dissabte, 26 d’abril del 2025

 

SALM 142: 1

“Con mi voz clamé al Señor, con mi voz pediré al Señor misericordia”

El salmista no busca mediadores que se  interpongan entre él y el señor. Rechaza del todo la doctrina: a Jesús por María. Con sus propios labios suplicará misericordia al Único que se la puede conceder: Jesús. No sigue el mal ejemplo que dieron Adán y Eva que al darse cuenta de que iban desnudos se cosieron delantales con hojas de higuera para cubrir la desnudez que les avergonzaba. Al oír los pasos del Señor que se aceraba corrieron a esconderse entre los árboles. No pudieron resistir la llamada del Señor y salieron avergonzados de entre los árboles. El Señor cubrió la desnudez de ellos, que no podían tapar  los delantales que  habían confeccionado con hojas de higuera, es de suponer con las pieles de unos corderos, en señal de “haber lavado sus ropas, y haberlas blanqueado en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7: 14).

Habiéndole lavado el Cordero de Dios su pecado, el salmista no se esconde del Señor. Aunque sigue siendo pecador y reconociendo su  condición para Dios su pecado ya no existe porque Jesús el Cordero de Dios, con su sangre derramada en la cruz elimina el pecado del pueblo de Dios de todos los tiempos.

“Delante de Él”, dice el salmista, “expondré mi queja, delante de Él manifestaré mi angustia. Cuando mi espíritu se angustiaba dentro de mí, tú conociste mi senda” (vv. 2, 3). Ahora que el salmista ha hecho la paz con Dios  ya no se esconde de su presencia. Todo lo contrario, sale a su encuentro sin miedo porque ahora Dios es su amigo: “Tú eres mi esperanza” (v. 3). A pesar de que el salmista es un hombre de Dios y es amigo de Él como lo fue Abraham, su antepasado, sigue siendo un pecador que se encuentra rodeado de pecadores que no le ofrecen refugio y que no se preocupan de él. Entre los hombres se siente abandonado. A pesar de la soledad humana: “dije: tú eres mi esperanza y mi porción en la tierra de los vivientes. Escucha mi clamor, porque estoy muy afligido”  (vv. 5, 6).

Escribo este comentario en la mañana del llamado Viernes Santo. Durante estos días se vive un extremado fervor religioso. El nombre   Jesús se pronuncia hasta la saciedad. Multitudes se aglomeran para contemplar los pasos que muestran a un Jesús muerto. A estas multitudes que se hacinan para ver las procesiones poco les importa qué signifiquen los pasos que se exhiben. Lo que les importa de verdad es la actuación de los actores que acompañan a las imágenes inamovibles y mudas.

Mucha religiosidad durante las procesiones y mucha soledad permanente. Finalizada la Semana Santa. Las imágenes custodiadas en los almacenes y los comparsas regresados a sus ocupaciones habituales. La vida sigue su curso habitual. La soledad existencial sigue viva. El salmista clama. “Escucha mi clamor, porque estoy muy afligido. Líbrame de los que me persiguen, porque son más fuertes que yo”  (vv. 6, 7). Las imágenes mudas, sordas y sin vida no pueden escuchar nuestro clamor. La religiosidad aparente no nos libra de la angustia.


ROMANOS 3: 24

“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”

“Dios nos quiere responsables de nuestros actos y de nuestras omisiones culpables. Por esto nos propone que cambiemos, que hagamos penitencia. La Cuaresma dejando que la Iglesia misericordiosa y atenta nos pone ceniza sobre la cabeza, y nos recuerda: “Convertíos y creed en el Evangelio” (Marcos 1: 15). ¿Nos atreveremos a reconocer que hemos obrado mal e intentaremos cambiar y hacer penitencia?” (Juan Enrique Vives, arzobispo de Urgell).

El título del escrito del prelado del que he extraído el texto citado es. “Hacer penitencia”. ¿Qué significa hacer penitencia? “Es una doble herejía  que después de la expiación hecha por Cristo  nos queda aún a nosotros expiar alguna pena, y que el hombre puede con sus obras satisfacer la justicia divina” (Teófilo Gay).

La penitencia es un invento eclesiástico que pone de manifiesto la maldad humana y que con una contrición de la propia maldad, la confesión auricular a un sacerdote y hacer obras ascéticas, se consigue la paz con Dios. La penitencia eclesiástica pone al pecador en manos  de un sacerdote que supuestamente tiene poder de perdonar pecados. Los fariseos, que pertenecían a la secta religiosa más relevante existente en tiempos de Jesús, acusan al Maestro de blasfemo porque decía que tenía poder de perdonar pecados: “¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios? (Lucas 5: 21). Si Jesús fuese un hombre como todos los demás, la acusación de blasfemo hubiese sido correcta. Los fariseos se equivocaron cuando acusaron a Jesús de blasfemo porque siendo Jesús Dios, sí tiene poder de perdonar pecados. Este texto de Lucas tendría que hacer reflexionar a los curas y a los fieles católicos.

