diumenge, 27 d’agost del 2023

 

JOB 1: 22

“En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno”

“Quién es el culpable del dolor que afligió a Job y que éste no culpabilizó a Dios de ser el causante?  En cuestión de minutos Job pierde todos sus bienes y la muerte de sus hijos. No creo que calamidad tan grande se haya vuelto a producir. Job fue: “hombre perfecto, recto, temeroso de Dios y apartado del mal” (v. 1). Job desconocía que detrás de su calamidad se encontraba Satanás que con la autorización de Dios pudo dañarlo sin conseguir su muerte.

Alexander Solzhenitsyn que pasó largos años en un infernal gulag siberiano, escribió. “Fue cuando yacía sobre la paja podrida de la celda que noté dentro de mí las primeras impresiones del bien. Poco a poco se me rebeló  que la línea que separa el bien del mal estaba grabada en todo corazón humano. Así que bendita cárcel por haber entrado en mi vida”.

Los amigos de Job que fueron a visitarle para consolarle le acusaron de haber cometido un tremendo pecado porque no podían entender que una buena persona pudiese padecer tan terribles dolores. El dolor causado por el pecado de Adán que hemos heredado siempre estará presente en nosotros de manera más o menos virulento. Dios nos libre de acusar a alguien que sufre de haber cometido un grave pecado. La mujer cogida en flagrante adulterio que sus acusadores querían lapidarla, cuando los acusadores abandonaron el escenario avergonzados y quedaron la mujer y Jesús solos, Jesús le dijo: “Ni yo te condeno, vete y no peques más” (Juan 8: 11). Jesús pudo hablar así a la mujer porque conocía con certeza lo que había en su corazón. Excepto Jesús nadie está capacitado para leer el corazón de las personas. Antes de condenar a alguien tenemos que guardar silencio no sea que nuestros labios proclamen sandeces.

El dolor físico se puede suavizar con fármacos. El dolor del alma que es más doloroso que el físico no se elimina con parches de morfina. El secreto de la resistencia triunfante al dolor se encuentra en la capacidad de ver más allá del foco del dolor para poner la mirada en la eternidad. “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, por el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, y menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12: 2). Solamente quienes son hijos de Dios por adopción por la fe en el Nombre de Jesús tiene sentido: “La exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por Él, porque el Señor al que ama disciplina, y azota a todo aquel que recibe por hijo” (vv. 5, 6). El dolor adaptado a la capacidad de resistirlo quien lo sufre es la disciplina que el Padre celestial aplica para que sus hijos alcancen su perfección. Es cierto que la perfección no se alcanzará en el tiempo, es el proceso que alcanza su zenit en el día de la resurrección cuando el cuerpo glorificado esté libre de pecado y de muerte.


 

JOB 19: 25

“Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo”

En los capítulos 16-19 expresa a sus consoladores (?) el intenso dolor que sufre debido a que Dios ha permitido que Satanás le infligiese una dolorosísima enfermedad. La experiencia de Job registrada en las páginas de la Biblia sirve para consolación nuestra. Afronta a la enfermedad rascándose la piel con un pedazo de cerámica. A las difamadoras palabras de su mujer: ¿Aun sostienes tu integridad? Maldice a Dios y muérete” (2: 9). Job responde: “¿Qué? ¿Recibiremos de  Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” (2: 10). Aun cuando se queja a Dios de su dolor, en su debilidad su fe permanece firme, intacta. Llegando a su clímax cuando dice: “Yo sé que mi Redentor vive, y después se levantará sobre el polvo” (19: 25). Pienso que es la declaración más clara de la resurrección de los muertos que se encuentra en el Antiguo Testamento.

El deseo de Job de que sus palabras quedasen registradas en un libro para nuestra instrucción, el escritor sagrado inspirado por el Espíritu Santo cumple el deseo del patriarca dejándolas escritas en la Biblia: “¡Quién diese ahora que mis palabras fuesen escritas! ¡Quién diese que fuesen escritas en un libro! ¡Que con cincel de hierro y con plomo fuesen esculpidas en piedra para siempre! Yo sé que mi Redentor vive, y después se levantará  sobre el polvo, y    de desecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios, el cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí” (19:23-27).

Aun cuando Job “era un hombre perfecto, temeroso de Dios y apartado el mal” (1: 1), Dios permite que sufra lo indecible. Por la gracia de Dios tiene la fuerza suficiente para no darse por vencido. Job como David en la adversidad se “fortaleció en el Señor”. Es darse cabezazos contra la pared luchar contra los designios secretos de Dios. Al apóstol Pablo le fue concedido ver la grandeza de las revelaciones de Dios. Para que no se enalteciese desmedidamente, dice: “Me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás para que me abofetee, para que no enaltezca sobremanera, respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor para que me lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en  la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Corintios 12: 7-9). Sin abandonar la asistencia médica cuando el caso lo requiera, el verdadero remedio contra el dolor del alma es la fe en Cristo.

