diumenge, 24 d’abril del 2022

 

JUAN 6: 26

“Respondió Jesús y les dijo: de cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis”

¿Cuál es el principal motivo que nos impulsa a buscar a Jesús? El capítulo 6 del evangelio de Juan  aporta luz a la pregunta. El pecado que se extiende como metástasis crea pobreza por doquier. Las iglesias en general y los cristianos en particular tenemos que hacer frente al drama del hambre. El hambre se ha generalizado no porque no haya alimentos suficientes. En gran parte se debe al malbaratamiento de alimentos. Para evitar que los precios bajen se prefiere destruir suministros para evitar que los precios bajen antes que distribuirlos entre los indigentes.

El hambre  a veces no somos conscientes cual es la causa que lo provoca. Jesús se enfrenta al problema y lo aborda sin prejuicios. No lo hace de manera políticamente correcta. Lo hace tal como debe hacerse.

“Y le seguía una gran multitud, porque veía las señales que hacía en los enfermos”  (v. 2). Las señales que hacía le acreditaban como el Mesías que era. Pero el pueblo le veía como un benefactor que nada tenía que ver con el alma. Pensaban únicamente en el cuerpo y veían cuan maravilloso era que curase sus enfermedades y saciase sus vientres. . Para ellos Jesús era la bicoca. Asegurémonos que esta situación perdure, se dijeron. Vayamos a buscarle y le haremos rey (v. 15). Para evitar tal imprudencia Jesús se retira al monte porque no veían en Él el Rey que era.

El hambre y las dolencias del cuerpo son muy visibles. Los reportajes televisivos se encargan de hacérnoslo ver. La facilidad con que captamos la existencia del hambre física nos hace olvidar el hambre del alma. No relacionamos los males que nos maltratan con el abandono del alma a la que no alimentamos como es debido. Al relatar las bienaventuranzas Jesús empieza la narración diciendo: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mateo 5: 3). Con estas palabras desea que os demos cuenta de que los reinos de este mundo hoy son y mañana han dejado de existir. En cambio el Reino de Dios sobrevive a todos ellos porque es eterno. Sin dejar de pensar la necesidades físicas que son reales tenemos que mirar en lo profundo de nuestras almas para darnos cuenta de que también tenemos que alimentarla. El pan que nutre el cuerpo no garantiza la vida ya que no impide la muerte.  Cuando Jesús se refiere a un pan que desciende del cielo y da vida al mundo (v. 33), la multitud pidió: “Señor, danos siempre este pan” (v. 34) Esta solicitud es muy semejante a la de la samaritana que cuando Jesús le habló del agua viva la mujer le dijo que le diese esta agua para que no tuviese necesidad de ir al pozo cada día a buscar agua. (Juan 4: 1-42).

A la multitud que le pidió pan Jesús les dijo: “Yo soy el pan de vida, el que a mí viene nunca tendrá hambre, el que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (v. 35). Cuando Pilato preguntó a la muchedumbre si quería que dejase librea Jesús, respondieron: Crucifícale, crucifícale. ¿Qué hará el lector con Jesús que es el agua y el pan que para vida eterna permanecen?


 

SALMO 50: 15

“Invócame en el día de la angustia, te libraré, y tú me honrarás”

¿Cuál es el día de la angustia para el lector? diversos son. Puede verse fuertemente afectado por el fallecimiento de un familiar o de un amigo íntimo. En estos tiempos caóticos el desahucio le puede afectar directamente.  En esta época de colapso económico puede encontrase en el paro por la quiebra de la empresa en que trabajaba o en situación de busca permanente de trabajo, sin encontrarlo, lo cual le obliga a depender de los padres o de la beneficencia pública o privada. En un abrir o cerrar de ojos se puede pasar de vivir con cierta holgura a encontrase en una extrema miseria. Tal vez tiene una hija adolescente embarazada y abandonada por quien decía amarla, o puede tener una hija violada por uno o por una manada que tanto abundan y que están al acecho de una víctima para abalanzarse sobre ella. Las situaciones que provocan angustia son muchísimas. Si el lector está pasando por una de ellas, ¿cómo reacciona?

La televisión nos muestra con más frecuencia de las desagradables escenas de patético dolor en que los sufrientes no encuentran consuelo en ninguna parte. Las autoridades, en determinadas situaciones proporcionan asistencia sicológica que hasta cierto punto ayuda a mitigar el dolor. El hecho de que dicha asistencia no llegue hasta el interior del alma, la herida permanece abierta. El consuelo que desesperadamente necesita, la sicología no se lo ha proporcionado. Debido a ello algunos encienden velas ante la fotografía de un ser querido y hablan con él o con ella, así lo creen, en busca de consuelo. La conversación es un diálogo de sordos porque el fallecido no puede ver ni oír a la persona que le invoca. Otros acuden a santos/as y vírgenes. Invocan a imágenes mudas que no pueden consolar al desconsolado.

El Dios eterno que vive para siempre en la Persona de su Hijo Jesús se acerca al lector adolorido y le dice: “Invócame en el día de la angustia”. Escúchame. Atiende a mi petición impregnada de un amor insondable porque yo contemplo tu dolor y lo siento en lo profundo de mí ser. No dudes. No hagas caso a quienes dicen que yo te he creado pero que te he abandonado a tu suerte. Mi amor por ti es tan intenso y profundo que me he visto obligado a enviar a mi Hijo Jesús para que si crees en Él recibas vida eterna. No soy una imagen de piedra o de madera o de oro revestida de lujoso ropaje. Soy el Dios eterno quien te habla. Invócame en el día de tu angustia. Mitigaré tu dolor y en respuesta al bien que te he proporcionado tú me honrarás. Tendrás que ser una persona con corazón tan endurecido que en respuesta al inmenso bien que recibes de mi blasfemes mi Nombre.