El Señor envió al rey David al profeta Natán para amonestarle  por haber tenido en poco la palabra del Señor “haciendo lo malo delante de sus ojos: A Urías heteo lo mataste con la espada de los hijos de Amón, y tomaste por mujer a su mujer” (2 Samuel 12: 9). El profeta  no receta penitencia al rey para conseguir el perdón de Dios. Se arrepintió de sus pecados y se volvió a Dios pidiéndole perdón. Fruto de esta experiencia liberadora, David escribió el Salmo 51 donde detalla qué es el verdadero arrepentimiento: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia…Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado y hecho lo malo delante de tus ojos…He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre…Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo y seré limpio, lávame y seré más blanco que la nieve”. La consecuencia del perdón divino es: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio…Vuélveme el gozo de tu salvación…”

Quienes se aferran a la penitencia como medio para alcanzar el favor de Dios, ¿pueden expresar el gozo intenso que manifiesta David que se acoge al  perdón del Dios misericordioso?

 

VALORES DEMOCRÁTICOS

¿Se puede confiar en los valores democráticos?

Del escrito “Más sociedad civil” (Josep Vidal Boira), extraigo el siguiente párrafo porque a partir de él reflexionaremos: “Pero no es un tema únicamente local, todo y que haya sido esta dimensión lo que me ha movido a esta reflexión. El fortalecimiento de la sociedad civil en España y en Europa es un reto igualmente apasionante que justificara el esfuerzo de una generación. Cuando vemos amenazados los cimientos de la democracia, los derechos civiles y la justicia social tenemos que lanzar un manifiesto en favor de una sociedad civil robusta,  atrevida y valiente. Por descontado que los partidos políticos son necesarios. Sin ellos no existe democracia. Pero, en ellos no termina la democracia. Existe un espacio anexo en el cual, por encima o al lado de la militancia, tendríamos que ser capaces de construir un entramado fuerte y robusto que levante su voz ante los ataques cada vez más virulentos a la libertad individual y a la vida en una sociedad abierta, tolerante e integradora…Finalmente, el periodismo tiene que seguir ejerciendo un papel crítico y documentado sobre lo que nos ocurre, ofreciendo veracidad y contraste  de fuentes. Todavía  es posible una alianza civil por la democracia y por Europa”. ¡Qué iluso es el señor Vicent si cree que “Universidad, Iglesia y empresas tienen que sumarse sin complejos en la defensa de los valores democráticos”!

Jesús refiriéndose a los fariseos, una de las sectas religiosas más influyentes de su época, que contribuyó al deterioro espiritual de Israel y a su destrucción por el ejército romano en el año 70 de nuestra era, dijo: “dejadlos, son ciegos guías de ciegos, y si el ciego guía al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo 15: 14). Estas palabras de Jesús tendrían que motivarnos a la reflexión sincera y honesta si es que nos importa frenar  la catástrofe que se avecina.  Se dan dos tipos de ceguera: la física y la espiritual. La primera es temporal. La segunda tiene trascendencia eterna. La ceguera física afecta a un número limitado  de personas. La ceguera espiritual que se adquiere por nacimiento natural, afecta a todos: y puede curarse ¿Cómo? La respuesta tiene que encontrarse urgentemente porque el tiempo se nos acaba. Ante todo tenemos que reconocer nuestra condición de ciegos espirituales. Jesús  se refirió a este tema cuando refiriéndose a los fariseos, dijo: “Para juicio he venido yo a este mundo, para que los que no ven, vean, y los que ven sean cegados. Entonces algunos de los fariseos que estaban con Él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? Jesús les dijo: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado, mas ahora, porque decís: vemos, vuestro pecado permanece” (Juan 9: 39-41).

En el campo físico, cuando notamos que tenemos problemas de visión, sin dilación acudimos al oftalmólogo para que corrija el defecto de visión. En el campo espiritual engañados por el diablo, “que es el padre de la mentira”, nos hace creer que la realidad espiritual no es tal como realmente es. Nos hace creer que es el espantapájaros que hace las delicias de los espectadores en las fiestas mayores. Daríamos la vida defendiendo esta mentira. El engaño persiste de no ser que la misericordia divina nos ayude a que digamos: “Señor, ayuda a mi incredulidad”. Desaparece la nube que dificulta la visión lo cual nos permite ver la realidad del diablo como realmente es. Teniendo presente que el diablo no es un personaje de dibujos animados, sino una persona real,  extremadamente maligna, invisible a los ojos, estaremos en condiciones de reflexionar en el problema que Josep Vicent Boira plantea en su escrito “Más sociedad”.

Finalizada la obra de la creación “Dios miró todo lo que había hecho, y he aquí, era muy bueno” (Génesis 1: 31). En el mundo idílico creado por Dios pronto hace acto de presencia el diablo encarnado en una serpiente. Se deduce de Génesis  3:14 que la serpiente antes de la maldición divina no era este animal asqueroso que se arrastra e infunde miedo. Era un animal que andaba derecho sobre sus pies, de buen parecer. Tal vez Adán y Eva ya lo habían visto previamente. Por eso Eva no tuvo miedo cuando Satanás encarnado en la serpiente se le acercó para tentarla.

Podemos revolvernos contra Dios por haber permitido que la rebelión angélica  llegase a buen fin, Lucifer se convirtiese en Satanás y los ángeles que le siguieron en demonios. Los pensamientos de Dios son más altos que los nuestros y tenemos que guardar silencio al no comprenderlos. Nos guste o no la cosa es así. El pataleo no va a resolver el problema. La realidad es la que es: Satanás y sus diablos existen. Satanás sedujo a Eva y ésta a su  vez a Adán para que comise el fruto prohibido del árbol del conocimiento del bien y del mal. Adán comió y el pecado apareció acompañado de todos los males que sufre la humanidad.

