de quien es el caganer. Inicialmente era un pastorcillo que en cuclillas hacía sus necesidades fisiológicas apartado de la vista de sus compañeros. Con el paso del tiempo el tradicional pastorcillo fue dando paso a personajes políticos, deportivos…que durante el año se han destacado por sus actividades. En este año 2013 la novedad ha sido La Moreneta, la Virgen de Montserrat, hecho que ha despertado una cierta polémica por plasmar a la Virgen en postura campestre tan natural. No entraré en la discusión si añadir  la figura de La Moreneta en el museo de los caganers ha sido acertada o no por el hecho de herir la sensibilidad de algunos que lo ven como una ofensa a su religión. Lo que sí he encontrado interesante y que creo debe ser motivo de reflexión es que La Moreneta convertida en caganer recupere la humanidad que jamás debería haber perdido. La tradición ha desposeído la humanidad de “la virgen desposada con un hombre llamado José”, que el Evangelio la presenta de manera tan natural como a una joven que como otras doncellas esperaban ansiosas el día de poder consumar el matrimonio.

La tradición ha convertido a la virgen de Nazaret de Galilea en una diosa, cosa que María, según el Evangelio jamás pretendió ser. En la alabanza que la virgen María eleva a  Dios en presencia de su pariente Elisabet que se conoce como Magnificat, la joven desposada declara su autentica  humanidad cuando dice: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lucas 1:46,47). Hace evidente la afirmación del apóstol Pablo “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente , mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3: 23,24), también se aplica a ella. El reconocimiento de pecadora no lo hace una diosa. Tampoco una persona que no cree en Dios. Solamente puede hacerlo alguien a quien Dios ha humillado hasta el punto de confesar que su espíritu se alegra en Dios, mi Salvador.

La humana María al confesarse pecadora y esperar en su Salvador hace más numerosa la larga e incontable lista de los héroes de la fe que se alegran en Dios su Salvador y que esperan que sus cuerpos serán glorificados cuando el Señor venga en su gloria a llamar a su pueblo que duerme en el sepulcro.

Bienvenida sea la humanización que el artista ha hecho, bien seguro que inconscientemente, de la virgen de Nazaret, pero Dios puede utilizarla para que los corazones de las personas que la han convertido en diosa  vuelvan a ponerla tocando los pies en el suelo de donde no se la debería haber sacado nunca. Siguiendo el ejemplo de humildad que muestra la virgen de Nazaret en el Evangelio muchas más personas se podrán alegrar en Dios su Salvador.


FILIPENSES 44:11


“No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”

La nuestra es la cultura del poseer. Cada dos por tres los supermercados ofertan pague dos y llévese tres, pague sus vacaciones en 12 meses sin intereses, compre X porque tú lo vales. En esta época navideña la publicidad nos insta a comprar lo que no necesitamos. Si el lector se fija se dará cuenta de que los anuncios van acompañados de rostros sonrientes que reflejan la satisfacción que les produce comprar el producto X. Pero la realidad es otra totalmente distinta. Las compras compulsivas no producen felicidad, todo lo contrario. La cultura del poseer cuanto más mejor produce insatisfacción. En vez de rostros sonrientes , las caras reflejan amargura, tristeza, insatisfacción. El apóstol Pablo nos da el secreto de la felicidad: “he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”. Pablo pasó épocas de estrechez, estuvo encarcelado. En otras tuvo lo necesario. Pero cualquiera que fuese la situación estaba contento.

El contentamiento del apóstol Pablo no dependía de las circunstancias. Era una actitud del alma que no dependía de lo que ocurriese a su alrededor. No dependía de lo externo porque su alma estaba satisfecha.  En ella habitaba el Dios eterno que satisface las necesidades vitales del hombre. El Pan de vida nutría el hambre de su alma y el Agua viva apagaba  sed que marchitaba su corazón. En Jesús lo tenía todo. No le faltaba nada.