 

 

 

GOBERNANTES TÍTERES

<b>Como los políticos nunca creen en lo que dicen, se sorprenden cuando alguien se los cree” (Charles de Gaulle) </b>

“Nuestra república necesita con urgencia dirigentes que se atrevan a decir lo que creen es recto y justo, no importa el número de los que se opongan. La mayoría puede equivocarse y no promueven la verdadera democracia si ignoran la minoría aun cuando sea la minoría de uno. Con urgencia se necesitan dirigentes que se atrevan a decir lo que necesitamos escuchar, no lo que queremos sentir” (<b>Richard C. Helverson</b>).

Desconozco el contexto en que Helverson dijo o escribió estas palabras. Lo que sí es cierto es que nuestro país necesita con urgencia dirigentes que se atrevan a decir lo que es justo y recto. Que dejen de mentir. Faltan políticos con convicciones  y que tengan objetivos claros y que nada les desvíe de llegar a la meta. Los dirigentes políticos de nuestros días mueven pieza según indiquen las encuestas. Si la inclinación de voto va hacia la derecha giran hacia dicha dirección. Si la tendencia se inclina hacia la izquierda el giro se hará hacia esta dirección. Se han convertido en títeres movidos por los hilos que mueven las encuestas. Carecen de criterio propio.

El periodista <b>Jordi Juan</b> en su escrito <i>El miedo de gobernar</i> menciona una cita  anónima que me gustó: “Manolete si no sabes torear, ¿por qué te pones?” Políticos, si ignoráis qué es la política, ¿por qué os metéis en ella? ¿Qué motivos os impulsan a ejercer un cargo de tanta importancia que repercute en el bienestar o malestar de la ciudadanía que confía en vosotros? ¿Es el servicio público o la ambición lo que os impulsa?

<b>Abraham Lincoln</b>   que fue presidente de Estados Unidos en un momento en que el país estaba fracturado por una guerra fratricida, se le ha considerado un líder sabio y de gran calidad moral. Lo que el hombre es no es por accidente. Entendió <b>Lincoln<b> que no era la persona adecuada para tomar las riendas del país en una situación tan dramática. El liderazgo moral que se le reconoce tiene una explicación: “Muchas veces me he arrodillado con la firme convicción de que no había otro lugar a donde ir. Mi sabiduría y todo lo que me envuelve me parece insuficiente para esta situación”.

Muchos políticos pueden afirmar que son amigos de Dios. Pueden ser religiosos e incluso ser de misa diaria. Pero no se arrodillan ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo para pedirle la fuerza y la sabiduría para llevar la pesada carga de tener que gobernar un país en tiempo de crisis. Se pueden  contar con los dedos de una mano los que lo hacen y todavía sobran dedos. Por su manera de hablar pronto se descubre que son unos engreídos. En vez de levantar la nación a la que dicen servir, no tardan en llevarla a la bancarrota. Estos políticos que tienen pies de barro buscan en su entorno expertos que les ayuden a resolver los problemas que se les presentan. Cometen un grave error. En vez de aconsejarse en personas verdaderamente sabias se comportan como el rey Roboam que buscó consejo en sus compañeros de farra que poco les importaban los problemas del reino. Con el propósito de complacer al monarca, en vez de aconsejarle bien la recomendación que le dieron condujo a que el reino se dividiese en dos (1 Reyes 12. 1-24).

¡Cuán importante es que los gobernantes sepan escoger a sus consejeros!

Si al político le falta sabiduría “pídasela a Dios el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago1: 5). La sabiduría que Dios da en abundancia no se recibe como por arte de magia, que la “pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra” (v. 6). Se le tiene que pedir con insistencia. Quien desee ser un buen político tiene que aprender del presidente Lincoln que buscaba la sabiduría necesaria para bien gobernar “arrodillado con la firme convicción que no había otro lugar a donde ir”.

La plegaria que Dios escucha es la que conserva el espíritu de la viuda que persistía en acudir al juez injusto para que le hiciese justicia. Para no tener que aguantar más el agobio que le causaba la mujer con su insistencia, el juez injusto se dijo: “Le haré justicia”. Finalizada la parábola Jesús se pregunta: “Cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra? (Lucas 18: 1-8). La fe esporádica, la que es movida de acá para allá como son las ondas del mar movidas por el viento, sí que la habrá. Jesús se refiere a la fe incombustible de la viuda que persiste en pedir justicia. Este tipo de fe es la que exhibe <b>Abraham Lincoln</b> cuando dice: “Muchas veces me he arrodillado con la firme convicción que no había otro lugar a donde ir. Mi sabiduría y todo lo que me envuelve me parece insuficiente para esta situación”. Lo que convirtió al presidente Lincoln en un gran estadista no fue el título universitario que poseía. Ni la experiencia adquirida en el ejercicio de la abogacía. Lo que le dio el carácter moral que le convirtió en un presidente admirado a la vez que odiado fue la humildad que le permitía arrodillarse ante el trono de la misericordia de Dios despojado de todo engreimiento suplicando que el Padre de nuestro Señor Jesucristo le llenase de la sabiduría que necesitaba  para gobernar un país inmerso en una terrible guerra civil. Esta es la fe que necesitan nuestro políticos para que dejen de ser títeres movido por los hilos de las encuestas. Lo que dicen las consultas es fluctuante e incierto. Predicen según de donde sopla el viento. La sabiduría divina es inalterable y enseña al político a ejercer la justicia que enaltece a la nació  que lo tiene como gobernante.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

diumenge, 17 d’abril del 2022

 