Nos rompemos la cabeza pensando cómo es posible que haya tanto mal en el mundo. Intentamos poner remedio   a la pandemia pero la maldad va de mal a peor. Entre bastidores Satanás se frota las manos de satisfacción. Trata a los hombres como marionetas induciéndoles a cometer los males que su mente perversa idea. Como prestidigitadores nos hemos sacado de la manga la democracia y sus valores. Nos creemos muy listos y avispados y nos imaginamos que podemos resolver el problema del mal con nuestras raquíticas fuerzas. No queremos darnos cuenta que entre bastidores  Satanás mueve los hilos para que cometamos las maldades que nuestros ojos contemplan. Los valores democráticos de los que tanto presumimos no son nada más que artimañas satánicas para que nos autodestruyamos. El espejismo democrático se va al garete. La democracia que brotó para liberar a los hombres  del despotismo monárquico, se quita la careta y nos muestra los extremismos políticos que nos llevan al desastre. Si deseamos salir del declive social que se acentúa a la velocidad de la luz tenemos que regresar allí de donde no debimos salir. El hijo pródigo de la parábola es un referente al que tenemos que mirar (Luca 15: 11- 32). El pródigo nos representa. Su volver  en sí y regresar a la casa del padre tendría que ser nuestro volver en nosotros mismos y creer en Jesús que es el Camino que nos lleva a la casa del Padre celestial.

Octavi Pereña Cortina

diumenge, 20 d’abril del 2025

 

CRISTO ES LA VERDAD

“Yo (Jesús) soy la luz del mundo”

“Amados no creáis a todo espíritu, sino probad si los espíritus son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4: 8). Del corazón humano no regenerado por la sangre de Jesús salen las herejías que a lo largo de la historia han mancillado a la Iglesia del Señor. La iglesia apostólica que fue la más esplendorosa de todos los tiempos no estuvo inmune a las herejías. El apóstol Pablo escribiendo a su discípulo Timoteo, le dice: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Timoteo 4: 1). “Porque habrá hombres amadores de sí mismos…que tendrán apariencia de piedad, pero que negarán la eficacia de ella, a éstos evita” (2 Timoteo 3: 1, 5).

El apóstol Pablo encontrándose en Mileto, consciente de que no volvería a ver a los hermanos, hizo llamar a los ancianos de la iglesia de Éfeso. Cuando se reunieron los exhortó diciéndoles: “Por tanto mirad por vosotros, y por todo el rebaño que el Espíritu Santo os ha puesto por supervisores para apacentar la iglesia del Señor, la cual Él ganó por su propia sangre, porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces que no perdonarán el rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hechos 20: 28-30).

La parábola del trigo y de la cizaña (Mateo 13: 24-30), los discípulos de Jesús no entendieron su significado. Cuando Jesús hubo despedido a la multitud, sus discípulos se le acercaron y le pidieron que les explicase su significado. Les dice que en el tiempo presente, en la iglesia, el trigo que es la Palabra de Dios convivirá con la cizaña que es las enseñanzas satánicas: “De manera cómo se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin del siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego, allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír que oiga” (vv. 40-43).

Si en el tiempo apostólico ya apareen síntomas heréticos, no debería extrañarnos que cuando nos acercamos al final del tiempo se manifiesten multiplicados. ¿Se tiene que permitir que la cizaña crezca ufana para que ahogue el trigo que es la Palabra de Dios? De ninguna manera. Pastores y fieles tienen que trabajar juntos sembrando trigo para que los “espíritus engañadores que siembran doctrinas de demonios”  no se encuentren a gusto en las iglesias y decidan abandonarlas. Eso sí, tienen que ser personas que además de saber en quien han creído, sean conocedores de la Palabra de Dios capaces de levantar muros de protección para que a los niños en la fe no los atrapen las artimañas del diablo.

La verdad y la mentira son tan opuestas como el día y la noche. La VERDAD resplandecerá con todo su fulgor al final del tiempo. Mientras no llegue este día la Verdad encontrará mucha oposición. A veces violenta. No tiene que rendirse nunca.

La doctrina cristiana puede resumirse perfectamente en este texto: “Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe, y esto no es de vosotros, porque es don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2: 8-10). Teniendo como plomada este texto que sirva para verificar si las enseñanzas que se imparten se ajusten a la Verdad divina o no, lo contrastaremos con lo que enseña el arzobispo de Barcelona Juan José Omella, en su escrito: “Un regalo inmerecido”. Es imprescindible que procedamos al examen sin prejuicios. Que el Señor nos dé oídos para oír y ojos para ver. “Hoy,” escribe el purpurado catalán, “propongo prepararnos para la Pascua con una serie de acciones que este año jubilar nos predispongan a acoger con agradecimiento el inmenso e inmerecido don  de la indulgencia plenaria”.