De manera especial durante esta época navideña la publicidad se encarga de despertar en nuestras almas hambrientas y sedientas la necesidad de comprar compulsivamente para calmarlas. Vemos a las personas frenéticas comprando sin ton ni son sólo por el deseo de comprar por comprar. Generalmente pagando con la tarjeta de crédito que a los 30 días avisa que se debe pagar la deuda pendiente. La alegría se convierte en espanto A los insatisfechos por el ansia de poseer bienes materiales y en especial a los  atrapados por la publicidad de comprar porque tú lo mereces, la Biblia también hace campaña para que la gente compre, no para satisfacer sus deseos sensuales que frustran, sino para  paliar las  necesidades del alma: “A todos los sedientos: Venid a las aguas, y a los que no tienen dinero, venid, comprad y comed…” (Isaías 55:1-3). Quien ofrece esta compra tan maravillosa para el sediento y el hambriento es Jesús ya que el agua que ofrece a quien está sediento “no tendrá sed jamás, y al hambriento que va a Él “nunca tendrá hambre”. La oferta es gratis para el sediento y el hambriento, para ello Jesús pagó con su muerte de cruz para que los sedientos y hambrientos vivan eternamente.

 

http://octaviperenyacortina22.blogspot.com

 

dimarts, 3 de desembre del 2013


PENSAMIENTO CRÍTICO


<b>La sociedad no acierta su camino porque tanto políticos como ciudadanos carecen de pensamiento crítico porque se prefiere el camino fácil de no disentir por miedo</b>

Damos por buena la publicidad: comercial, política, religiosa, porque normalmente los eslóganes nos llegan vestidos de todo lujo de detalles que esconden la realidad de lo que anuncian. La publicidad en general nos inunda y como no hemos desarrollado el <i>pensamiento crítico</i> nos coge indefensos y nos engaña como a un  chino. El <i>pensamiento crítico</i> se encarga de hacernos saber si alguna cosa es verdadera o falsa, racional o no, fundada o infundada. Esta competencia que otorga el <i>pensamiento crítico</i> es imprescindible en una sociedad libre porque solamente el <i>pensamiento crítico</i>nos libera de adoctrinamiento, la propaganda y el prejuicio.

No se nace siendo competente en el <i>pensamiento crítico</i>.Es un aprendizaje que se perfecciona a lo largo de toda la vida. Pienso que la mejor manera de mejorar el <i>pensamiento crítico</i> es la lectura que se estimula con la practica de leer. La lectura no es del agrado de todos. Hoy, gracias a la educación universal gratuita se puede decir que casi no hay analfabetos. Eso sí, se dan muchos analfabetos activos porque pudiendo leer no lo hacen. Les falta un estímulo que les induzca a ser lectores activos.

Si se encuentra un tema que apasione pasa como con la informática que se encuentran enlaces en el camino que aportan más luz al tema que interesa. En el momento en que un asunto te atrapa haces como las hormigas durante el verano que infatigablemente trabajan recogiendo el alimento que necesitarán durante la esterilidad del invierno. La adquisición de <i>pensamiento crítico</i> exige esfuerzo de hormiga: lectura infatigable del tema que absorbe y que se ensancha con los enlaces que se van encontrando a lo largo del camino, que por cierto no da lugar a la ociosidad. Siempre van apareciendo detalles nuevos que despiertan el interés: te sumerges en ellos. El <i>pensamiento crítico</i> está reñido con la holgazanería lectora. La Biblia nos da un consejo para que el <i>pensamiento crítico</i> no se adormezca: “Examinadlo todo, retened lo bueno” (1 Tesalonicenses 5:21).

La antípoda del <i>pensamiento crítico</i> es la <i>credulidad</i>. Crédulo es quien se deja convencer con excesiva facilidad, sin poner ningún filtro crítico. Se lo engulle todo sin masticar. La credulidad está muy extendida. Basta un par de ejemplos: La cantidad de cadenas de televisión y emisoras de radio que dedican espacios que tienen buena audiencia dedicados a la videncia, astrología, tarotismo, espiritualidades extrañas disfrazadas de ciencia. Y, no olvidemos la manera de emitir el voto. Después de un fracaso de gobierno se da la mayoría absoluta al partido autor del descalabro. La credulidad es un ataque a la inteligencia.

