LUCAS 1: 38
“”Entonces María dijo: He aquí la sierva del
Señor: Hágase conforme a tu palabra”
Las
palabras de María transcritas en este texto certifican la aceptación de la
“virgen desposada” de ser la madre del Mesías. No dan lugar a la interpretación
extravagante que la Iglesia Católica hace de María. Juan Omella, arzobispo de
Barcelona, en su escrito: “Santa María testimonio de fe” elogia a María de
manera que no corresponde a lo que el Evangelio dice de ella. Si se limitara a
reflejar lo que la Biblia, que es la Palabra de Dios inspirada por el Espíritu
Santo, no diría las bobadas que escribe en el artículo mencionado. Se deja
aconsejar por la Tradición que son palabras humanas contrarias a la verdad de
Dios.
El
saludo que el ángel le hizo a María: “¡Salve
muy favorecida!”. (“llena de gracia!”), en versión católica, “el Señor es contigo, bendita entre las
mujeres” (Lucas 1: 28), no da lugar a los elogios desmedidos que el
arzobispo hace de ella y más cuando la virgen escribe de sí misma: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu
se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva” (vv.
46, 48).
Aunque
la versión católica de la Biblia diga “llena de gracia”, la interpretación de
acuerdo al contexto inmediato es un pretexto. No puede decirse: “Preservada de
todo pecado”, “asunta al cielo en cuerpo y alma al final de su vida en la
tierra”. Ni porque Jesús colgando en la cruz dijese a su madre. “Mujer, he aquí
a tu hijo” y al apóstol Juan que estaba a su lado: “He ahí tu madre” (Juan 19: 26, 27), no da lugar a que se la pueda
considerar madre espiritual de todos los creyentes. A medida que la pendiente
se hace más empinada, los disparates que dice el clérigo son más absurdos: “Por
esto, es bueno y necesario que dirijamos nuestra mirada y nuestra plegaria a
María. Pidámosle que nos acompañe en
“nuestro peregrinaje por la vida camino hacia el cielo” con la fe firme y
serena, en medio de las dificultades”.
El purpurado encuentra, me imagino que con la
ayuda de un candil a plena luz del sol, una valiosa perla, escribe: “Los
cristianos de manera especial estamos destinados a conocer y a amar a María,
como la primera y más grande discípula de Jesús, y nuestra principal
intercesora delante de Dios”. Jesús y no María dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar” (Mateo 11: 28). Jesús lo dijo y no María. “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre, sino
por mí” (Juan 14: 6). El dicho “A Jesús por María” es un embuste colosal.
El apóstol Pedro a quien los católicos
consideran el primer papa y que sus seguidores se sientan en su supuesta silla,
no se hacen suya la instrucción que el apóstol Pedro impartió
cuando los sacerdotes le exigieron que dejase de anunciar el Nombre de Jesús.
Ante tal exigencia el apóstol les dijo: “Este
Jesús es la Piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a
ser cabeza del ángulo. y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro
Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 11, 12)
COLOSENSES 3: 22
“Siervos, obedeced en todo a vuestros amos
terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres,
sino con corazón sincero, temiendo a Dios”
Muchos
son los que se quejan del aburrimiento qe produce el trabajo. Algunos quieren
huir de él con triquiñuelas. Este comportamiento no es agradable a los ojos de
Dios: “Si alguno no quiere trabajar,
tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:
10).
Una de
las consecuencias de la maldición sobre la Tierra debido al pecado de Adán,
fue: “Espinos y cardos te producirá…Con
el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra”
(Génesis 3: 15, 19). Ello nos da a entender que antes del pecado, Dios lo puso
en el jardín de Edén fue “para que lo
labrara y lo guardase” (Génesis 2:
15) en condiciones óptimas. Se entiende que el trabajo no es una consecuencia
del pecado.
Dios no
está ocioso. Trabaja continuamente preservando la creación. Si hemos sido
creados a imagen de Dios la ociosidad no tendría que ser la protagonista. Una
de las consecuencias del subsidio del paro tal como está constituido fomenta el
ocio. A los beneficiarios del subsidio del paro se les tendría que mantener
ocupados en actividades sociales. “Si
alguien no quiere trabajar, tampoco coma” (2 Tesalonicenses 2: 1). En el
antiguo Israel este problema lo tenían resuelto.
Volvamos
a lo nuestro: el tedio que produce el trabajo. El apóstol Pablo refiriéndose a
los esclavos que se habían convertido a Cristo, que en aquella época se les
trataba peor a que los animales y en la nuestra hay muchos lugares muy parecidos, les dice: “Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo” (Efesios
6: 5).
El
hastío que produce el trabajo como consecuencia de la maldición de Dios se debe
a que no se enfrenta correctamente el problema. Las relaciones laborales son
cuestión de dos: el empresario y el obrero. Hoy, por lo general son mucho
mejores que las que se daban en la época del apóstol Pablo. Siendo mucho
mejor persiste en ser fatigoso debido
que a la relación laboral debería ser : “No
sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos
de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios, sirviendo de
buena voluntad, como al Señor y no a los hombres” (vv. 6, 7).
En la
parábola de los talentos el señor premia a los siervos que habiendo gestionado bien
cierta cantidad de dinero con esta aprobación: “Bien, buen siervo y fiel sobre poco has sido fiel, sobre mucho te
pondré, entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25: 21, 23). Las relaciones
laborales dejan mucho que desear, pero, el cristiano que trabaja para el Señor
y no para el hombre siempre sale recompensado.
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