ESDRAS 9: 4
Y se me juntaron todos los que tenían las
palabras del Dios de Israel a causa de la prevaricación de los del cautiverio,
Mas yo estuve muy angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde”
Por el
decreto del rey Ciro los deportados de Judá puedan regresar a Jerusalén. Daba
la impresión de que quienes se acogieron al decreto de Ciro eran verdaderos
hijos de Dios. Los libros de Esdras y Nehemías desmienten esta suposición. El
texto que comentamos tiene que ver precisamente con esto: no es oro todo lo que
reluce, dice el refrán. Jesús en la parábola de la cizaña deja bien claro que
el trigo y la cizaña irán juntos hasta el final del tiempo y que en el tiempo
presente es totalmente imposible separar totalmente el trigo de la cizaña. Lo
que sucedía en el antiguo Israel es lo mismo que sucede actualmente en la
iglesia: “No es oro todo lo que reluce”.
Esdras
sabe que muchos de los que han regresado de Babilonia no se habían separado de
los pueblos vecinos “y hacen conforme sus
abominaciones (v.1). Con Esdras “se
juntaron todos los que tenían las palabras del Dios de Israel”, para orar
al Señor. Lo que tiene que tiene que destacarse de la oración de Esdras es que
los que no se habían separado de los pueblos vecinos y los que guardaban las
palabras del Dios de Israel externamente formaban un solo pueblo. Teniendo en
cuenta esta unidad Esdras se siente confuso: “Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar. oh Dios mío, mi
rostro a ti, porque muchas iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza,
y nuestros delitos han crecido hasta el cielo (vv. 6, 14).
Esdras
concluye su plegaria con unas palabras
con las que tendríamos que identificarnos los cristianos que somos
verdaderos hijos de Dios: “Oh Señor Dios
de Israel, tú eres justo, puesto que hemos quedado un remanente que ha
escapado, como en este día. Henos aquí delante de ti en nuestros delitos,
porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto” (v. 15).
Esdras
y los que con él “tenían las palabras del
Dios de Israel” formaban parte de la “manada
pequeña, porque vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lucas 12: 32.
Los pobres en espíritu del antiguo Israel y los de la Iglesia del Nuevo
Testamento nos sentimos unidos en la intercesión ante el Señor que hace
Esdras debido a la corrupción que se da
entre su pueblo.
EFESIOS 2: 5
“Aun estando nosotros muertos en pecados nos
dio vida juntamente con Cristo, por gracia sois salvos”
El
precio de un alma es tan elevado que desde que existe el hombre no se ha
reunido dinero suficiente para pagarlo. Lo que es imposible para el hombre es
posible para Dios. El texto que comentamos lo confirma: “Aun estando nosotros muertos en pecados nos dio vida juntamente con
Cristo”. Es tan maravillosa la salvación que Dios nos concede en Cristo que
si no fuese por el regalo de la fe que Dios nos ha dado, la razón no lo
entendería, pero sí la fe.
Creemos
que en el último día, cuando Jesús venga en su gloria resucitaremos para estar
eternamente con Él. Quienes hayan fallecido antes de este evento, nuestros
cuerpos totalmente destruidos por la corrupción saldrán de los sepulcros
revestidos de incorruptibilidad e inmortalidad. La razón no puede creer esto.
La fe que es regalo de Dios, sí. El texto no nos habla exclusivamente de lo que
el futuro nos traerá. Nos dice algo muy importante para tener en cuenta en el
tiempo presente. La resurrección es tan segura que no es preciso esperar hasta
el final del tiempo para disfrutarla. Fíjese el lector en lo que dice el texto:
“Y juntamente con Él nos resucitó, y
asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”
(Efesios 2. 6). La unión con Cristo es tan íntima que el creyente es uno con
Él. Si Jesús resucitó el creyente también ha resucitado. Si Él está sentado en
los cielos, el creyente también lo está. Lo disfrutamos por la gracia de Dios.
No debemos olvidar, pero, que seguimos peregrinando aquí en la Tierra hacia los
lugares celestiales. El texto nos da instrucciones de cómo tenemos que
comportarnos en el tiempo presente.
“Porque somos hechura suya” (obra suya), “creados en Cristo Jesús para buenas obras,
las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios
2: 10). Malas lenguas dicen ya que somos salvos y no podemos perder la
salvación, no importa el estilo de vida que llevemos. Quienes esto afirman
ignoran qué significa ser salvo. Desconocen que hemos sido llamados a ser
perfectos como nuestro Padre celestial es perfecto. Tenemos que ser santos como Él es santo. Dios ha preparado de antemano
buenas obras, porque nosotros no podemos hacerlas, para que andemos en ellas.
Nuestra responsabilidad es, con la ayuda del Espíritu Santo descubrirlas y
esforzarnos en practicarlas para ser luces en medio de un mundo que vive
envuelto de espesas tinieblas espirituales.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada