dissabte, 12 de setembre del 2020

 

AMÓS 9: 10

“A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercará, ni nos alcanzará el mal”

Los falsos pastores con el deseo de mantener vivo el favor real y el interés del pueblo hacia ellos, anuncian mentiras. Las señales del tiempo que indican que se avecinan daños irreparables no las entienden. Ante el negro panorama que se acerca los falsos pastores calman los temores afirmando que Dios está a su lado y que todo terminará bien. Amós dice todo lo contrario. Afirma: “A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercará, ni nos alcanzará el mal”.

Los falsos pastores de nuestros días, ante el caos que produce la pandemia del Covid-19 proclaman el mensaje. “Juntos venceremos”. “Vayamos todos a una y el virus será vencido” y el colapso de la economía mundial será superado. ¡No os preocupéis que todo saldrá bien. Mensajes parecidos a estos son los que proclaman los falsos pastores para impedir de que la gente pierda la esperanza en un futuro mejor que se la ha bautizado con el nombre: “Nueva normalidad”.

“A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo”. Se dan situaciones en que no existen guerras. ¿Es que no mueren los pecadores? Claro que sí. La paga del pecado es la muerte. La Biblia dice que todos hemos pecado y que todos moriremos. No hacen falta terremotos, sequías, diluvios…, para morir. La sentencia de muerte está dictada. Sólo falta que se ejecute. En el día establecido por Dios moriremos irremisiblemente. Si antes no viene el Señor en su gloria a buscar a su pueblo que aún se encuentra sobre la faz de la tierra, junto con los injustos, también moriremos. Es cierto que nos alcanzará la muerte. ¿Estamos preparados para cuando llegue este día? Esa es la pregunta a la que le tenemos que dar una respuesta clara. En este mismo instante en que el lector lee este comentario. Dentro  de una hora, ¿quién sabe si el lector tendrá otra oportunidad para hacer las paces con el Creador  y Salvador?

No es un tema para tomarlo en broma el de la salvación. Por muchos intentos que se hagan para eludir a la muerte, ésta está al acecho  para segar nuestras vidas con su guadaña. Los avances en medicina y una mejora nutricional consiguen que vivamos unos años más,  pero no pueden impedir que cuando nos llegue la hora no tengamos que presentarnos ante el tribunal de Cristo para dar cuentas de lo que hemos hecho en esta vida.

Sea por la espada, por vejez, por  enfermedad, por accidente, todos tendremos que presentarnos ante el Creador. Antes de que el desenlace se produzca hagamos las paces con Dios por la fe en su Hijo Jesucristo que pagó el precio de nuestro perdón. Jesucristo es el único Nombre dado a los hombres para que seamos salvos. Por la fe en el Nombre de Jesús recibimos la vida eterna. El aguijón de la muerte, que es el pecado, se ha hecho polvo.


 

MATEO 7: 14

“Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo hallan”

Jesús es el experto en parábolas para impartir enseñanzas mediante visualizaciones  terrenales. En este caso utiliza la imagen de la puerta estrecha y ancha y el  camino espacioso y angosto. ¿Por qué utiliza la amplitud y la estrechez para enseñar el tema de la salvación? Sencillamente porque no quiere defraudar a quienes den muestras de estar interesados por la salvación de sus almas.

Un joven se acercó a Jesús preguntándole. “¿Qué bien haré para tener la vida eterna?” (Mateo 19: 16). Jesús le responde. “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (v. 17). El joven le pregunta: “¿Cuáles?” Con la pregunta da la sensación de que el joven está verdaderamente interesado en su salvación. Jesús le cita los mandamientos. El joven le responde: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?” (v.20). Jesús le dice: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven y sígueme” (v. 21). El texto describe la reacción del joven aspirante a la salvación: “Oyendo el joven esta palabra, se jue triste porque tenía muchas posesiones” (v. 27). Entonces Jesús dirigiéndose a sus discípulos les dice: “De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos” (v. 23).

De entrada el joven rico cometió un error al preguntar. “¿Qué bien haré para recibir la vida eterna? Ni haciendo como los fariseos que se consideraban estrictos cumplidores de la Ley podría salvarse. Por la sencilla razón de que nadie puede cumplir las exigencias de la Ley. Santiago esclarece este punto cuando escribe: “Porque cualquiera que guarde toda la Ley, pero ofende en un punto, se hace culpables de todos” (Santiago 2: 10). La finalidad de la Ley es hacer resaltar nuestro pecado para llevarnos a Jesús que cumplió por nosotros todas las exigencias de la Ley.

Volviendo al texto que es la base de esta meditación Jesús es el Camino  estrecho que nos lleva a Dios y la  Puerta angosta que nos da acceso al trono de la gracia de Dios. Para andar por el camino angosto y atravesar la puerta estrecha requiere que nos desprendamos de la mochila que contiene todas la buenas obras que creemos hemos hecho y que reconozcamos que “todos nosotros somos como suciedad, y todas  nuestras justicias como trapo de inmundicia” (Isaías 64: 6). Con el conocimiento real de lo que somos  podremos hacernos nuestras las palabras del apóstol Pablo: “Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe, y esto no es de nosotros, pues es regalo de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos obra suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2: 8-10)

 

 

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