<b>José Antonio Marina</b> dice: “La ley de Educación que se está cociendo también menosprecia a la filosofía. Cosa que no quiere formar la inteligencia crítica del ciudadano, la capacidad de exigir o comprender argumentos, para no dejarse convencer por eslóganes, consignas y exabruptos, para no acostumbrarnos a hacernos la pregunta fundamental ante cualquier opinante: ¿Y tú como lo sabes?” La finalidad de la Filosofía es  que el estudiante aprenda a pensar por sí mismo, a distinguir lo fundado de lo infundado, lo racional de lo irracional, lo verdadero de lo falso. Detestar ser manipulado. Los filósofos, incluso los de renombre las han dicho de muy gordas. Quien busca la sabiduría debe cuestionar los dichos de los grandes filósofos, sean clásicos o modernos. Si no se hiciese así se dejaría de poseer <i>pensamiento crítico</i>, tan necesario para el desarrollo personal.

Existen infinidad de temas que pueden interesar a las personas y que despiertan en ellas el <i>pensamiento crítico</i>. A nosotros, por la trascendencia que tiene la muerte y el más allá nos preocupa lo religioso y la importancia que tiene en este campo desarrollar el <i>pensamiento crítico</i> para que no se nos dé gato por liebre. En este sentido se tiene que tener un punto de referencia que sirva para poder opinar al respecto de la abundancia de oferta religiosa que se nos presenta ante nuestras narices. De manera incoherente decimos que todas las religiones son buenas, que todas llevan a Roma. Esta afirmación no es cierta porque en algunas de ellas se ven los efectos perniciosos que ejercen en quienes creen en ellas. En otras, la cosa no está tan clara porque esconden bajo un aspecto luminoso las tinieblas que esparcen. La eternidad pondrá al descubierto la falsedad de sus doctrinas. En el ámbito religioso se tiene que tener muy bien ejercitado el <i>pensamiento crítico</i>.

Para poder desarrollar el <i>pensamiento crítico</i> religioso se tiene que tener un punto de referencia, una plomada que permita verificar la verticalidad del pensamiento. Para los cristianos la plomada  es Cristo que afirma ser la Verdad. Jesús asegura que es la Roca sobre la que el constructor edifica la casa. La notoriedad de construir el edificio religioso sobre el fundamento que es Él, es que cuando llegan las inundaciones, soplan los vientos, cae la lluvia la casa no se cae porque está fundamentada sobre la roca (Mateo 7:24-27). Lo peculiar del caso es que la persona que escucha las palabras de Jesús y las hace se asemeja a la persona que edifica sobre la roca. El punto de referencia, la plomada del <i>pensamiento crítico</i> religioso es Cristo y su palabra que, por cierto, es una asignatura pendiente de aprobar.

Octavi Pereña i Cortina

dilluns, 2 de desembre del 2013


2 CORINTIOS 8:9


“Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por a amor de vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”

En esta época navideña en que tanto se habla de Jesús sería muy conveniente una reflexión. El apóstol Juan nos invita a hacerlo de manera profunda porque hoy la cristiandad se lo toma a la ligera el hecho de la encarnación del Hijo de Dios: “Amados no os creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios: muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en la carne, es de Dios, y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en la carne, no es de Dios, y este es el espíritu del Anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y ahora ya está en el mundo” (1 Juan 4:1-3).

El apóstol Pablo afirma que el Señor Jesucristo por amor de nosotros se hizo pobre para enriquecernos. Con esta declaración nos está diciendo que el Hijo de Dios se hizo hombre, se desprendió de su gloria divina y se humilló para enriquecernos. ¿A quién enriquece el Señor en su pobreza?  A quien cree en Él. A quienes se reconocen pobres y acuden a Él para que perdone sus pecados.

Hagamos una mirada al pasado y regresemos al paraíso en donde encontramos a Adán y a Eva gozando del jardín que Dios havia provisto para ellos, pero desobedecieron el mandato divino de no comer “del árbol de la ciencia del bien y del mal”. La desobediencia les acarreó una gran pérdida. Perdieron el privilegio de pasear con Dios entre los árboles del jardín “al aire del día”. Eran ricos porque poseían a Dios, la perla de gran precio, el tesoro escondido en el campo. El pecado cambió el orden de los valores. Dios dejó de ser lo más importante y substituyó el Tesoro precioso por el oropel de loa bienes materiales que se destruyen y se pierden. De ser rico el pecado condujo al hombre a la pobreza.

