diumenge, 13 de juliol del 2025

 

NEHEMÍAS 8: 7, 8

“Y los levitas…hacían entender la Ley, y el pueblo estaba atento en su lugar. Y leían en el Libro de La Ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura”

El texto que sirve de base de este comentario tendría que despertarnos de la somnolencia que nos embota los sentidos cuando nos relacionamos con Dios. Mucha de la predicación que se considera cristiana porque  sale de los labios de un pastor evangélico o de  un sacerdote católico, en el fondo se trata de un humanismo cristiano que es tan perjudicial como el laico. Esta predicación humanista puede brotar de unos labios expertos en oratoria que pueden impulsarnos a asentar con la cabeza las barbaridades que proclaman.

Los levitas que “leían en el Libro de la Ley de Dios claramente, y ponían el sentido de modo que entendiesen la lectura”.  Toca los corazones de los oyentes hasta tal punto que se veían obligados a decirles: “Dios santo es el Señor nuestro Dios, no os entristezcáis, ni lloréis, porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabra d la Ley” (v. 9). Finalizado el acto, los asistentes regresaron a sus casas “a gozar de grande alegría, porque habían entendido las palabras que les habían enseñado” (v. 12).

La predicación cristiana es una predicación de esperanza basada en una esperanza real. La predicación cristiana no está pensada para ser pronunciada ante un auditorio de personas que se consideran justas. Por un lado se dirige a un público que consiste de personas redimidas por la sangre de Jesús y que no han perdido su condición de pecadores. Por el otro, a unas personas que todavía no han nacido como hijos de Dios.

La predicación evangélica es mixta. Se dirige tanto a creyentes como incrédulos. Ambos tipos de personas se encuentran entre la concurrencia. Ambos necesitan su porción alimenticia. El ABC del Evangelio para los que buscan, leche para los recién nacidos y vianda sólida para los adultos. Todos abandonan la asamblea gozosos porque han sido bendecidos por el Señor.


 

JOB 12: 13-25

Un texto que transcribo sin comentario alguno que da respuesta a muchos de los interrogantes que nos hacemos:

“Con Dios está la sabiduría y el poder, suyo es el consejo y la inteligencia/Si Él derriba no hay quien edifique, encerrará al hombre, y no hay quien le abra/Si detiene las aguas, todo se seca, si las envía destruyen la tierra/Con Él está el poder y la sabiduría, suyo es el que yerra, y el que hace errar/Él hace andar despojados de consejo a los consejeros, y entontece a los jueces/Él rompe las cadenas de los tiranos, y les ata una soga a sus lomos/Él lleva despojados a los príncipes, y trastorna a los poderosos/Priva del habla a los que dicen verdad y quita a los ancianos el consejo/Él derrama menosprecio sobre los príncipes, y desata el cinto de los fuertes/Él descubre las profundidades de las tinieblas, y saca a la luz la sombra de la muerte/Él multiplica las naciones, y Él las destruye, esparce a las naciones, y las vuelve a reunir/Él quita el entendimiento a los jefes de los pueblos de la tierra, y los hace vagar como por un yermo sin camino/Van a tientas, como en tinieblas sin luz, y los hace errar como borrachos”

Este texto nos muestra la soberanía absoluta de Dios. Nada ocurre sin su consentimiento. Algo tan insignificante como aplastar un mosquito contra la pared no se hace sin su permiso. Para empezar tenemos que reconocer que Dios es justo y no hace nada que vaya contra su justicia. Nosotros que tenemos un conocimiento tan limitado podemos cuestionar porque Dios permite que las cosas sean tal como son. Como Dios es infinitamente justo sus razones tendrá. Lo cierto es que no hace nada caprichosamente.

Quienes fuimos escolarizados finalizada la Guerra Civil Española se nos hizo aprender de memoria el Padrenuestro y a recitarlo como loros. Pero no se nos enseñó a exprimir el jugo que contiene. Respecto al tema que hoy analizamos  el Padrenuestro dice: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6: 10). ¿Se ha parado el lector a reflexionar alguna vez en este texto? Aceptar esta enseñanza de Jesús es medicina para el alma porque dejamos en manos de Dios lo que está fuera de nuestro alcance. Aporta una paz indescriptible.

 

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