DESPERTAR DEL SUEÑO
<b>¿Qué le sucede al cuerpo después
de la muerte?</b>
El <b>Dr. Tony Wyss-Coray</b>
dirige el rejuvenecimiento con transfusiones de sangre en Stanford. El objetivo
principal de su investigación inyectando sangre joven, no es alargar la vida,
sino conseguir que el Alzheimer, a pesar que no se cure sirva para una
significativa mejoría para las personas que lo padezcan. “Encontrar esta cura
será una parte de mi trabajo. Lo que me fascina es entender el envejecimiento y
entender sus secretos”. ¿Por qué envejecemos?
¿Cómo puede frenarse el envejecimiento? Las preguntas que se plantea el
<b>Dr. Wyss</b> nos las hacemos todos.
Un anuncio de productos cosméticos dice:
“Me permito el lujo de no aparentar mi edad”. Con cremas y otras pócimas se
puede intentar esconder las arrugas que señalan el paso del tiempo, pero no se
puede esconder la edad cronológica que se manifiesta con la pérdida del vigor
físico y los achaques que le acompañan. Si no se es consciente que el
envejecimiento es un hecho inevitable uno se adentra en una lucha interna que
no tiene las de ganar, y, que afecta a la salud emocional, pues genera estrés
que los fármacos no pueden curar. No encontrarse bien con uno mismo corroe el
alma. “El tiempo puede arrugar la piel, pero las preocupaciones, las dudas y la
pérdida de ideales carcome el alma” (<b>Myson Taylor</b>).
Una mujer le pregunta a <b>J.
Roberton McQuilkin</b>. ¿Por qué permite Dios que nos hagamos viejos? He
aquí la respuesta que recibió: “Creo que Dios ha planificado que la fortaleza y
la belleza de la juventud sea física. Pero la fuerza y la hermosura de vejez
sean espirituales. Poco a poco perdemos la belleza y la fuerza, así aseguramos
concentrarnos en la fuerza y la belleza que duran para siempre. Así deseamos
abandonar la parte temporal de nosotros que se malmete y sentir una auténtica
nostalgia de nuestra casa eterna. Si fuésemos siempre jóvenes, fuertes y
guapos, no quisiéramos morir nunca” (Anónimo). El autor de este texto cree en
la existencia en el más allá de la muerte. Es una persona que como el salmista
le pide a Dios que le enseñe a contar sus días para adquirir la sabiduría del
corazón (Salmo 90: 12).
Son muchas las personas que piensan lo
mismo que la actriz <b>Laura Pamplona</b>: “Los retoques digitales me parecen ridículos. Se
debe vender juventud, pero es absurdo y
antinatural porque todo el mundo tiene que envejecer”. Cuando llega la tan
indeseada muerte, ¿qué? Al interrogante de lo que existe más allá de la muerte
únicamente le pueden dar respuesta cierta los creyentes en Cristo, que por la
fe, que es un regalo de Dios, tienen visión de la gloria futura que les ayuda a
traspasar el umbral de la puerta que da acceso a la eternidad. Cuando les
llegue este día, como al resto de los mortales, sus cuerpos dormirán en la
oscuridad de las tumbas en tanto que sus almas parten para gozar de la
presencia de Dios. La muerte física produce una separación temporal de los dos
componentes que forman la persona: el cuerpo y el alma. La separación durará
hasta que Jesús muerto, enterrado y resucitado, revestido de su gloria eterna
regrese a buscar a los suyos, cuyos
cuerpos reposan en la oscuridad de las tumbas. Al oír su voz de mando los
cuerpos despertarán de sus sueños, inmortales e incorruptibles. En este momento
se reunirán con sus almas. Entonces se realizará el anhelo de gozar de la
juventud eterna. Habiéndose destruido el aguijón de la muerte que es el pecado,
contemplarán el rostro glorioso del
Salvador, “serán semejantes a Él, porque le verán tal como Él es” (1 Juan 3:2).
La belleza y la fortaleza de la juventud que se perdió en el Edén se
recuperarán en el día de la resurrección para no perderlos nunca más.
Octavi
Pereña i Cortina
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