 

 

ESPIRITU BÁRBARO

<b>A una buena educación no le puede faltar la enseñanza de la Biblia porque en ella se encuentra el camino de la vida</b>

Cuando vemos a un recién nacido durmiendo en la cama o en el cochecito, espontáneamente exclamamos: ¡qué mono que es! Nos fijamos en el aspecto externo pero nos olvidamos de aquello en que puede convertirse con el paso del tiempo.<b>Albert Siegel</b> nos despierta del ensueño y nos transporta a la realidad cuando escribe: “Por lo que hace a la crianza de los hijos sólo se está a veinte años de la barbarie. Veinte años es el tiempo que tenemos para completar la tarea de civilizar a los niños que nacen cada año. Estos salvajes no saben nada de nuestra lengua, de nuestra cultura, de nuestra religión, de nuestros valores, de nuestras costumbres en las relaciones interpersonales…A los barbaros se les debe domar si la civilización tiene que sobrevivir”

Puede parecernos muy duro el concepto que <b>Siegel</b> tiene de los bebés que son tan monos. Pero la realidad es la que es y no se la puede eludir. El salmista nos da un destello del bárbaro que se esconde en los recién nacidos, de aquellos angelitos tan monos, tan inocentes que duermen plácidamente en la cunita, cuando escribe de sí mismo: “He aquí en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre” (Salmo 51: 5). El autor de esta cita no es otro que David, el rey de Israel de cuya descendencia nacería Jesús el Rey de los judíos. La escribió después que el profeta Natán que encomendado por Dios denunció el pecado de adulterio y asesinato que había cometido para intentar esconder la fechoría que había cometido. La luz de Dios hurgó  en su conciencia haciéndole ver la clase de persona que se escondía debajo de la vestimenta real. Si no se ataca debidamente al pecado que origina la barbarie que denuncia <b>Albert Siegel</b> nuestra civilización será suplantada por la barbarie en las próximas generaciones. Indicios de lo que nos espera se manifiestan  por doquier. No sirve la excusa de desentenderse del problema diciendo: “Como no me afecta, ya se apañarán”. Como muy bien dice <b>Antonio Pau</b>. “Hoy, no mañana. Necesitamos disidentes, personas con criterio propio”, que denuncien el peligro que nos amenaza. Si no se trata debidamente el virus del pecado que es el causante de la barbarie que nos acecha iremos de mal a peor. No dejemos para mañana lo que podemos hacer hoy.

Lo que dijo <b>Josep Lluís Rovira</b> refiriéndose el Covid-19 yo lo aplico al pecado: “El mundo está mal. Si no encontramos una vacuna para el virus será la hecatombe mundial”. Voces científicas nos previenen que después del coronavirus otras pandemias seguirán que volverán locos a los epidemiólogos buscando remedios. El virus que más estragos produce porque mata a todas las personas de cada generación es el pecado. Para combatirlo ya hace más de dos mil años que se posee la vacuna. Desgraciadamente no se administra a todas las personas  porque no están obligadas a vacunarse. No hacerlo tiene dos consecuencias. Una, afecta a la eternidad: Salvación o condena eterna. La otra tiene que ver con el día a día: La barbarie. “Mientras eduquemos a nuestros hijos hemos de recordar que somos guardianes del futuro. Cuando mejoramos la educación,  mejoramos el futuro de la humanidad, el futuro de este mundo” (<b>Immanuel Kant</b>). Mejorar la educación de los hijos no consiste únicamente en atiborrarlos de conocimientos que los hace <b>ready</b> para afrontar el futuro como anuncia una escuela de económicas. Está demostrado que los distintos grados educativos por los que pasan los hijos no destruyen el virus de la barbarie. En la educación de los hijos debería ocupar un lugar preferente el estudio concienzudo de la Biblia que es el instrumento que utiliza Dios para cambiar para bien la conducta de los hombres. Mediante el poder del Espíritu Santo y la fe en Jesús los niños pueden convertirse en hijos d Dios por adopción. El niño que por nacimiento natural lleva inoculado el virus de la barbarie, por la fe en Jesús queda latente y entra en acción el virus beneficioso de la civilización. Ello crea un combate espiritual interno entre el viejo y el nuevo hombre, como lo llama la Biblia. Con la ayuda del Espíritu Santo el nuevo hombre prevalece sobre el viejo y aflora el hombre civilizado.

Vivimos en una sociedad cristiana de nombre pero pagana de corazón. Para evitar la barbarie de los hijos los padres tienen que criarlos en la disciplina del Señor (Efesios 6: 4). La educación espiritual tendría que empezar a aplicarse cuanto antes mejor. Diría que tiene que comenzar durante el noviazgo, implorando los futuros esposos ayuda al Señor para que les ayude a mantenerse fieles el uno al otro y, al ser padres, que les dé la sabiduría necesaria para inculcarles el temor de Dios, lo cual los hará ciudadanos modélicos en los distintos estadios de sus vidas.  La fe en Jesús mantendrá a raya en el corazón de los niños el espíritu bárbaro que tantos estragos produce en la sociedad.

