SOBREPROTECCIÓN LEGAL
La justicia de Dios tiene que resplandecer en las
autoridades que Él ha escogido
“Pedro Sánchez aclaró cualquier duda sobre la cuestión y rechazó
taxativamente que los jueces puedan ser llamados a declarar ante las comisiones
de investigación abiertas en esta nueva legislatura en el Congreso de
Diputados”. A petición de los vocales del Consejo General del Poder Judicial
(CGPJ) se quiere que la reunión que tiene que celebrar el Consejo General sea
una “rotunda petición” en contra del “asedio” de jueces y magistrados y de las
posibles comparecencias parlamentarias”. Poe lo que leo en la prensa deduzco
que la judicatura, si no lo está ya, quiere blindarse de todo tipo de
investigación.
Por el hecho que la
judicatura está compuesta de hombres y mujeres pecadores como el resto de los
mortales, el derecho de pernada que persigue es muy preocupante porque el
ciudadano se encontraría indefenso ante los excesos que la judicatura podría
cometer. Da la impresión que la judicatura desea situarse por encima de las
otras instituciones del Estado. Desea controlarlas a todas y que ella no pueda
ser investigada. No es democrático.
Es cierto que las
autoridades, la judicatura es una de ellas, “han sido establecidas por Dios”
(Romanos 13: 1) para que gobiernen en justicia “porque es servidor de Dios para
tu bien. Pero si haces lo malo, teme porque no en vano lleva la espada, porque
es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo” (v. 4). La
judicatura si no está compuesta por personas verdaderamente cristianas, en vez
de ser servidores de Dios para castigar al que hace el mal y premiar al que
hace lo bueno, se convierten en servidores de Satanás que en vez ser justas se
convierten en déspotas al amparo de una legalidad injusta.
La Biblia nos avisa. “Vi
más debajo del sol: En lugar de juicio, allí impiedad; y en lugar de justicia,
allí iniquidad” (Eclesiastés 3: 16). Dios que es el Eterno: “permanecerá para
siempre, ha dispuesto su trono para juicio. El juzgará al mundo con justicia, y
a los pueblos con rectitud” (Salmo 9: 7,
8). Si Dios juzgará el mundo con justicia, la judicatura que es una autoridad
establecida por Él, no ha de ser menos.
En un sentido la iglesia
y las autoridades tendrían que caminar juntas, pero no revueltas. Si la iglesia
se desvincula de la excesiva intimidad con las autoridades
y es portadora de la Verdad de Dios registrada en las páginas de la Biblia se
convertiría en conciencia de las autoridades. Un ejemplo bíblico que aporta
mucha claridad. Es el caso del profeta Natán y del rey David. El monarca había
cometido adulterio con Betsabé, esposa de uno de los oficiales de su ejército. De la relación adulterante
Betsabé quedó embarazada. El rey con el
propósito de mantener secreto su pecado hizo llamar a Urías, esposo de la mujer
ultrajada, con el propósito de que cohabitase con ella. No lo consiguió. David
ordenó que Urías regresase allí en donde se encontraba el ejército. Le entregó un mensaje para que
lo entregase a Joab, el general del ejército. El envío contenía la orden de que
se colocase a Urías en un lugar peligroso para que al soldado lo matase el
enemigo. Así fue. El hecho no fue grato a los ojos de Dios que ordenó al
profeta Natán para que amonestase al rey adúltero y asesino. Se tenía que tener
mucho valor para cumplir tan delicada
misión en una época en que los reyes se comportaban como autócratas. Se tenía
que tener mucha mano izquierda. El profeta con mucho tacto se presenta ante el
monarca y le relata la alegoría del hombre rico que tenía muchas ovejas y del
pobre que solo tenía una. El opulento recibe la visita de un amigo y para
obsequiarle le quita al pobre la oveja
que la amaba como si fuese un hijo. Al oír la parábola David se encolerizó y le
dijo al profeta. “Este hombre tiene que morir”. Con esta declaración dicta su
propia sentencia. El profeta le dice: “Tú eres este hombre” y le recuerda el
afer que tuvo con Betsabé. En respuesta a la acusación del profeta, David le
dice: “He pecado contra Dios. Natán le dice al monarca arrepentido: “También el
Señor ha perdonado tu pecado. No morirás” (2 Samuel 12: 1-13).
El Señor escogió a David
como rey de Israel. El profeta Samuel lo ungió como tal. Natán le reprendió y
Dios le perdonó. Esta historia nos enseña que la iglesia como representante de
dios en la Tierra tiene la obligación de reprender a las autoridades por Él
establecidas, sin excluir a la judicatura. Ninguna autoridad divinamente
establecida está eximida de obrar según la Ley de Dios. La valerosa actitud del
profeta Natán que se fortaleció en el Señor, es la actitud que tienen que tomar
quienes dicen ser representantes de Dios
en la Tierra.
Octavi Pereña Cortina
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