dissabte, 24 d’octubre del 2020

 

BUENA EDUCACIÓN

<b>La persona bien educada no lo es quien tiene títulos universitarios sino quien es persona justa</b>

<b>Iñigo Domínguez</b> inicia su escrito <i>Miradas lascivias</i> así: “La semana pasada el Ministerio de Igualdad publicó una encuesta sobre la violencia contra la mujer, un estudio muy bueno sobre esta lacra humana. En la página 181había algo llamativo: se incluía como acoso sexual <i>”las miradas insistentes o lascivias”</i>. De momento no, mañana ya diremos, si los pensamientos lascivos no van a ser punibles   por la justicia humana. La impunidad no significa que no vayan a tener sus consecuencias penosas para quienes los fabrican y para su prójimo. Lo que entra por los ojos llega al corazón. Por  eso es muy importante que seamos selecticos a la hora de dejar entrar imágenes por los ojos. Jesús nos alerta: “La lámpara del cuerpo es el ojo, así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz, pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” (Mateo 6: 22.23). Sin dejar el tema del ojo, Jesús sigue diciendo: “por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti, pues mejor es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno” (Mateo 5: 24).

El ojo juega un papel muy importante en la cuestión del adulterio. Encontrándose ocioso el rey David en la terraza de palacio contempla Jerusalén a sus pies y se fija en una  bella mujer que se estaba bañando. La desea y hace que la lleven a palacio. Yace con ella. El pecado no queda impune. Diversos problemas familiares se le presentan debido a su adulterio.

Hoy no hace falta encamarse con la mujer del prójimo para cometer adulterio. Jesús va más allá del contacto sexual para cometerlo, cuando dice: “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5: 27, 28).

La Fiscalía General del Estado que analiza el impacto del consumo de pornografía entre los más jóvenes, ve en la pornografía  una puerta abierta a la violencia sexual. El Instituto Nacional de Estadística confirma que en el 2019 aumentó un 28,8% el número de menores condenados por delitos sexuales.

El siquiatra Enrique Rojas considera que la pornografía es una epidemia: “Su difusión es frenético, y esto convierte a la mujer en objeto de placer. Más del 80% de los jóvenes ven pornografía casi a diario. Citando ABC News (2019) la pornografía empieza a los 6 y 7 años y los marca para toda la vida. Se convierte en un recuerdo inesbrrable”. El siquiatra sigue diciendo: “Educar la inteligencia, los sentimientos y la voluntad. Hoy la educación sexual de los menores está en manos de la pornografía. Después continúa en la adolescencia que engancha y más tarde en jóvenes que quedan atrapados durante años en aquellos menores. La pornografía es una mentira sobre el sexo. Y eso aleja la felicidad”.

Vivimos en una sociedad católica más que cristiana en la que a menudo se confunde el tema. Se considera el folclore católico como sinónimo de cristianismo. Existen muchas asociaciones culturales que confunden tradición por fe. En el momento que preguntas a alguien  ¿crees en Dios? La respuesta más común es: Soy creyente no practicante. Dejo al lector que interprete esta respuesta.  Lo cierto es que la ética cristiana ha desaparecido de una sociedad que se autoproclama cristiana. Para no desentonar del entorno sigue el ejemplo de Vicente que va allí a dónde va la gente.

El cristianismo tradicional no  sirve para que la ética cristiana saque la nariz por un agujero. Palabras bonitas, muchas. Hechos, bien pocos. El hecho de que el Instituto Nacional de Estadística diga que en el año 2019 los delitos sexuales cometidos por menores hayan aumentado un 28,% significa que algo falla en una sociedad que se considera cristiana en la educación de los hijos.

El siquiatra Enrique Rojas avergüenza a los padres cuando afirma: “Hoy la educación sexual de los niños está en manos de la pornografía”. Muchos padres, demasiados, delegan a la escuela el encargo educativo que les corresponde a ellos hacer. Y así van las cosas. Informar no es educar. “Instruye al niño en su camino, y aun cuando envejezca no se apartará de él” (Proverbios 22: 6). Este proverbio enseña de manera general a los padres su deber de tomarse seriamente la educación de los hijos a que no se aparten dl camino recto, el de la virtud. Que les convierte en personas de bien, para que desde la infancia, adolescencia, juventud y en la edad adulta se comporten sensatamente en las diversas situaciones en las que van a encontrarse a lo largo de la vida. 