 Octavi Pereña i Cortina

diumenge, 20 d’agost del 2023

 

AFRONTANDO EL  INCIVISMO 

<b>Ver limpias las poblaciones no se consigue con solo multar</b>

<b>Albert Gimeno</b> escribe en nombre de los muchos ciudadanos que se quejan por las diversas muestras de incivismo que se ven por doquier: Ciudades cosmopolitas, pueblos pequeños, espacios naturales. Allí en donde el hombre pone los pies no tarda mucho en aparecer el incivismo. Con la proliferación de envíos de artefactos en el espacio el universo se convierte en una inmensa chatarrería que dificulta la exploración espacial.

Cuando <b>Albert Gimeno</b> escribe: “Por un lado, el ayuntamiento”, (se refiere a Barcelona que puede aplicarse a cualquier otra localidad), “tendrá que vigilar que el cumplimiento del carísimo contrato de limpieza sea real y eficiente. Y por otro lado, tendrá que poner el cascabel al gato para controlar los comportamientos incívicos y castigarlos con la dureza necesaria, no como pasa actualmente. Para poner un ejemplo, se orinen en la calle o abandonar la basura sin control es observado por un agente (difícil) y si se pone una multa, conseguir el cobro de esta infracción es una misión más difícil de conseguir que ver a Carles Puigdemon gritando vivas a España. Se tiene que conseguir que haya más multas y que sean de cobro obligatorio. A los nacionales y a los extranjeros. Sería necesario idear un sistema para  que al infractor no le salga gratis, porque no parar este tipo de comportamientos únicamente convierte el exceso en costumbre que afea la ciudad y la hace insoportable para quienes pagamos los impuestos”.

La denuncia que hace <b>Albert Gimeno</b>, excepto para quienes ensuciar les es un hábito, la suscriben la mayoría de ciudadanos. ¿Es políticamente correcto pedir a las autoridades democráticamente elegidas que no se limiten a decir que son servidores de sus votantes sino que se atrevan a poner el cascabel al gato y se tomen en serio mantener limpias los núcleos urbanos? Que sean una realidad las promesas electorales y que no sea el viento que las lance al estercolero.

Si el incivismo fuese el problema de cuatro gatos sería posible erradicarlo. Es un problema generalizado porque quien más quien menos todos tenemos un cierto grado de incivismo. Voy a transcribir un texto bíblico que aparentemente nada tiene que ver con el problema que tratamos. Si se le analiza atentamente y sin prejuicios pienso que cada ciudadano se lo hará suyo: “Tendrás un lugar fuera del campamento a donde salgas, tendrás también entre tus armas una estaca, y cuando estés allí fuera, cavarás con ella, y luego al volverte cubrirás tu excremento,  porque el Señor tu Dios anda en medio de tu campamento, para librarte y para entregar a tus enemigos delante de ti, por tanto, tu campamento ha de ser santo, para que Él no vea en ti cosa inmunda, y se vuelva de en pos de ti” (Deuteronomio 23: 12-14).

Israel era un pueblo muy numeroso. Nos podemos imaginar las toneladas de excrementos que se producían diariamente. Dios que es su Rey les da instrucciones concretas al respecto. Con el propósito que el campamento no se convirtiese en una enorme letrina infecta a cielo abierto debido a la infinidad de cagadas sobre la tierra tendrás  “entre tus armas una estaca, y cuando estés allí fuera, cavarás con ella, y luego al volverte cubrirás tu excremento”. Está claro que es una medida sanitaria para evitar la propagación de enfermedades. Pero el propósito principal de la medida era mantener el campamento limpio de inmundicia para hacer destacar que el lugar en el que se encontraban era un espacio santo por la presencia del Señor y la limpieza metódica lo conservaba así. Hoy la limpieza de las poblaciones se ha convertido en un problema. Se intenta resolverlo pero no se consigue. Ahora los ayuntamientos anuncian aumentar el importe de las sanciones para quienes no respeten las ordenanzas municipales. Si la mayoría de las multas no se cobran, ¿de qué sirve imponerlas? ¿No sería más provechoso sancionar a los incívicos con la obligación de limpiar lo que han ensuciado? De todas maneras no creo que el problema vaya a resolverse debido a que los ciudadanos no tienen un motivo suficientemente claro para no ensuciar.

La incredulidad impide reconocer como santo el lugar donde ponemos los pies. Es imprescindible recuperar el concepto de Dios tres veces santo, Padre de nuestro Señor Jesucristo que por el Espíritu Santo habita en el creyente. No es una exigencia externa la que obliga a mantener limpia la ciudad, es una imposición que se elude fácilmente porque no siempre tenemos unos ojos que nos observan. La presencia del Espíritu de Cristo en el creyente grava en su corazón la imperiosa necesidad de mantener limpia la tierra que se pisa. Las autoridades cumplen con su cometido castigando a quienes hacen el mal. La responsabilidad de los cristianos es proclamar la buena noticia que   por la fe en Jesús el árbol malo se convierte en uno de bueno que en vez de sembrar suciedad esparce limpieza.

