diumenge, 28 de gener del 2024

 

1 REYES 18: 17

“Y cuando Acab vio a Elías, le dijo: Eres tú el que turbas Israel?”

 “vino la palabra del Señor a Elías, diciendo: Vé, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra” (v.1). Tres años antes el profeta comportándose como portavoz del Señor, le dijo a Acab: “Vive el Señor Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá ni lluvia ni rocío, en estos tres años2 (1 Reyes 17: 1). Transcurridos los tres años de sequía, el profeta se encuentra con el rey Acab. El encuentro no fue nada amistoso. El monarca le dijo al hombre de Dios: “¿Eres tú el que perturba a Israel?” Erróneamente el rey culpa al profeta de la dura sequía que ha arruinado al reino. ¿A quién culpamos hoy del cambio climático que causa tempestades  destructivas y sequías persistentes que malmeten las cosechas  creando graves hambrunas? Las naciones se acusan mutuamente de no hacer nada para frenar el calentamiento del planeta. Las personas en vez de frenar el consumo de energías fósiles, hacen oídos sordos a rebajar su consumo. Ande yo caliente y ríase la gente. Los fines de semana sobre todo si hay puente, las carreteras se cubren de larga colas de coches cuyos propietarios buscan solaz. Los aeropuertos, acercándose a los límites de ocupación por el exceso de pasajeros que buscan disfrutar   de exóticos parajes. Los gigantescos cruceros que surcan los mares transportando  a gente hambrienta de placer. Los gobiernos presionados por las cadenas hoteleras no se atreven a tomar medidas restrictivas al tránsito de personas que  perjudican la tranquilidad de las personas que residen en los lugares declarados turísticos.

Jesús dando por verídico el relato del Diluvio Universal, lo pone como ejemplo de lo que ocurrirá cuando llegue  el cataclismo final. “Mas como en s días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del Diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en casamiento, hasta el día que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también en la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24: 37-39).

Acab, quitándose las pulgas de encima, culpabiliza al profeta Elías de la sequía que perturbaba a Israel. La respuesta del profeta es contundente: “Yo no he perturbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos del Señor  y siguiendo a los baales” (v. 18). Hoy los muchos dioses que se adoran no son las horrorosas  imágenes de la antigüedad. El glamour de los ídolos del espectáculo  y del deporte acaparan nuestra atención Adoramos al dios Mamón, el dios de las riquezas  de los caldeos, que nos permite gozar de todos los placeres que la sociedad de consumo nos ofrece. Pero al Creador que es quien abre y cierra las compuertas de las aguas celestiales  lo tenemos olvidado porque no nos gustan sus mandamientos. Cuando abramos los ojos al final del tiempo será demasiado tarde para rectificar.


 

1 REYES 22: 7, 8

“Y dijo Josafat” (rey de Judá a Acab rey de Israel), “¿ay aquí algún profeta del Señor, por el cual consultemos? Y el rey de Isral respondió a Josafat: Aún hay un varón por el cual podríamos consultar al Señor, Micaías, hijo de Imla, pero yo le aborrezco, porque nunca profetiza bien, sino solamente el mal”

La verdad  no es bien recibida por los malos. Los perversos huyen de ella como gato escaldado   del agua fría huye. El malvado huye corriendo de ella como si de un leproso se tratase. Verdad y mentira son tan incompatibles como el día y la noche.

Acab y Josafat traman una aventura bélica. Josafat le dice a Acab: “Te ruego que consultes hoy la palabra del Señor” (v. 5). Acab llamó a consulta a los profetas de Baal que le aconsejaron. “Sube porque   los entregará a mano del señor” (v. 6). Josafat se da cuenta que los consejeros de Acab  no son verdaderos siervos del Señor. He aquí el motivo por el que Josafat le dice al rey de Israel: “¿Hay aquí algún profeta del Señor por el cual consultemos?” Acab le responde: “Sí hay uno al que aborrezco porque nunca profetiza bien, sino solamente el mal”. La verdad escuece porque descubre el pecado que se esconde en lo profundo del corazón. Previamente, cuando Acab se encontró con el profeta Elías, le dijo. “¿Eres tú el que turbas Israel?” (1 Reyes 18. 17). Este encuentro entre el profeta y el monarca tuvo lugar en medio de una sequía de tres años que arruinaba el reino. Elías le respondió: “Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos del Señor y siguiendo a los baales”(v. 18).

Hoy nuestro país y muchos otros padecemos una larga sequía que amenaza con arruinar a los pueblos. Hoy como en el caso de Israel hemos “dejado el mandamiento del Señor” para adorar a los falsos dioses que las religiones enseñan. Como nos hemos olvidado del Creador de todo lo existente y Salvador del pueblo de Dios en la persona de su Hijo Jesús hemos abandonado sus mandamientos. El resultado es el azote del cambio climático y de tantos otros males que nos deprimen. Siguiendo el necio comportamiento de los antiguos israelitas de decirles a los profetas del Señor: “No obedeceremos” que concluyó con el reino de Israel arrasado por Asiria y posteriormente el de Judea por Babilonia. ¿Cómo terminará nuestro mundo? Muy mal si persistimos en darle la espalda al Padre de nuestro Señor Jesucristo que en su Hijo muestra su misericordia.

 

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