Moisés preparando a los israelitas  a su inminente entrada en la Tierra Prometida, les dic: “Amarás pues al Señor tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus estatutos, sus decretos y sus mandamientos todos los días” Deuteronomio 11: 1). Dirigiéndose directamente a los padres, les doce: “Y los enseñareis a vuestros hijos, hablando de ellos cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes… “(vv. 19-21). Tomarse seriamente la educación espiritual de los hijos como lo pide Dios repercute favorablemente en su bienestar y en el de la sociedad. Hoy el país necesita urgentemente padres responsables que se dispongan a enseñar a sus hijos a ser temerosos de Dios.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

 

APOCALIPSIS 2: 18

“Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y que es semejante al bronce bruñido dice esto : Yo conozco tus obras , y amor, y fe, y servicio, y la paciencia, y que tus obras posteriores son más que las primeras”.

¿Nos encontramos ante la iglesia perfecta que no tiene ninguna mancha ni arruga? No nos hagamos ilusiones, tal iglesia no existe hoy. La carta sigue diciendo: “Pero tengo unas pocas cosas contra ti: Que toleras que esta mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseña y seduce a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificados a los ídolos”. Parece ser que esta mujer poseía el espíritu de Jezabel, esposa del rey Acab de Israel, que además de ser adoradora ferviente de Baal, inducía a su esposo a cometer crímenes horrendos. La Jezabel de Tiatira inducia a los miembros de la iglesia a hacer el mal. Da la impresión que el pastor de la iglesia no ejercía como debiera la responsabilidad de reprender, disciplinar y expulsar a esta mujer que sembraba cizaña en la congregación. El Señor que quiere que todos se salven, dice: “y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación”.  Como la paciencia del Señor tiene un límite, cuando se traspasa la línea roja, la sentencia tiene que cumplirse: He aquí que la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente  y el corazón. y les daré a cada uno según vuestras obras”.

Dada la condición maligna de Satanás s inevitablemente intenta convertir a las iglesias en sinagogas  a las que regir a su antojo. Es indispensable que la iglesia dirigida por su pastor discipline  a los miembros que son servidores de Satanás para impedir que sigan difundiendo en la congregación su veneno mortal.

Habiendo el Señor avisado del peligro en que se encontraba la iglesia de Tiatira, tiene un mensaje para los verdaderos creyentes: “Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esta doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra  carga, pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga”.

La cizaña y el trigo se encuentran mezclados en las iglesias. Es difícil por no decir imposible desarraigar del todo la cizaña porque a menudo se presenta sutilmente camuflada. Los siervos de Satanás se presentan como siervos de la justicia bajo la apariencia de ángeles de luz. Pero no siempre lo conseguirá. Lo que es imposible ahora en el tiempo Jesús nos advierte que un día ya no será así. En la parábola del trigo y la cizaña, Jesús dice: “Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega, y al tiempo de la siega dirá a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla, pero recoged el trigo en mi granero” (Mateo13: 25-30). Lo que no puede conseguir el pastor más fiel que lo sea lo consigue Jesús arrancado la cizaña sin un tallo de trigo. La separación la hará con total perfección.


 

MARCOS 10: 24

“¡cuán difícil es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!”

Este texto es la coletilla de la historia de aquel hombre que se acercó corriendo a Jesús para preguntarle: “¿Qué haré para heredar la vida eterna? La prisa que se da este hombre para acercarse a Jesús para interesarse por algo tan importante como es la salvación eterna nos da a entender que verdaderamente estaba interesado en su salvación. A la pegunta Jesús responde: “Los mandamientos sabes: No adulteres. No mates. No hurtes. No digas falso testimonio. No defraudes. Honra a tu padre y a tu madre”. La persona que parecía estar interesada en su salvación responde a Jesús: “Maestro, todo esto lo he guardado desde mi juventud”. La respuesta da a entender que se consideraba  ser una persona justa.

El texto no nos dice que fuese fariseo. Su actitud sí que indica que poseía el espíritu farisaico. Tal vez sin saberlo se comportaba como el fariseo de la parábola que oraba así: “Dios te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni  como este publicano” (Lucas 10: 11).

