dissabte, 24 de juny del 2023

 

DEUTERONOMIO 10: 16

“Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no endurezcáis vuestra cerviz”

“Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado” (Romanos 4: 7, 8). ¿Cuándo le fue concedida a Abraham  la bendición de que Dios le inculpase de pecado? ¿Qué fue antes el huevo o la gallina? “Porque decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia”. ¿Cuándo le fue contada? “Estando en la circuncisión o incircuncisión? No en la circuncisión, sino en la incircuncisión” (vv. 9, 10). La circuncisión no salva. Es la señal de que previamente había creído en el Señor. Es cierto que los niños tenían que ser circuncidados en el octavo día. Se circuncidaban porque  pertenecían al pueblo nacional de Dios, pero no  al pueblo espiritual de Dios al que se entra exclusivamente por la fe en Cristo. Sólo hace falta echar una ojeada, aunque sea superficial, en la historia del pueblo de Israel para darse cuenta de que la circuncisión no los había convertido en pueblo de Dios.

El texto que sirve de base a esta meditación nos enseña que la circuncisión física no ejerce ningún efecto espiritual en el circuncidado. “Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón”, es decir, que la sangre de Jesús que representa la circuncisión haya limpiado los pecados del circuncidado. Así es como dejaréis de ser unos obstinados que continuamente os rebeláis contra mí.

En el campo cristiano cundo Jesús ya ha derramado la sangre que limpia los pe cados, la circuncisión ha dejado de ser vigente para ser substituida por el bautismo de inmersión. Su significado es muy instructivo. Enseña que cuando el bautizado se sumerge bajo el agua muere con Cristo y que cuando sale del agua que ha resucitado con Cristo. No fue hasta el año1311 cuando el Concilio de Ravena legalizó el bautismo por rociamiento. El libro de Hechos que es la historia de la iglesia apostólica enseña sin lugar a dudas que se bautizaba por inmersión a las personas que habían creído en Cristo como Salvador. Cuando se pierde de vista el sentido bíblico del bautismo éste deja de simbolizar la fe en Cristo del bautizado, para convertirse en sacramento  eclesiástico  al que se le atribuye al agua el supuesto poder de limpiar los pecados.

“Y no endurezcáis vuestra cerviz” del texto de Deuteronomio puede aplicarse perfectamente al bautismo. Quienes se han bautizado, sea por inmersión o por rociamiento sin haber recibido la fe salvadora, ¿dan muestras de haber abandonado su pasada manera de vivir para andar en la novedad de vida que Jesús exige a quienes han creído en Él?


 

DEUTERONOMIO 29: 29

“Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley”

Este texto nos alerta del peligro de la especulación religiosa. Todo lo que el Padre de  nuestro Señor Jesucristo quiere que los hombres sepan lo ha dado a conocer por medio de los profetas y apóstoles inspirados por el Espíritu Santo y que ha quedado registrado en las páginas de la Biblia

“Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios”. Nadie está autorizado a meter a nariz en estas cosas. Quienes lo hacen lo hacen por instigación satánica que lleva a conclusiones desastrosas. La investigación se lleva a cabo por el espíritu de rebeldía que hace creer que los investigadores son lo suficiente sabios como para descubrirlas.  “Mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley”. Aquí se encuentra el espíritu humilde que se daba en el adolescente Samuel que se dirige a Dios diciéndole: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”. Las cosas reveladas son muy profundas y no se puede llegar a comprenderlas del todo porque tratan del Dios infinito y que tienen que discernirse espiritualmente. La vida cristiana tiene un parecido con la natural. Se empieza como un recién nacido y se va ascendiendo hasta llegar a adulto. “De manera que yo hermanos, no pude hablaros como espirituales, sino como a carnales, como niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda, porque aún  no eráis capaces, ni sois capaces todavía, porque sois carnales, pues habiendo entre vosotros, celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales y andáis como hombres?”(1 Corintios 3: 1-3). Si somos sinceros con nosotros mismos, a pesar del tiempo que llevamos como cristianos siguen apareciendo muestras de carnalidad. Todavía no hemos alcanzado la perfección del Padre que es el deseo de Jesús. (Mateo 5. 48).

Para no caer en el error de los sectarios sigamos la instrucción del escritor inspirado por el Espíritu Santo: “acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír. Porque debiendo ser ya maestros después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios, y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa  de la leche es inexperto en la palabra  de justicia, porque es niño, pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos 5: 11-14).  Tenemos mucho camino que andar todavía,  pero la recompensa será nuestra si no desfallecemos.

 

 

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