COLOSENSES 3: 23
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón,
como para el Señor y no para los hombres”
El
cuidado del jardín de Edén que en un principio Adán y Eva lo hacían sin dificultad, con la desobediencia de
Adán la cosa cambió: “Maldita será la Tierra por tu causa, con
dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinas y cardos te
producirá…Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste formado, pues
polvo eres y al polvo volverás” (Génesis 3: 11-19). Con la desobediencia el
trabajo ha dejado de ser algo placentero para convertirse en algo duro y
hastioso como muy bien lo indica que el hombre ganará el pan de cada día con el
sudor de la frente hasta que el Señor lo
llame a su presencia. Se dan trabajos físicamente unos más duros que otros. Los
de cuello blanco que se realizan en oficinas
provistas de todas las comodidades, físicamente no se suda. Pero el
sudor espiritual que le acompaña indica que nadie puede escaparse de la
maldición divina. Ni los creyentes en Cristo que por la fe en su Nombre se han
convertido en hijos de Dios por adopción, en el tiempo presente no se escapan
de la maldición de Dios. A pesar que todos sus pecados han sido perdonados
porque Jesús se los hizo suyos en la
cruz, continúan siendo pecadores y lo serán hasta que Jesús en su gloria al fin
del tiempo venga a buscarlos porque hasta aquel entonces la maldición
permanecerá.
La
diferencia entre el creyente en Cristo y el incrédulo es que el primero puede
descargar los pesares que acompañan al trabajo en Alguien que le dice: “Ven a mí tú que estás trabajado y cargado y
yo te haré descansar. Lleva mi yugo sobre tus espaldas y aprende de mí, que soy
manso y humilde de corazón, y tu alma encontrará descanso” (Mateo 11: 28,
29).
El
incrédulo, ¿dónde encuentra el descanso para su alma? En ninguna parte. Los
ayudadores en los que busca soporte están tanto o más necesitados que él del
descanso de sus almas, ¿cómo pretenden ayudarlo? Ni el descanso semanal
instituido por Dios, si en él no está Jesús que es el dador de la paz (Juan 14:
27), las actividades que en este día se practican para satisfacer la
sensualidad no sirven para tranquilizar el desasosiego del alma.
El
secreto para encontrar la paz que se escurre como el agua entre los dedos nos
lo revela el texto que comentamos: “Y
todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los
hombres”
Si el
trabajo que hace el lector lo hace como para el Señor descubrirá que Jesús
suplanta al empresario que le ha contratado. Tal encuentro te manifestará lo
saludable que es trabajar para un Empresario que es amor puro porque en esencia
es Amor.
1 SANUEL 15: 22
Y Samuel dijo: ¿Se complacerá el Señor tanto
en los holocaustos y víctimas, como en que se le obedezca a las palabras del
Señor. Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar
atención que la grosura de carneros”
El
profeta Samuel obedeciendo la orden dada por el Señor le dice al rey Saúl: “Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Yo
castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía
de Egipto. Ve, pues, e hiere a Amalec, y destruye lo que tiene…” (vv. 1-3).
Saúl emprende la guerra y vence a Amalec, pero no lo destruye del todo. El
profeta Samuel se acerca al monarca y le
dice: “¿Por qué, pues, no has oído la voz
del Señor sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos del Señor?” (v.
19). Saúl le da al profeta la excusa del mal pagador.
A
nosotros el Señor no va a encargarnos que destruyamos a los enemigos de nuestro
pueblo. Como a individuos sí que nos ordena el Señor que cumplamos a rajatabla
los mandamientos que se encuentran en la Biblia. Cuando alguien nos reprende
por no obedecerlos damos mil y una excusas para justificar lo injustificable:
nuestra desobediencia. Diciendo, si
somos católicos, que vamos a misa todos los domingos. Si somos
evangélicos, afirmando que vamos al
culto en el día del Señor. No basta con ser practicantes del precepto
dominical. Al Señor no le complace que seamos únicamente obedientes al precepto
dominical. El Señor se agrada de nosotros si somos obedientes a su Palabra.
El
versículo que sigue al que hemos tomado como base de esta meditación dice: “Porque como pecado de adivinación es la
rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación” (v. 23a). La
adivinación y la idolatría son dos pecados que conducen directamente
a la condenación eterna. Los falsos pastores que se presentan ante nosotros
como si fuesen ángeles de luz, nos dicen que si confesamos nuestros pecados a
un sacerdote la absolución que nos da certifica que nuestros pecados han sido
perdonados. Si nos hemos olvidado de alguno o no lo hemos querido confesar por
vergüenza, no os preocupéis por ello. Pasareis una temporada en el Purgatorio
de donde saldréis más blancos que la nieve. Si no basta con el Purgatorio, no
os inquietéis: Las oraciones y las misas que se hagan a vuestro favor acortarán
el tiempo de purgación y entraremos en la gloria celestial. Estas falsas
doctrinas son las que enseñan los falsos pastores que encubiertamente se han
infiltrado en las filas cristianas.