PEDERASTIA CLERICAL

Debido a la pederastia clerical muchos católicos han perdido la fe

Una noticia de redacción de La Vanguardia en Madrid lleva por título: “La Iglesia recibe 506 denuncias por abusos y pide perdón “por esta tragedia”. El texto comienza así: “Después de años de silencio o de mirar hacia otro lado ante la desgarradora realidad de los abusos a menores, en la Iglesia se mueve algo…La comunicación de estos datos tuvo lugar al día siguiente en que el Congreso aprobase con un altísimo soporte la comisión de investigación que liderará el Defensor del Pueblo”. ¿Pura coincidencia o reacción defensiva ante la decisión del Congreso?

Ya estamos acostumbrados a la solicitud de perdón de cargos públicos cuando se descubren las corruptelas. Si los delitos no hubiesen salido a la luz pública, ¿en algún momento habrían pedido perdón? Creo que no. La mea culpa cuando es el resultado del descubrimiento no es sincera.

En la glosa dominical del 13/03/2022 que escribe el obispo de Lleida Salvador Giménez, al clérigo no le hace mucha gracia que se hable de la pederastia clerical, cuando escribe: “Porque según mi opinión cuando la generalización es un hecho acusatorio continuado, se comete una profunda injusticia contra todos los católicos aun cuando se anteponga para esto la palabra Iglesia”. No dudo que algunos anticlericales se aprovechen de estos hechos para lanzarse contra la Iglesia católica con el propósito de desprestigiarla lo más posible. La verdad cuece.

Que la Iglesia Católica reconozca 506 denuncias de abusos y que el obispo de Lleida diga que sólo representa el 0,2% del total, la excusa que la pederastia clerical forma parte de “la problemática que afecta a toda la sociedad y no exclusivamente a los católicos y a la institución Iglesia”, no es de recibo porque la Iglesia Católica se considera santa. El mismo delito cometido por un ateo o por un clérigo, el de éste es más grave que el del otro por el cargo del clérigo  y por lo que representa.

“No es justo criminalizar únicamente a una institución” dice el obispo en la glosa dominical. Aquí entran en juego unas palabras de Jesús que tendrían que servir de revulsivo a la clerecía católica: “Bienaventurados sois  cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, <b>mintiendo</b>. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos, porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mateo 5: 11, 12).

Saulo de Tarso que perseguía con  crueldad a los judíos convertidos a Cristo,   encontrándose ante las puertas de Damasco llevando consigo plenos poderes otorgados por el sumo sacerdote para hacer prisioneros a los judíos  para ser conducidos a Jerusalén para ser juzgados y castigados, de súbito vio una visión celestial y una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Él dijo: ¿Quién eres Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues, dura coa te es dar coces contra el aguijón” Hechos 9: 3-6). Dañar a las personas equivale a perjudicar a Jesús. Los incrédulos y ateos no vienen al caso porque se supone que tienen cierta disposición  a hacer el mal, que lo hagan quienes dicen ser ministros de Cristo es intolerable. ¡Cuántas laceraciones no le habrán propinado  a  Jesús los clérigos abusando a menores que confiaban en ellos? ¿Cómo os podéis sentir heridos por las pestes que se dicen de vosotros con toda razón, tanto quienes han cometido los abusos como los que miraban hacia otro lado dando a entender que no habían visto nada?

El apóstol Pablo escribiendo a la iglesia en Éfeso, por tanto a creyentes en Cristo, les dice: “Sed pues imitadores de Dios como hijos amados…Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos” (Efesios 5: 1,3). “De modo que si alguien está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5: 17). Antes de conocer a Cristo, mejor dicho, de haber sido conocidos por Él, nos deleitábamos en todo aquello que tiene que ver con el sexo desordenado que condenan las Escrituras, aun cuando sean desatinos. Todo lo que haga hedor de sexo el creyente en Cristo, con el poder del Espíritu Santo tiene que combatirlo  con todas sus fuerzas: chistes verdes, miradas lascivias, pornografía…Ahora, todo esto es cosa del pasado. Pero el virus del pecado sigue vivo y persiste en encender las pasiones con el propósito de hacernos regresar al pasado.

La Iglesia Católica a pesar que se considera monoteísta cristiana, de hecho es politeísta lo cual hace que no se edifique sobre la Roca que es Cristo. Por ello no debe extrañarnos que “Una respuesta  a los problemas de los abusos sexuales”, escrita por el obispo de Lleida no contenga ninguna referencia explícita o implícita al Nombre de Jesús. No debe extrañarnos, por tanto, que se  busque el perdón horizontal de las víctimas y se deje tirado en la cuneta a Jesús que es el primer afectado por la pederastia: “De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25: 34-40).

