diumenge, 25 d’agost del 2024

 

SALUD ECOLÓGICA

Las circunstancias adversas pueden ser los medios que Dios utiliza para bendecirnos con la paz mental

“Hace décadas que se habla del término ecoansiedad, ahora es cuando más atención merece y entre los  más jóvenes se agudiza el problema. En un estudio del 2002, de la plataforma Avarez, demostró que la ansiedad relacionada con la crisis planetaria es muy alta y “no es solo porque estamos presenciando desastres climáticos devastadores sino porque los gobiernos están fracasando sistemáticamente a la hora de tomar medidas significativas para detener la crisis”…Casi la mitad de los jóvenes encuestados en escala mundial aseguraron que la ansiedad relacionada con el cambio climático les estaba afectando la vida diaria. Entre un 75% al 92%, según los países “el futuro les parece aterrador”…La Organización Mundial de la Salud (OMS), en un informe de políticas presentado en junio del 2022, instó a los países que incluyan el soporte a la salud mental en respuesta a la crisis climática …Esto hace que cada vez más personas puedan padecer trastornos sicológicos y/o secuelas causadas por la preocupación y el estrés que genera pensar en una catástrofe ambiental que si se vuelven crónicas pueden definirse como ansiedad climática, en palabras de la Asociación Americana de Sicología”.

A diferencia de los evolucionista que creen que actualmente al ser humano se le puede considerar homo sapiens sapiens por ser fruto de una interminable cadena de evoluciones, los cristianos creemos que el hombre es una creación directa de Dios en estado adulto y con la capacidad de someter la tierra a su dominio (Génesis 1: 27, 28), y que lo puso en el jardín de Edén  para que lo cultivase y lo guardase (Génesis 2: 15). La conservación del jardín que Dios concedió al hombre en usufructo dependía de no comer el fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal porque si lo hiciese ciertamente moriría. Comió de él y la consecuencia inmediata fue morir espiritualmente y la siembra de la muerte física que en el caso d adán ocurrió a la edad de 930 años (Génesis 5: 5). La consecuencia del pecado de Adán fue. “Maldita será la Tierra por tu causa” (3: 16). La consecuencia de la maldición fue que la tierra “espinas y cardos te producirá” (3: 18, 19). Las consecuencias del pecado de Adán las describe brevemente la Asociación Americana de Sicología, a la que nos hemos referido.

El hombre conserva, aunque contaminadas por el pecado, las características racionales en que fue creado. Quiere abandonar aunque sin conseguirlo las consecuencias de la maldición divina. La Iglesia Católica representada por Joan Enric Vives, obispo de Urgell, expone cómo luchar contra la persistente sequía que padecemos: “De diversas maneras en todos los  obispados de Cataluña se han ido haciendo rogativas a Dios, con perseverancia pidiéndole el don de la lluvia que tanto necesita el país. De nuevo ahora los obispos de Cataluña invitan a los cristianos a intensificar esta súplica, personalmente y comunitariamente, confiando en que el Padre del cielo “dará cosas buenas a los que se las piden” (Mateo 7: 11). Aparentemente esta súplica es ortodoxa. Parece ser que son verdaderos hijos de Dios quienes claman al Padre celestial que les conceda la lluvia temprana y la tardía tan necesarias para el bienestar humano. El arzobispo no dice nada de que las procesiones que se organizan para suplicar al Altísimo que conceda lluvias abundantes, van precedidas por imágenes de santos, vírgenes y cristos. Guarda silencio de que Dios “convierte los ríos en desierto y los manantiales de las aguas en sequedales, la tierra fructífera en estéril, por la maldad de los que la habitan” (Salmo 107: 33, 34). “Y no dijeron en su corazón: Temamos ahora al Señor Dios nuestro, que da lluvia temprana y tardía en su  tiempo, y nos guarda los tiempos establecidos de la siega. Vuestras iniquidades han estorbado estas cosas, y vuestros pecados apartaron de vosotros el bien” (Jeremías 5: 24, 25). El pecado no arrepentido ni lavado con la sangre que Jesús en la cruz para perdón de los pecados es lo que hace que las súplicas que se hacen no lleguen a oídos del Padre celestial.

Mientras estemos aquí en la Tierra el Padre celestial “hace salir el sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos” (Mateo 5: 45). El texto nos dice que las bendiciones temporales Dios las ofrece a todos los hombres sin distinción. La cosa no es así cuando las bendiciones de Dios tienen que ver con el alma. La ecoansiedad y la ansiedad climática que padecen los descendientes de Adán no afectan a los hijos de Dios. Cuando Adán y Eva fueron expulsados del jardín de Edén Dios “puso querubines y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida” (Génesis 3: 24). En la Jerusalén celestial que nos que nos describe el apóstol Juan, la visión “le mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como el cristal que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición, y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán” (Apocalipsis 22: 1-3). En Adán se pierde el acceso al árbol de la vida. En Cristo, la esperanza de recuperar el acceso al árbol de la vida se verá satisfecha al final del tiempo. Esta es la esperanza que fortalece a los creyentes en Cristo que conviven con los incrédulos   en un mundo convulso que empeora con la crisis climática.

Octavi Pereña Cortina

 

 

 

SALMO 66: 10

“Porque tú nos has probado, oh Dios, y nos has afinado como se afina la plata”

Las cosas no son siempre como deseamos. Sí. Se dan cosas desfavorables que son castigo de Dios  como consecuencia de nuestro pecado. Cuando las situaciones desagradables se deben a que son castigos de Dios, quienes las padecen no son hijos de Dios. Las cosas son distintas cuando son los hijos de Dios quienes las sufren: “Y habéis olvidado la exhortación que como hijos se os dirige: Hijo mío no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cundo eres reprendido por Él, porque el Señor al que ama disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo” (Hebreos 12: 5, 6). Este texto va acompañado de una referencia a la disciplina que los padres imponen a los hijos que muchas veces la ejecutan como mejor les parece, sin equidad. En cambio la disciplina que el Padre celestial impone a sus hijos “es para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Si Dios no nos disciplina es que somos bastardos y no hijos” (vv. 7-10).

El autor del tema de la disciplina finaliza su exhortación con estas palabras: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza, pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (v.11).

Este texto que comentamos bien seguro que escandalizará a muchos padres que no disciplinan a sus hijos, que los consienten. Lo hacen así porque según ellos  aman a sus hijos. Si Dios no disciplinase a sus hijos sería porque los consideraría bastardo. Este comportamiento de Dios nos  tendría que hacer ruborizarnos de vergüenza por no cumplir con la obligación de disciplinar a los hijos cuando su comportamiento extraviado así lo requiera.

El salmista en el texto que comentamos, aunque no lo diga explícitamente, reconoce la bondad del Padre celestial por haberle probado y refinado como se afina la plata. Si fuésemos perfectos  la disciplina sería innecesaria. Siendo pecadores somos oro en bruto. Estamos revestidos de mucha escoria, siendo necesario pasar de vez en cuando por el crisol “para que por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra, cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Pedro 1: 6, 7). Gracias a la disciplina del Señor, cuando Jesús venga en su gloria a buscar a su pueblo y el pecado haya dejado de residir en nosotros y la muerte definitivamente vencida, entonces resplandeceremos como el sol en su máximo esplendor.


 

MATEO 7: 21

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”

Todas las religiones que no se ajustan a las enseñanzas de la Biblia fomentan la religiosidad externa y consideran que tal “religiosidad popular”  es una muestra de fe genuina, según las autoridades religiosas.

Citando Jesús a Isaías 29: 13, dice: “Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí, pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mateo 15: 8, 9). Jesús considera hipócritas a quienes “enseñan como doctrinas mandamientos de hombres”. También a quienes las creen pues su obligación es contrastar con la Biblia las enseñanzas que imparten los maestros de religión. Indiscutiblemente la responsabilidad es mucho mayor en quienes a conciencia venden las doctrinas de los hombres como si fuesen Palabra de Dios.

La segunda parte del texto que comentamos dice: “Sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos”. Es la pregunta del millón: ¿Quién puede hacer la voluntad del Padre celestial? Según la Biblia únicamente quienes por la fe en Jesús y por la unción del Espíritu Santo se han convertido en hijos de Dios por adopción (Gálatas 4: 5, 6). Habiendo sido convertidos en hijos de Dios el árbol malo ha sido convertido en uno de bueno que se conoce por el fruto bueno que da (Lucas 6: 43, 45).

