2 CRÓNICAS 6: 26, 27
“Si los cielos se cierran y no haya lluvia
por haber pecado contra ti, si oran a ti hacia este lugar, y confiesan tu
Nombre, y se convierten de sus pecados, cuando los aflijas, tú los oirás en los
cielos…”
El
texto que comentamos forma parte de la oración que pronunció el rey Salomón
durante la ceremonia de la dedicación del templo en Jerusalén. En aquel momento
la gloria de Israel se encontraba en su zenit. La oración deja entrever que la
gloria de Israel no sería eterna. Conservarla dependía de la respuesta que
daría el pueblo a la autoridad de la Ley de Dios.
Salomón
dice: “Si los cielos se cierran y no hay
lluvia por haber pecado contra ti”. Estamos atravesando una grave crisis
climática. Los elementos están revueltos. La desertización avanza y la
deforestación prosigue. El cielo ha cerrado el grifo. Los incendios forestales
se incrementan. Ante tantas calamidades que nos vienen a la vez nos preguntamos
quien es el responsable. La respuesta que damos es que no hemos hecho bien las
cosas y que con nuestro consumo desmesurado esquilmamos el planeta. En parte
tienen razón quienes piensan de esta manera. La pregunta que tenemos que
hacernos es: ¿Por qué los hombres no hacemos las cosas bien? Salomón responde
la pregunta: “Por haber pecado contra ti”.
La oración de Salomón deja la puerta abierta a que Dios escuche las plegarias
de quienes arrepentidos se vuelven a Él. Orar con la mirada dirigida hacia
Jerusalén es cosa del pasado. Jesús lo deja bien claro en la conversación que
mantiene con la samaritana. La mujer le dice: “Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en
Jerusalén es el lugar donde se debe adorar” .Jesús le dice: “Mujer créeme, que la hora viene cundo ni es
este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre…Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán
al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores
busca que le adoren. Dios es Espíritu, y los que le adoran en espíritu y en
verdad es necesario que adoren” (Juan 4: 20-24).
Sea
cual sea el lugar en que se encuentre el lector es territorio idóneo para
elevar una plegaria al Padre de nuestro Señor Jesucristo para pedirle perdón de
tus pecados. En Jesús tienes la línea abierta para comunicarte con quien tiene
el poder de abrir o cerrar el grifo de las bendiciones divinas. Dada la
incredulidad actual es muy posible que la bendición colectiva no se produzca.
Pero tu corazón marchito por el pecado se convertirá en una fuente de agua viva
que fluye para vida eterna si en verdad te arrepientes.
CRÓNICAS 15: 3, 4
“Muchos días ha estado Israel sin verdadero
Dios y sin sacerdote que enseñara, y sin Ley, pero cuando en su tribulación se
convirtieron al Señor Dios de Israel y le buscaron, Él fue hallado por ellos”
No debe
confundirse espiritualidad con religiosidad. Israel fue muy religioso pero nada
espiritual. Además del templo en Jerusalén dedicado al Dios único y verdadero
le hicieron oprobio con los numerosos
altares dedicados a los dioses de los pueblos vecinos.
El texto
que constituye la base de la presente meditación va precedido por el siguiente:
“Vino el Espíritu de Dios sobre Azarías
hijo de Obed, y salió al encuentro de Asa (el rey), y le dijo: Oídme Asa y todo Judá y Benjamín: el Señor estará con
nosotros, si vosotros estáis con Él, y si le buscáis, será hallado de vosotros,
mas si le dejáis, Él también os dejará” (vv. 1, 2).
Las
palabras del profeta Azarías fueron un estímulo para el rey Asa que emprendió
una reforma religiosa que fue de gran bendición para Judá y Benjamín. Ello no
quita que nos centremos en el texto que motiva la presente reflexión. En
nuestro entorno religioso se oye con demasiada frecuencia que el barómetro que detecta la
espiritualidad del pueblo está en el número de personas que asisten en las
celebraciones religiosas populares: La asistencia misa en las fiestas mayores,
las multitudes que presencian las procesiones de Semana Santa…Si se escarba un
poco en lo que es la fe popular pronto se descubre que estas multitudes
fervorosas nada saben del verdadero Dios. La causa de tanta ignorancia se debe
a que no hay sacerdote que enseñe la Ley de Dios.
Ser
religioso sin conocer al Dios verdadero tiene sus consecuencias. En primer
lugar estas multitudes fervorosas que practican la piedad popular se comportan
como ovejas que no tienen pastor. Cada una de ellas campa como mejor le parece.
Si no hay sacerdote que instruya a las ovejas en la Ley de Dios es lógico que
debido a que les falta la luz de Dios que se revela en Jesús que es la luz del
mundo, vayan extraviadas. Los practicantes de la piedad popular, sea cual sea
su posición social se caracterizan por la inmoralidad. Estas masas que
practican la piedad popular no contribuyen en nada en hacer un mundo mejor.
Todo lo contrario cada uno de ellos aporta su granito de arena para que el
mundo vaya de mal a peor.
Si el
Señor levanta Azarías que predican
fielmente la Palabra de Dios, anunciando un mensaje de arrepentimiento para
perdón de los pecados por la fe en el Nombre de Jesús se puede producir un avivamiento
religioso que cambie el comportamiento de quienes practica la piedad popular.
Si no da lugar al arrepentimiento, los lugares en donde se celebren actos de
piedad popular pueden estar llenos de personas, pero Jesús es el gran ausente.
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