dissabte, 11 de maig del 2024

 

LUCAS 1: 38

“”Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor: Hágase conforme a tu palabra”

Las palabras de María transcritas en este texto certifican la aceptación de la “virgen desposada” de ser la madre del Mesías. No dan lugar a la interpretación extravagante que la Iglesia Católica hace de María. Juan Omella, arzobispo de Barcelona, en su escrito: “Santa María testimonio de fe” elogia a María de manera que no corresponde a lo que el Evangelio dice de ella. Si se limitara a reflejar lo que la Biblia, que es la Palabra de Dios inspirada por el Espíritu Santo, no diría las bobadas que escribe en el artículo mencionado. Se deja aconsejar por la Tradición que son palabras humanas contrarias a la verdad de Dios.

El saludo que el ángel le hizo a María: “¡Salve muy favorecida!”. (“llena de gracia!”), en versión católica, “el Señor es contigo, bendita entre las mujeres” (Lucas 1: 28), no da lugar a los elogios desmedidos que el arzobispo hace de ella y más cuando la virgen escribe de sí misma: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva” (vv. 46, 48).

Aunque la versión católica de la Biblia diga “llena de gracia”, la interpretación de acuerdo al contexto inmediato es un pretexto. No puede decirse: “Preservada de todo pecado”, “asunta al cielo en cuerpo y alma al final de su vida en la tierra”. Ni porque Jesús colgando en la cruz dijese a su madre. “Mujer, he aquí a tu hijo” y al apóstol Juan que estaba a su lado: “He ahí tu madre” (Juan 19: 26, 27), no da lugar a que se la pueda considerar madre espiritual de todos los creyentes. A medida que la pendiente se hace más empinada, los disparates que dice el clérigo son más absurdos: “Por esto, es bueno y necesario que dirijamos nuestra mirada y nuestra plegaria a María. Pidámosle que  nos acompañe en “nuestro peregrinaje por la vida camino hacia el cielo” con la fe firme y serena, en medio de las dificultades”.

El purpurado encuentra, me imagino que con la ayuda de un candil a plena luz del sol, una valiosa perla, escribe: “Los cristianos de manera especial estamos destinados a conocer y a amar a María, como la primera y más grande discípula de Jesús, y nuestra principal intercesora delante de Dios”. Jesús y no María dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11: 28). Jesús lo dijo y no María. “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14: 6). El dicho “A Jesús por María” es un embuste colosal.

El apóstol Pedro a quien los católicos consideran el primer papa y que sus seguidores se sientan en su supuesta silla, no se hacen  suya  la instrucción que el apóstol Pedro impartió cuando los sacerdotes le exigieron que dejase de anunciar el Nombre de Jesús. Ante tal exigencia el apóstol les dijo: “Este Jesús es la Piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”  (Hechos 4: 11, 12)


COLOSENSES 3: 22

“Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales, no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios”

Muchos son los que se quejan del aburrimiento qe produce el trabajo. Algunos quieren huir de él con triquiñuelas. Este comportamiento no es agradable a los ojos de Dios: “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma”  (2 Tesalonicenses 3: 10).

Una de las consecuencias de la maldición sobre la Tierra debido al pecado de Adán, fue: “Espinos y cardos te producirá…Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra” (Génesis 3: 15, 19). Ello nos da a entender que antes del pecado, Dios lo puso en el jardín de Edén fue “para que lo labrara y lo guardase”  (Génesis 2: 15) en condiciones óptimas. Se entiende que el trabajo no es una consecuencia del pecado.

Dios no está ocioso. Trabaja continuamente preservando la creación. Si hemos sido creados a imagen de Dios la ociosidad no tendría que ser la protagonista. Una de las consecuencias del subsidio del paro tal como está constituido fomenta el ocio. A los beneficiarios del subsidio del paro se les tendría que mantener ocupados en actividades sociales. “Si alguien no quiere trabajar, tampoco coma” (2 Tesalonicenses 2: 1). En el antiguo Israel este problema lo tenían resuelto.

Volvamos a lo nuestro: el tedio que produce el trabajo. El apóstol Pablo refiriéndose a los esclavos que se habían convertido a Cristo, que en aquella época se les trataba peor a que los animales y en la nuestra hay muchos lugares  muy parecidos, les dice: “Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo” (Efesios 6: 5).

El hastío que produce el trabajo como consecuencia de la maldición de Dios se debe a que no se enfrenta correctamente el problema. Las relaciones laborales son cuestión de dos: el empresario y el obrero. Hoy, por lo general son mucho mejores que las que se daban en la época del apóstol Pablo. Siendo mucho mejor  persiste en ser fatigoso debido que a la relación laboral debería ser : “No sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón  haciendo la voluntad de Dios, sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres” (vv. 6, 7).

En la parábola de los talentos el señor premia  a los siervos que habiendo gestionado bien cierta cantidad de dinero con esta aprobación: “Bien, buen siervo y fiel  sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré, entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25: 21, 23). Las relaciones laborales dejan mucho que desear, pero, el cristiano que trabaja para el Señor y no para el hombre siempre sale recompensado.

 

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