El antiguo Israel que era una teocracia  pasaba por momentos muy difíciles debido a su pecado. Los profetas que intercedían a favor de ellos ante Dios utilizaban el pronombre plural “nosotros” porque se identificaban con el pueblo pecador y clamaban con fervor el perdón de Dios. Los clérigos católicos no utilizan el modelo bíblico de dirigirse a Dios. Actúan como si Dios no existiese y no se le tenga que dar cuenta de nada. Como no ven a Dios ofendido por la pederastia cometida buscan el perdón de la víctima que no puede perdonar los pecados porque únicamente Cristo tiene el poder de hacerlo.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

LUCAS 15: 1

”Se acercaban a Jesús todos los cobradores  de impuestos y pecadores para oírle”

El justo y piadoso  Simeón que tuvo el privilegio de sostener  en sus brazos a Jesús cuando, profetizó que cuando sería adulto sería “para señal que sería contradicha” (Lucas 2: 34). A Jesús le dijeron de todo: poseer el espíritu de Satanás, ser blasfemo…La casta sacerdotal y religiosa que tenían que ser los primeros en dar la bienvenida a Jesús porque sus milagros evidenciaban que era el Mesías anunciado desde la antigüedad, le odiaban a muerte porque los consideraba unos hipócritas que apartaban al pueblo de los caminos del Señor. La verdad escuece y no querían escucharla.

Los fariseos y los escribas al ver que Jesús se relacionaba con quienes ellos consideraban basura y que los recibía de manera tan familiar que incluso iba a sus casas para comer con ellos, “murmuraban diciendo: Éste a los pecadores recibe y come con ellos” (v.2). La versión que hace Mateo, que por cierto, antes de su conversión a Jesús fue un cobrador de impuestos repudiado por la elite sacerdotal y religiosa, da más detalles. ”Cuando vieron esto los fariseos dijeron a sus discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los cobradores de impuestos y pecadores’ (Mateo 9: 11). Mateo por ser cobrador de impuestos es directamente menospreciado por los fariseos y sacerdotes. Jesús que oye las palabras de menosprecio hacia la plebe se dirige a los fariseos y les dice: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pus, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio.  Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (vv. 12, 13). Los sacerdotes, los fariseos y los escribas eran muy religiosos. Excesivamente religiosos. Fueron muy puntillosos a la hora de mostrar su pulcra religiosidad ante la chusma que menospreciaban. Creían que con su aparente religiosidad cumplían la Ley de Dios. Los animales sacrificados en el altar que tenían que ser sin ningún defecto, los “piadosos” de fachada inmolaban los defectuosos, los que no valían para tan alto servicio. Con ello demostraban que sus declaraciones de amor a Dios eran palabras huecas carentes de sentido. Sus oraciones públicas eran muy elocuentes, con ello podían engañar a los oyentes pero Dios que veía lo que había en sus corazones no le engañan. Vuestros corazones están muy lejos de Dios. Que no tenían  a Dios en sus corazones lo manifiesta su carencia de misericordia hacia aquellos cobradores de impuestos  que  ”sin alzar los ojos al cielo, sino que golpeándose el pecho dicen: Dios, se propicio a mi pecador” (Lucas 18: 13).


 

AMÓS 5: 4

“Porque así dice el Señor a la casa de Israel: Buscadme y viviréis”

Oseas proclama arrepentimiento a Israel: “oíd esta palabra que yo levanto para lamentación sobre vosotros, casa de Israel.  Cayó la virgen de Israel, y no podrá levantarse ya más, fue vejada sobre la tierra, no hay quien la levante”  (vv. 1,2). ¿En qué condiciones nos encontramos hoy? La crisis va haciéndose cada vez más intensa. En Europa la Covid-19 la ha dañado profundamente. Encima nos ha caído la guerra entre  Rusia y Ucrania que está creando una crisis  alimentaria de proporciones desconocida. Los religiosos no saben que decir al respecto son palabras de paz que nadie escucha. Los politólogos no saben a dónde acudir en busca de soluciones a  los múltiples problemas a los que nos afrontamos. Actúan como golpeando al aire. La frustración llena las mentes y corazones de las gentes. En medio de la oscuridad un rayo de luz llega a los hombres: ”Buscadme y viviréis”.

Israel al igual que el catolicismo,  son dos pueblos que han abandonado la verdadera religión. Los antiguos israelitas abandonaron al Dios verdadero que los había rescatado de la esclavitud egipcia  al adorar a los dioses que adoraban los pueblos vecinos. Los católicos  han abandonado la adoración al Invisible por la adoración de imágenes. Las procesiones de Semana Santa ponen de manifiesto la insensatez que es adorar a imágenes que son obras de artesanos que tienen que ser transportadas porque no pueden andar por ellas mismas.

Debido a la influencia cristiana la civilización occidental sigue teniendo en la punta de la lengua el Nombre de Dios. Instintivamente, ante una situación embarazosa brota. “Dios mío”. Un dios vacío de contenido porque no se cree en él. Nuestros dioses aun cuando los convirtamos en “Dios mío” no sirven de nada. Únicamente existen en nuestra imaginación y no sirven para fortalecernos en los atolladeros.

“Los que convertís en ajenjo el juicio, y la justicia echáis por tierra, buscad al que hace las Pléyadas y el Orión, y hace oscurecer el día como noche y vuelve las tinieblas en mañana” (vv. 7, 8). Los ídolos no atienden las peticiones de quienes sufren. El Todopoderoso, creador de todo lo existente in clina sus oídos para escucha el clamor de quienes le buscan de verdad. “Buscad al Señor, y vivid, no sea que acometa como fuego a la casa de José y la consuma sin haber en Bet-el quien lo apague”  (v.6). Bet-el fue un antiguo santuario idolátrico en donde se adoraba un becerro de oro. La idolatría condujo a la destrucción de Israel como nación y la idolatría llevará a Occidente a su destrucción si no hay quien apague el fuego.