“El sacramento de la confesión”, escribe el purpurado, “perdone nuestros pecados. El pecado deja huella en nosotros y tiene consecuencias externas e internas, que comporta una inclinación desordenada que es necesario purificar durante la vida terrenal o, después de la muerte en el Purgatorio…Gracias a la indulgencia plenaria recibida de corazón, la persona que ha pedido perdón de los pecados queda liberada de la purificación del Purgatorio”.

El arzobispo pone punto final a su escrito con estas palabras: “Dediquemos estas semanas de Cuaresma a la plegaria, a las obras de misericordia y penitencia que nos preparen a recibir la indulgencia jubilar. Regalemos, por la infinita misericordia de Dios, el salvoconducto al cielo para nuestros hermanos difuntos que pelegrinan en el Purgatorio”.

El escrito del purpurado deja entrever las obras meritorias realizadas por medio de la intervención  de la Iglesia. José, el esposo de María, a la que quería dejar secretamente porque creía que le había sido infiel, “un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “No temas recibir a María  tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a luz un hijo, y llamarás su Nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:20, 21). ¿Qué papel juega Jesús en la salvación del pueblo de Dios según la doctrina católica? Muy marginal para no decir ninguno. El protagonismo recae en la Iglesia que suplanta a Jesús que es el Enviado por el Padre para salvar al pueblo de Dios de sus pecados.

Octavi Pereña Cortina

 

GÉNESIS 50: 19

No tengáis miedo, ¿es que estoy en el lugar de Dios?

José, hijo de Jacob fue vendido como esclavo a unos mercaderes medianitas que a su vez lo revendieron a un funcionario del Faraón. José que había recibido de Dios el don de interpretar sueños, interpreta los sueños del faraón que significaban que vendrían siete años de gran abundancia seguidos de otros siete de extrema hambruna. El Faraón vio en José el hombre que necesitaría para afrontar la grave crisis que se avecinaba. En un santiamén, de la prisión a ser visir en la corte del Faraón. Del anonimato al reconocimiento público.

Transcurre el tiempo y, en plena crisis alimentaria José hace venir  a su padre de Canaán a Egipto. Al cabo de unos años Jacob, el padre de José muere. Finalizado el tiempo que requería el embalsamiento del cuerpo del difunto y enterrado el cuerpo del fallecido, sus hermanos temerosos se dijeron: “Quizás nos aborrecerá José, y nos dará el pago de todo el mal que le hicimos” (Génesis 50: 15). Temblando se presentan ante José y le dicen: “Henos aquí por siervos tuyos” (v. 18). Esta escena tiene dos lecturas. La primera es el miedo que sienten los hermanos que, viviendo el padre se había adormecido que se despertó cunado Jacob murió. Creían que José se vengaría de ellos por el mal que le habían hecho.

La segunda lectura del texto es la inesperada respuesta que José da a sus hermanos: “No temáis, ¿Acaso estoy yo en el lugar de Dios? Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien…Ahora, pues, no tengáis miedo…Así los consoló, y les habló al corazón” (vv. 19-21).

José fue un verdadero hombre de Dios. En la adolescencia estaba orgulloso del don que había recibido de Dios. Miraba con pedantería, no solo a sus hermanos, asimismo a su padre. La esclavitud le sirvió para convertir la pedantería en humildad. El dolor en las manos de Dios es el arma que esgrime para pulir el carácter de sus hijos para asemejarlo al de su Hijo Jesús “que es manso y humilde de corazón”. La perversidad de los hermanos de José Dios la utilizó para preservar la vida de su familia cuando la dura hambruna hizo acto de presencia. No existen casualidades. Todos los acontecimientos buenos o malos los control Dios para conseguir su propósitos. La recuperación de la salud mental requiere que los enfermos confíen en el Padre celestial y que reconozcan su autoridad aceptando que haga las cosas conforme a su voluntad.


 

ÉXODO 3: 7

“Dijo luego el Señor: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus opresores, pues he conocido sus angustias”

La historia de Moisés comienza cuando su madre lo concibió durante la máxima opresión que los egipcios ejercieron sobre los hebreos: “Dio a luz un hijo, y viéndole que era hermoso, le tuvo escondido tres meses” (Éxodo 2: 2). No pudiendo ocultar el niño por más tiempo, lo colocó en una arquilla d juncos que calafateó con asfalto y brea y la puso en un carrizal a la orilla del rio. ¡Ironía de los planes humanos! La hija del faraón que se bañaba junto al rio encontró al niño y lo adopto como hijo suyo y le puso el nombre Moisés “porque de las aguas lo saqué”. La hija del Faraón salvó la vida de Moisés ignorando que eran el instrumento en las manos de Dios para sacar a los hebreos de la esclavitud en Egipto.

Pasan los años. Moisés crece y se convierte en hombre. Un día, al ver Moisés que un egipcio maltrataba a uno de sus hermanos, mató al maltratador. Huyó a la tierra de Madián donde  se casó con Sefora. Convirtiéndose en pastor de las ovejas de su suegro.

