APOCALIPSIS 2. 7
“El que tiene oído, oiga, lo que el Espíritu
dice a las iglesias. Al que venciere le daré de comer del árbol de la vida, el
cual está en medio del paraíso de Dios”
Las
palabras de este texto que comentamos
cierran el mensaje que el Señor dirige a la iglesia en Éfeso. Fíjese el
lector: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Da a
entender que no todos los miembros de la iglesia atienden el mensaje del Señor.
Por tanto, no todos ellos vencieron y fueron excluidos “de comer del árbol da
la vida, el cual está en medio de paraíso de Dios”. Dicho brevemente: No todos
los miembros de la iglesia en Éfeso eran creyentes verdaderos. Lo cual
significa que no todas las personas que fueron bautizadas en el Nombre de Jesús
creían realmente en Él.
El
Señor habla a la iglesia en sentido colectivo. Manifiesta la apariencia
externa. Lo que los ojos ven. Aparentemente eran encomiables: “Yo conozco tus
obras, y tu arduo trabajo y paciencia, y que no puedes soportar a los malos, y
has probado a los que dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos,
y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de
mi Nombre, y no has desmayado”. La descripción de las obras que hace la iglesia
da la impresión de que nos encontramos ante la iglesia ideal aquí en la tierra.
No nos dejemos llevar por las sensaciones y las impresiones. Las obras que el
Señor de la iglesia describe eran obras muertas. No tenían vida. Carecían de
alma. El Espíritu Santo que tenía que darles calidez estaba ausente.
He aquí
la reprensión que el Señor hace a aquella iglesia que aparentemente era
modélica. Tal vez pastores de otras iglesias, para despertar el sentido de
responsabilidad de los feligreses ponían como ejemplo a la iglesia en Éfeso.
Esperemos a ver lo que el Señor de la iglesia tiene que decir de aquella
iglesia modélica: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.
Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las primeras
obras, pues sino, vendré pronto a ti y te quitaré tu candelero de su lugar, si
no te hubieses arrepentido”.
Apocalipsis
1: 20 nos descifra el significado de candelero,
sinónimo de iglesia. El candelero, es
decir, la iglesia debe resplandecer en medio de las tinieblas espirituales que
la envuelven. Una iglesia que no irradie la luz de la Palabra de Dios es una
iglesia llamada a desaparecer porque el Señor no habita en ella. Estamos muy
orgullosos de lo que hacemos en el Nombre del Señor, pero, ¿está el Señor en
las obras que hacemos? Vigilemos porque las apariencias engañan. Vigilemos
porque la iglesia en Éfeso y las seis restantes que se encontraban den lo que
hoy es Turquía, no queda ni rastro.
LEVÍTICO 20. 23
“Y no andarás en las prácticas de las
naciones que yo echaré de delante de vosotros, porque ellos hicieron todas
estas cosas, y lo tuve en abominación”
El
capítulo 20 de Levítico describe las abominaciones que cometían los pueblos
cuyas tierras iba Israel a recibir como heredad. Para el Señor dicho
comportamiento era abominación. La prohibición para el pueblo de Dios era
determinante: “No andaréis en las prácticas de las naciones que yo echaré de
delante de vosotros”. Israel no fue obediente al mandato de destruir a todos los habitantes de la Tierra prometida
que iban a ocupar. El resultado fue que el remanente que quedó fue para ellos
una incitación a cometer las abominaciones
que el Señor condenaba porque eran contrarias a la santidad que debía
caracterizar a su pueblo. El resultado de la infidelidad a Dios fue que los
pueblos vecinos los sojuzgaban hasta que Asiria y Babilonia después destruyeron
el templo en Jerusalén y los habitantes
deportados a Babilonia. Finalmente Roma
volvió a destruir el templo reconstruido después de la deportación. Hoy,
del magnífico edificio únicamente queda el muro
de las lamentaciones.
El
texto que comentamos tiene vigencia en el día de hoy. Actualmente el pueblo de
Dios no es una nación concreta. Está formado de personas que han sido
arrebatadas del fuego y que al creer en el Señor Jesucristo, en el lugar que se
encontraban formaban pequeñas iglesias que al igual que a la de Éfeso, el señor
tiene que decirles que han abandonado el primer amor (Apocalipsis 2: 4). El
mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas. Cuando este amor se diluye del corazón se producen
espacios vacíos que Satanás se apresura a llenar con sus abominaciones. El
apóstol hablo nos apremia: “No os unáis
con yugo desigual con los incrédulos, porque, ¿qué compañerismo tiene la
justicia con la in justicia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué
concordia Cristo con Belial (lo despreciable)? ¿O que parte el creyente con el
incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque
vosotros sois templo del Dios viviente”
La recomendación que el apóstol Pablo da a los corintios es: “salid de
en medo de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo, y yo os
recibiré, y yo seré por vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas,
dice el Señor todopoderoso” (2 Corintios 6. 14-16).
El
Señor no comparte su santidad con lo inmundo..
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