JUSTICIA DESCALIFICADA
Sin justicia la calle se convierte en inhabitable
Ermengol, en una de sus ilustraciones críticas, sin
texto, solo la imagen que habla por sí
misma, expone una gran verdad, a pesar que los políticos no se atreven a
hablar de ello abiertamente. La ilustración muestra a la Justicia
sentada sobre una columna arrojando al
vacío a un juez. La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Qué es la Justicia?
Es la acción de Dios que es el Juez justo por excelencia. El Juez supremo
delega en unas personas el derecho de ejercerla en la Tierra: “Por mí…los
magistrados promulgan justicia” (Proverbios 8: 16). Ermengol denuncia a los jueces injustos lanzándolos fuera de las Audiencias por incompetentes: “Hasta
cuando juzgaréis injustamente?” (Salmo 82: 2), es la pregunta que se hace el
salmista. El apóstol Pablo expone con claridad meridiana cual es la función de los magistrados.
“¿Quieres, pues, no temer a la justicia? Haz lo bueno, y tendrás el elogio de
ella. Pues es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme, pues
no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al
que hace lo malo” (Romanos 13; 3, 4).
Muchos jueces creen que por haber sido enaltecidos en una posición de honor
creen que pueden hacer y deshacer a su antojo. No tienen que olvidar nunca que
son servidores de Dios y que a Él tendrán que rendir cuentas cuando serán
llamados a comparecer ante el tribunal de Cristo. Como la administración de
justicia recae en personas pecadoras es muy fácil que se confundan. La Justicia
no es ni de derechas ni de izquierdas, De Justicia solo existe una, la de Dios,
que es Justo sin la más mínima mácula de pecado. ¿Cómo puede saber el
legislador si las leyes que promulga son justas? El juez, ¿cómo puede saber que
las sentencias que dicta se ajustan a la Ley de Dios? Dios no habla directamente
con ellos. Dios ha inspirado por medio del Espíritu Santo a unos hombres
concretos haciéndoles saber cómo tienen que comportarse los hombres. La
voluntad de Dios ha quedado registrada en las páginas de un libro que conocemos
como Biblia, que, a la vez es la plomada que dictamina si las leyes que
promulgan los legisladores y las sentencias que dictan los magistrados se
ajustan a la Ley de Dios. Como no se utiliza la plomada a la hora de legislar
ni al tiempo de juzgar, no tiene que extrañarnos que la Justicia se haya
convertido en un estercolero repleto de corrupción. No debe sorprendernos,
pues, que la ausencia de justicia que enaltece a la nación, el pecado la
afrente
(Proverbios 14: 34).
Octavi Pereña Cortina
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