PEDERASTIA CLERICAL
Debido a la pederastia clerical muchos
católicos han perdido la fe
Una
noticia de redacción de La Vanguardia en Madrid lleva por título: “La Iglesia
recibe 506 denuncias por abusos y pide perdón “por esta tragedia”. El texto
comienza así: “Después de años de silencio o de mirar hacia otro lado ante la
desgarradora realidad de los abusos a menores, en la Iglesia se mueve algo…La
comunicación de estos datos tuvo lugar al día siguiente en que el Congreso aprobase
con un altísimo soporte la comisión de investigación que liderará el Defensor
del Pueblo”. ¿Pura coincidencia o reacción defensiva ante la decisión del
Congreso?
Ya
estamos acostumbrados a la solicitud de perdón de cargos públicos cuando se
descubren las corruptelas. Si los delitos no hubiesen salido a la luz pública,
¿en algún momento habrían pedido perdón? Creo que no. La mea culpa cuando es el resultado del descubrimiento no es sincera.
En la
glosa dominical del 13/03/2022 que escribe el obispo de Lleida Salvador
Giménez, al clérigo no le hace mucha gracia que se hable de la pederastia
clerical, cuando escribe: “Porque según mi opinión cuando la generalización es
un hecho acusatorio continuado, se comete una profunda injusticia contra todos
los católicos aun cuando se anteponga para esto la palabra Iglesia”. No dudo
que algunos anticlericales se aprovechen de estos hechos para lanzarse contra
la Iglesia católica con el propósito de desprestigiarla lo más posible. La
verdad cuece.
Que la
Iglesia Católica reconozca 506 denuncias de abusos y que el obispo de Lleida
diga que sólo representa el 0,2% del total, la excusa que la pederastia
clerical forma parte de “la problemática que afecta a toda la sociedad y no
exclusivamente a los católicos y a la institución Iglesia”, no es de recibo
porque la Iglesia Católica se considera santa. El mismo delito cometido por un
ateo o por un clérigo, el de éste es más grave que el del otro por el cargo del
clérigo y por lo que representa.
“No es
justo criminalizar únicamente a una institución” dice el obispo en la glosa
dominical. Aquí entran en juego unas palabras de Jesús que tendrían que servir
de revulsivo a la clerecía católica: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os
persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros,
<b>mintiendo</b>. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es
grande en los cielos, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes
de vosotros” (Mateo 5: 11, 12).
Saulo
de Tarso que perseguía con crueldad a
los judíos convertidos a Cristo,
encontrándose ante las puertas de Damasco llevando consigo plenos
poderes otorgados por el sumo sacerdote para hacer prisioneros a los
judíos para ser conducidos a Jerusalén
para ser juzgados y castigados, de súbito vio una visión celestial y una voz
que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres Señor?
Y le dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues, dura coa te es dar coces contra
el aguijón” Hechos 9: 3-6). Dañar a las personas equivale a perjudicar a Jesús.
Los incrédulos y ateos no vienen al caso porque se supone que tienen cierta
disposición a hacer el mal, que lo hagan
quienes dicen ser ministros de Cristo es intolerable. ¡Cuántas laceraciones no
le habrán propinado a Jesús los clérigos abusando a menores que
confiaban en ellos? ¿Cómo os podéis sentir heridos por las pestes que se dicen
de vosotros con toda razón, tanto quienes han cometido los abusos como los que
miraban hacia otro lado dando a entender que no habían visto nada?
El
apóstol Pablo escribiendo a la iglesia en Éfeso, por tanto a creyentes en
Cristo, les dice: “Sed pues imitadores de Dios como hijos amados…Pero
fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros,
como conviene a santos” (Efesios 5: 1,3). “De modo que si alguien está en
Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas
nuevas” (2 Corintios 5: 17). Antes de conocer a Cristo, mejor dicho, de haber
sido conocidos por Él, nos deleitábamos en todo aquello que tiene que ver con
el sexo desordenado que condenan las Escrituras, aun cuando sean desatinos.
Todo lo que haga hedor de sexo el creyente en Cristo, con el poder del Espíritu
Santo tiene que combatirlo con todas sus
fuerzas: chistes verdes, miradas lascivias, pornografía…Ahora, todo esto es
cosa del pasado. Pero el virus del pecado sigue vivo y persiste en encender las
pasiones con el propósito de hacernos regresar al pasado.
La
Iglesia Católica a pesar que se considera monoteísta cristiana, de hecho es
politeísta lo cual hace que no se edifique sobre la Roca que es Cristo. Por
ello no debe extrañarnos que “Una respuesta
a los problemas de los abusos sexuales”, escrita por el obispo de Lleida
no contenga ninguna referencia explícita o implícita al Nombre de Jesús. No
debe extrañarnos, por tanto, que se
busque el perdón horizontal de las víctimas y se deje tirado en la
cuneta a Jesús que es el primer afectado por la pederastia: “De cierto os digo
que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”
(Mateo 25: 34-40).
El
antiguo Israel que era una teocracia
pasaba por momentos muy difíciles debido a su pecado. Los profetas que
intercedían a favor de ellos ante Dios utilizaban el pronombre plural
“nosotros” porque se identificaban con el pueblo pecador y clamaban con fervor
el perdón de Dios. Los clérigos católicos no utilizan el modelo bíblico de
dirigirse a Dios. Actúan como si Dios no existiese y no se le tenga que dar
cuenta de nada. Como no ven a Dios ofendido por la pederastia cometida buscan
el perdón de la víctima que no puede perdonar los pecados porque únicamente
Cristo tiene el poder de hacerlo.
Octavi Pereña i Cortina
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