Jesús mirando a este hombre que se consideraba tan bueno: “le miró, le amó y le dijo: Una cosa te falta: anda, v ende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y  tendrás tesoro en el cielo, y sígueme, tomando tu cruz”. ¿Dónde estaba el corazón de este hombre rico? La respuesta que da a las palabras de Jesús indica que en los bienes materiales. “Afligido” por las palabras de Jesús, “se fue triste porque tenía muchas posesiones”, en todo aquello que los ladrones pueden hurtar  y el orín corromper. Más tristeza que las palabras de Jesús se la tenía que producir poner su corazón en bienes terrenales que más pronto o más tarde tendría que desprenderse de ellos al llegar la hora que tendría que presentarse ante Jesús sentado en su trono para dar cuenta de todo lo que había hecho, bueno o malo, durante su estancia en este mundo.

Otro hombre real un “eunuco, funcionario de Candace, reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar” (Hechos 8: 27). Por el cargo que desempeñaba tenía que ser un hombre rico. Regresaba a su tierra después de adorar en Jerusalén a un Dios  que no sabía con certeza dónde encontrarlo. La búsqueda era sincera. A tales buscadores Dios les da lo que buscan. Sentado en el carro leía al profeta Isaías sin entender la lectura. A este hombre perdido en un lugar solitario poseía un corazón inquieto por descubrir la Verdad. El Señor le envía a Felipe que le explica el significado del texto que leía. Le fueron abiertos los ojos y creyó en Jesús.

Tanto el hombre rico como el eunuco tesorero de la reina Candace terminaron poseyendo un tesoro. El hombre rico se quedó con un tesoro terrenal y se fue triste. El eunuco sigue poseyendo bienes terrenales pero en Jesús encuentra el tesoro de gran precio que ladrones no puede robar ni el orín destruir que merece la pena abandonarlo todo para hacerse con él. “Y siguió gozoso su camino”  (Hechos 8: 26- 40).

 

 

divendres, 16 d’octubre del 2020

 

PADRENUESTRO

<b>Los momentos de retiro tienen que servir para dialogar con el Padre celestial<b/>

<b>Francie Healey</b>, socióloga y consejera de salud y bienestar afirma que durante toda su vida ha reflexionado sobre la soledad: “Recuerdo que cuando era una niña me sentía sola en mi mundo incluso en medio de mis familiares y amigos. Supongo que me sentía invisible e incomprendida”. Este sentimiento es general. Nadie se escapa del sentimiento de sentirse solo en medio de la gente. Se debe a la sencilla razón  de que en lo más profundo del alma, que es en donde se forman los sentimientos, ningún ser humano, salvo Dios, tiene acceso. Es por esto que encontrándonos gozando de la vida en una fiesta, de vacaciones en compañía de alguien estimado en uno de estos paraísos terrenales que anuncian las agencias de viajes, no desaparece el sentimiento de  soledad, sentimiento que en algunos casos conduce al suicido, <i>la muerte silenciada</i> como también se le conoce.

Un estado de soledad persistente es una “crisis de salud” asegura <b>Francie Healey</b>. Los expertos en salud mental “relacionan aislamiento social y la soledad como un riesgo más alto de enfermedades mentales, físicas, cardíacas, obesidad, sistema inmunológico debilitado, Alzheimer, depresión e incluso la muerte”.

La socióloga <b>Francie Healey</b>, dice: “El 2018, el primer ministro británico lanzó la primera campaña nacional para poner fin a la soledad, calificándola de “uno de los principales desafíos de salud pública de nuestro tiempo”. Pero soledad no es lo mismo que estar solo” ¡Cuánta razón tiene la socióloga! Conviene distinguir la diferencia.

El estilo de vida occidental es frustrante. Eso hace que personas residentes en las grandes áreas metropolitanas decidan abandonarlas para irse a vivir en zonas rurales, más cerca de la naturaleza en donde se vive más sosegadamente, evitando vivir con el estrés que provoca las grandes aglomeraciones de personas. <b>Francie Healey</b>, comenta la novedad nacida en Corea del Sur conocida como <i>honjok</i>, iniciada por la juventud que opta por realizar tareas en solitario. Esta tendencia no es ninguna novedad. Los antiguos eremitas de los siglos III y IV abandonaban el mundo, con su polución espiritual, para refugiarse en lugares desérticos. Con ellos siguió la polución espiritual del mundo que creían abandonarla porque la llevaban consigo.

