diumenge, 17 d’abril del 2022

 

LUCAS 15: 1

”Se acercaban a Jesús todos los cobradores  de impuestos y pecadores para oírle”

El justo y piadoso  Simeón que tuvo el privilegio de sostener  en sus brazos a Jesús cuando, profetizó que cuando sería adulto sería “para señal que sería contradicha” (Lucas 2: 34). A Jesús le dijeron de todo: poseer el espíritu de Satanás, ser blasfemo…La casta sacerdotal y religiosa que tenían que ser los primeros en dar la bienvenida a Jesús porque sus milagros evidenciaban que era el Mesías anunciado desde la antigüedad, le odiaban a muerte porque los consideraba unos hipócritas que apartaban al pueblo de los caminos del Señor. La verdad escuece y no querían escucharla.

Los fariseos y los escribas al ver que Jesús se relacionaba con quienes ellos consideraban basura y que los recibía de manera tan familiar que incluso iba a sus casas para comer con ellos, “murmuraban diciendo: Éste a los pecadores recibe y come con ellos” (v.2). La versión que hace Mateo, que por cierto, antes de su conversión a Jesús fue un cobrador de impuestos repudiado por la elite sacerdotal y religiosa, da más detalles. ”Cuando vieron esto los fariseos dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los cobradores de impuestos y pecadores’ (Mateo 9: 11). Mateo por ser cobrador de impuestos es directamente menospreciado por los fariseos y sacerdotes. Jesús que oye las palabras de menosprecio hacia la plebe se dirige a los fariseos y les dice: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pus, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio.  Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (vv. 12, 13). Los sacerdotes, los fariseos y los escribas eran muy religiosos. Excesivamente religiosos. Fueron muy puntillosos a la hora de mostrar su pulcra religiosidad ante la chusma que menospreciaban. Creían que con su aparente religiosidad cumplían la Ley de Dios. Los animales sacrificados en el altar que tenían que ser sin ningún defecto, los “piadosos” de fachada inmolaban los defectuosos, los que no valían para tan alto servicio. Con ello demostraban que sus declaraciones de amor a Dios eran palabras huecas carentes de sentido. Sus oraciones públicas eran muy elocuentes, con ello podían engañar a los oyentes pero Dios que veía lo que había en sus corazones no le engañan. Vuestros corazones están muy lejos de Dios. Que no tenían  a Dios en sus corazones lo manifiesta su carencia de misericordia hacia aquellos cobradores de impuestos  que  ”sin alzar los ojos al cielo, sino que golpeándose el pecho dicen: Dios, se propicio a mi pecador” (Lucas 18: 13).


 

AMÓS 5: 4

“Porque así dice el Señor a la casa de Israel: Buscadme y viviréis”

Oseas proclama arrepentimiento a Israel: “oíd esta palabra que yo levanto para lamentación sobre vosotros, casa de Israel.  Cayó la virgen de Israel, y no podrá levantarse ya más, fue vejada sobre la tierra, no hay quien la levante”  (vv. 1,2). ¿En qué condiciones nos encontramos hoy? La crisis va haciéndose cada vez más intensa. En Europa la Covid-19 la ha dañado profundamente. Encima nos ha caído la guerra entre  Rusia y Ucrania que está creando una crisis  alimentaria de proporciones desconocida. Los religiosos no saben que decir al respecto son palabras de paz que nadie escucha. Los politólogos no saben a dónde acudir en busca de soluciones a  los múltiples problemas a los que nos afrontamos. Actúan como golpeando al aire. La frustración llena las mentes y corazones de las gentes. En medio de la oscuridad un rayo de luz llega a los hombres: ”Buscadme y viviréis”.

Israel al igual que el catolicismo,  son dos pueblos que han abandonado la verdadera religión. Los antiguos israelitas abandonaron al Dios verdadero que los había rescatado de la esclavitud egipcia  al adorar a los dioses que adoraban los pueblos vecinos. Los católicos  han abandonado la adoración al Invisible por la adoración de imágenes. Las procesiones de Semana Santa ponen de manifiesto la insensatez que es adorar a imágenes que son obras de artesanos que tienen que ser transportadas porque no pueden andar por ellas mismas.

Debido a la influencia cristiana la civilización occidental sigue teniendo en la punta de la lengua el Nombre de Dios. Instintivamente, ante una situación embarazosa brota. “Dios mío”. Un dios vacío de contenido porque no se cree en él. Nuestros dioses aun cuando los convirtamos en “Dios mío” no sirven de nada. Únicamente existen en nuestra imaginación y no sirven para fortalecernos en los atolladeros.

“Los que convertís en ajenjo el juicio, y la justicia echáis por tierra, buscad al que hace las Pléyadas y el Orión, y hace oscurecer el día como noche y vuelve las tinieblas en mañana” (vv. 7, 8). Los ídolos no atienden las peticiones de quienes sufren. El Todopoderoso, creador de todo lo existente in clina sus oídos para escucha el clamor de quienes le buscan de verdad. “Buscad al Señor, y vivid, no sea que acometa como fuego a la casa de José y la consuma sin haber en Bet-el quien lo apague”  (v.6). Bet-el fue un antiguo santuario idolátrico en donde se adoraba un becerro de oro. La idolatría condujo a la destrucción de Israel como nación y la idolatría llevará a Occidente a su destrucción si no hay quien apague el fuego.

“Si te vuelves, oh Israel, dice el Señor, vuélvete a mí. Y si quitas de delante de mí tus abominaciones, y no andes de acá para allá, y no jures: vive el Señor, en  verdad, en juicio y en justicia, entonces las naciones serán benditas en él  y en Él se gloriarán” (Jeremías 4. 1, 2).

 

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