diumenge, 6 de juliol del 2025

1 JUAN 3: 1

“Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos hijos de Dios, por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él”

¿Cuál es el secreto de que el ser humano ame a Dios? El apóstol Juan responde esta pregunta: “En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación de nuestros pecados” (1 Juan 4: 10). El ser humano está espiritualmente muerto. Dios toma la iniciativa: “Y nos dio vida cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados” (Efesios 2: 1). Debido  a que Dios nos ha dado vida estando muertos en nuestros delitos y pecados es por lo que hoy tenemos necesidad de Él. No es el hombre muerto en sus delitos y pecados quien toma la iniciativa de buscar a Dios. Es Dios quien toma la decisión. Por medio de la predicación de la Biblia los escogidos de Dios oyen, creen y se salvan por la fe en Jesús que es don de Dios. A semejanza del ciego Bartimeo que cuando oyó que Jesús estaba cerca de él, se levantó y se abalanzó hacia Él a la vez que le pedía: Devuélveme la vista. Jesús le escuchó y recuperó la vista.

Habiendo recibido vida espiritual, el apóstol Juan nos impulsa a mirar al amor del Padre celestial que en su misericordia nos convierte en hijos suyos. Juan nos estimula a seguir leyendo: “Amados, ahora somos hijos de Dios”. En la cristiandad decadente  de nuestros días no es habitual que en los sermones se diga que los verdaderos creyentes en Cristo son hijos de Dios. Pues sí. La Palabra de Dios no miente. Los verdaderos creyentes en Cristo dejan de ser hijos del diablo para convertirse en hijos de Dios por adopción. Pero, la condición de hijos de Dios por adopción es solo el anticipo de una condición eterna infinitamente mejor de la que actualmente gozan. El apóstol Juan afirma que hoy los creyentes en Cristo son hijos de Dios. Pero no se queda ahí. Asegura que los profetas de la antigüedad anunciaron cosas que sus ojos no habían visto ni oído escuchado, son las que Dios tiene preparadas para aquellos que le aman. El apóstol Juan nos abre los ojos y los oídos a estas cosas preparadas de antemano para quienes aman a Dios: “Amados, ahora somos hijos de Dios”. Esta es la condición que gozan los verdaderos creyentes en Jesús. Ahora viene lo mejor: “Y aun no se ha manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual Él es” (1 Juan 3: 2). No existen palabras para describir como seremos a partir del día de la resurrección: cuerpos inmortales, ausencia de pecado, poder contemplar cara a cara a Jesús nuestro Dios y Salvador. No nos lo podemos imaginar pero por medio de la fe que es don de Dios, es una esperanza que hoy ya es nuestra.


 

ESDRAS 7: 10

“Porque Esdras había preparado su corazón para estudiar la Ley del Señor y para practicarla, y para enseñar a Israel el estatuto y el juicio”

Quienes se consideran médicos del alma recetan el silencio para recargar la batería del alma para enfrentarse a las tareas diarias con todos los impredecibles que les acompañan. El silencio que recetan, ¿en qué consiste? Antes de salir de casa por la mañana, dedicar 30 minutos al silencio total. ¿Qué hacen durante estos 30 minutos totalmente aislados del mundanal ruido? El vacío absoluto no puede conseguirse. Si se intenta vaciarse del todo, el espacio libre que queda lo ocupa un espíritu maligno, con lo cual empeora la condición de la persona que en el silencio busca mejorar su personalidad.

Esdras nos ofrece un modelo a imitar para cuando sintamos deseos de retirarnos a un lugar tranquilo alejados del mundanal ruido para buscar a Dios. Esdras, nos dice el texto “había preparado su corazón”. Todo intento de recargar la batería para enfrentarse a una nueva jornada, empieza por el examen del propio corazón. “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4: 23). Si no se inicia la jornada con un examen del corazón no se irá lejos. La manera de preparar Esdras su corazón nos aporta un detalle que tiene mucha importancia: Prepara su corazón para estudiar la Ley del Señor. La manera de Esdras de preparar su corazón lo hace en un lugar que no es estéril. Esdras reconoce que Dios existe y que se ha manifestado por medio de los profetas que escribieron siendo inspirados por el Espíritu Santo. Es por esto que Esdras prepara su corazón para estudiar la Ley del Señor.  ¿Con qué finalidad Esdras prepara su corazón para estudiar la Ley del Señor?  No para presumir de conocimientos. En la iglesia terrenal se encuentran muchos doctores en Teología que no viven lo que saben. A tales personas Jesús las considera hipócritas. Esdras no es uno de esto teólogos presumidos que alardean de tener lo que no poseen. Prepara su corazón para estudiar la Ley del Señor. Para atención, lector, Esdras prepara su corazón para estudiar la Ley del Señor para PRACTICARLA. No para presumir de conocimientos vanos. Quien vive la Ley del Señor  no significa que esté sin pecado. Todo el tiempo que el Señor lo retenga “en este valle de sombra de muerte”, cada día se verá obligado a pedirle al Señor: “Dios, sé propicio a mí, pecador” (Lucas 18: 13). La suplica del publicano tiene que ser la que todo creyente en Jesús tiene que hacer encerrado en su habitación antes de empezar la jornada laboral.

 


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