Pasan los días y el tiempo nos lleva al texto que encabeza este comentario. Dios no cuenta el tiempo de la misma manera que lo hacemos nosotros: “Mas, oh amados, no ignoréis esto, que para el Señor un día es como mil años, y mil años  como un día. El Señor no retarda su promesa, según algunos tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3. 8, 9). Teniendo en cuenta del cómputo del tiempo según Dios, no debe extrañarnos su tardanza en hacer las cosas. A Abraham, el padre del pueblo hebreo Dios le anunció: “Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo, y después de esto saldrán con gran fuerza” (Génesis 15: 13, 14). Por medio de la zarza que ardía y no se consumía Dios le habla a Moisés: “El clamor, pues, de los hijos de Jacob ha venido delante de mí, y también he visto la opresión clon que los egipcios los oprimen” (v. 9). Los causantes de tanto dolor que nuestros ojos contemplan les hacen creer que para ellos no tienen ninguna consecuencia. Lo que Dios dijo a Abraham que el pueblo hebreo sería oprimido en Egipto durante cuatrocientos años, tenemos que destacar: “A la nación a la cual servirán , juzgaré yo”, Dejemos que sea Dios quien haga las cosas como mejor le parezca. No pataleemos en señal de protesta ante lo que a nuestros ojos es indiferencia de Dios ante tanta maldad que contemplan nuestros ojos. En el momento que Él considere oportuno todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo para dar cuenta de nuestras obras sean buenas o malas. El Juez justo no puede considera inocente al culpable.

dissabte, 12 d’abril del 2025

 

PACIENCIA

La serenidad manifestada en la adversidad, es la expresión del poder de Dios en la persona

“Más allá de cómo se reaccione o deje de hacerlo, en todas las circunstancias, los expertos están de acuerdo en la necesidad de conseguir una buena dosis de paciencia para no sucumbir en los arranques de ira o de rabia que pueden provocar estas situaciones. Hasta aquí nada que objetar, salvo que no es tan fácil adquirir esta paciencia. ¿Cómo se consigue  ser paciente?” (Jordi Jarque). Alexandre Cuadrat , en su escrito: “Elogio de la prudencia, redacta: “Ciertamente vivimos en una época en que la moderación no es bien vista. A veces parece que el mundo ha perdido el sentido común y que actuar con moderación es cosa del pasado. La sensatez y la moderación tienen menos adeptos que la fama a cualquier precio”. “La paciencia es un valor humano que supone el cultivo del respeto y reconocer que las cosas ocurren a un ritmo diferente del que se espera o desea” (Mercè Coranglà, sicóloga). Los especialistas en salud mental convienen en decir que no es fácil ser paciente. Para el incrédulo no lo es. Para el creyente en Cristo sí que lo es porque en él habita  “el Dios de la paciencia y de la consolación” (Romanos 15: 5). También lo es     porque el fruto del Espíritu Santo que vive en él, entre otras cosas es “paciencia” (Gálatas 5: 22). De manera progresiva la serenidad se manifiesta en el creyente en el que Jesús se va formando en él (Gálatas 4: 19). La perfección de la paciencia alcanzará su clímax  cuando el cuerpo será redimido en el día de la resurrección. La paciencia de Jesús que se va consolidando en el creyente en Jesús le es de muchísima utilidad en las dificultades del día a día. Se dice que la paciencia es la madre de la ciencia. Si de verdad una persona desea poseer sabiduría ya sabe lo que tiene que hacer: cargarse de paciencia. Eso significa que no tiene que detenerse el proceso de Cristo irse formando en ella. En las tareas diarias no se deja arrastrar por la impaciencia. La inmediatez ha dejado de ser prioritaria.

Una escena bíblica ilustra mejor que cien palabras la dicotomía que se da en nuestro mundo: La instantaneidad y la paciencia. El escenario es un hogar de Betania. Las protagonistas: Dos hermanas (Lucas 10: 38-42). Jesús se hospeda en este hogar. El Maestro es una persona muy querida por las hermanas. Marta, una de ellas, con el propósito  de agasajar al Señor como ella creía que merecía “estaba ajetreada con muchos quehaceres en servir” (v. 40). Hasta aquí nada qué decir. Tenemos que saber en qué condiciones estaba atareada  Marta en la cocina.   Lo sabremos cuando enfurecida abandona precipitadamente la cocina para dirigirse al comedor para espetarle a Jesús: “Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude” 8v. 40). El texto nos dice en qué estaba ocupada María es este instante: “Estaba sentada a los pies de Jesús, oía su palabra” (v. 39). Marta representa el frenesí carnal que deja postrados a quienes lo practican. María, la paciencia, la serenidad, que se desarrolla en quienes escuchan atentamente las palabras de Jesús. El ímpetu de Marta y la tranquilidad de María tendrían que ir juntos en una misma persona.

Salomón escribe: “Todo tiene un tiempo, y todo lo que se quiere  debajo del cielo tiene su hora” (Eclesiastés 3: 1). A pesar que el texto de Salomón dice que todo tiene un tiempo debajo del cielo, no es ninguna insensatez incluir que también debajo del cielo hay un tiempo para orar y un tiempo para trabajar.

Las dos hermanas por separado muestran  las dos caras de una moneda. Nosotros vamos a convertirlas en las dos caras   de una misma moneda, porque en el creyente en Cristo son inseparables. Chupémonos el dedo. Levantémoslo y nos indicará que un viento gélido procedente del norte sopla. ¿Qué significa la ventisca que se aproxima? Que el ajetreo fatigoso es una realidad incuestionable. Que la serenidad, la tranquilidad, la paciencia son algo pasado de moda. Lo ultrasónico es modernidad y símbolo de progreso. En nuestro mundo de locos, la serenidad, la tranquilidad, la paciencia, no encajan. Así nos van las cosas. Las enfermedades mentales crecen exponencialmente. Cada vez más en edades más tempranas. Los médicos no saben cómo frenarlas. En nuestro mundo moderno, el de locos, se premia el trajín incontrolado y se castiga la verdadera espiritualidad que aporta la paz al alma. No sigamos manteniendo separadas a Marta con su trajín agotador y a María con su paz en el alma.

