OSEAS 6: 3
“Y conoceremos y perseguiremos en conocer al
Señor, como el alba está dispuesta su salida, y vendrá a nosotros como la
lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra”
Por su
apostasía el Señor castiga a Israel. Pero no todos los israelitas abandonaron
el Dios de sus padres para adorar a los dioses de las naciones vecinas. Por
ello Dios castiga a Israel con dureza. Un remanente permaneció fiel al Señor.
En medio de la oscuridad y la confusión que comporta vivir de espaldas a Dios,
un rayo de esperanza ilumina en la oscuridad: “En su angustia me buscarán” Oseas 5: 15). Sin ninguna duda que le
haga temblar, el profeta escribe: “Venid
volvamos al Señor, porque Él arrebató, y nos curará, hirió y nos vendará” (6:1).
Estamos
atravesando una etapa muy dura y amenazadora. Si lo que hoy ocurre es el
“principio de dolores”, ¿qué será lo que vendrá después? Dejemos de estar
atentos a los pronósticos del tiempo que nos dan los popularmente conocidos
como “hombres del tiempo”. Hagamos lo que el profeta nos dice: En su angustia me buscarán”. Los medios
de comunicación nos informan de procesiones y rogativas que se hacen a vírgenes
y santos implorando lluvia para que las cosechas no se pierdan ni perezcan los
frutales. En su angustia, pero, estas personas no buscan de corazón al Dios y
Padre de nuestro Señor Jesucristo que es quien tiene el poder de dar “la
lluvia tardía y temprana a la tierra” para impedir que los campos se
conviertan en tierra baldía.
Si nos
arrepentimos y nos volvemos al Señor que es amplio en perdonar “arrebató y nos curará, hirió y nos vendará…y
viviremos delante de Él”. Los males que
nos afectan se deben a que nuestros pecados irritan a Dios. Si nos volvemos a
Él, Él se volverá a nosotros. Entonces como dice el texto que sirve de base a
esta meditación, “Y conoceremos y
perseguiremos en conocer al Señor, como el alba está dispuesta su salida, y
vendrá a nosotros como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra”
NÚMEROS 11: 12
“¿Concebí yo a todo este pueblo? ¿Lo engendré
yo para que me digas: llévalo en tu seno, como lleva la que cría al que mama, a
la tierra de la cual juraste a sus padres?"
Uno de
los puntos del Padrenuestro, la oración modelo que Jesús enseñó a sus
discípulos dice: “El pan nuestro de cada
día, dánoslo hoy” (Mateo 6: 11). El
pan en nuestra cultura es el alimento básico. Jesús enseñó a sus discípulos a
pedirle al Padre celestial “el pan
nuestro de cada día”. No enseña a pedirle langosta u otras exquisiteces
culinarias. Tenemos que contentarnos con lo básico. Si en su bondad nos manda
exquisiteces, bienvenidas sean. Él nos enseña a pedirle lo básico para
subsistir.
El ser
humano nunca se conforma con lo que Dios le da. Los israelitas, puntualmente a
cada albada recibían el maná, el pan que caía del cielo. La monótona
alimentación les hacía recordar que en la esclavitud en Egipto disponían de “pescado, pepinos, melones, puerros, cebollas, ajos, y, ahora nuestra alma se seca, pues
nada sino este maná ven nuestros ojos” (vv. 5, 6).
Moisés
que fue el hombre más humilde que había en la tierra, un día estalló en ira al
golpear dos veces a la roca a la que únicamente tenía que decirle que de ella
brotase agua. Su pecado le costó que no pudiera entrar en la Tierra prometida.
Ello nos lleva a pensar en los pastores
de las iglesias, si es que son verdaderos siervos del Señor. Las congregaciones
y más en tiempos de crisis como la que nos toca
vivir, tienen muchos problemas. El autor de Hebreos nos dice: “Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a
ellos, porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta,
para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no es provechoso” (Hebreos
13: 17). El escritor inspirado por el Espíritu Santo nos presenta a los
pastores como hombres de carne y huesos, con todas las fragilidades que
acompañan a la naturaleza humana, que velan por el bien de las personas que el
Buen Pastor ha puesto a su cargo. Si las congregaciones son unas quejicas pueden conseguir que sus
pastores se irriten como le ocurrió a Moisés. La comprensión y las oraciones de
los fieles son muy importantes para el bienestar emocional de quienes han
recibido del Buen Pastor el encargo de guiar a las ovejas a pastorear en prados
de hierba fresca y tierna y a beber junto a aguas de reposo. Animar a los
pastores en los momentos difíciles. Confortar en el desánimo. Identificarse con
los pastores hará que las congregaciones glorifiquen a Dios y sean una
bendición para todos.
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