1 JUAN 3: 1
“Mirad
cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos hijos de Dios, por esto el
mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él”
¿Cuál es el secreto de que el ser humano
ame a Dios? El apóstol Juan responde esta pregunta: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios,
sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación de
nuestros pecados” (1 Juan 4: 10). El ser humano está espiritualmente
muerto. Dios toma la iniciativa: “Y nos
dio vida cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados” (Efesios
2: 1). Debido a que Dios nos ha dado vida estando
muertos en nuestros delitos y pecados es por lo que hoy tenemos necesidad de
Él. No es el hombre muerto en sus delitos y pecados quien toma la iniciativa de
buscar a Dios. Es Dios quien toma la decisión. Por medio de la predicación de
la Biblia los escogidos de Dios oyen, creen y se salvan por la fe en Jesús que
es don de Dios. A semejanza del ciego Bartimeo que cuando oyó que Jesús estaba
cerca de él, se levantó y se abalanzó hacia Él a la vez que le pedía:
Devuélveme la vista. Jesús le escuchó y recuperó la vista.
Habiendo recibido vida espiritual, el
apóstol Juan nos impulsa a mirar al amor del Padre celestial que en su
misericordia nos convierte en hijos suyos. Juan nos estimula a seguir leyendo: “Amados, ahora somos hijos de Dios”. En
la cristiandad decadente de nuestros
días no es habitual que en los sermones se diga que los verdaderos creyentes en
Cristo son hijos de Dios. Pues sí. La Palabra de Dios no miente. Los verdaderos
creyentes en Cristo dejan de ser hijos del diablo para convertirse en hijos de
Dios por adopción. Pero, la condición de hijos de Dios por adopción es solo el
anticipo de una condición eterna infinitamente mejor de la que actualmente gozan.
El apóstol Juan afirma que hoy los creyentes en Cristo son hijos de Dios. Pero
no se queda ahí. Asegura que los profetas de la antigüedad anunciaron cosas que
sus ojos no habían visto ni oído escuchado, son las que Dios tiene preparadas
para aquellos que le aman. El apóstol Juan nos abre los ojos y los oídos a
estas cosas preparadas de antemano para quienes aman a Dios: “Amados, ahora somos hijos de Dios”.
Esta es la condición que gozan los verdaderos creyentes en Jesús. Ahora viene
lo mejor: “Y aun no se ha manifestado lo
que hemos de ser, pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes
a Él, porque le veremos tal cual Él es” (1 Juan 3: 2). No existen palabras
para describir como seremos a partir del día de la resurrección: cuerpos inmortales,
ausencia de pecado, poder contemplar cara a cara a Jesús nuestro Dios y
Salvador. No nos lo podemos imaginar pero por medio de la fe que es don de
Dios, es una esperanza que hoy ya es nuestra.
ESDRAS 7: 10
“Porque
Esdras había preparado su corazón para estudiar la Ley del Señor y para
practicarla, y para enseñar a Israel el estatuto y el juicio”
Quienes se consideran médicos del alma
recetan el silencio para recargar la batería del alma para enfrentarse a las
tareas diarias con todos los impredecibles que les acompañan. El silencio que
recetan, ¿en qué consiste? Antes de salir de casa por la mañana, dedicar 30
minutos al silencio total. ¿Qué hacen durante estos 30 minutos totalmente
aislados del mundanal ruido? El vacío absoluto no puede conseguirse. Si se
intenta vaciarse del todo, el espacio libre que queda lo ocupa un espíritu
maligno, con lo cual empeora la condición de la persona que en el silencio
busca mejorar su personalidad.
Esdras nos ofrece un modelo a imitar para
cuando sintamos deseos de retirarnos a un lugar tranquilo alejados del mundanal
ruido para buscar a Dios. Esdras, nos dice el texto “había preparado su corazón”. Todo intento de recargar la batería
para enfrentarse a una nueva jornada, empieza por el examen del propio corazón.
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu
corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4: 23). Si no se inicia la
jornada con un examen del corazón no se irá lejos. La manera de preparar Esdras
su corazón nos aporta un detalle que tiene mucha importancia: Prepara su
corazón para estudiar la Ley del Señor. La manera de Esdras de preparar su
corazón lo hace en un lugar que no es estéril. Esdras reconoce que Dios existe
y que se ha manifestado por medio de los profetas que escribieron siendo
inspirados por el Espíritu Santo. Es por esto que Esdras prepara su corazón
para estudiar la Ley del Señor. ¿Con qué
finalidad Esdras prepara su corazón para estudiar la Ley del Señor? No
para presumir de conocimientos. En la iglesia terrenal se encuentran muchos
doctores en Teología que no viven lo que saben. A tales personas Jesús las
considera hipócritas. Esdras no es uno de esto teólogos presumidos que alardean
de tener lo que no poseen. Prepara su corazón para estudiar la Ley del Señor.
Para atención, lector, Esdras prepara su corazón para estudiar la Ley del Señor
para PRACTICARLA. No para presumir de conocimientos vanos. Quien vive la Ley
del Señor no significa que esté sin
pecado. Todo el tiempo que el Señor lo retenga “en este valle de sombra de muerte”, cada día se verá obligado a
pedirle al Señor: “Dios, sé propicio a
mí, pecador” (Lucas 18: 13). La suplica del publicano tiene que ser la que
todo creyente en Jesús tiene que hacer encerrado en su habitación antes de
empezar la jornada laboral.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada