MIQUEAS 7: 8
“Tú, enemiga mía no te alegres de mí, porque
aunque caí, me levantaré, aunque ande en tinieblas, el Señor será mi luz”
Creo
que el profeta habla consigo mismo. En vez de observar a los otros para sacar a
relucir sus pecados, se auto observa. Contempla todas las impurezas que
ensucian su alma. No tiene una biga en el ojo que le impida ver su propio
pecado. La luz de Cristo ha resplandecido en su corazón lo que le permite ver
la inmensidad de su pecado. Es muy posible que Miqueas se viese a sí mismo como
Pablo lo hizo: Soy el primero de los pecadores. Cuando Pablo se consideró un
pecador tan grande es muy posible que se recordase de los crímenes que cometió
en su época de fariseo, furibundo perseguidor de cristianos. También es posible
que se observe tal como era en su etapa de cristiano en que tiene que luchar
contra las pasiones que nacen en su alma para que no arraiguen y ahoguen la vida en Cristo. Todo lo puedo en
Cristo que me fortalece, puede afirmar con rotundidad.
Volvamos
a Miqueas y al diálogo consigo mismo: Tú, enemiga mía, no te alegres de ser
como soy. Reconozco que soy un pecador muy débil “aunque caí, me levantaré”. Antes me consideraba ser un santo
impoluto, que siempre estaba levantado. Ahora me considero ser una persona
permanentemente arrodillada y constantemente cogida de la mano de Jesús para
que me levante cuando le pido perdón por mis pecados. Me levanto, sí, pero es Jesús
quien lo hace cuando me dice: coge la camilla y anda.
La
segunda parte del texto que comentamos sigue siendo muy importante: “Aunque more en tinieblas, el Señor será mi
luz”. No olvidemos que los creyentes en Cristo son personas que aspiran a
ser perfectos como el Padre celestial es perfecto. Ahora, en las actuales
condiciones los creyentes en Cristo son personas que siguen produciendo
tinieblas. Cristo por el Espíritu Santo mora en el creyente, Él irradia la luz que desvanece las tinieblas que
intentan oscurecer el camino. Es así como podemos andar en novedad de vida. “Yo soy la luz del mundo”, dice Jesús, “el que me sigue no andará en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8: 12)
ÉXODO 10: 7
“Entonces los siervos de Faraón dijeron:
¿Hasta cuándo será este hombre un lazo para nosotros? Deja ir a estos hombres
para que sirvan al Señor su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está
destruido?”
Faraón
sometió a los hebreos a una dura esclavitud durante 350 años. Los esclavos
clamaron al Señor para que los librase de tan dura servidumbre. Dios escuchó el
clamor de su pueblo y se propuso liberarlos de la férrea esclavitud. Dios instruyó a Moisés respecto a lo
que tenía que decirle al Faraón: Tenía que obedecer a la palabra de Dios y las
consecuencias si desobedecía. Son muchos quienes conocen las Diez plagas que
arruinaron Egipto. La película los “Diez
mandamientos se ha encargado de popularizarlas. Cada vez que Moisés lo
ordenaba la plaga desaparecía. El Faraón desobedecía y una nueva plaga caía
sobre Egipto. Así sucesivamente.
El
pueblo egipcio sufría tanto debido a las plagas que finalmente se atrevieron a
ir al Faraón a pedirle que dejase marchar a los hebreos: “¿Acaso no sabes todavía que Egipto está destruido?” El relato de
las Diez plagas y la tozudez del Faraón ha quedado registrado en la Biblia para
instrucción nuestra. Por lo que nos dice la Biblia respecto al sufrimiento del
pueblo de Israel hasta nuestros días, la desobediencia a Dios es el causante.
Cuando veas la barba de tu vecino afeitar pon la tuya a remojar. Dios les
enviaba profetas para que se arrepintieran. La respuesta era siempre la misma:
No lo haremos. Seguiremos nuestros caminos. Lo que queda de aquel pueblo que
fue infiel a su Dios es el resto del templo en Jerusalén que se conoce como el
”muro de las lamentaciones”. A pesar de esta memoria histórica los judíos no
han aprendido la lección, siguen su camino alejados de Dios
Estamos
viviendo tiempos muy convulsos: guerras y rumores de guerras. Un cambio
climático que se manifiesta en la elevación de la temperatura acompañado de
cataclismos naturales: sequias, lluvias torrenciales, terremotos, plagas que
afectan tanto a los animales como a las plantas, sin olvidarnos del hombre.
Somos tan tozudos como Faraón y los antiguos hebreos. No escucharemos haremos
lo que nos plazca. Ya que es eso lo que queremos no culpemos a Dios de las
consecuencias de nuestras rebeldías.
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