Jesús fue un hombre muy atareado. Las multitudes lo buscaban insistentemente para que les curase sus dolencias. Nos da ejemplo de lo que se tiene  que hacer para que las exigencias laborales no nos produzcan trastornos sicológicos. Dejando a las multitudes que le agobiaban se retiraba a lugares solitarios, abandonando el mundanal ruido y oraba a su Padre con el propósito de cargar las baterías emocionales y buscar consejo. Jesús es el modelo por excelencia. Nos muestra la bondad de aislarnos para abandonar el ensordecedor ruido del mundo. Cuando lo hace no lo hace con el propósito de mirarse el ombligo. Lo hace para que nos demos cuenta que tenemos que salir de nosotros mismos y dirigirnos al Padre celestial. A quienes somos sus discípulos nos enseña a orar.

La primera cosa que nos enseña es lo que no tenemos que hacer jamás: “Y cuando ores no seas como los hipócritas, porque ellos aman orar en pie en las sinagogas (iglesias) y en las esquinas de las calles, para que sean vistos de los hombres, de cierto os digo que ya tienen su recompensa” (Mateo 6.5). ¿Cuál es el secreto de la  verdadera oración?  Así lo expresa el Señor. “Mas tu cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (v.6). Estas palabras de Jesús denuncian a aquellos que de la práctica religiosa hacen ostentación. Ya tienen lo que buscan: El aplauso de los hombres pero no el favor del Padre.

Jesús cuando muestra el Padrenuestro como una oración que sirve de modelo nos dice que no debemos hacerlo de carretilla como los incrédulos. Hagamos un  breve examen del Padrenuestro.

“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre”. Dios está en el cielo, nosotros en la tierra. Respetemos la distancia. Dios es santo y su Nombre debe pronunciarse con reverencia ni mancharlo con blasfemias.

Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra”. Se debe ser consciente que Dios es el Rey de la creación y que al final del tiempo implantará su reino eterno. Si respetásemos su voluntad las farmacéuticas tendrían muchas pérdidas porque no se consumirían ansiolíticos ni pastillas antiestrés. Al no haber discrepancia entre la voluntad de Dios y la nuestra el resultado sería la paz en el corazón.

“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. “Como las aves dependen de Él para su sustento, nosotros por el hecho de haber sido creados a imagen y semejanza de Él y con el raciocinio que nos ha dado, tenemos que pedirle por las necesidades del día. Ni más ni menos. Si Dios cuida de las aves, ¿no cuidará de nosotros  hombres de poca fe?

“Y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Como transgresores de la Ley de Dios le pedimos perdón y nos lo concede, como perdonados tenemos que perdonar a quien nos falte. Si lo hiciésemos así, las venganzas desaparecerían, no nos consumiría el rencor almacenado y viviríamos en paz los unos con los otros.

“Y no nos metas en tentación, mas líbranos del Maligno, porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén”. El diablo es un ser muy poderoso al que no podemos vencer con nuestras escasas fuerzas. Resistiéndole envestidos del poder de Dios huirá de nosotros.Cerrada la puerta de nuestra habitación oremos al Padre celestial para que nos ayude en el día a día hasta el día que nos llame a su presencia.

Octavi Pereña i Cortina

 

APOCALIPSIS 2. 7

“El que tiene oído, oiga, lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere le daré de comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”

Las palabras de este texto que comentamos  cierran el mensaje que el Señor dirige a la iglesia en Éfeso. Fíjese el lector: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Da a entender que no todos los miembros de la iglesia atienden el mensaje del Señor. Por tanto, no todos ellos vencieron y fueron excluidos “de comer del árbol da la vida, el cual está en medio de paraíso de Dios”. Dicho brevemente: No todos los miembros de la iglesia en Éfeso eran creyentes verdaderos. Lo cual significa que no todas las personas que fueron bautizadas en el Nombre de Jesús creían realmente en Él.

El Señor habla a la iglesia en sentido colectivo. Manifiesta la apariencia externa. Lo que los ojos ven. Aparentemente eran encomiables: “Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia, y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos, y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi Nombre, y no has desmayado”. La descripción de las obras que hace la iglesia da la impresión de que nos encontramos ante la iglesia ideal aquí en la tierra. No nos dejemos llevar por las sensaciones y las impresiones. Las obras que el Señor de la iglesia describe eran obras muertas. No tenían vida. Carecían de alma. El Espíritu Santo que tenía que darles calidez estaba ausente.

He aquí la reprensión que el Señor hace a aquella iglesia que aparentemente era modélica. Tal vez pastores de otras iglesias, para despertar el sentido de responsabilidad de los feligreses ponían como ejemplo a la iglesia en Éfeso. Esperemos a ver lo que el Señor de la iglesia tiene que decir de aquella iglesia modélica: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído y arrepiéntete, y haz las primeras obras, pues sino, vendré pronto a ti y te quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieses arrepentido”.