El mundo actual, que presume ser Sansón, rechaza olímpicamente sentarse a  los pies de Jesús para escuchar las palabras de vida eterna que salen de sus labios y que aportan serenidad al alma. Al excluir a Jesús únicamente permanece el trajín agotador de la cocina con sus nefastas consecuencias. El resultado es un Sansón con pies de barro que se desploma ante las brisas gélidas que soplan del norte.

El remedio al frenetismo que hace que la vida no tenga sentido, que hace que algunos opten por el suicido para salir del sin sentido, nos lo receta el apóstol Pablo cuando escribe: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor, y no para los hombres” (Colosenses 3: 23). El desespero del trajín  que no aporta sentido a la vida puede llevar a la esclavitud de la práctica religiosa. La Religión no es el Salvador que se necesita. La Religión sin Jesús es hipocresía. Es un engañabobos que no lleva la paz en el alma.

Octavi Pereña Cortina 

 

1 TIMOTEO 3: 1

“Palabra fiel: si alguien desea ser pastor buena obra desea”

¿Por qué un obispo como Xavier Novell que según la prensa es un hombre inteligente  y posible candidato al cardenalato no puede casarse? El celibato del clero no tiene base bíblica. Se introdujo en el siglo XI siendo papa Gregorio VII y reformado durante el pontificado de Pablo VI en el Concilio Vaticano II, en el capítulo 2, punto 16 en donde se lee: “Por medio de la virginidad o el celibato por causa del reino de los cielos los sacerdotes son consagrados a Cristo de una manera especial y distinguida”.

¿Qué tiene prioridad: la ley humana o la divina? Indiscutiblemente la divina. ¿Qué nos dice dicha Ley? “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañosos y a doctrina de demonios, por la hipocresía de mentirosos que teniendo cauterizada la conciencia, prohibirán casarse” (1 Timoteo 4: 1-3a).

Parece ser que en plena actividad apostólica y posiblemente por la influencia que habían recibido algunos cristianos procedentes del paganismo, eran partidarios del celibato de sus pastores. Del judaísmo no puede extraerse la doctrina del celibato de los ancianos que pastoreaban a las iglesias. Los profetas eran hombres casados y desconocían que era el celibato profético.

El apóstol Pablo escribiendo a la iglesia de Corintio, redacta: “¿No tenemos derecho de llevar con nosotros a una hermana por esposa como los otros apóstoles, y los hermanos del Señor y Cefas (Pedro)?” (1 Corintios 9: 5). La cuestión del celibato no se planteó a la hora de elegir a los ancianos que tenían que pastorear las iglesias

Escribiendo a su discípulo Timoteo el apóstol Pablo le dice; “Palabra fiel: si alguien desea  ser pastor buena obra desea, Pero es necesario que el pastor sea irreprensiblemente marido de una sola mujer…” (1 Timoteo 3: 1-7). Monogamia estricta, no celibato.

Jesús dice: “Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre” (Mateo 19: 12).  De manera natural no necesitan mujer. Esta excepción de la regla no excluye a los auténticos eunucos, si son verdaderos cristianos y hayan recibido el don del ministerio de pastorear una iglesia del Señor. El principio general es “que el pastor sea irreprensiblemente marido de una sola mujer"


 

1 REYES 10: 7

“Pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aún se me dijo la mitad, es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído”

El rey Salomón en los momentos de su mayor esplendor alcanzó fama mundial. La reina de Sabá cuando oyó “la fama que Salomón había alcanzado por el Nombre del Señor, vino a probarlo con preguntas difíciles” (v. 1). “Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón…se quedó asombrada” (vv. 4, 5). Nada más se sabe de esta misteriosa reina. Hollywood ha sacado tajada de esta reina fantaseando con ella en sus películas.

La mítica reina no ha quedado en el olvido. Su nombre no solo ha quedado  registrado en las páginas del Antiguo Testamento. Jesús la saca del cajón del olvido y la pone como ejemplo para los cristianos  y para los hombres en general. Las palabras encomiadoras que Jesús dijo de ella merecen que sean reproducidas en este escrito para que sirvan de repulsivo que nos saque de la modorra espiritual en que hemos caído los cristianos. Debería entristecernos ver como multitudes se rinden a los ídolos del espectáculo y del deporte y que no les importan las inclemencias del tiempo con tal de poder conseguir un autógrafo de sus ídolos. He aquí las encomiadoras palabras que Jesús dijo, para vergüenza nuestra, a la mítica y misteriosa reina de Sabá: “La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación, y los condenará, porque ella vino de los confines de la Tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar” (Lucas 11: 31). ¿Cómo alcanzó Salomón la sabiduría que le hizo famoso? Al inicio de su reinado, comprendiendo la dificultad que comporta reinar para bien de los súbditos, se dirigió  al Señor en estos términos: “Da pues a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo, porqué, ¿quién podrá gobernar este pueblo tan grande? Y el Señor le respondió: Porque has demandado esto, y no has pedido para ti muchos días, ni pediste para ti riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, sino que demandaste para ti inteligencia para oír juicio, he aquí te he dado conforme a tus palabras, he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se levantará otro como tú” (1 Reyes 3: 11,12).

