dissabte, 6 d’agost del 2022

 

2 CRÓNICAS 6: 26, 27

“Si los cielos se cierran y no haya lluvia por haber pecado contra ti, si oran a ti hacia este lugar, y confiesan tu Nombre, y se convierten de sus pecados, cuando los aflijas, tú los oirás en los cielos…”

El texto que comentamos forma parte de la oración que pronunció el rey Salomón durante la ceremonia de la dedicación del templo en Jerusalén. En aquel momento la gloria de Israel se encontraba en su zenit. La oración deja entrever que la gloria de Israel no sería eterna. Conservarla dependía de la respuesta que daría el pueblo a la autoridad de la Ley de Dios.

Salomón dice: “Si los cielos se cierran y no hay lluvia por haber pecado contra ti”. Estamos atravesando una grave crisis climática. Los elementos están revueltos. La desertización avanza y la deforestación prosigue. El cielo ha cerrado el grifo. Los incendios forestales se incrementan. Ante tantas calamidades que nos vienen a la vez nos preguntamos quien es el responsable. La respuesta que damos es que no hemos hecho bien las cosas y que con nuestro consumo desmesurado esquilmamos el planeta. En parte tienen razón quienes piensan de esta manera. La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Por qué los hombres no hacemos las cosas bien? Salomón responde la pregunta: “Por haber pecado contra ti”. La oración de Salomón deja la puerta abierta a que Dios escuche las plegarias de quienes arrepentidos se vuelven a Él. Orar con la mirada dirigida hacia Jerusalén es cosa del pasado. Jesús lo deja bien claro en la conversación que mantiene con la samaritana. La mujer le dice: “Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar” .Jesús le dice: “Mujer créeme, que la hora viene cundo ni es este monte  ni en Jerusalén adoraréis al Padre…Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu, y los que le adoran en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4: 20-24).

Sea cual sea el lugar en que se encuentre el lector es territorio idóneo para elevar una plegaria al Padre de nuestro Señor Jesucristo para pedirle perdón de tus pecados. En Jesús tienes la línea abierta para comunicarte con quien tiene el poder de abrir o cerrar el grifo de las bendiciones divinas. Dada la incredulidad actual es muy posible que la bendición colectiva no se produzca. Pero tu corazón marchito por el pecado se convertirá en una fuente de agua viva que fluye para vida eterna si en verdad te arrepientes.


 

CRÓNICAS 15: 3, 4

“Muchos días ha estado Israel sin verdadero Dios y sin sacerdote que enseñara, y sin Ley, pero cuando en su tribulación se convirtieron al Señor Dios de Israel y le buscaron, Él fue hallado por ellos”

No debe confundirse espiritualidad con religiosidad. Israel fue muy religioso pero nada espiritual. Además del templo en Jerusalén dedicado al Dios único y verdadero le hicieron oprobio con los numerosos  altares dedicados a los dioses de los pueblos vecinos.

El texto que constituye la base de la presente meditación va precedido por el siguiente: “Vino el Espíritu de Dios sobre Azarías hijo de Obed, y salió al encuentro de Asa (el rey), y le dijo: Oídme Asa y todo Judá y Benjamín: el Señor estará con nosotros, si vosotros estáis con Él, y si le buscáis, será hallado de vosotros, mas si le dejáis, Él también os dejará”  (vv. 1, 2).

Las palabras del profeta Azarías fueron un estímulo para el rey Asa que emprendió una reforma religiosa que fue de gran bendición para Judá y Benjamín. Ello no quita que nos centremos en el texto que motiva la presente reflexión. En nuestro entorno religioso se oye con demasiada frecuencia  que el barómetro que detecta la espiritualidad del pueblo está en el número de personas que asisten en las celebraciones religiosas populares: La asistencia misa en las fiestas mayores, las multitudes que presencian las procesiones de Semana Santa…Si se escarba un poco en lo que es la fe popular pronto se descubre que estas multitudes fervorosas nada saben del verdadero Dios. La causa de tanta ignorancia se debe a que no hay sacerdote que enseñe la Ley de Dios.

Ser religioso sin conocer al Dios verdadero tiene sus consecuencias. En primer lugar estas multitudes fervorosas que practican la piedad popular se comportan como ovejas que no tienen pastor. Cada una de ellas campa como mejor le parece. Si no hay sacerdote que instruya a las ovejas en la Ley de Dios es lógico que debido a que les falta la luz de Dios que se revela en Jesús que es la luz del mundo, vayan extraviadas. Los practicantes de la piedad popular, sea cual sea su posición social se caracterizan por la inmoralidad. Estas masas que practican la piedad popular no contribuyen en nada en hacer un mundo mejor. Todo lo contrario cada uno de ellos aporta su granito de arena para que el mundo vaya de mal a peor.

Si el Señor levanta Azarías  que predican fielmente la Palabra de Dios, anunciando un mensaje de arrepentimiento para perdón de los pecados por la fe en el Nombre de Jesús se puede producir un avivamiento religioso que cambie el comportamiento de quienes practica la piedad popular. Si no da lugar al arrepentimiento, los lugares en donde se celebren actos de piedad popular pueden estar llenos de personas, pero Jesús es el gran ausente.

 

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