Octavi Pereña i Cortina

 

1 SAMUEL 1: 18

“Y ella le dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste”

Tal vez debido a la profecía que se encuentra en Génesis 3: 15 que anuncia que de la simiente de la mujer nacería el Salvador que aplastaría la cabeza de la serpiente y que liberaría al pueblo de Dios  de sus pecados (Mateo 1: 21), es por lo que las mujeres israelitas podían considerar la infertilidad como una maldición porque todas deseaban ser la bendita de la que nacería el salvador. Tal vez por este deseo la súplica ardiente de Ana “con amargura del alma oró al Señor, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Señor de los ejércitos, si te dignas mirar a la aflicción de tu sierva, y te acuerdas de mí,  y no te olvidas de tu sierva, sino que le das a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré al Señor todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza” (vv. 10, 11). Ana en su oración tiene en cuenta en su oración lo que Moisés dice sobre el nazareato (Números 6: 1-21). Tal vez Ana en la súplica ardiente a Dios pidiéndole que le diese un hijo varón esté penando en que sería el Mesías prometido. Si es así, Ana estaba equivocada. Tuvo sí un hijo varón al que puso el nombre de Samuel que significa: “Por cuanto lo pedí al Señor” (v. 20). El niño no fue el Mesías prometido pero sí fue un gran siervo de Dios que fue de gran bendición para Israel. Dado que el relato de la ferviente oración de Ana pidiéndole a Dios un hijo varón ha quedado registrado en las páginas de la Biblia para instrucción nuestra. ¿Qué sucedería si las mujeres embarazadas suplicasen ardientemente que el niño/niña que llevan en el vientre fuese un siervo/sierva de Dios,  no significa forzosamente que tenga que convertirse en sacerdote católico o pastor evangélico. Significaría que sería un niño o una niña a quien sus padres instruirían en los caminos del Señor, a amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismos. De recibir de los padres esta instrucción y haber calado hondo en el corazón del bebé, al llegar a la niñez, adolescencia, ser universitario, trataría con respeto a sus compañeros  y no los discriminaría por su físico, etnia, religión. Los vería como criaturas de Dios merecedores de un amor incondicional. Una vez adulto huiría de todo tipo de corrupción con lo que contribuiría a pacificar la sociedad tan necesitada de ver reflejado en sus ciudadanos la luz de Cristo que alumbra al mundo.


 

LUCAS 12: 15

“Y les dijo (Jesús): Mirad y guardaos de la avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de  bienes que posee.

Jesús, encontrándose donde se encontrase siempre se veía rodeado de gente. Hoy las multitudes que apretujaban a Jesús los eclesiásticos lo considerarían “fe popular” que se considera como la manifestación de verdadera religiosidad. ¿Qué piensa Jesús de la multitudinaria manifestación religiosa? Hace cuatro días Lisboa se vio abarrotada de jóvenes de todo el mundo para encontrarse con el Papa. Para los hombres que sólo ven lo externo  consideran la concentración  una muestra deautentica religiosidad. Pero ¿qué piensa Jesús de la religiosidad multitudinaria? “Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues Él sabía lo que había en el hombre” (Juan 2: 24, 25).

Las palabras texto que comentamos están relacionadas con el tema de las herencias: “Uno de la multitud le dijo: Maestro di a mi hermano que parta conmigo la herencia” (v. 13). Parece ser que el padre de la persona que acudió a Jesús para que hiciese de mediador le había dejado a su hermano la herencia que le pertenecía como primogénito. El individuo en cuestión  no estaba conforme con el testamento. A menudo las herencias se convierten en  luchas fratricidas. Los familiares se aborrecen. Las palabras de Jesús que son la base de esta meditación confirman la avaricia enfermiza que se escondía en el corazón de la persona que acudió a Él para hiciese de intermediario.

Al texto le acompaña la parábola del rico insensato (vv. 15-21). Los bienes del rico insensato habían crecido mucho y no sabía dónde guardarlos. Tuvo una idea luminosa que le disipó la duda: “Eso haré: Derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes” (v. 18). La riqueza en sí es inocua. Según el concepto que se tenga de ella puede ser una bendición o una maldición. Cuando lo poco o lo mucho que se posea nos haga decir lo que el rico insensato dijo: “Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años, repósate, come, bebe, regocíjate” (v. 19). Quienes se consideran ricos como el necio de la parábola ignoran que las riquezas tienen alas y que un imprevisible les puede arruinar. En el caso del hombre de la parábola una revelación la anunció su muerte inminente. “Necio, esta noche vienen a pedir tu alma  y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios” (vv. 20,21). La Biblia nos dice que la sabiduría divina es más valiosa que el oro y la plata que ningún ladrón puede hurtar ni ninguna revolución confiscar. Se puede ser pobre en bienes materiales pero ser la persona más rica del mundo si posee a Dios que es el bien más preciado. Cuando Dios venga a buscar su espíritu para llevárselo consigo Dios irá con él.

 

dissabte, 12 d’agost del 2023

 

EL MAÑANA

<b>El será el que Dios disponga, no la buena o mala suerte</b>

Un escrito sobre bienestar emocional se titula: “La mitad de la población opina que su bienestar emocional tiene que mejorar”.

<b>Enrique Freire</b> inicia su escrito diciendo. “Una de las consecuencias más reveladoras de la pandemia es que ha aflorado problemas de bienestar emocional, sicológico y social que ya existían en nuestra sociedad”. La doctora en Sicología Clínica  y de la Salud <b>Silvia Álava</b> recuerda que “un 25% de la población tiene problemas de salud emocional”. Añade. “Parece que la pandemia ha abierto la veda para hablar de la salud emocional. Antes era algo que nos guardábamos y nos daba vergüenza decir: tengo un problema de ansiedad, de estrés. Ahora, en cambio, nos atrevimos a hablar de ello mucho más: Pasamos tres meses encerrados en casa y cuando salimos no recuperamos nuestra vida como era antes del aislamiento”.

Los problemas de salud mental ya existían. La pandemia lo que ha hecho es agravarlos. A los antiguos se les han añadido nombres como: grave crisis económica, guerra de Ucrania, los elevados costos de los alimentos, desahucios…Son causas externas las que influyen en nuestro bienestar emocional: precariedad laboral, incremento de la delincuencia, inseguridad…Para evitar que las causas externas que perturban nuestro bienestar emocional sigan haciendo su daño, los gobiernos tendrían que hacer lo máximo posible para eliminarlas. Por más  seriamente que se lo tomen para reducirlas  siempre se quedarán cortos porque además del factor humano se encuentra otro, el espiritual que por no ser visto con los ojos, ni poderse analizar en un laboratorio, no se le tiene en cuenta: “Vestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado estar firmes” (Efesios 6: 11-13).

Jesús nos enseña a enfrentarnos al problema de la enfermedad emocional de manera muy clara y entendedora. El problema radica en que no se cree en Él. Se le puede considerar personaje histórico de renombre. Pero no como Dios. El temor del Señor que es donde reside la confianza firme, en donde sus hijos encuentran refugio en el día malo, no existe.

Desde el inicio de su ministerio público Jesús recluta los discípulos que formarían el cuerpo apostólico. Felipe se encuentra con Natanael y le dice que ha encontrado a Jesús de Nazaret. Natanael le dice: “¿De Nazaret puede salir algo bueno? Felipe le dice: Ven y lo verás” (Juan 1: 46). Jesús tiene mala prensa. Por un lado porque Satanás se encarga de que sus seguidores difundan falsedades sobre Él. Por el otro, debido al mal ejemplo que dan muchos de quienes se dicen ser sus siervos. A Pesar de ello Jesús sigue siendo Rey de reyes y Señor de señores. Lo cual hace que merezca ser escuchado: “Nadie puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6: 24). Mientras estemos dominados por la sociedad de consumo Dios no puede ser nuestro Señor. En el contexto de los dos señores Jesús dijo unas palabras muy alentadoras refiriéndose al mañana incierto con un simbolismo muy fácil de entender. Antes de continuar tenemos que decidirnos por Dios el Padre de nuestro Señor Jesucristo o preferir seguir siendo dominados por el materialismo.

El lector puede ser agnóstico o ateo. No importa. Por el mero hecho de formar parte de la sociedad en que vivimos está integrado en el grupo de personas que “a la pandemia se le ha unido la situación económica, la crisis de Ucrania, y el fuerte incremento de los precios, entre otras cuestiones que no contribuyen a favorecer nuestro bienestar emocional” (<b>Francisco Rey</b>, Director de Desarrollo de Negocios en BBVA seguros). Por el mero hecho de vivir en una sociedad convulsa como la nuestra necesitamos prestar atención a la animadoras palabras de Jesús: “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, de qué habéis de comer o qué habéis de beber, ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir” (v. 25). Vivimos en un mundo en el que el progreso tecnológico nos proporciona mucho bienestar. A la vez es incapaz de proporcionarnos seguridad y serenidad ante las muchas deficiencias existentes. Según Sanitas, la mitad de la población opina que su bienestar emocional tiene que mejorar. Si el lector pertenece a este inmenso grupo de personas emocionalmente insatisfechas, no deje de seguir leyendo. Jesús tiene mucho que decirle para ayudarle a mejorar su estado emocional. Abre los ojos y “mira las aves del cielo, que ni siembran ni siegan, ni recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (v. 26). Si el Padre celestial cuida de sus criaturas irracionales, ¿no va a hacerlo con nosotros que nos ha creado a su imagen? “Personas de poca fe, ¿por qué dudáis?”, tiene que decirnos.