La reina de Sabá emprendió un largo viaje acompañado de muchas incomodidades para ver a un hombre a quien Dios llenó de sabiduría. ¿Qué esfuerzo ponemos de nuestra parte para encontrarnos con Jesús  que es quien dio sabiduría a Salomón porque se la pidió? Tengamos presente que cuando compareceremos ante el tribunal presidido por Jesús para dar cuenta de lo bueno y lo malo que hagamos hecho durante nuestro peregrinaje por la Tierra “La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación, y los condenará, porque ella vino de los confines de la Tierra para oír la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar”

diumenge, 6 d’abril del 2025

1 PEDRO 5: 7

“Descargando en Él (Cristo) toda nuestra ansiedad, porque Él cuida de nosotros”

¿Qué hacemos cuando la ansiedad se apodera de nosotros? La ansiedad es una forma de preocupación que se nos presenta cuando una situación inesperada hace acto de presencia y no sabemos cómo deshacernos de ella.  Por naturaleza creemos que siempre nos ocurrirá lo peor. No siempre va  a ser así. Muchas veces el futuro nos lo imaginamos, vemos los molinos de viento como si fuesen gigantes amenazadores. La incertidumbre es una mala compañera de viaje. La ansiedad, básicamente es una cuestión  de fe. No de cualquier fe. Normalmente nos fijamos y nos apoyamos en algo que podemos ver y tocar: Un amigo, una institución…Estos objetos de fe son carnales, temporales. No merecen credibilidad porque no la tienen. El autor de Hebreos en pocas palabras resume la enseñanza de la Biblia. Preste atención el lector a lo que dice el escritor sagrado inspirado por el Espíritu Santo: “Teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos   de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, y puestos los ojos en Jesús, el  Autor y Consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él, sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a Aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar…” (Hebreos 1-11).

Merece la pena que el lector lea el texto completo. Se dará cuenta de que el escritor sagrado se refiere a que Dios disciplina a sus hijos como Padre que es para que aprendan la disciplina tan necesaria para vivir santamente. Si el lector no se ha convertido en un hijo de Dios por la fe en Jesús, el texto en principio no le dice nada, pero, puede ser posible que el Espíritu Santo te abra los ojos para hacerte ver  que tal vez no te vendría mal ser un hijo a quien el Padre corrige para tu bien.

Un padre que tenía un hijo endemoniado pidió ayuda a Jesús que liberase a su hijo de la posesión satánica. Jesús le dijo: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible. Inmediatamente, el padre del muchacho clamó y dijo: Ayuda mi incredulidad” (Marcos 9: 14-27).

La incredulidad impide que Jesús le dé al lector la paz del alma tan necesaria para salir victorioso de las situaciones inesperadas que provocan ansiedad. Aprenda el lector del padre del hijo endemoniado. Dirígete directamente a Jesús sin necesidad de mediadores que son tan débiles como tú, y dile: “Señor, ayuda mi incredulidad”


 

ROMANOS 12: 5

“Así nosotros siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos d los otros”

“Sembradores de esperanza” es el título de la glosa dominical que escribe el arzobispo de Tarragona Juan Planelles (La Vanguardia 16/03/2025).  El purpurado en su glosa  menciona al apóstol Pablo: “Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza” (1 Timoteo 1: 1). El título de la glosa es muy estimulante. En una época tan convulsa como la nuestra, ¿quién no despierta de la modorra profunda en que ha caída cuando lee: “Sembradores de esperanza”. La lectura del texto que tiene tan atrayente título encontrará que el texto del artículo mencionado no está a la altura de lo que se espera de él.

El clérigo hace una distinción entre “aquellos ministros ordenados que le” (a Cristo) “representan sacramentalmente en la comunidad y los laicos.” Esta distinción  no se ajusta a la enseñanza bíblica. Según el Nuevo testamento la Iglesia de Cristo es un cuerpo con diversos miembros, siendo Jesús la cabeza. El apóstol Pablo describe el cuerpo místico de Jesús, figurativamente  como un cuerpo humano. La Cabeza de este cuerpo es Jesús y los miembros del cuerpo místico de Jesús lo son los creyentes en Él  que a lo largo del tiempo han creído en Él. Cada miembro recibe un don distinto. De no ser así el cuerpo sería otra cosa, pero no un cuerpo. Para el correcto funcionamiento del cuerpo humano es que cada miembro ejerza funciones distintas. Lo mismo sucede con el cuerpo místico de Jesús que es la iglesia. No confundir con un  edificio de ladrillos. Cada miembro recibe del Espíritu Santo un don o dones que sirven para el perfecto funcionamiento de la iglesia.

Los hombres han tergiversado qué es la iglesia. Han perdido el sentido original de cuerpo con todos sus miembros unidos para el perfecto funcionamiento del cuerpo, para convertirla en una empresa multinacional que funciona con sabiduría humana, no divina. Esta iglesia humana no se sujeta al modelo que nos da el Nuevo Testamento. Se convierte en una institución en que imperan propósitos diversos que se enfrentan entre sí para controlarla.

