LUCAS 15: 1
”Se acercaban a Jesús todos los
cobradores de impuestos y pecadores para
oírle”
El
justo y piadoso Simeón que tuvo el privilegio de
sostener en sus brazos a Jesús cuando,
profetizó que cuando sería adulto sería “para
señal que sería contradicha” (Lucas 2: 34). A Jesús le dijeron de todo:
poseer el espíritu de Satanás, ser blasfemo…La casta sacerdotal y religiosa que
tenían que ser los primeros en dar la bienvenida a Jesús porque sus milagros
evidenciaban que era el Mesías anunciado desde la antigüedad, le odiaban a
muerte porque los consideraba unos hipócritas que apartaban al pueblo de los
caminos del Señor. La verdad escuece y no querían escucharla.
Los
fariseos y los escribas al ver que Jesús se relacionaba con quienes ellos
consideraban basura y que los recibía de manera tan familiar que incluso iba a
sus casas para comer con ellos, “murmuraban
diciendo: Éste a los pecadores recibe y come con ellos” (v.2). La versión
que hace Mateo, que por cierto, antes de su conversión a Jesús fue un cobrador
de impuestos repudiado por la elite sacerdotal y religiosa, da más detalles. ”Cuando vieron esto los fariseos dijeron a
sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los cobradores de impuestos y
pecadores’ (Mateo 9: 11). Mateo por ser cobrador de impuestos es
directamente menospreciado por los fariseos y sacerdotes. Jesús que oye las
palabras de menosprecio hacia la plebe se dirige a los fariseos y les dice: “Los sanos no tienen necesidad de médico,
sino los enfermos. Id, pus, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y
no sacrificio. Porque no he venido a
llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (vv. 12, 13). Los
sacerdotes, los fariseos y los escribas eran muy religiosos. Excesivamente
religiosos. Fueron muy puntillosos a la hora de mostrar su pulcra religiosidad
ante la chusma que menospreciaban. Creían que con su aparente religiosidad
cumplían la Ley de Dios. Los animales sacrificados en el altar que tenían que
ser sin ningún defecto, los “piadosos” de fachada inmolaban los defectuosos,
los que no valían para tan alto servicio. Con ello demostraban que sus
declaraciones de amor a Dios eran palabras huecas carentes de sentido. Sus
oraciones públicas eran muy elocuentes, con ello podían engañar a los oyentes
pero Dios que veía lo que había en sus corazones no le engañan. Vuestros
corazones están muy lejos de Dios. Que no tenían a Dios en sus corazones lo manifiesta su
carencia de misericordia hacia aquellos cobradores de impuestos que ”sin alzar los ojos al cielo, sino que golpeándose el pecho dicen: Dios, se
propicio a mi pecador” (Lucas 18: 13).
AMÓS 5: 4
“Porque así dice el Señor a la casa de
Israel: Buscadme y viviréis”
Oseas
proclama arrepentimiento a Israel: “oíd
esta palabra que yo levanto para lamentación sobre vosotros, casa de
Israel. Cayó la virgen de Israel, y no
podrá levantarse ya más, fue vejada sobre la tierra, no hay quien la levante” (vv. 1,2). ¿En qué condiciones nos encontramos
hoy? La crisis va haciéndose cada vez más intensa. En Europa la Covid-19 la ha
dañado profundamente. Encima nos ha caído la guerra entre Rusia y Ucrania que está creando una
crisis alimentaria de proporciones
desconocida. Los religiosos no saben que decir al respecto son palabras de paz
que nadie escucha. Los politólogos no saben a dónde acudir en busca de
soluciones a los múltiples problemas a
los que nos afrontamos. Actúan como golpeando al aire. La frustración llena las
mentes y corazones de las gentes. En medio de la oscuridad un rayo de luz llega
a los hombres: ”Buscadme y viviréis”.
Israel
al igual que el catolicismo, son dos
pueblos que han abandonado la verdadera religión. Los antiguos israelitas
abandonaron al Dios verdadero que los había rescatado de la esclavitud egipcia al adorar a los dioses que adoraban los
pueblos vecinos. Los católicos han
abandonado la adoración al Invisible por la adoración de imágenes. Las
procesiones de Semana Santa ponen de manifiesto la insensatez que es adorar a
imágenes que son obras de artesanos que tienen que ser transportadas porque no
pueden andar por ellas mismas.
Debido
a la influencia cristiana la civilización occidental sigue teniendo en la punta
de la lengua el Nombre de Dios. Instintivamente, ante una situación embarazosa
brota. “Dios mío”. Un dios vacío de contenido porque no se cree en él. Nuestros
dioses aun cuando los convirtamos en “Dios mío” no sirven de nada. Únicamente
existen en nuestra imaginación y no sirven para fortalecernos en los
atolladeros.
“Los que convertís en ajenjo el juicio, y la
justicia echáis por tierra, buscad al que hace las Pléyadas y el Orión, y hace
oscurecer el día como noche y vuelve las tinieblas en mañana” (vv. 7, 8). Los ídolos no
atienden las peticiones de quienes sufren. El Todopoderoso, creador de todo lo
existente in clina sus oídos para escucha el clamor de quienes le buscan de
verdad. “Buscad al Señor, y vivid, no sea
que acometa como fuego a la casa de José y la consuma sin haber en Bet-el quien
lo apague” (v.6). Bet-el fue un
antiguo santuario idolátrico en donde se adoraba un becerro de oro. La
idolatría condujo a la destrucción de Israel como nación y la idolatría llevará
a Occidente a su destrucción si no hay quien apague el fuego.
“Si te vuelves, oh Israel, dice el Señor,
vuélvete a mí. Y si quitas de delante de mí tus abominaciones, y no andes de
acá para allá, y no jures: vive el Señor, en
verdad, en juicio y en justicia, entonces las naciones serán benditas en
él y en Él se gloriarán” (Jeremías 4. 1, 2).
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