Son los incrédulos quienes se afanan por el mañana. Su preocupación desmesurada por el futuro es la causante del malestar emocional que afecta a tantas personas. Los incrédulos que se encuentran perdidos en medio de una espesa selva se afanan por estas cosas que el Padre celestial ya sabe que las necesitamos. (v. 32). El remedio que el Médico receta a quienes sufren trastornos de bienestar emocional es para que se la tome, no para guardarla en el botiquín. El remedio que Jesús receta a quienes tienen trastornos de bienestar emocional debido a las carencias que se dan en nuestra sociedad de consumo es para hacerles felices: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosa os serán añadidas. Así que no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” (vv. 33, 34). La fe en Jesús es la clave para vivir en paz en medio de un mundo revuelto.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

MARCOS 15: 15

“Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó Barrabás, y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado”

Pilato, después de interrogar a Jesús llega a la conclusión que “por envidia le habían entregado”  (Mateo 27: 18), los principales sacerdotes y los ancianos. Pilato tenía en sus manos la posibilidad de ejercer justicia. No era opcional. Era una obligación hacerlo por ser una autoridad establecida por Dios (Romanos 13: 1). Pilato deseaba dejar libre a Jesús porque sabía que era inocente de la acusación presentada por los sacerdotes y los ancianos, pero los querellantes le dijeron: “Si a éste sueltas, no eres amigo del Cesar, todo aquel que se hace rey, a Cesar se opone” (Juan 19: 12). Pilato, débil, no se atreve a oponerse a las demandas que le exigen los sacerdotes, los ancianos y el populacho. Pretende sacudirse de la responsabilidad de la injusticia que iba a cometer haciendo teatro: “Tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo, allá vosotros” (Mateo 27: 24). Pilato sabía lo que tenía que hacer, pero no lo hizo, por ello “recibirá mayor condenación” (Mateo 23: 14).

Deseo hacer resaltar del texto que comentamos: “Y Pilato queriendo satisfacer al pueblo”. La sentencia del Señor es clara: “Así ha dicho el Señor: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta del Señor” (Jeremías 17: 5). Si es cierto lo que se dice de Pilato que cayó en desgracia del emperador y condenado al exilio en la Galia donde se suicidó, todo aquel que antepone el ejercicio de la justicia satisfaciendo los deseos malvados de la plebe, más pronto o más tarde caerá sobre él todo el peso de la Ley de Dios.

El deseo de Pilato de querer satisfacer el insano deseo del pueblo no es algo exclusivo de él. Hoy, los presidentes de gobierno  buscan el beneplácito de los barones de sus partidos a la hora de tomar decisiones trascendentales. La justicia no es lo que prevalece a la hora de tomar decisiones,sino la voluntad de quienes desde la trastienda mueven los hilos. “La justicia engrandece a la nación” (Proverbios 14: 34). La justicia que engrandece a la nación no es el concepto humano de que es justicia. Debido al pecado del hombre el concepto que se tiene de ella está muy lejos de ser justicia. Los presidentes de los gobiernos pueden recibir prebendas cuando dejan el cargo: Ocupar sillones en los consejos de administración de grandes empresas por los servicios prestados a la Nación durante el tiempo que estuvo sentado en la butaca presidencial. El juicio que prevalecerá será el de Dios justo que conociendo al dedillo los más pequeños detalles de su obrar sentenciará de acuerdo al proceder del político. Dado que Dios no admite soborno, la excusa de lavarse las manos  para justificar sus decisiones injustas, no servirá de nada. La sentencia divina será. CULPABLE.


 

1 SAMUEL 4: 9

“Esforzaos, oh filisteos, y sed hombres, para que no sirváis a los hebreos, como ellos os han servido a vosotros, sed hombres y pelead”

Israel pierde en el primer encuentro con los filisteos. El texto nos dice que murieron “como cuatro mil hombres” (v. 2). Cuando los supervivientes regresan al campamento con la cola entre las piernas, “los ancianos de Israel dijeron. ¿Por qué nos ha herido hoy el Señor delante de los filisteos? Traigamos nosotros de Silo el arca del pacto del Señor,  para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano de nuestros enemigos” (v. 3). Dicho y hecho: “Aconteció que cuando el arca del pacto del Señor llegó al campamento, todo Israel gritó con tan gran júbilo que la tierra tembló” (v. 5). Cuando los filisteos se enteraron que el gran clamor de júbilo se debía a que el arca del pacto del Señor había sido traída al campamento “tuvieron miedo” porque eran conocedores de que en el pasado el Dios de Israel había liderado las batallas de su pueblo. Fue entonces cuando se animaron con las palabras del texto que comentamos.  Se vuelven a ver las caras en el campo de batalla y la derrota de los israelitas fue aplastante: “Pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie. I el arca de Dios fue tomada” (vv. 10, 11). Sucedió lo que los hebreos tenían que recordar: Su Dios los ayudaría si estaban con Él, en caso contrario los abandonaría en las manos de sus enemigos. El arca del pacto de Dios simbolizaba la presencia de Dios entre su pueblo pero no significaba que lo fuese su presencia. La habían convertido en un amuleto que les traería buena suerte. La ausencia de Dios fue la causa de la derrota de los israelitas.

Este relato se encuentra registrado en las páginas de la Biblia para nuestra enseñanza. La cruz es el símbolo de la muerte de Jesús a favor del pueblo de Dios. Lo que en su tiempo fue un instrumento de tortura hoy se ha convertido en un objeto de adorno sin significado alguno. Se es cristiano no porque se lleva una crucecita de oro colgada del cuello ni que se la lleve como insignia de autoridad eclesiástica. Se es cristiano por la fe en el Nombre de Jesús como Señor y Salvador y porque el Espíritu de Cristo mora en el creyente que le acredita como hijo de Dios.