Un consejo que Salomón da a los cristianos del siglo XXI: “cesa, hijo mío, de oír las enseñanzas que te hacen divagar de las razones de sabiduría” (Proverbios 19: 27).

  

 

EVOLUCIONISMO O CREACIONISMO

El ateísmo niega la existencia del Creador. El ser humano es un animal racional para el que la vida no tiene sentido

El sin sentido en el ser humano lo ilustra una anécdota en la vida de Thomas Henry Huxley, discípulo destacado de Darwin. Huxley tenía prisa en coger el tren que le llevaría a la ciudad en la que tenía que dar una conferencia divulgadora de la filosofía evolucionista. En la recepción del hotel en que pernoctó dio al recepcionista el encargo que avisara a un taxista, tenía prisa, era urgente. Sale del hotel. El taxis ya le esperaba. Sube al carruaje. El cochero fustiga al caballo, que sale disparado. Al rato el científico mira por la ventanilla del carruaje y se da cuenta que no se dirigen hacia la estación del tren.  Saca la cabeza por la ventanilla y le grita al cochero: ¿Sabe hacia dónde vamos? La respuesta fue: “No señor, solo conduzco a toda velocidad.” Esta anécdota que es verídica, no es solo un incidente   en la vida de Huxley.  Puede hacernos sonreír, puede perfectamente aplicarse en muchos de nosotros, pues hacemos mucho ruido y damos muy pocas nueces. Caminamos ajetreados, sudorosos, sacando un palmo de lengua, sin saber hacia dónde vamos.

Royo Mai, sicólogo contemporáneo de Huxley que conocía al científico evolucionista y la anécdota mencionada, dijo. “Es una antigua e irónica costumbre de los seres humanos de correr de prisa cuando han perdido el camino”. “Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia, más todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza” (Proverbios 21: 5).

La parábola del hijo pródigo (Lucas 15: 11-32), refleja la manera de vivir en nuestros días. El hijo le pide a su padre que le anticipe la herencia. El padre no debería hacerlo, pero lo hace. Cuando el hijo tiene el dinero en el bolsillo, no demoró abandonar la casa paterna  para “irse lejos a una provincia apartada, y allí desperdició su dinero viviendo perdidamente” (v. 13). Cuando hubo malgastado la herencia “empezó a pasar necesidad” (v. 14). ¡Cuántos no hay que por haber alargado el brazo más que la manga, terminan dependiendo de la beneficencia pública! ¡Ah!, en algunos casos los reveses llevan a la reflexión. Esto fue lo que le ocurrió a nuestro pródigo: “Volvió en sí” (v. 17). Cogió las pocas pertenencias que le quedaban y emprendió el regreso a la casa del padre. “Y aun cuando estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó” (8v. 20). Las parábolas son historias terrenales con un significado espiritual. Todos hemos sido pródigos espirituales que hemos abandonado la casa del Padre celestial para lanzarnos a disfrutar los placeres de este mundo. Cuando nos dimos cuenta que la vida mundana no nos satisfacía decidimos acudir a Jesús que es el Camino que nos lleva al Padre celestial. Éste que nos ve estando en la lejanía,  sale a nuestro encuentro, nos abraza, nos besa y nos recibe efusivamente en su casa.

Jesús llega a Betania y se hospeda en casa de Marta y María. Las hermanas como no puede ser de otra manera, son distintas. “Marta se preocupaba con muchos quehaceres” (Lucas 10: 40). Marta quiere agasajar al máximo a su ilustre huésped ofreciéndole una excelente comida. Creía que hacía lo correcto enrollándose en el trajín de la cocina. Como veremos no estaba satisfecha con lo que hacía. Furiosa, abandona la cocina para dirigirse al comedor, para, atolondrada decirle a Jesús: “Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Esta petición pone de manifiesto que cocinar para Jesús no lo hacía de corazón, sino forzada por la circunstancia. ¡Cuántas quejas no salen de nuestros labios debido a los trabajos que las circunstancias nos obligan a hacer! Si Marta hubiese estado cocinando de corazón  para Jesús no habría ido a quejarse precipitadamente porque su hermana María estuviese sentada a los pies del Maestro escuchando sus palabras (v. 39). Todo trabajo que no se haga a gusto acaba siendo fatigoso.

Jesús le dice a la encolerizada Marta: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una es necesaria, y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (vv. 41, 42).

Un remedio para no caer en la frustración en que cayó Marta en su trajín en la cocina nos lo da el apóstol Pablo cuando en la carta que envía a los cristianos de Colosas, les dice: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor, y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” (3: 23, 24).

¿Por qué se da tanta fatiga, estrés, frustración, desengaño laboral…? Sencillamente porque los empleados trabajan para un hombre a cambio de un salario. La recompensa no satisface. La receta que el apóstol Pablo envía a los cristianos de Colosas es inaplicable a los empleados porque a pesar que puedan considerarse tradicionalmente religiosos, pero de hecho son ateos y, como tales  son incapaces de apartar los ojos de sus empleadores  para depositarlos en Jesús de quien reciben la recompensa  de la herencia.

Octavi Pereña Cortina