Apocalipsis 1: 20 nos descifra el significado de candelero, sinónimo de iglesia. El candelero, es decir, la iglesia debe resplandecer en medio de las tinieblas espirituales que la envuelven. Una iglesia que no irradie la luz de la Palabra de Dios es una iglesia llamada a desaparecer porque el Señor no habita en ella. Estamos muy orgullosos de lo que hacemos en el Nombre del Señor, pero, ¿está el Señor en las obras que hacemos? Vigilemos porque las apariencias engañan. Vigilemos porque la iglesia en Éfeso y las seis restantes que se encontraban den lo que hoy es Turquía, no queda ni rastro.


 

LEVÍTICO 20. 23

“Y no andarás en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de vosotros, porque ellos hicieron todas estas cosas, y lo tuve en abominación”

El capítulo 20 de Levítico describe las abominaciones que cometían los pueblos cuyas tierras iba Israel a recibir como heredad. Para el Señor dicho comportamiento era abominación. La prohibición para el pueblo de Dios era determinante: “No andaréis en las prácticas de las naciones que yo echaré de delante de vosotros”. Israel no fue obediente al mandato de destruir  a todos los habitantes de la Tierra prometida que iban a ocupar. El resultado fue que el remanente que quedó fue para ellos una incitación a cometer las abominaciones  que el Señor condenaba porque eran contrarias a la santidad que debía caracterizar a su pueblo. El resultado de la infidelidad a Dios fue que los pueblos vecinos los sojuzgaban hasta que Asiria y Babilonia después destruyeron el templo en Jerusalén  y los habitantes deportados a Babilonia. Finalmente Roma  volvió a destruir el templo reconstruido después de la deportación. Hoy, del magnífico edificio únicamente queda el muro de las lamentaciones.

El texto que comentamos tiene vigencia en el día de hoy. Actualmente el pueblo de Dios no es una nación concreta. Está formado de personas que han sido arrebatadas del fuego y que al creer en el Señor Jesucristo, en el lugar que se encontraban formaban pequeñas iglesias que al igual que a la de Éfeso, el señor tiene que decirles que han abandonado el primer amor (Apocalipsis 2: 4). El mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas. Cuando  este amor se diluye del corazón se producen espacios vacíos que Satanás se apresura a llenar con sus abominaciones. El apóstol hablo nos apremia: “No os unáis  con yugo desigual con los incrédulos, porque, ¿qué compañerismo tiene la justicia con la in justicia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial (lo despreciable)? ¿O que parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois templo del Dios viviente”  La recomendación que el apóstol Pablo da a los corintios es: “salid de en medo de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo, y yo os recibiré, y yo seré por vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso” (2 Corintios 6. 14-16).

El Señor no comparte su santidad con lo inmundo..

 

 

divendres, 9 d’octubre del 2020

 

2 CORINTIOS 5: 18

“Y todo esto proviene de Dios, que nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación”

El secreto del versículo que comentamos se encuentra en lo que dice el versículo precedente: “De manera que si alguno está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas”. Si no se está en Cristo, “el ministerio de la reconciliación” es una utopía. Es pedir peras al olmo que alguien que no se haya reconciliado en Cristo pueda hacer un verdadero ministerio de reconciliación.

Dios en Cristo es el que instituye el ministerio de la reconciliación y el que lleva la voz cantante. Antes de que nosotros le amásemos Él nos amó primero. Recordemos lo que hizo en el paraíso con Adán y Eva. Nuestros primeros padres después de pecar se cosieron delantales con hojas de higuera para tapar la desnudez en que se encontraban después de haber desobedecido e mandato de Dios. Se avergonzaron al darse cuenta de la miseria en que se encontraban debido a su pecado. A pesar de la enemistad creada con Dios, Éste no se convierte en su enemigo. Los sigue amando. No pierde la costumbre de hablar con ello al fresco del día. Al oír los pasos de Dios que se acercan, se esconden entre los árboles del jardín, la evidencia de que la relación con Él se había roto. La necedad de nuestros primeros padres requería que Dios los dejase abandonados a su suerte. No lo hace. De tal manera amó Dios a Adán y Eva que sacrificó unos animales, posiblemente corderos,  que simbolizaban a su Hijo muriendo en la cruz del Gólgota. Con las pieles de los animales sacrificados cubrió la desnudez de Adán y Eva. En Apocalipsis los redimidos visten túnicas de lino fino blanco que significan que sus pecados han sido lavados por la sangre de Jesús.

