dissabte, 19 de setembre del 2020

 

ÉXODO 10: 21-23b

“El Señor dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe…Mas todos los hijos de Israel  tenían luz en sus habitaciones”

“Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo  Dios: Sea la luz, y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena, y apartó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó a la luz día, Y a las tinieblas llamó noche. Y fue la tarde y la mañana un día” (Génesis 1: 2-5).

Cuando Dios creó la luz en el primer día fue una señal que apuntaba a Jesús  que es la luz del mundo y que en él hay la vida. A la vez, al separar las tinieblas de la luz en el sentido espiritual indicaba que los hijos de la luz deben resplandecer en medio de las tinieblas espirituales.

El texto que sirve de base a esta meditación nos enseña la verdad que el pueblo de Dios que está formado por quienes creen en Jesús, que es la luz del mundo debe vivir separado de las tinieblas. En las actuales circunstancias nos vemos obligados a convivir con las tinieblas porque el príncipe de las tinieblas gobierna este mundo. Pero el pueblo de Dios que cree en Jesús se ha convertido en la luz del mundo que no se ha puesto debajo del almud sino en la pared para que alumbre a todos los que están en la casa, en el mundo.

Aún no nos encontramos en la Jerusalén celestial en donde no serán necesarios ni el sol ni la luna para que alumbre en ella “porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera” (Apocalipsis 21: 23). Los hombres en general y en todas las época desde que Adán pecó han “amado más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3: 19).  Los que ahora somos cristianos también nos ha tocado vivir un pasado en que aborrecíamos la luz porque nuestras obras eran malas. De la misma manera que en la creación Dios dijo “Sea la luz”, en su misericordia hizo resplandecer la luz de Cristo en nuestros corazones lo cual nos ha hecho ver la maldad que se esconde en ellos lo cual nos impulsa a no desear  “participar en las obras infructuosas de las tinieblas para reprenderlas” (Efesios 5: 11).

Si hoy somos hijos de Dios ello ha sido posible porque alguien nos habló de Jesús que es la luz del mundo y como su palabra no vuelve a Él vacía, creímos en Jesús que hizo el milagro de hacer que naciésemos  de nuevo. “Nos llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2: 9).


 

PROVERBIOS 10: 19

“En las muchas palabras no falta pecado”

“No hay nada que salga de la boca de un borracho que no estuviese allí antes”. Estas palabras las dijo la madre de David Tripp siendo éste un niño y lo sacó de una reunión familiar cuando bajo los efectos del alcohol se decían obscenidades. Antes de que la boca hable lo que se va a decir ya se ha formado en el corazón. El dicho popular que acostumbran a decir los padres a los hijos cuando éstos dicen palabrotas: “tendremos que limpiarte la boca con jabón”, no es cierto. Lo que se tiene que limpiar con la sangre de Jesús  es el corazón de los niños porque de él “salen los malos pensamientos” (Mateo 15: 19).

Las sandeces que dicen los borrachos  cuando hablan bajo los efectos del alcohol no son casuales por la falta de control. Son pensamientos que ya se tenían estando cuerdos que a menudo no se dicen para guardar las apariencias.

Estando cuerdos, sin drogas y sin vino que enturbien sus pensamientos, algunos políticos han tenido que excusarse y pedir perdón (?) porque creyendo que el micrófono estaba cerrado han dicho lo que verdaderamente piensan de sus oponentes políticos. Lo que no se atreven a decir abiertamente cuando llevan la careta de la hipocresía salta a relucir en el momento más inoportuno.

“Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4: 23). Cuando Jesús dice que del corazón salen los malos pensamientos, también los buenos. El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos en Éfeso, les dice: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados…Pero fornicación y toda inmundicia,  avaricia, ni aún se nombre entre vosotros, como conviene a santos, ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias” (Efesios 5: 1-3).

Quienes nos consideramos cristianos aun cuando tenemos la certeza de que tenemos garantizada la salvación, no tenemos que olvidar que seguimos siendo pecadores en quienes se vislumbran “manchas y arrugas”. Siendo salvos tenemos que seguir esforzándonos en conservar la salvación. Es por ello que tenemos que tener siempre presente la amonestación que nos hace Salomón: “Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón, porque de él mana la vida”. Haciéndolo así nos evitaremos muchos enrojecimientos que nos avergüenzan.

 

 

 

 

 

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