“Si te vuelves, oh Israel, dice el Señor, vuélvete a mí. Y si quitas de delante de mí tus abominaciones, y no andes de acá para allá, y no jures: vive el Señor, en  verdad, en juicio y en justicia, entonces las naciones serán benditas en él  y en Él se gloriarán” (Jeremías 4. 1, 2).

 

diumenge, 10 d’abril del 2022

 

¡HA RESUCITADO!

<b>Si los muertos no resucitan no merece la pena conservar los cadáveres</b>

El ancestral deseo de vivir eternamente se renueva con las nuevas tecnologías. El embalsamamiento egipcio es una de las técnicas de la antigüedad más conocidas que acompañadas de los ritos religiosos hacían creer a los faraones su eternidad. Las momias siguen presentes convertidas en atractivo turístico. <b>Antonio Diéguez</b>, filósofo de la ciencia en  una La Contra de La Vanguardia nos informa del <i>transhumanismo</i>: “El transhumanismo es una ideología ya reflejada en el arte, la ciencia o la filosofía con algunas escuelas de pensamiento, que preconiza la superación del sapiens por medio de la tecnología…además de Google, el MIT i  Harvard han creado Calico Labs para derrotar el envejecimiento, que consideran es una enfermedad incurable sólo por ahora…Por medio de nuevas tecnologías farmacéuticas, genéticas, digitales, protésicas…Una combinación que nos permitiría decidir cuánto tiempo queremos vivir…Los transhumanistas pretenden transcender los límites de nuestra especie y creen que es inevitable que seamos superhumanos con la cibernética y la biotecnología. Creen que los posthumanos superaran a los sapiens . y los postsapiens ya decidirán cuánto viven y será más inteligentes y superiores”. “Está establecido que los hombres   vivan una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9: 27).

El cristianismo avalado por el testimonio de los muertos que Jesús resucitó y de su propia resurrección, enseña la resurrección de los muertos. En el diálogo que Jesús mantiene con Marta, hermana de Lázaro a quien resucitó cunado llevaba cuatro días muerto sale a relucir el tema de la resurrección: “tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dice Jesús: Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11: 23-26).

Antes que Jesús ordenase al cadáver de Lázaro: “¡Lázaro, ven fuera!” (v. 43), Marta hace esta declaración de fe: “Señor, yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo” (v. 27).

A pesar del testimonio que dieron los testigos que vieron a Jesús vivo después de tres días de haber sido sepultado en la cueva, la doctrina de la resurrección de los muertos no goza de buena prensa. Cuando los atenienses condujeron al apóstol Pablo al Areópago para que les expusiese la enseñanza de que era portador, en el momento que oyeron hablar de la resurrección de los muertos, “unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez” (Hechos 17. 32). No tuvieron la oportunidad de volver a escucharlo.

Hablar de la reencarnación no genera polémica. Sí lo hace hablar de la resurrección de los muertos ya que es un tema que hoy no toca. Algunos ante la doctrina de la resurrección de los muertos reaccionan así: “¡Es completamente absurdo! No tiene sentido gastar ni un segundo de mi tiempo considerarlo por la sencilla razón de que la resurrección de Jesús no ocurrió ni tampoco sucederá la de los muertos. Es imposible. Las leyes científicas demuestran que es imposible que el cuerpo de alguien que haya fallecido vuelva a la vida. No tengo nada más que decir”. Desconozco la identidad de quien hace esta declaración tan categórica. Lo que es imposible para el hombre no lo es para Dios.

Se le acercaron a Jesús “los saduceos que dicen que no hay resurrección” (Marcos 12: 18). Le presentaron un sofisma para hacerlo caer en una trampa. Utilizando la Ley de Moisés le dicen que si un hombre casado muere sin  dejar descendencia, la viuda se casará con el hermano del fallecido. El primer hijo que nacerá se considerará descendencia del fallecido. Los hermanos eran siete y todos ellos se casaron con la viuda y fallecieron sin dejar descendencia. La pregunta capciosa que le hicieron fue: “En la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer” (v. 23). Limitándonos al tema que nos concierne, Jesús les dice: “Pero respecto a que los muertos resucitan, ¿no habéis oído en el libro de Moisés como le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos, así que vosotros mucho erráis” 8vv. 26,27).

Con estas palabras Jesús aclara lo que le ocurre al alma en el momento en que se produce el deceso del cuerpo que la aloja. El alma sigue viva mientras el cuerpo yace  en el sepulcro. La garantía de la resurrección se encuentra en el hecho de que la muerte física no destruye el alma. Momentáneamente el cuerpo y el alma se separan para volverse a juntar en el día de la resurrección. La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Cuál es el destino eterno de los resucitados? Jesús nos da la respuesta a la pregunta: “No os maravilléis de esto, porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz” (la de Jesús), “y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida, mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” Juan 5: 28,29).

Octavi Pereña i Cortina

 

 

ISAÍAS 46: 7

“Se lo echan sobre los hombros, lo llevan y lo colocan en su lugar, allí se está, y no se mueve de su sitio. Le gritan y tampoco responde, ni libra de la tribulación”

Desde la salida de Egipto Israel  fue un pueblo inclinado a la idolatría. Cuando Moisés se encontraba en la presencia del Señor en la cumbre del monte recibiendo instrucciones, el pueblo cansado de esperar el regreso de Moisés pidió a Aarón que le hiciese un dios que los guiase. Fabricaron un becerro de oro al que adoraron. Dios los reprendió en multitud de ocasiones  la facilidad con que fornicaban con otros dioses. Momentáneamente, al ser reprendidos se arrepentían de su infidelidad. Con prontitud volvían a las andadas. Israel a lo largo de su historia fue infiel a su Dios.

El Señor pregunta a Judá. “¿A quién me asemejáis, y me igualáis, y me comparáis, para que seamos semejantes?” (v.5). El ser humano tiende a actuar por mimetismo. A copiar lo que hacen los otros. El rostro del Dios de Israel nadie lo ha visto nunca. Jesús “es la imagen de Dios” (2 Corintios 4. 4). “El que me ha visto a mí ha visto al Padre” (Juan 14: 9). ¿Qué cara tenía Jesús? No existe ninguna imagen de su rostro. Su faz no se puede plasmar en un papel ni convertirla en una escultura. A Jesús no se le ve físicamente. Quien por fe ve a Jesús también por fe ve al Padre. El mandamiento es contundente: no da margen a la interpretación: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás…” (Éxodo 20: 4, 5). Hemos dado respuesta a la pregunta que Dios nos hace por medio del profeta Isaías.

Acerca de los ídolos Isaías escribe: “Sacan oro de la bolsa, pesan plata en balanzas, alquilan un platero para hacer un dios de ello, se postran y adoran. Se lo echan sobre los hombros, y lo colocan en su lugar, y no se mueve de su sitio. Le gritan y tampoco responde, ni libra de la tribulación”  (vv. 6, 7). Un día sí y otro también paso ante la puerta de un almacén que guarda un paso de los que desfilan durante las procesiones de Semana Santa y veo los esfuerzos que tienen que hacer para sacarlo del almacén. Los dioses católicos y los de los otros pueblos que son obra de artífices son entes carentes de vida.

“Oídme, duros de corazón, que estáis lejos de la justicia” (v.12). Los adoradores de imágenes están muertos en sus delitos y pecados porque las imágenes que adoran no pueden oír sus súplicas,  ni pueden mover sus labios para anunciar su absolución. La piedad popular que se exterioriza con tanto entusiasmo en las procesiones de Semana Santa está impregnada de mucha superstición. Los verdaderos adoradores de Jesús no pueden inclinarse ante una imagen de orfebre que se dice le representa. Abandonan una práctica que es de origen satánico.


 

PROVERBIOS 24. 10

“Si flaqueas en el día de la angustia  significa que tu fuerza es escasa”

Si nos dejamos llevar por las circunstancias significa que la fe no la hemos depositado en el lugar correcto. Nuestras vidas fallan en lo esencial porque no se edifican sobre la Roca que es Cristo.

Nos comportamos como los antiguos israelitas que a pesar que tenían durante el día la nube que los guiaba y de noche la columna de fuego que recordaba la presencia de su Dios entre ellos, al más mínimo contratiempo se quejaban contra Dios que les protegía. Tenían conocimiento de Dios pero no lo tenían en su corazón. Le conocían de oídas pero su corazón estaba lejos de Él. Su debilidad se debía a que sus vidas estaban edificadas sobre la arena, no sobre la Roca.

Existen dos clases de cristianos: carnales y espirituales. Ambas clases constituyen verdaderos cristianos. Los cristianos carnales se distinguen de los espirituales en que siguen siendo niños en la fe. No han crecido espiritualmente. Cuando tendrían que haber aprendido a usar el tenedor y el cuchillo para cortar la carne y llevársela a la boca para masticarla e ingerirla, todavía necesitaban que se les suministrase leche que es el alimento que necesitan los recién nacidos, no para quienes llevan a cuestas un cierto número de años confesando a Cristo.

Los bebés espirituales son creyentes deficientemente nutridos. Espiritualmente débiles. Esto es lo que explica que haya tantos cristianos que flaquean en el día de la angustia. Los débiles en la fe se les puede comparar a Pedro que al salir de la barca para ir andando sobre las aguas para ir al encuentro de Jesús. Mientras los ojos los tenía puestos en Jesús todo iba bien. Tan pronto apartó la mirada en Jesús empezó a hundirse, dando voces: “¡Señor sálvame!”. Al instante Jesús le tendió la mano, le cogió y le dijo. “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mateo 14: 25-31).

La debilidad que se manifiesta en el día de la angustia pone de manifiesto que dudamos del poder de Jesús de salvarnos de los contratiempos que nos golpean con fuerza y nos amenazan con hacernos daño.

En cierta ocasión Jesús se encuentra con un padre que tenía un hijo poseído de un espíritu mudo que le producía muchos dolores. El padre le pide a Jesús que libere a su hijo de la posesión satánica. Antes de proceder a la curación del niño Jesús le dice al padre: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo, ayuda mi incredulidad” (Marcos 9: 14-24). La fuerza necesaria para no flaquear en el día de la angustia se encuentra en el ejemplo que dio el padre del hijo poseído por un espíritu maligno. Señor, ayuda mi incredulidad”

 

diumenge, 3 d’abril del 2022

 

PROVERBIOS 20: 13

“No ames el sueño para que no te empobrezcas, abre tus ojos y te saciarás de pan”

La indolencia conduce a la pobreza, sea material o espiritual. Ya que el dicho de Proverbios trata principalmente de la sabiduría divina, pienso que cuando dice: ”No ames el sueño para que no te empobrezcas” se refiere a ser pobre en sabiduría divina. En las iglesias se encuentran muchos anoréxicos espirituales debido a que las sábanas los atan en la cama. “Cuando la puerta gira sobre sus quicios, así el perezoso se vuelve en su cama” (Proverbios 22: 14). Los indolentes se revuelcan entre las sábanas apurando el máximo su estancia en la cama para acabar  saltando precipitadamente de ella porque el tiempo se les echa encima porque llega la hora de tener que fichar en la empresa. La gente del mundo encuentra normal la pereza, ¡se encuentra tan cansada! Entre los cristianos tendría que considerarse una anomalía.

El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos en Éfeso les dice que no se comporten como necios sino como sabios “aprovechando bien el tiempo porque los días son malos” (5: 16).  Vivimos en una constante guerra espiritual contra Satanás que nos incita contra la pereza con el propósito de que no nos fortalezcamos en el Señor por falta de tiempo para tener íntima comunión con el Señor por medio de la meditación en la Biblia y la oración. Si no se hace previsión de tiempo para dedicarlo al Señor nuestra salud espiritual languidecerá y nos arrastrará a una monotonía que nos hundirá en la melancolía.  El carácter se agria y la felicidad desaparece.

La Biblia nos insta a luchar contra la pereza que es el enemigo número uno de la sabiduría y nos pone el ejemplo de la laboriosa actuación de las hormigas que durante el verano se afanan almacenado alimento para que cuando llegue el invierno les falte el sustento. ¿Seremos menos inteligentes que las hormigas y no perseveraremos en almacenar el pan de vida que el Señor os ofrece en la Biblia para que cuando lleguen los días malos permanezcamos firmes? Si no arañamos las páginas de la Biblia con la tenacidad con que el buscador de oro excava la tierra, no debe extrañarnos  que nos mantengamos en una permanente anorexia espiritual que nos hace creer que no valemos nada.

La palabra soledad nos espanta. Cometemos un grave error cuando queriendo abandonarla nos sumergimos en el mundanal ruido. El mundo no puede ofrecernos el pan de vida que nuestras almas necesitan para mantenerse sanas. ¿No puede el lector arrancar unos minutos del cobijo que proporcionan las sábanas para así comenzar el día contactando con el Señor que da sentido a la vida y así comenzar el día con la fuerza y el optimismo que el Señor proporciona a quienes madrugando le buscan?


 

ISAÍAS 61: 1

“”El Espíritu del Señor, Dios soberano está sobre mí porque me ha ungido el Señor, me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel”

La situación en que se encontraba Judea en tiempo de Isaías era desastrosa. Asiria, una de las superpotencias de la época era una amenaza para la integridad nacional. La injusticia social era alarmante. La fidelidad al Señor que le había liberado de la esclavitud egipcia y protegido a lo largo de los siglos se encontraba a ras el suelo. A Judea se la tenía que coger como vulgarmente se dice, “con pinzas”.

La distancia que nos separa de aquella época no hace que no seamos igual a ellos. Las palabras que el profeta dice a sus conciudadanos son perfectamente aplicables a nuestros días. En aquellos días se intentaba curar las heridas abiertas con cataplasmas que no sanaban. Hoy sucede algo parecido. La sociedad está espiritualmente enferma y también se pretende curar la enfermedad del alma con parches sor Virginia que no curan la enfermedad del alma que es el pecado. Los medios de comunicación no se cansan de anunciar malas noticias: guerras muy cercanas que ayudan a que la economía caiga por los suelos. Violencia doméstica más agresiva. Violencia sexual cometida cada vez más por personas, algunas de ellas menores de edad. Divorcios con todas las malas consecuencias que los acompañan. Niños agredidos sexualmente por sus propios padres y familiares cercanos…

En medio del caos existente en le época de Isaías y en la nuestra, el profeta tiene buenas noticias que compartir con nosotros. La buena noticia es que Dios no se ha olvidado de nosotros y nos recuerda las características del Mesías que tenía que venir y que en el cumplimiento del tiempo se hizo Hombre en Jesús ejerciendo un ministerio de sanidad (Lucas 4: 16-19) que confirma que la profecía de Isaías se ha cumplido:” Hoy”, dice Jesús, la profecía anunciada por Isaías y que sirve de base a esta meditación delante de vosotros “se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (Lucas 4: 21).

Indiscutiblemente Jesús se interesa por la salud física de los hombres. Su ministerio lo acredita. Pero no se fiaba de las multitudes que le aclamaban y quería hacerle rey porque sabía lo que había en sus corazones. Creo que debe enfatizarse el carácter espiritual del ministerio de Jesús porque los que creen en Él como Señor y Salvador, en el día de la resurrección el cuerpo mortal y corruptible se convertirá en un cuerpo inmortal e incorruptible. La muerte habrá sido vencida para siempre.

Jesús fue ungido con el Espíritu Santo para dar buenas noticias a los quebrantados de corazón que sienten la necesidad de Dios. Jesús es el tesoro escondido por el que merece la pena abandonarlo todo y encontrar en Él la vida eterna. El Padre envió a Jesús “a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, y para poner en libertad a los oprimidos”. Jesús libera a los oprimidos de Satanás que es el causante de todos nuestros males sin descuidar las enfermedades que nos llevan a la muerte. Si Jesús nos libera seremos verdaderamente libres (Juan 8: 36).

 

PARAISO RECUPERADO

<b>El hombre quiere convertir en un vergel la Tierra que Dios ha maldecido</b>

Según datos presentados por la Fundación Ellen McArthurd al Fórum  Económico en Davos en el año 2050 en el mar habrá más plásticos que peces. En el mar se vierten toneladas de plásticos, pilas, aceites sintéticos…No solo en los océanos. También la Tierra se ha convertido en un inmenso vertedero en donde van a parar los residuos que se generan diariamente. No se controlan del todo los desperdicios. Por allí por donde pasa una persona quedan los desechos que ensucian el paisaje. Mencionamos con mucho orgullo la racionalidad del ser humano, pero el hombre es el ser más sucio que se encuentra sobre la faz de la Tierra.

El interés por la ecología no es cosa de nuestro tiempo. El primero que se interesó por la ecología fue el Creador que como guía del pueblo de Israel en su travesía por el desierto en dirección hacia la Tierra Prometida dio esta instrucción a Moisés para que la transmitiese al pueblo: “Tendrás un lugar fuera del campamento para hacer tus necesidades, tendrás también entre tus armas una azadilla, y cuando estuvieses allí fuera cavarás con ella , y luego al volverte cubrirás tu excremento, porque el Señor tu Dios anda en medio de tu campamento, para librarte y para entregar a tus enemigos delante de ti, por tanto, tu campamento ha de ser santo, para que Él no vea en ti cosa inmunda y se retire de ti” (Deuteronomio 23: 12-14). Por la presencia del Señor en medio de los hombres, la tierra que pisamos tierra santa es y tiene que conservarse limpia. Santidad y suciedad son polos opuestos. A pesar que sabemos que el lugar donde vivimos tenemos que conservarlo limpio, por instinto natural nos convertimos en los seres más sucios del planeta. Nuestra condición sucia nos viene casi desde que fuimos creados.  Dios le dijo a Adán: “Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él, maldita será la tierra por tu causa, y con dolor comerás de ella todos los días de tu vida” (Génesis 3: 17). El pecado de Adán no solamente afecta a toda su descendencia hasta nuestros días, también repercute en la Tierra, el habitad preparado por el Creador para que el hombre habitase en él. El pecado echó a perder la belleza con la que Dios había adornado a su creación. Ya que no entendemos que por ser descendencia  de Adán somos corresponsables en su desobediencia, no queremos creer que “será asolada la Tierra a causa de sus moradores, por el fruto de sus obras” (Miqueas 7: 13)

Durante una persistente sequía en África del Sur un agricultor colgó en la valla de su finca un cartel que decía: “Se aceptan donativos para comprar unas gafas a Dios para que vea lo que sucede aquí abajo”. Persistimos en nuestra ceguera y no queremos ver que antes de las consecuencias existe una causa. La Tierra y sus habitantes, nos guste o no, tenemos que aprender que hemos de convivir juntos hasta que Dios borre la maldición debido a nuestro pecado y aparezca una Tierra nueva en donde no haya pecado y sus consecuencias perversas que nos fastidian.

Para comprender el grave problema ecológico del que tanto se habla y tan poco se hace para resolverlo debido a que los intereses económicos prevalecen en la solución del problema. Dada la condición humana, por más que nos esforcemos en quererlo solucionar no lo conseguiremos porque la solución no se encuentra en nuestras manos. Mientras el pecado siga operativo, el problema ecológico no tiene solución. No desesperemos. Dios nos dice que no tenemos que perder la esperanza. Lo que es imposible para el hombre para Él es posible. La palabra IMPOSIBLE no se encuentra en el diccionario divino. Para  intentar despertar la esperanza en el lector transcribo un texto bíblico un poco extenso que aporta luz en la oscuridad: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujeta a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza, porque la creación misma será liberada de la esclavitud de corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una y a una está con dolores de parto hasta ahora, y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvados, pero la esperanza que se ve no es esperanza, porque lo que alguien ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos con paciencia lo aguardamos" (Romanos 8: 18-25).

El habitad en el que Dios ha puesto al hombre es inseparable. Con la entrada del pecado el jardín de Edén para convertirse en un habitad maldecido que “produce  espinos y cardos” (Génesis 3: 18). En la prosperidad y en la adversidad el binomio hombre-habitad están inseparablemente unidos. El apóstol Pablo personifica la Tierra otorgándole sentimientos humanos para exponer que la redención de los cuerpos de los cristianos en el día de la resurrección irá acompañada de la restauración de creación a una gloria infinitamente superior de la que gozaba antes de ser maldecida por Dios debido al pecado de Adán.

Los esfuerzos para preservar el Planeta y evitar su destrucción únicamente nos llevan al desengaño porque no está en las manos del hombre borrar el pecado que condujo a Dios a maldecir la Tierra. El jardín celestial que Jesús está preparando para recibir  los hijos de Dios es de una magnificencia inimaginable. Juan en una visión nos da un atisbo de su belleza incomparable para que “con paciencia lo aguardemos”: “No habrá allí más noche, y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol. Porque Dios el Señor los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 22. 1-5)

Octavi Pereña i Cortina