Una cruz, sea de adorno o como símbolo de autoridad eclesiástica no sirve de nada a la hora de enfrentarse a las batallas que se libran en el día a día. Es por ello que tantas personas que han nacido en un país supuestamente cristiano y algunas de ellas son muy religiosas viven desastrosamente. El Señor está en sus labios pero no en su corazón.

 

diumenge, 6 d’agost del 2023

 

HOMBRES DE RENOMBRE

<b>Los políticos se convierten en ídolos de una ciudadanía carente de ideales</b>

El Roto en una de sus punzantes viñetas que denuncian situaciones de imperiosa actualidad, nos muestra a un hombre de porte distinguido y decidido con una maletín  en la mano. Camina por el interior de una alcantarilla pisando lo que circula por ella: Mierda. El texto que acompaña la imagen es directo: “A los grandes despachos se llega antes por las alcantarillas”. Cuando se habla d alcantarillas se hace en sentido político y económico. Se refiere a las maneras nada limpias de alcanzar los objetivos propuestos.

 A  pesar de que vivimos en una sociedad atea todavía queda un poco de rescoldo, quiérase o no, que no somos producto de un azar ciego, que somos creación divina hechos a imagen y semejanza del Creador. A pesar de que el ateísmo reinante esté cubierto con una capa de religiosidad,  el rescoldo que queda en nuestros corazones nos recuerda que somos criaturas de Dios con conciencia del bien y del mal. Esta capacidad de discernimiento es lo que nos hace comprender que las alcantarillas político económicas no son buenas para el bien común. Excepto para quienes se benefician de ellas.

Como quiera que todavía queda rescoldo que nos permite razonar, intentaremos averiguar de dónde procede el placer que nos proporciona andar por las alcantarillas. Es obligado tener que acercarnos al origen del hombre y que debido al pecado se desarrolla en el hombre la tendencia a hacerse un nombre. Así es como ya en la antigüedad se despertó en el hombre el deseo de andar por las alcantarillas.

El problema empezó a agravarse en el momento que “comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra” (Génesis 6: 1). Con el incremento de la población pecadora la maldad se hizo más evidente. La situación empeora cuando “los hijos de Dios”, la descendencia de Set por la que viene el pueblo de Dios, “vieron que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas” (v. 2). El pueblo de Dios tiene que ser sal que preserva de la corrupción. Es así como aparecieron  lo que se conoce como “matrimonios mixtos”. Del resultado de la proliferación de este tipo de matrimonios  fue que la sal perdió su poder anticorrupción. Un ejemplo bíblico de tal acontecer lo encontramos en el rey Salomón que por casarse con mujeres paganas se alejó de los caminos de Dios con lo que se inició el declive de la monarquía con resultados funestos para el reino.

Debido a que la sal perdió su poder anticorrupción la maldad se extendió sin freno. El resultado de dicho mestizaje espiritual fue que “después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Éstos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron <i>varones de renombre”</i> (v.4). Habiendo perdido la sal su poder  anticorrupción espiritual, ¡ancha es Castilla! La sociedad empezó a dividirse en dos categorías: Caudillos y plebe, reyes y vasallos. El resultado fue el nacimiento del primer gran imperio: el asirio. Y así ha sido a lo largo de la historia que han escrito los poderosos “los  varones de renombre” de cada generación.

La denuncia que hace El Roto: “A los grandes despachos se llega antes por las alcantarillas” se queda en una simple denuncia que levanta la manta dejando al descubierto la inmundicia de las alcantarillas, pero, sin capacidad d sanearlas, porque “los varones de renombre” al no tener como guía a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo se dejan guiar por las inclinaciones perversas de sus corazones endurecidos, insensibles a las necesidades ajenas. Según Jesús, esta es la característica de los “varones de renombre” que se convierten en autoridades públicas en los diversos estamentos de la administración del Estado: “Porque de dentro del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, el engaño, la lascivia, la envidia, las maldiciones, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7. 21-23).

Se intenta frenar la corrupción legislando leyes anticorrupción, sin conseguirlo. Se da el caso que los mismos legisladores las quebrantan.  La razón es muy sencilla: no se ataca la fuente de la corrupción que es el pecado..

Después del Diluvio, Noé y sus tres hijos y sus respectivas esposas, todos ellos descendientes de Set, fueron los únicos supervivientes de la catástrofe. De su descendencia se repobló la Tierra. A pesar que eran pueblo de Dios, no dejaron de ser pecadores. Pasa el tiempo y la Tierra se repuebla. La historia se repite: “viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre toda…Y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Éstos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre”. Así será hasta el fin del tiempo cuando Jesús en su venida gloriosa vendrá para instaurar el Reino eterno de Dios en el que no tendrá cabida nadie cuyos pecados no hayan sido lavados por la sangre de Jesús. Es decir, no serán ciudadanos de este Reino quienes no sean verdaderos hijos de Dios. En este Reino no se encontrarán “varones de renombre”.