Pero el eterno Hijo de Dios se hizo hombre para enriquecer a los pobres. No todos los hombres son pobres. Satanás, de la misma manera que engañó a Eva sigue engañando a los hombres haciéndoles creer que el Hijo de Dios no se ha hacho hombre, que el hombre Jesús no es el hijo de Dios. Tal incredulidad los hunde en la pobreza porque insisten en perseguir bienes materiales que en realidad cuando los poseen se empobrecen. Viven un tiempo y cuando llega la muerte ¿qué? Lo recogido para beneficio de los que se quedan.

Amado lector: párate en pensar el verdadero significado de la navidad. El Hijo de Dios se ha hecho hombre en la persona de Jesús para deshacer la obra del diablo para que creyendo en Él recuperes el privilegio de participar en el banquete que el Rey ha preparado para los suyos. Los exquisitos manjares que se ingieren en estos días no sirven para apagar la sed que tienen de Dios. Todo lo contrario los bienes materiales son como el agua salada que intensifica la sed y no la apaga.


SALMO 32:1,2


Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño”

Feliz es aquella persona cuya trasgresión ha sido perdonada y cubierto su pecado. Para que una persona sea bienaventurada debe tener la cereza de que en verdad su transgresión ha sido perdonada. En nuestra cultura católica las personas van a buscar el perdón de sus pecados en un sacerdote de quien se cree ha recibido poder de personar pecados. Psicológicamente puede producir un cierto relax compartir problemas que afectan, pero, ¿perdonar los pecados? En el fondo las personas que confían en que un hombre les puede perdonar los pecados no son bienaventurados.

El salmista sigue diciendo: bienaventurado aquel cuyo pecado ha sido cubierto. Esto nos recuerda el velo con el que Dios cubre al pecador para no ver su pecado. Dios no ve las transgresiones del pecador. “Bienaventurado el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad”. No es el hombre quien perdona los pecados. Es Dios quien no culpa de iniquidad al transgresor de su Ley. Pero Dios es justo y no puede dar por inocente al culpable. ¿Cómo puede Dios no culpar de iniquidad cuando el mismo afirma que no hay un solo justo, que todos hemos delinquido?

Adán y Eva pretendieron cubrir su desnudez, consecuencia de haber desobedecido el mandamiento de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal con unos delantales hechos de hojas de higuera. Este subterfugio no funcionó porque siguieron escondiéndose de la presencia de Dios. Porque eran conscientes que su pecado no había sido  perdonado. La consecuencia de su trasgresión no les permitía ser bienaventurados. Dios no podía exculpar a Adán y a Eva de iniquidad a pesar de haberse hecho unos delantales de hojas de higuera porque en ellos  había engaño. Pretendían esconder el mal que habían hecho.

Los discípulos en cierta ocasión le preguntaron a Jesús: ”¿Quién, pues, podrá ser salvo?” La respuesta que da es: “Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible” (Mateo 19:25,26). Adán y Eva no pudieron salvarse a sí mismos a pesar del empeño que pusieron en conseguirlo. Pero Dios sí que pudo hacerlo. Cubrió sus cuerpos desnudos con unas pieles de animales que taparon su desnudez, su pecado. Sin derramamiento de sangre no puede haber perdón de los pecados. Fuera de la sangre de Jesús no existe ningún velo que impida a Dios ver los pecados de los transgresores. El primer sacrificio ritual que simbólicamente perdona los pecados lo hizo Dios. El único sacrificio que sí limpia los pecados lo efectuó el Hijo de Dios sacrificándose por los pecados de su pueblo. Las personas en cuyo espíritu no hay engaño porque no esconden sus pecados sino que lo confiesan a Dios y permitan que la sangre de Cristo los cubra, el Señor no los culpa de pecado. Son bienaventurados