La práctica religiosa de quienes no son hijos de Dios la hacen para satisfacer a su sensualidad. En cambio la que practican los verdaderos hijos de Dios, a pesar de ser imperfecta momentáneamente, la realizan para agradecer la bondad y misericordia de Dios. No para alimentar a su amor propio y no vanagloriarse en sus supuestas buenas obras.

 

diumenge, 18 d’agost del 2024

 

PROVERBIOS 18. 21

“La muerte y la vida están en poder de la lengua”

No es frecuente que las instituciones educativas reconozcan que en su interior se producen abusos sexuales o de otra índole entre adolescentes. Cuando un suicidio o un intento se producen, todo son lamentaciones. Corriendo y deprisa a verificar los protocolos para ponerlos al día. Si reunimos toda la violencia infantil y adolescente en la palabra inglesa bullying descubrimos que el secreto se encuentra en la palabra hablada. La palabra tiene dos orígenes. Santiago nos habla de uno de ellos. “Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí cuán grande bosque enciende un pequeño fuego. Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno” (Santiago 3: 5, 6). Esta lengua que es inflamada por el infierno, de hecho es Satanás el culpable ya que es príncipe de las tinieblas, padre de la mentira y homicida desde el principio. Satanás es quien se encarga de que niños y adolescentes asedien a sus compañeros que por el motivo que sea no gustan, promoviendo en algunos casos los suicidios o los intentos. “Esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 4: 15, 16).

El problema que comentamos no se resuelve con la educación ni con planes para combatirlo. Nace en los corazones que son malos por naturaleza y como los árboles malos únicamente pueden dar frutos malos. Todos los niños y adolescentes por el hecho de ser descendencia de Adán nacen con el corazón malo predispuesto a cometer todo tipo de fechorías.  El corazón malo por la fe en Jesús se convierte en un corazón bueno inclinado a dar buenos frutos. La predisposición a hacer la puñeta a los compañeros que no gustan ha desaparecido y se ha sustituido por la de buscar su bien.

La Biblia dice: Bienaventurado el hombre que encuentra “la sabiduría que es de lo alto, es primeramente pura, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía. Y el fruto de la justicia se siembra en paz por aquellos que hacen la paz” (Santiago 3: 17, 18).


 

HEBREOS 13: 5

“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora, porque Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”

Al pastor evangélico Ed Dobson se le diagnosticó ALS en el año 2000. La congregación oró intensamente por su curación. La sanidad no se produjo. Algunos pensaban que el resultado negativo de la intercesión de los fieles se debía a la falta de fe de su pastor. El texto que comentamos no dice que si se ora con fe Dios va a conceder las peticiones que se le hacen. Con claridad dice: “No te desampararé, ni te dejaré”. Dios es el autor de la salud y de la enfermedad, de la vida y de la muerte. Aun cuando no lo podamos entender todo lo que Él hace o permite siempre lo hace con justicia. Aun cuando no nos guste. La ciencia médica ha hecho avances espectaculares en estos últimos años. Así y todo, inevitablemente, todas las personas de cada generación perecen.

Aun cuando los síntomas que manifiestan  que la enfermedad acecha se producen en el cuerpo, su origen se encuentra en el pecado de Adán del cual somos descendientes: “Mas del árbol de la ciencia del bien y el mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2: 17). Adán murió. Su descendencia a lo largo de las generaciones también perece. La nuestra seguirá el mismo camino. Son una bendición de Dios los avances médicos que se han producido en los últimos años que hacen más llevaderos los dolores de la enfermedad que anuncian. A la vez nos recuerdan que la muerte no es un enemigo vencido. Confiamos tanto en la medicina que cuando una enfermedad como ALS nos aflige y los médicos dicen que de momento no pueden hacer nada, desesperados nos subimos por las paredes.

Si el lector se encuentra en una situación parecida a la que expongo, recuerde lo que Dios dice a sus hijos que lo son por la fe en Jesús: “No te desampararé, ni te dejaré”. El siguiente versículo dice: “El Señor es mi ayudador, no temeré” (Hebreos 13: 6). La incredulidad es la responsable de que la enfermedad produzca desazón. Ni los médicos, ni los siquiatras, ni los sicólogos, pueden dar paz al alma angustiada. Repito: “No te desampararé, ni te dejaré”. La falta de fe es la causa de que el hombre busque en el hombre el consuelo que no le puede dar. Pida el lector con firmeza que Dios le conceda el regalo de la fe. No se lo negará.

 

 

¿QUÉ ES EL HOMBRE?

Todos somos el material con el que Satanás puede trabajar.

El editorial de La Mañana (24/06/2024) se cierra con estas palabras: “Según la Media Luna Roja, que difundió estas imágenes, los israelitas impidieron que los equipos de la organización prestasen los primeros auxilios a esta persona. Ya son demasiados ejemplos de vulneración de los más elementales derechos humanos. Incluso las guerras tienen normas”. Una universidad de Estados Unidos ha colgado en sus instalaciones grandes carteles con el texto de los Diez Mandamientos. Tanto las normas de la guerra como el texto del Decálogo son papel mojado a la hora de prevenir la violencia porque el hombre es un lobo para el hombre. Porque la moral y la ética no se encuentran en la mente sino en la conciencia. Si la Ley de Dios no ha sido grabada en el corazón, el espíritu de lobo depredador conserva toda su fortaleza aunque se le maquille con apariencia de bondad. Según declaración de los Mossos, la policía catalana, el uso de armas de alta gama crece entre las bandas criminales. La criminalidad crece. Sin el uso de armas se multiplican los robos de cable de cobre, una media de dos cada día en las comarcas leridanas, con todos los inconvenientes que generan en la ciudadanía. Los delincuentes no aman a su prójimo como a sí mismos. Les importa un bledo el bienestar de los ciudadanos.

Dai Sijie novelista y director de cine dice: “En la vida he visto cosas muy crueles y concluyo que no entiendo nada del ser humano, soy incapaz de definirlo”. El interrogante  que plantea el cineasta, al que no le encuentra respuesta, el salmista la da cuando escribe: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, y la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tú tengas memora de él, y el hijo del hombre para que le visites? Le has hecho poco menor que los ángeles, le coronaste de gloria y de honra, le hiciste señorear sobre las obras de tus manos, todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas, bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, las aves de los cielos y los peces del mar, todo cuanto pasa por los senderos del mar. ¡Oh Señor, Señor nuestro, cuán grande es tu Nombre en toda la tierra!” (Salmo 8: 3-9).

El salmista nos transporta a los tres primeros capítulos de Génesis que desgraciadamente son muchos que los consideran fábula. Si no se acepta que estos textos son historia verdadera, es imposible que se llegue a entender qué es el hombre. Se es analfabeto respecto a lo que significa ser humano. Es imposible decir que estamos inmunes al virus del horror que se hace cada vez más virulento y mortífero si no entendemos que somos material adecuado para que Satanás que es padre de mentira y homicida des del principio (Juan 8: 4), nos utilice para cometer los crímenes horrendos que los medios de comunicación se encargan de introducir en nuestros hogares para que tengamos miedo. ¿Por qué los actos más viles y horrorosos puedan cometerlos personas que consideramos buenas? “He aquí, solamente esto he hallado: Que Dios hizo recto al hombre, pero ellos buscaron muchas perversiones” (Eclesiastés 8: 29). ¿Por qué se comporta de esta manera? Hoy crecen como hongos “influencers” que modelan el comportamiento humano, siendo incapaces de erradicar el instinto de lobo depredador que llevamos dentro. La razón de esta impotencia Jesús la desvela cuando trata la hipocresía de los fariseos “influencers” religiosos. Los discípulos transmiten a Jesús el malestar que produjo en los fariseos, los responsables de proteger la moral pública  la reprimenda que el Señor les impartió. Esta reacción motivó que Jesús les respondiese: “Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada. Dejadlos, son ciegos guías de ciegos, y si el ciego guía al ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo 15: 13, 14). Descubrir la causa de la maldad humana no se hará si se confía en los sabios humanos que se conocen como “influencers”. Estos sabelotodo que modelan a la sociedad se comportan como ciegos que guían a ciegos. Ambos caen en el hoyo.

Los “influencers” tendrían que reconocer que son ciegos como lo hizo el invidente Bartimeo que gritaba: “Jesús ten misericordia de mí”. El Señor e pegunta: “¿Qué quieres que haga por ti? El suplicante les responde. “Maestro que recobre la vista”. Jesús le dijo: “Vete, tu fe te ha salvado. Y enseguida recobró la vista” (Marcos 10: 46-52). Olvidémonos de los “influencers” sociales para que sigan con su tarea desinformativa. Centrémonos en los “influencers” religiosos que creyéndose poseedores de la Verdad absoluta son más ciegos que Bartimeo por ser ciegos espirituales por ignorar la verdad que imparte la Biblia. Al no querer reconocer su ceguera siguen inmersos en profundas tinieblas espirituales, por lo que no pueden gritar: “Señor, ten misericordia de nosotros”, Es por esto que Jesús no les puede preguntar: “¿Qué queréis que haga por vosotros?”

¿Qué es necesario que el hombre haga para dejar de cometer las vilezas que hace? Empezaré con los “influencers” religiosos a que reconozcan su ceguera espiritual y griten con fuerza: “Señor Jesús ten misericordia de nosotros” ¿Qué queréis que haga por vosotros?, les dirá Cristo. Responderán los ciegos religiosos: “Que veamos”. Al instante recuperarán la visión spiritual y dejarán de considera fábula los tres primeros capítulos de Génesis. Los considerarán historia. Ahora reconocerán que Dios hizo bueno al hombre y que éste por su desobediencia  se ha convertido en la mala pieza que es. Ya en vida de Adán se vieron los primeros frutos del pecado. Caín no tuvo reparos en asesinar a su hermano Abel por motivos religiosos. Así será hasta el final del tiempo. Ahora bien, los “influencers” religiosos que hayan abierto los ojos a la verdad de la Biblia podrán contribuir a que candidatos a la condenación eterna pasen de muerte a vida eterna al anunciar el perdón de Dios por la fe en Jesucristo.

Octavi Pereña Cortina

diumenge, 11 d’agost del 2024

 

0SEAS 4: 6

“Mi pueblo fue destruido porque le faltó el conocimiento. Por cuanto desechaste el conocimiento, yo te echaré del sacerdocio, y porque olvidaste la Ley de tu Dios, también yo me olvidaré de tus hijos”

Oseas profetiza contra el pueblo de Dios. Lo que dice es perfectamente aplicable a todos los pueblos. Pues la Palabra de Dios no hace preferencias. Por ser descendencia de Adán, del cual todos  procedemos, todos sin excepción alguna participamos de su desobediencia. “De todo árbol del huerto podrás comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2: 16, 17). Adán comió el fruto del árbol prohibido. Al instante murió espiritualmente. Físicamente “vivió novecientos treinta años, y murió” (Génesis 5: 5). A partir de aquel instante al hombre  le faltó el conocimiento. La primera manifestación de la pérdida del discernimiento la encontramos en Caín, el primogénito de Adán que mató a su hermano Abel (Génesis 4: 8). Dios que observa atentamente todo lo que sucede en la Tierra, “vio que la maldad de los hombres era mucha en la Tierra, ya que todo designio de los pensamientos de sus corazones era de continuo solamente el mal” (Génesis 6: 5). Y así llegamos hasta nuestros días en que Dios sigue destruyendo las naciones por medio de la maldad de los hombres, debido a su falta de conocimiento.

Dios enviaba a profetas que invitaban a los hombres a volverse a Él con el propósito que recibiesen conocimiento. No quisieron escuchar. Por último Dios nos habla por medio de su Hijo Jesús. Los sacerdotes, los depositarios de la Ley movidos por el odio que sentían hacia Él porque desenmascaraba su hipocresía, lo crucificaron. Su amor por los hombres permanece inalterable. Una vez Jesús resucitase y antes de ascender a los cielos, mandó a los suyos que enseñasen a los hombres que guardasen todas las cosas que yo os he mandado (Mateo 28: 20). Los hombres siguen faltos de conocimiento porque no escuchan ni obedecen las instrucciones que los hijos de Dios transmiten siguiendo el mandato de Jesús. Por la falta de conocimiento la Religión se prostituye enseñando falsas doctrinas que conducen a los hombres a hundirse en la ciénaga de la corrupción: “Porque te olvidaste de la Ley de Dios y yo me olvidaré de tus hijos”. Nos guste o no, desechar las instrucciones de Dios tienen sus consecuencias negativas. El vacío que produce en el alma la ausencia de Dios lo ocupa Satanás y sus diablos que al sustituir el conocimiento por la necedad que nos impulsa a cometer todas las barbaridades que los medios de comunicación se encargan de hacérnoslas saber

Lector, si te has de volver vuélvete a Jesús que es amplio en perdonar y llenará tu alma con el conocimiento que te llenará de gozo y la esperanza de la vida eterna..


 

JUAN 6: 35

“Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida, el que a Mí viene no tendrá hambre, y el que en Mí cree, no tendrá sed jamás”

Jesús que no es ni bobo ni beato. No se deja tomar el pelo. Hoy al ver a las multitudes que se concentran en la plaza de San Pedro en el Vaticano, los papistas se apresuran a anunciar que millares de fieles se han reunido para ver al Papa. Estas masivas concentraciones de personas religiosas, ¿son verdaderos creyentes? Jesús a diferencia del Papa que hacía milagros: curaba a ciegos, a leprosos, liberaba a personas de posesión satánica,  devolvía la vista a los ciegos… ¿Qué pensaba Jesús de estas multitudes que fanáticamente le seguían? He aquí lo que nos dice el evangelio de Juan al respecto: “Estando en Jerusalén en la fiesta de la Pascua, muchos creyeron en su Nombre, viendo las señales que hacía. Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, porque Él sabía lo que había en el hombre” (Juan 2: 23-25).

Ahora Jesús se encuentra rodeado de una multitud interesada en Él. Les dice. “De cierto de cierto os digo que me buscais, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna   permanece, la cual el hijo del hombre os dará, porque a Éste señaló Dios el Padre” (Juan 6: 26, 27). La situación es propicia para que Jesús hable del pan de vida. Cuando Jesús conversaba con la samaritana  junto al pozo era lógico que saliese a relucir que Él es el agua viva que apaga la sed espiritual. Con esta multitud interesada en el maná que sus padres cada mañana recogían y se saciaban y finalmente morían. Es también lógico que Jesús tenga que referirse a sí mismo: “Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él coma, no muera. Yo soy el pan vivo que desciende del cielo, si alguien come de este pan, vivirá para siempre, y el pan que yo daré es mi carne, la cual daré por la vida del mundo” (vv. 49, 51).

A medida que el cristianismo se va diluyendo en el paganismo las palabras que Jesús dice: “son espíritu y son vida”, pierden su sentido figurado y se convierten en literales. No debería extrañarnos, pues, que los incrédulos consideren caníbales a quienes se consideran cristianos y que en la comunión ingieren lo que se supone ser el verdadero cuerpo  de Jesús.

Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en Mí, no morirá eternamente” (Juan 11: 25, 26). Estas palabras Jesús las dice a Marta cuyo hermano ya llevaba cuatro días muerto. Jesús le pregunta a la mujer: “¿Crees esto?” La mujer afirma que sí. ¿Qué cree el lector?

 

 

ORGULLO NACIONAL

Tenemos que hilar muy fino cuando enseñemos a nuestros hijos

En el escrito “A rezar por el futbol” que escribe María-Paz López, la escritora redacta: “Los cristianos ven en la Eurocopa una fiesta deportiva que encaja con valores”. El deporte de élite no es tan bueno como se le vende. El apóstol Pablo nos transmite una señal de alerta: “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso. Pero la piedad todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente y de la venidera” (1 Timoteo 4: 8). No tenemos que ver en las palabras del apóstol un negacionismo de los beneficios saludables que aportan los ejercicios físicos no profesionales. De la misma manera que aconseja a su discípulo Timoteo: “y no bebas agua, sino toma un poco de vino por causa de tu estómago y de tus frecuentes dolencias” (1 Timoteo 5: 23). A pesar del mal uso que se hace del vino el apóstol no le quita su valor terapéutico en según qué ocasiones. A pesar que “el ejercicio corporal para poco es provechoso”, los verdaderos cristianos tenemos que aprovecharnos de sus beneficios terapéuticos. Por la fe en Cristo y por la misericordia del Padre celestial, los cuerpos de los cristianos se convierten en templo de Dios por el Espíritu Santo que mora en ellos. En lo que dependa de nosotros tenemos que mantener sano el cuerpo para gloria de Dios, para el propio bienestar y por la bienandanza social. El ejercicio corporal juega su papel en conservar  sano el cuerpo.

