dissabte, 26 de setembre del 2020

 

ÉXODO 12: 12

“Y yo ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo el Señor”

Las diez plagas que arrasaron Egipto enviadas por Dios para juzgar a la nación del Nilo, fueron en primer lugar un juicio de Dios contra los falsos dioses  en que creían los egipcios. Sirvieron para poner de manifiesto quién es el Único Dios. El juicio de Dios contra las  divinidades egipcias y contra los idólatras está ampliamente reseñado en el libro de Éxodo. Del relato de las diez plagas no solamente describe un hecho ocurrido hace más o menos 2.000 años, sino que ha sido reseñada para instrucción nuestra.

La idolatría es una necedad ya que es un absurdo que alguien tome un madero, oro o cualquier otro material y lo ponga en manos de un artista para que haga una imagen que después cubre con preciosos vestidos y ornamentos y se incline ante la imagen que ha diseñado y fabricada por las manos de un artista artesano.  Y se incline ante ella para adorarla y pedirle que le libre de los males que le afligen. Tal vez en occidente no se adoren imágenes tan horrorosas como las egipcias y las que se veneran en Asia y África. La influencia del cristianismo ha dulcificado  la idolatría. Ya no se utilizan imágenes con cabezas y cuerpos de animales. Se emplean imágenes de hombres y mujeres que expresan ternura pero no dejan de ser tan nefastas como las que se usan en los países que los occidentales consideramos no civilizados.

A pesar del cambio que la idolatría ha experimentado en lo externo, sigue siendo el rechazo  del Dios único porque detrás de imágenes de santos, vírgenes, cristos, se encuentran Satanás que induce a adorar a la criatura en vez del Creador en espíritu y verdad. El Señor es tajante en la prohibición: “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen,  ni ninguna semejanza de lo que está arriba en  el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás, porque yo soy el Señor tu Dios, fuerte, celoso, que visita la maldad de los hombres hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” (Éxodo 20: 3-5).

A lo largo de la historia siempre han surgido iconoclastas. El diccionario de la Lengua Española de Julio Casares define iconoclasta así: “Dícese del hereje que niega el culto debido a las sagradas imágenes”. ¡Cómo se toda la influencia católica en esta definición! Según su autor Dios es un hereje por prohibir la idolatría tome la forma que sea, aun cuando se la considere imagen sagrada. ¡Cuán majaderos son quienes se dejan guiar por el diablo que convierte la verdad en mentira desde el principio!


 

MATEO 12. 33

“O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo, porque por el fruto se conoce al árbol”

Un tal John que regentaba uno de los mayores burdeles de Londres fue encarcelado. Como la mayoría de los presos creía que era un buen chico. Que no había hecho nada malo que mereciese la prisión. Un día decidió asistir a los estudios bíblicos que se celebraban en la cárcel porque creía que asistir a ellos le reportaría beneficios penitenciarios. No todos los asistentes lo hacen. John sí lo hizo. Se interesó profundamente por el Evangelio. Recibió una Biblia. Leyendo en el  profeta Ezequiel el texto que dice. “Si el malvado se vuelve de su maldad…y se aparta de todas las transgresiones que había cometido, de cierto vivirá, no morirá” (Ezequiel 18:27,28). La lectura de este texto le hizo entender a John  que no era el buen chico que decía ser y que necesitaba cambiar su manera de ser. En John se hizo realidad lo que dice Jesús: “Quien a mí viene no lo echo fuera”. En Jesús John se convirtió en una nueva persona.

Como John, todos sin excepción, cuando estamos sin Cristo tenemos un concepto equivocado de nosotros mismos. Nos  consideramos buenas personas. En tanto perdure este falso concepto que tenemos de nosotros mismos, jamás sentiremos necesidad de acudir a Jesús el Médico del alma porque Jesús “no ha venido a llamar justos, sino pecadores al arrepentimiento” (Mateo 9: 13).

Son muchas las personas que tienen conocimientos bíblicos  y sin embargo no andan rectamente. La letra de la Biblia mata porque lo que vivifica al lector es la lectura guiada por el Espíritu Santo. Jesús está dispuesto a otorgar el regalo del Espíritu Santo a quienes se lo piden. Con la ayuda del Espíritu Santo la letra de la Biblia adquiere sentido y habla al lector. El lector, aun cuando sea una persona verdaderamente convertida a Cristo y habiendo nacido de nuevo en el Espíritu y convertido en árbol bueno, sigue llevando restos del árbol malo por el hecho de ser descendiente de Adán. A diferencia de los no convertidos que la palabra pecado no les dice nada, el convertido a Jesús lamenta profundamente su condición de pecador haciéndose suyas las palabras del salmista, a pesar que sea un adulto: “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Con todo mi corazón te he buscado, no me dejes desviar de tus mandamientos. En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti”                         (Salmo 119: 9-11). La tal persona está en Jesús que es el Camino estrecho que conduce a Dios” (Juan 14: 6).

