dissabte, 10 de juny del 2023

 

 

ROMANOS 6: 1

“¿Qué pues diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde?”

Los ritos cristianos tienen valor si van acompañados del dogma divino que certifica su valor. El contexto del texto que meditamos es el bautismo que desacredita del todo el bautismo católico del rociamiento de unas gotas de agua en la cabeza del bebé o del adulto que se haya convertido al catolicismo porque no refleja el sentido del dogma que le acompaña. La palabra griega de la que procede bautismo significa sumergir. El rociamiento no refleja el significado de la palabra. El dogma católico se excede cuando le otorga al agua, previamente bendecida por elsacerdote, el poder de perdonar, sea bebé, niño o adulto, el pecado original, convirtiendo así al bautizado en hijo de Dios.

“¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados con Él para muerte por el bautismo” (vv. 3, 4a). El bautismo no sirve para convertir a los incrédulos en creyentes. De ser así,  el Padre se podría haber ahorrado la muerte vicaria de su Hijo si los pecadores se salvan de manera tan fácil. Eso no es todo. El texto dice algo más: “A fin de que como Cristo resucitó de los muertos para la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con Él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección, sabiendo esto, que si nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado” (vv. 4b-6).

Esta es la doctrina bíblica del bautismo. Atañe a algo que previamente le ha ocurrido al bautizado. Es el testimonio de la fe en Jesús muerto en la cruz para perdón de sus pecados y que ha empezado a vivir una vida totalmente distinta a la que llevaba antes de su conversión a Cristo. ¿Cuál es la manera de vivir tantas personas que sin conocimiento de ello o dada su aprobación, que no muestran el más mínimo conocimiento de Cristo y que desconocen qué significa ser santos?

A las personas que se bautizan sabiendo lo que hacen, el texto sagrado sigue diciendo: “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús Señor nuestro. No reine pues el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que le obedezcáis en sus concupiscencias, ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia” (vv. 11-13).


 

PROVERBIOS 24: 16

“Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse”

El texto que comentamos nos dice que el justo peca siete veces. El justo, según la escritura no es alguien exento de pecado. No es una persona inmaculada como los católicos dicen de la virgen María. Sino como una persona concebida en pecado como también lo reconoce la virgen  María: “Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque Él ha mirado la bajeza de su sierva” (Lucas 1: 47, 48). El apóstol Pablo escribe: “No hay justo ni aun uno” (Romanos 3: 10). Excepto Jesús,  no ha existido ni existirá persona alguna sin pecado porque todos somos pecadores por ser descendencia de Adán. El justo del texto que comentamos se refiere a un pecador que por haber creído en Jesús como su Salvador es justificado por la fe (Romanos 5: 1). En Jesús Dios ve al pecador como si nunca hubiese pecado. El justificado sigue siendo pecador que no ama al pecado. Su condición de pecador no ha sido eliminada.  Es por esto que “el justo cae siete veces, y vuelve a levantarse”.

La imagen del justo que cae siete veces y vuelve a levantarse la describe David al escribir.

Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño. Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano, se volvió mi verdor en sequedades de verano. Mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones al Señor, y tú perdonaste la maldad de mi pecado”

Al final del salmo David compara el justo con el pecador que no ha sido perdonado:

“Muchos dolores habrá para el impío, mas el que espera en el Señor, le rodeará la misericordia. Alegraos en el Señor y gozaos justos, y cantad con júbilo todos vosotros los rectos de corazón”

 

 

                                              

 

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