Adán y Eva se convirtieron en reconciliadores. El hecho que Abel y después Set fuesen hombres justos significa que Adán y Eva enseñaron a sus hijos la salvación por la fe en el Mesías que tendría que venir.

Venido el cumplimiento del tiempo el Hijo de Dios se hizo hombre y murió por los pecados del mundo. A los redimidos nos encarga el ministerio de la reconciliación al nombrarnos “embajadores en Nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros, os rogamos en el Nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios”                                       (2 Corintios 5. 20).

Si hoy somos salvos es porque previamente ha habido padres que han transmitido la reconciliación con Dios por la fe en su Hijo. Éstos a su vez lo han hecho con los suyos. Así sucesivamente hasta nuestros días.  Nosotros  no debemos romper esta cadena de transmisión hasta que llegue el final del tiempo,


 

SALMO: 9: 20

“Pon, oh Señor, temor en ellos, conozcan las naciones que no son sino hombres mortales”

Viendo el Señor como acrecienta la maldad de los hombres, dijo: “no contenderá mi Espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne, mas serán sus días ciento veinte años” (Génesis 6: 3). El texto certifica que la vida del hombre es limitada.

El pecado lleva a la confusión. El versículo es un poco extraño: “Había gigantes en la tierra en aquellos días,  también después que se llegasen los hijos de Dios a las hijas de los hombres y les engendrasen hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre”. No creo que la referencia a gigantes se refiera a hombres de estatura descomunal. Muchos de los descendientes de Set, que eran el pueblo de Dios, se apartaron del Señor y empezaron a casarse con las descendientes de Caín. Con lo cual la verdad de Dios casi se extinguió de sobre la faz de la tierra, estos mestizos espirituales se convirtieron en “los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre. Tal vez  el texto se refiere a caudillos que atraían a seguidores que con el tiempo se hacían fuertes, engrandeciéndose hasta convertirse en los grandes imperios que nos describe la Historia. Pensemos que en esta época solamente ocho personas justas: Noé y sus tres hijos y sus respectivas esposas. Prácticamente la verdad de Dios había desaparecido de la superficie de la tierra.  En el tiempo de Noé las tinieblas espirituales eran tan espesas que el testo expresa el sentimiento de Dios ante la maldad de los hombres: “raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado…pues me arrepiento de haberlos hecho” (v. 7). De entre la multitud únicamente Noé y su familia  hallaron gracia ante los ojos del Señor (v.8).

Se secaron las aguas del Diluvio y amaneció una “nueva normalidad” con lo que el pueblo de Dios sigue siendo una minoría. Los gigantes vuelven a aparecer y los varones de renombre siguen atrayendo seguidores que con la fuerza de la espada crean nuevos imperios. En su ofuscación por la grandeza quieren construir “una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo” (Génesis 11. 4). No se produce un nuevo Diluvio porque el arco iris es la garantía de que no se repetirá. “Entonces toda la tierra tenía una sola lengua y unas mismas palabras” (v. 1). Entonces Dios para humillar el orgullo humano confundió la lengua cuya consecuencia fue esparcir a los hombres por toda la faz de la tierra (v.3).

La memoria histórica no sirve para aprender la lección. Hombres de renombre no dejan de aparecer sin reconocer que son hombres mortales. Así será hasta el día final cuando Jesús en su venida gloriosa instituirá el Reino de Dios eterno. Saber que esto va ser así nos infunde confianza porque dios no ha dejado d ser el tres veces santo.

 

 

 

 

dissabte, 3 d’octubre del 2020

 

LA ÉTICA DEL DINERO

<b>Sin el Padre de nuestro Señor Jesucristo la existencia se convierte en una fuente de corrupción</b>

El periodista pregunta si el problema actual de la humanidad  es que se ha deshumanizado. <b>Joan Antoni Melé</b>, el padre de la banca ética en España dice que sí. “porque el problema de las personas que nos han sumido en las diferentes crisis de los últimos años o del último siglo, no es que tuviesen un bajo nivel de matemáticas, ciencias o gramática (saber necesario, sin duda), su problema es la falta de ética y de valores humanos. Para mí educar es ayudar a desarrollar las individualidades pero también ayudar a pensar en los otros…La transformación social sólo será posible desde la transformación personal”. El problema radica en cómo se produce  la transformación personal para que la sociedad también pueda beneficiarse. Se conoce la solución pero se ignora cómo hacerla efectiva.

El apóstol Pablo escribiendo a su discípulo Timoteo le dice: “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en la tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañinas, que hunden a los hombres en la destrucción y perdición, porque raíz de  todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6: 8-10). Esta recomendación que el apóstol hace a su discípulo no la escribe para que la guarde para sí mismo, sino  que la comparta con sus feligreses con  el propósito que la ética del dinero sea asumida por la sociedad. La fe en Cristo cambia el orden de las prioridades ya que inculca en los creyentes que como personas no son solamente cuerpo. También poseen un espíritu que conviene alimentar. Velar por la salud del alma no significa que se tenga que desatender las necesidades básicas del cuerpo como algunos enseñan. Esta no es la enseñanza de la Biblia. El apóstol Pablo escribe: “Porque también cuando estábamos con vosotros, los ordenábamos esto: si alguien no quiere trabajar, tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente,  coman su propio pan” (2 Tesalonicenses2. 10-12). Palabras de Jesús que transmiten confianza en quienes creen en Él: “Mirad las aves del cielo que no siembran, ni siegan, ni  recogen en graneros, y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6: 26).

<b>Joan Antoni Melé</b> afirma: “Ganar dinero es una necesidad, pero ganarse la vida es otra cosa, es darle sentido. En Japón se dan 70 suicidios diarios y se ganan la vida. La gran tragedia no es que 3.000 millones de personas pasen hambre, sino que hay 7.500 millones que viven una vida sin sentido, luchando los unos contra los otros, porque hay mucha competencia, acumulando, envenenando el planeta”.

El periodista que entrevistas a <b>Joan Antoni Melé</b> le pregunta: ¿Qué nos pasa? El banquero ético responde: ”Hemos desconectado de nuestra esencia humana. Si solamente vivimos en la lucha por la supervivencia, en el miedo, nos convertimos en marionetas fácilmente manipulables”. El entrevistado asegura que la causa de los males sociales se debe a que “hemos desconectado de nuestra esencia humana”. ¿En qué consiste esa desconexión? <b>Joan Antoni Melé</b> nos habla de la banca ética. Los filósofos de la ética en general. Debido a habernos desconectado de Dios debido al pecado, la imagen y semejanza a Él ha sido dañada, pero no borrada del todo. Lo deja entrever el apóstol Pablo cuando escribe: “Pero cuando los gentiles (personas que no son pueblo de Dios) que no tienen ley hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos aunque no tengan ley son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándolos o defendiéndolos sus requerimientos en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio” (Romanos 2: 14-16). El tenue rayo de la luz divina que penetra en la conciencia de los no convertidos a Cristo es lo que le permite reflexionar en cómo deben ser las cosas, pero no les permite vivir plenamente de acuerdo a las conclusiones a las que llegan. La incapacidad de vivir de acuerdo a lo que es ley para sí mismos pone de manifiesto su condición de pecadores. De la misma manera que la ley escrita tiene la finalidad de conducir a los pecadores a Cristo lo hace con aquellos que no teniendo ley  no hacen lo que es ley para sí mismos.

En Cristo se recupera la esencia humana que da sentido a la existencia. En Cristo emerge el hombre nuevo que mirando más allá de las cosas que se ven por la fe contemplan las que no se ven. Las celestiales. En Cristo la vida adquiere sentido. La ética deja de ser una cuestión filosófica para debatir intelectualmente para convertirse en una actitud, una forma de vida que glorifica el Nombre de Dios.

Octavi Pereña i Cortina

 

SALMO 49: 7-9

“Ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios un rescate, porque la redención de su vida es de gran precio, y no se logrará jamás para que viva en a delante  para siempre y nunca vea corrupción”

Las religiones ofrecen gangas y a precio de saldo la salvación. La cuestión es muy fácil de entender. La competencia hace que el  negocio de la salvación tenga que distribuirse entre muchos. Las ofertas abundan y los precios bajan. La respuesta a “los que confían en sus bienes, y de la muchedumbre de sus riquezas se jactan” (v.6), encuentra respuesta en el texto que sirve de base a esta meditación.