Hecha esta distinción, aprovechemos la ocasión que nos brinda la Eurocopa y los Juegos Olímpicos en Francia para hablar del deporte de élite y profesional. El deporte profesional es muy exigente. Requiere  superar marcas previamente conseguidas, lo cual genera graves problemas de salud mental y física en los deportistas. Ello nos mueve a preguntarnos: ¿Vale la pena pagar un precio tan alto para conseguir una medalla de oro? La respuesta tienen que darla los deportistas que se accidentan y que enferman mentalmente.

El deporte de élite no es solamente una cuestión individual del deportista. El Estado está muy interesado en meter la nariz en el asunto para convertirlo en razón de Estado. El rendimiento deportivo  y las medallas que le acompañan es motivo de orgullo nacional. Este orgullo se nutre de los deportistas que físicamente quedan tullidos y mentalmente afectados en el camino a subir al podio.

Dos textos bíblicos que ponen en el lugar que le corresponde al desmesurado valor que se le da a la Nación: “He aquí que las naciones le son (a Dios) como gota de agua que cae del cubo, y como menudo polvo en las balanzas le son estimadas, he aquí que hace desaparecer las islas como polvo” (Isaías 40: 15). “Como nada son las naciones delante de Él (Dios), y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es” (Isaías 40: 17). De manera muy clara Dios valora a las naciones como ceros en la izquierda. En el momento en que los deportistas reciben las medallas se les vitorea como héroes nacionales. El triunfo se celebra con el despliegue de banderas y los excesos etílicos de no pocos seguidores nacionalistas. Toda esta euforia nacionalista no cambia la situación de las naciones que los deportistas con su esfuerzo sobrehumano llevan a la gloria: "La justicia enaltece a la nación, pero el pecado es el oprobio de los pueblos” (Proverbios 14: 34).

Charles De Gaulle distingue entre patriotismo y nacionalismo, al decir: “Patriotismo es amar a tu país, nacionalismo es odiar el de los otros”. Las ideologías nacionalistas justifican cualquier tipo de crímenes. Si la ideología ordenas ejecutar algún tipo de fechoría, deja de ser infracción. Esto es terrible y más cuando los jueces que tienen que impartir justicia si están controlados por alguna ideología no dictan sentencias justas.

Los nacionalismos excluyentes son fruto del pecado. Desde el inicio de la historia hasta el fin del tiempo siempre han existido “los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre” (Génesis 6: 4) que crean nacionalismos, sean de derechas o de izquierdas, no importa. Impiden que los pueblos vivan en paz. Ello se debe a que detrás de los nacionalismos excluyentes se encuentra Satanás, el príncipe de este mundo, que convierte a los “varones de renombre” en marionetas que mueve a su antojo, impidiendo que se alcance una paz duradera.

Si no se entiende la existencia de Satanás y de sus demonios no se puede comprender cómo no se consigue la paz a pesar de los muchos esfuerzos que se hacen para conseguirla. Esta es la razón por la que pueblos civilizados (¿cristianos?) sean tan vulnerables al veneno de la barbarie. “Los pueblos y el acero tienen un brillo superficial” (Antoine Riverd). Cuando los símbolos nacionales se convierten en dioses hace que los grandes ideales lleven a la personas a descansar en grandes cementerios.

Octavi Pereña Cortina

 

dissabte, 3 d’agost del 2024

 

LA REBELIÓN DE LAS MASAS

 “¿Fue Hitler un Satanás irrepetible o el producto de condiciones demoníacas repetibles? ¿O tal vez determinadas condiciones sociales hacen posible que la dinámica diabólica  de las masas termine en tragedia como el Holocausto?” (<b>Dan Carlin</b>, divulgador de la historia). También merece reflexión lo que dice el divulgador de la historia: “Es más fácil que el individuo trascienda los instintos que actúan como tales que cuando forma parte  de la masa. La masa hace posibles genocidios que tal vez ninguna persona  no es capaz de desencadenar”.

Los grandes acontecimientos históricos han sido posibles gracias a la aparición de líderes en momentos determinados y de unas masas que se dejan embaucar por dirigentes con carisma. Pero ni los unos ni los otros existirían  si no fuese por la presencia del pecado en ellos. Ya sé que la presencia del mal no tiene solución razonada. Lo tenemos entre nosotros aun cuando nos esforcemos en negar su existencia.

