SALMO 86: 11
“Enséñame,
oh Señor, tu camino, afirma mi corazón para que tema tu Nombre”
El Salmista es un hombre de fe. De fe
robusta. No deja de ser un hombre con todas sus debilidades. Pero te conozco
Señor. Si no fuese así no te pediría que me enseñes. ¡Soy tan poca cosa! Tengo
miedo que pueda extraviarme. Es por esto que te pido: “Afirma mi corazón para que tema tu Nombre. No permitas, oh Señor, que
me vuelva a la vanidad. Sujeta el cabestro y tira de él. No permitas que me
salga de tu camino y no vuelva a las tinieblas de las que no debería haber
entrado nunca”. Con todas mis contradicciones, “te alabaré, oh Señor, Dios mío, con todo mi corazón”. Tú, Señor,
que lo sabes todo de mí, conoces al dedillo mi fragilidad y debilidad. Es por
esto que te pido que afirmes mi corazón para que tema tu Nombre. Estoy rodeado
de enemigos que me incitan a abandonarte. Es por esto que te pido que seas mi
escudo que me proteja de los dardos de fuego que Satanás lanza contra mí. Que
no aparte de ti mis ojos porque Tú eres el Autor y Perfeccionador de la fe
(Hebreos 12: 2).
Los antiguos que no tenían el conocimiento
que hoy tenemos de Ti fueron liberados de la boca del león. ¡Cuánto más hoy
podemos resistir los ataques de Satanás para que huya y nos deje tranquilos!
Pero no descansa. Volverá al ataque. Y volverá a hacerlo. Es infatigable en su
deseo de separarnos de Ti.
Hoy ya
sabemos quién es el Mesías que en el inicio de la Historia anunciaste a
nuestros primeros padres: Adán y Eva. Sabemos que el camino que nos lleva a Ti
es Jesús. Cuando los discípulos le dijeron a Jesús que les mostrase el camino
que conduce al Padre, el Señor les dijo: “Yo
soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre, sino por Mí”
(Juan 14: 6). En el contexto de la resurrección de Lázaro Jesús dijo a su
hermana Marta: “Yo soy la resurrección y
la vida, el que cree en Mí, aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en Mí, no morirá eternamente”
(Juan 11: 25, 26).
Hoy se celebran talleres para ayudar a
los ancianos a recorrer la última etapa de su existencia terrenal. Los
consejeros que puedan suministrarles la Administración son tan malos como
aquellos amigos de Job que pretendían consolarle en la tribulación. Si Jesús
por la fe habita en el corazón del lector, el Señor que resucitó en el tercer
día de entre los muertos, es la garantía de quien cree en Él tiene vida eterna.
¿Existe algo mejor qué ofrecer a los ancianos?
PROVERBIOS 19: 18
“Corrige
a tu hijo en tanto que hay esperanza, pero no dejes que tu alma se irrite hasta
matarlo”
Joan Planelles, arzobispo de Tarragona,
en una de sus glosas dominicales, escribe: “He tenido la
oportunidad de presenciar, en uno de nuestros pueblos, un partido de futbol de
categoría infantil. ¡He quedado horrorizado! Y no por los niños, que juegan
deportivamente con más o menos acierto, sino por los padres. Tensión, gritos,
insultos, reprensiones…Esto es lo que he ido oyendo desde la pequeña grada
donde me encontraba”.
De vez en cuando, algo parecido a lo
transcrito aparece en los medios de comunicación. Lo que comentamos me ha llevado al Congreso
en donde los políticos que deberían comportarse con buenos modales, se
comportan como auténticos gamberros. ¡Cuán cierto es que el hábito no hace al
monje!
El texto bíblico que comentamos tiene dos
partes: La primera corrige a tu hijo. La segunda, el hombre demasiado iracundo
tiene que ser castigado. El niño es como un arbolito recién plantado. Por ser
tierno y flexible el tronco, el payés puede hacerle crecer en la dirección que
desee. Previamente, pero, tiene que saber qué forma quiere que adquiera el
árbol. En la educación de los hijos sucede algo parecido. Salvo excepciones,
según sean los padres, así serán los hijos. El refrán dice: “de tal palo tal
astilla”. Lo que los hijos ve en los padres así ellos imitarán. ¿Qué puede
esperarse de unos niños que han mamado la violencia hacia sus educadores? No
debe extrañarnos que cuando estos crios lleguen a la adolescencia se comporten
como gamberros hacia sus compañeros que no son como ellos.
Cuando estos niños mal criados por el
ejemplo nefasto de sus padres sean adultos,
y por la causa que sea se dediquen a la política, no debería extrañarnos
que se comporten como auténticos groseros sedientos de poder. En vez de
trabajar buscando el bienestar de sus conciudadanos lo único que les importa es
el poder para beneficio propio. Así es como una generación de desvergonzados da
paso a una nueva generación de su misma calaña. Ignorando que por encima de
ellos existe el Dios justo que no considera inocente al culpable. Les pedirá
cuenta de lo que han hecho según sus responsabilidades. Negar la existencia de
Dios no significa que el Juez justo no exista.
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