En el pasado las majestuosas catedrales y los espectaculares templos se construyeron en gran parte gracias a las aportaciones que hizo la jet-set de la época. Las aportaciones del pueblo llano las recogieron los Tetzel de cada época que engañaban a la gente diciéndoles que sus ofrendas servirían para acortar su estancia en el purgatorio en el que se abrasarían en el fuego purificador. ¡Quién no desearía salir cuanto antes mejor de tan lúgubre lugar! La verdadera salvación cuesta un precio infinito que todas las riquezas del mundo en una sola mano no pueden pagar. Las monedas que sonaban al caer dentro de la caja que transportaba Tetzel no acortarían ni un segundo su estancia en el purgatorio, si es que existe, porque el dinero no sirve para perdonar los pecados.

El cristianismo se expande desde Jerusalén hacia el exterior y llega a Samaria gracias a la persecución contra los cristianos dirigida por el fariseo Saulo: “los que fueron esparcidos  iban por todas partes anunciando el evangelio” (Hechos 8: 4). Felipe llegó a Samaria “y la gente unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía” (v.6). Un gran avivamiento se produjo en Samaria acompañado de sanidades. Cuando los apóstoles recibieron la noticia de lo que sucedía en Samaria enviaron a Pedro y a Juan para que ayudasen a Felipe. A los creyente que solamente habían sido bautizados en el Nombre de Jesús les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo (vv. 15-17). Simón, a quien  hoy consideraríamos un “simpatizante”, al ver que con la imposición de manos de los apóstoles los bautizados recibían el Espíritu Santo, ”les ofreció dinero para que le diesen el poder de impartir el Espíritu Santo en quienes impusiera las manos” (v. 19).

Quienes cobran ofreciendo la salvación se deben aplicar lo que Pedro le dice a Simón: “Tu dinero perezca contigo, porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero. No tienes tú parte ni beneficio en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón, porque en hiel de amargura y en prisión de maldad  veo que estás” (vv. 20-22).


 

JUAN 17. 6

“He manifestado tu Nombre a los hombres que del mundo me diste, eran tuyos y me los diste, y han guardado tu palabra”

Un texto que confiere confianza a los creyentes. Que transmite seguridad y certeza de que los que están en Cristo no perderán la salvación. Como sea que los creyentes en Cristo hoy no han alcanzado la perfección a la que son llamados a poseer de que son poseedores de la vida eterna, esta imperfección temporal puede hacerles dudar que la salvación obtenida por la fe en Jesús, la posean.

Jesús está hablando con su Padre y nos da una percepción que quizás nos haya pasado por alto. Es que la salvación de quienes se salvan no depende de quienes escuchan el mensaje de salvación. Fíjese el lector en lo que dice Jesús: “He manifestado tu Nombre a los hombres que del mundo me diste, eran tuyos y me los diste”. No lo dice explícitamente, implícitamente nos dirige a la elección de quienes han sido escogidos por Dios desde antes de la fundación del mundo. El libre albedrío del que tanto nos enorgullecemos  solamente se ejerce en la elección del mal. Como hemos sido concebidos en pecado la inclinación natural del ser humano es hacer el mal. Se ejerce el libre albedrío de acuerdo a la paternidad satánica. A la descendencia de Adán jamás se le ocurrirá pensar en las cosas invisibles si antes no actúa la intervención divina que cambia la carnalidad por la espiritualidad.

Las palabras de Jesús que comentamos nos remiten al consejo de Dios que se celebró antes de la creación del mundo entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo en que determinaron quienes formarían el pueblo de Dios y quiénes no. Quiénes son llamados al arrepentimiento y se arrepienten de sus pecado y por la fe que es regalo de Dios creen en Jesús que es el único Nombre dado a los hombres en que puedan salvarse (Hechos 4: 12), son los escogidos.

Dios en su sabiduría infinita ha establecido que los elegidos sean atraídos hacia Él por medio de la predicación. No de cualquier predicación, sino de la proclamación de toda la Escritura. Una ilustración bíblica que ilustra lo terminado de decir: El  apóstol Pablo en su viaje  misioneros acompañado de Silas llegan a Filipos. Un sábado acuden allí en donde solía hacerse la oración y sentándose “hablaron a las mujeres que se habían reunido”. Entre  ellas había una que se llamaba Lidia. El texto nos dice: “Y el Señor  abrió su corazón para que estuviese atenta a lo que Pablo decía” (Hechos 16: 14). Las personas que del mundo el Padre dio a su Hijo no van a Él a no ser que el Señor les aba el corazón. La fe, que es don de Dios, viene “por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios” (Romanos  10:17).