dissabte, 12 de setembre del 2020

 

EL VIRUS DEL MIEDO

<b>Los miedos imaginarios son peores que los reales</b>

La periodista <b>Sara Sans</b> le pregunta a <b>Asia Argento</b>, actriz: ¿Qué le hace más miedo una película de terror o la vida real? <b>Asia</b>: “La vida real es horrible. Mi padre hacía terror estéticamente bueno, pero el mundo es realmente feo, peor que una película de terror. He visto cien veces la película de mi padre: <i>Profundo rosso</i> y continuo chillando pero lo que es realmente terrorífico es hacia dónde va el mundo. Parece que al poder le interesa que la gente tenga miedo, porque paraliza y es una manera de controlarnos”.

Con la aparición del coronavirus el miedo se apodera de nosotros. Los medios de comunicación se encargan de que este sentimiento no decaiga. El goteo constante en los medios de noticias sobre la pandemia estimula suposiciones sobre su origen. ¡Ay Del corazón cuando alguien cercano a nosotros tiene fiebre!. El pensamiento se dispara, generalmente para mal.

Si el lector sigue mis escritos se habrá dado cuenta de que utilizo las viñetas de El Roto como base para tratar un tema. Sus viñetas son muy incisivas. Hurga en los miedos sociales para denunciarlos. En este escrito utilizo una que se refiere al tema del miedo. Un hombre bien vestido está sentado de lado junto a una mesa de despacho mirando el televisor. En la pantalla el morro de una bestia feroz mostrando los dientes ensangrentados. El televidente piensa: “Quien controla los medios controla los miedos”. ¿Una alusión al coronavirus? La primera reacción ante un evento calamitoso es acusar agresivamente a quienes consideramos culpables de su presencia. Tenemos que ir más allá de las manos que causan los perjuicios para descubrir quién es el que mueve los hilos que hace que los hombres se conviertan en marionetas  haciendo el mal. Si en verdad se desea saber por qué las cosas son tal como son tenemos que ir a la Biblia. Si tenemos oídos para oír y ojos para ver, entenderemos lo que dice Jesús al respecto. Describe una relación muy íntima entre el hombre y el diablo. Como padre de mentira que es enmascara su personalidad maléfica haciendo que nos lo imaginemos como este bufón que acompaña los pasacalles de los días feriados vestido de rojo, con cuernos, cola, tridente en la mano y vomitando fuego. Este demonio sí que es inofensivo. El real, Jesús nos vincula muy íntimamente con él, al decir: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8: 44). Tal vez el lector le dará la razón a Jesús cuando después de describir la catadura moral del diablo, dice: “Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis” (v. 45). A pesar de que el ser humano no convertido a Cristo sea una marioneta en las manos del diablo, la Biblia no le niega su condición de ser moral responsable de sus actos perversos.

La tierra maldecida por Dios debido al pecado de Adán a menudo produce cataclismos que ponen en peligro la vida de muchas personas. Si a ello le añadimos la maldad humana, no debe extrañarnos que se produzcan situaciones verdaderamente angustiosas. ¿Qué tenemos que decir con lo que ocurre con los emigrantes? ¿Y tantas otras situaciones que hacen que se nos ericen los pelos? Toda esta diversidad de situaciones verdaderamente preocupantes las podemos concentrar en la escena que se presenta cuando Jesús y sus discípulos surcaban en barca el Mar de Galilea. De repente “se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca. Pero Él (Jesús) dormía”. En su desespero “vinieron sus discípulos y le despertaron diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué tenéis miedo hombres de poca fe? Entonces levantándose, reprendió a los vientos y al mar, y se hizo grande bonanza” (Mateo 8. 23-27). Al diablo que es “mentiroso y padre de mentira” jamás se le ocurrirá decir a sus esclavos que Jesús es quien libera del miedo. Fíjese el lector en la infinidad de vírgenes, santos, santas, cristos que se encuentran en el mercado de la religión a los que las personas imploran cuando tienen miedo. Estos santos, santas, vírgenes, cristos no proporcionan tranquilidad a quienes los invocan. Son inventos del demonio para que las personas que los invocan permanezcan atrapadas en los embustes imaginados por el padre de la mentira.

Moisés poco antes de partir de este mundo para irse a la presencia de Dios, en el mensaje de despedida que pronunció incluye estas palabras: “¿Dónde están sus dioses, la roca en que se refugiaban…Que se levanten, que os ayuden y os defiendan. Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo, yo hago morir, y yo hago vivir, yo hiero y yo mato, y no hay quien pueda librar de mi mano” (Deuteronomio 32: 37-39).

Jesús que ha vencido al diablo, en su muerte por nuestros pecados y en su resurrección para darnos vida eterna, nos dice: “Mi paz os dejo, mi paz os doy, no como del mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14: 27).

Octavi Pereña i Cortina

 

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