El primer movimiento de masas se produjo cuando los hombres cumplieron la orden divina de extenderse por toda la tierra llegaron a Sinar (Génesis 1: 2). Hasta aquí cumplieron la orden divina de fructificar, llenar la tierra y señorear   en toda la tierra” (Génesis 1: 26). Al llegar a Sinar la cosa cambia. Ya no quieren ser nómadas. Desean convertirse en sedentarios. Dicho y hecho: “Se dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo, y hagámonos un nombre, por si fuéramos esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (Génesis 11: 4). Esta desobediencia condujo a Babel y a la confusión de lenguas (v. 9) y con ella a que la expansión no se detuviese. La confusión de lenguas no es momento de tratarla. Lo que nos interesa es la rebelión de las masas contra Dios.

<b>Dan Carlin</b> trata el tema d los líderes carismáticos y las masas que los siguen. A mi entender no existe rebelión de las masas  sin dirigentes carismáticos que las estimulan a rebelarse contra Dios. Previamente al Diluvio el texto nos dice: “había gente poderosa en la tierra en aquellos día, y también después que se llegaron los hijos de Dios  a los hijos de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre” (Génesis 6: 4). Estos fueron los poderosos, los hombres de fana de la antigüedad, los llamados <i>nefilim</i> quen Sinar dirigieron la revuelta contra Dios.

Al principio del libro de Proverbios se encuentra luz que puede llevarnos a entender la relación existente entre líderes carismáticos y las masas. Dios, simbolizado en un padre que instruye a su hijo, le dice. “Hijo mío, si los pecadores te quieren engañar, no consientas. Si dicen: Ven con nosotros, pongamos asechanzas para derramar sangre, acechemos sin motivo al inocente, los tragaremos vivos como el sepulcro, y enteros como los que caen en un abismo, encontraremos riquezas de toda clase, llenaremos nuestras casas de despojos: Echa tu suerte con nosotros, tengamos todos una bolsa” (Proverbios 1. 10-14). En pequeña escala el texto enseña cómo se produce la rebelión de las masas. Un pequeño número de personas se hace “un nombre” que embaucan a las masas induciéndolas a hacer lo que sus corazones malvados maquinan.

En el Nuevo Testamento el ejemplo de unos maquiavélicos dirigentes religiosos que manipulan a las masas con el propósito de conseguir sus perversos propósitos. Los principales sacerdotes odiaban a muerte a Jesús porque les desmontaba el lucrativo negocio de la venta de animales que se sacrificaban en el templo. La oportunidad de deshacerse de Jesús se les presentó cuando condujeron a Jesús ante Pilato que en aquella época era el único que podía dictar una sentencia de muerte.

Antes de volver al juicio de Jesús echemos una ojeada para ver cómo se comportan las masas. El apóstol Pablo encontrándose en Éfeso, la predicación del Evangelio hizo disminuir los beneficios de los plateros que se dedicaban a la fabricación de estatuillas de la diosa Artemis. Demetrio, uno de ellos, organizó  un alboroto para defender lo que consideraba sus derechos. “Unos, pues, gritaban una cosa, y otros otra, porque la concurrencia estaba confusa, y los más no sabían por qué se habían reunido”                        (Hechos 19: 32). Las masas son muy volubles.

Volvamos a Jesús y al juicio al que se le sometió. Una multitud que antes quiso hacerlo rey porque les había saciado milagrosamente el hambre con pan y pescado, por instigación de los principales sacerdotes y los ancianos, los persuadieron para que gritaran pidiendo la liberación del asesino Barrabás y la crucifixión de Jesús. Esta enfervorizada multitud que clamaba por la crucifixión de Jesús pocos días antes con el mismo fervor recibieron a Jesús clamando: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor!” (Marcos 11: 9). Ahora vociferan hasta enronquecer: “Crucifícale!” ¡”Crucifícale!” Las multitudes cambian de pensar según de donde sople el viento.

El padre de Proverbios aconseja a su hijo: “Hijo mío, no andes en camino con ellos, aparta tus pies de sus veredas, porque sus pies corren hacia el mal, y van presurosos a derramar sangre” (1:15,16). Joven: Escoge bien a los compañeros con los que te juntas, no sea que en nombre de la libertad te encaminen hacia la ilegalidad y tengas que pagar por ello.

Octavi Pereña Cortina