 

 

SATANÁS: MITO O REALIDAD

<b>Satanás, señor de las tinieblas, es el causante del desorden existente en nuestra sociedad</b>

<b>John Connolly</b> escribe una carta al diablo en estos términos: “Querido Satanás: Lamento profundamente tener que comunicarte nuestra decisión de relevarte del cargo de Archidemonio, príncipe de la Oscuridad,  Rey del Abismo, etcétera, y despojarte de todos y cada uno de los títulos asociados a tu supuesta condición de fuente del mal supremo en el mundo…Podríamos continuar, pero no veo razón para avergonzarte más. Es cierto que el mundo se encuentra en una situación atroz, y que los motivos para el optimismo son pocos y muy dispersos, pero a la humanidad le ha tocado labrarse su propia ruina sin contar apenas con tu ayuda, o prescindiendo por completo de ella, una tarea que ha asumido con gusto. No podemos sino considerar que los retratos cinematográficos y literarios que te presentan como un personaje cuya malevolencia solo se ve superada por su astucia, son excesivamente aduladores y que en algún momento el dinero ha debido cambiar de manos. Estamos muy decepcionados contigo y la verdad, ya no te necesitamos más. Somos y siempre hemos sido lo suficientemente capaces de no cuidar de nosotros mismos, atentamente, John Connolly, alias el Nuevo Satanás”.

El autor de la carta a Satanás niega la existencia de este ser maligno y que la caótica situación en que se encuentra la sociedad es de nuestra exclusiva responsabilidad. Los hay que niegan el holocausto nazi y la existencia de los campos de exterminio. Existen negacionistas del coronavirus. Negarlo no significa que el primeo no existió y que el segundo no sea el causante de los estragos que hace en la sociedad. Negar la existencia del diablo no significa que no exista y que la causa que la sociedad se labre su propia ruina no quiere decir que satanás no tenga nada que ver en ello.

Jesús habla del diablo lo cual da fe de su existencia. Lo hace con estas palabras: En  medio de una discusión con los judíos que presumían que Abraham era su padre, Jesús esclarece quien es el padre espiritual de sus oponentes. Les dice: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiros y padre de mentira” (Juan 8. 44).

¿Sabe el lector quien ha sido el primer mentiroso que ha existido en la Tierra? El diablo que cambió la verdad por la mentira. La verdad es esta: “Y mandó el Señor Dios al hombre diciendo: “De todo árbol del huerto podéis comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comeréis, porque el día que de él comáis, ciertamente moriréis” (Génesis 2: 16,17). La primera mentira la proclamó el diablo cuando dijo a Eva: “¿Con que Dios os ha dicho no comáis de todo árbol del huerto?” La mujer comete el error de querer dialogar con el padre de la mentira. Eva dijo a la serpiente: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios. No comeréis. De él ni lo tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: “No moriréis, sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:1-5). El diablo cuando era un ángel de luz se llenó de orgullo y pretendió destronar a Dios. Perdió la guerra y fue expulsado del cielo. Siendo un vencido y convertido en el padre de la mentira se acerca a Eva y le insinúa que a ella y a Adán se les abrirán los   y serán como Dios. El deseo inmoderado llena e l corazón de Eva. La mujer hasta aquel momento no se había fijado en el árbol del conocimiento el bien y del mal. Gracias a la insinuación de Satanás  le pica la curiosidad: “Y vio que el árbol era bueno para comer y era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar sabiduría, y tomó de su fruto y lo comió, y dio también a su marido, el cual comió, así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos y conocieron que estaban desnudos,  entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Génesis 3: 6,7). Nuestros  primeros padres desobedecieron el mandato: “Someteos, pues a Dios, y resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4: 7). Adán como progenitor de toda la humanidad desobedeció a Dios y cayó preso en las garras del diablo. Alejado de Dios no tuvo fuerzas para resistir al diablo y fue atrapado en sus redes. Su descendencia sigue haciendo lo mismo y es incapaz de desprenderse de los tentáculos del Maligno.

 Adán y Eva se diesen cuenta de que iban desnudos  porque habían muerto por sus delitos y pecados. En el acto no murieron físicamente. Adán vivió nueve cientos treinta años. Desde el mismo instante de la desobediencia llevaba inoculado el virus de la muerte que es el pecado. Espiritualmente también estaban muertos porque se rompió el vínculo con Dios. Sin Dios muerte integral: física y espiritual. Por reproducción somos concebidos muertos en ambos aspectos. Es necesario   volver a nacer espiritualmente  por la fe en Jesús para deshacer los efectos de la desobediencia de Adán.