Octavi Pereña i Cortina

 

MATEO 26: 75

“Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús que le había dicho: Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente”

El impetuoso Pedro es una enseñanza permanente para nosotros. Por esto es conveniente tomarse en serio las palabras del salmista: “¡Oh como amo tu Ley! Todo el día ella es mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo” (Salmo 119: 97, 98). Este texto nos recuerda: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para instruir en justicia, a fin que el hombre de Dios sea perfecto enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3: 16, 17). El apóstol Pablo escribe: “Toda la Escritura es inspirada por Dios”. “Toda” es “toda”. No una parte. ¿Cómo podemos conseguir que toda la Escritura entre a formar parte de nuestra vida? Pienso que una manera de conseguirlo es hacernos el propósito de leer cada año toda la Escritura. Lo conseguiremos fácilmente si en nuestros devocionales diarios diferenciamos el Antiguo del Nuevo Testamento y simultáneamente, iniciando la lectura en Génesis y Mateo. Al llegar al final del Antiguo volvemos a empezar y hacemos  lo mismo con el Nuevo. Sin darnos cuenta descubriremos que nos habremos tragado toda la Biblia. Al menos una vez al año habremos leído el texto  Mateo 26: 75 que nos recuerda el arrepentimiento de Pedro y todo el contexto que le condujo a negar a Jesús.

Encontrándose Jesús reunido con sus discípulos en el piso de arriba celebrando la Pascua, les dijo: “Todos vosotros os escandalizareis de mí esta noche, porque está escrito: Heriré al Pastor, y las ovejas del rebaño serán dispersadas” (Mateo 26: 31). Pedro le dijo al Señor: “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré. Jesús le dijo: De cierto te digo que esta noche antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Pedro le dijo: aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré” (vv. 33, 35).

¡Cuán necesario es que al menos una vez al año la Escritura nos recuerde que no nos dejemos llevar por el engreimiento y dejemos de decir de una vez por todas: de esta agua no beberé, y tengamos que hacer como el apóstol Pedro que a solas, apartado de la mirada de la gente “lloremos amargamente”. Es muy necesario que la Escritura nos recuerde a menudo nuestra condición de pecadores y nos comportemos como el cobrador de impuestos que “estando lejos” apartado de los ojos de la gente, “no quería ni aún alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios se propicio a mí, pecador” (Lucas 18: 13).


 

SALMO 20: 7

“Estos confían en carros, y aquellos en caballos, mas nosotros del Nombre del Señor nuestro Dios tendremos memoria”

El salmo 20 es una oración pidiendo ayuda: “El Señor te oiga en el día de conflicto, el Nombre del Dios de Jacob te defienda” (v. 1). Para acercarse al Dios Creador del cielo y de la Tierra es necesario que previamente se crea en Él. Viviendo en un mundo manchado por el pecado son muchos los conflictos que se presentan. Los afligidos no acuden al Señor porque ignoran quien es. Pero se sienten impotentes y en el desespero buscan ayuda en la necedad de los ayudadores que se han inventado. En quienes no encentran consuelo.

“Nosotros nos alegramos en tu salvación, y alzaremos pendón  en el Nombre de nuestro Dios, conceda el Señor todas tus peticiones” (v. 5). Por vivir en un mundo manchado por el pecado, los conflictos permanecen. No porque se sepa en quien se ha creído los conflictos van a desaparecer. El Señor ayuda en medio de ellos. Consuela en las aflicciones. En medio de un mar tempestuoso concede una paz que excede a la comprensión humana. “La paz os dejo, mi paz os doy, yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni tengáis miedo” (Juan 14: 27).

El salmista que tiene la experiencia que el Señor por medio del Espíritu Santo mora en él, puede escribir para consolación nuestra. “Ahora conozco que el Señor salva a su ungido, lo oirá desde los cielos con la potencia salvadora de su diestra” (v. 6).

El salmista contrasta su experiencia con la de los impíos: “Éstos confían en carros y aquellos en caballos” (v. 7a). “Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta del Señor” (Jeremías 17: 5). Israel confiaba en el poder del ejército egipcio para ahuyentar a su enemigo. El Señor tiene que decirle  que Egipto es como una caña que si se apoya en ella le atravesará la mano (Isaías 36: 6). Confiar en la fuerza del hombre, sea una nación o un individuo, para encontrar protección es una ayuda inútil. Para nuestra instrucción el salmista escribe. “Mas nosotros del Nombre del Señor nuestro Dios tendremos memoria. Ellos flaquean y caen, mas nosotros nos levantamos y estamos en pie” (vv. 7b, 8).

Los ídolos que se fabrican los hombres tienen oídos que no oyen pero los creyentes que confían en el Señor Jesucristo lo hacen “al Rey que nos oye en el día que lo invocamos” (v. 9). El Señor Dios que nunca se duerme tiene siempre sus oídos atentos para escuchar las súplicas de sus hijos que confían en Él.