El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos en Corinto les dice: “si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto, en los cuales el dios de este siglo (Satanás) cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandézcala luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”    (2 Corintios 4: 3,4).

Con <b>John Connolly</b> se puede negar la existencia de Satanás pero las consecuencias de lo que hizo en el paraíso son evidentes en el comportamiento humano en el día de hoy.

Octavi Pereña i Cortina

 

dissabte, 19 de setembre del 2020

 

UNIDAD POLÍTICA: UN MITO

<b>Fuerzas espirituales opuestas impiden que la unidad política sea una realidad</b>

Una cabecera de prensa resume la situación política actual. “<b>Sánchez </b>llama a la “unidad”  y a eliminar el partidismo en la lucha contra el coronavirus” el presidente <b>Sánchez</b> no explica cómo llevará la fragmentación política a la “unidad” para afrontar juntos la montaña de problemas que afectan a la sociedad actual además del coronavirus. Es una situación que sobrepasa la capacidad humana para resolverla.

<b>Claire Marin</b>, filósofa  ve con más claridad que los políticos el problema cuando dice al periodista que la entrevista: “No hemos tomado conciencia de lo que es el cuerpo social, eso es un paradigma que hemos perdido. Creo que es algo ligado a la lógica individualista del capitalismo. No quiero caer en las caricaturas, pero hemos tenido esa especie de elogio del individuo que decide por sí mismo y que finalmente tiene poca conciencia de las implicaciones de sus acciones o de coste humano. Salvo en el deporte no se habla ya de lo colectivo, no es una prioridad”.

La “unidad” que pide el presidente <b>Sánchez</b> a los partidos es una quimera si no se empieza por la humildad. No se avanzará en alcanzar el objetivo mientras sigan arrogantes y orgullosos. Por muchas llamadas que se hagan a la “unidad” para ir juntos a combatir el monstruo en que se ha convertido el caos social del que somos conscientes, si no aparece la humildad en las relaciones entre políticos y en la sociedad en general, la situación es semejante a aquel ejercicio de fuerza en que dos personas se agarran a los extremos de una cuerda con el objetivo de arrastrar al contrario a que cruce la línea divisoria que los separa.

El problema de la “unidad” que plantea el presidente <b>Sánchez</b> y también los empresarios para superar la crisis económica  es de índole espiritual y es en este campo en donde se debe ir a buscar la solución. En la iglesia que se encontraba en Corinto se planteó un problema de liderazgo. El apóstol Pablo escribiendo a la comunidad, les dice: “Os ruego, pues, hermanos, por el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos  en un mismo sentir y en un mismo parecer”        (1 Corintios 1: 10), ¿Por qué les hace esta exhortación? Porque en Cristo, sin perder su individualidad forman parte del cuerpo místico de Jesús, alcanzando la unidad en la diversidad: “Y yo (Jesús) ya no estoy en el mundo, mas estos (los discípulos) están en el mundo, y yo voy a ti Padre Santo, a los que me has dado, guárdalos en tu Nombre, para que sean <b>uno</b>, así como nosotros…Para que todos sean <b>uno</b>,,como tú o Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean <b>uno</b>, con nosotros para que el mundo crea que me enviaste” (Juan 17. 11,21). El salmista exclama: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en harmonía” (Salmo 133: 1). La buena política y la economía equitativa no pueden separase de la verdadera espiritualidad.

El apóstol Pablo corrige a los hermanos que están en Corinto con estas palabras. “Porque aun sois carnales (os comportáis como no convertidos a Cristo), pues habiendo entre vosotros celos, contiendas, y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres”? (no convertidos a Cristo) (1 Corintios 3: 3). Es el comportamiento carnal lo que nos lleva al caos en que nos encontramos. ¿No pone de manifiesto la carnalidad de las personas  su manera de comportarse aun cuando pretendan esconderla bajo una capa de barniz religioso?

¿Cómo describe Pablo la unidad que debe darse entre los hombres? Lo hace con la analogía del cuerpo humano, en estos términos: “Porque así como el cuerpo es uno, y  tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo” (1 Corintios 12: 12). El cuerpo místico de Cristo tiene muchos miembros (v. 14) que se necesitan mutuamente (vv. 14-23). La relación existente entre los miembros del cuerpo el apóstol Pablo la resume con estas palabras: “De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si un miembro recibe honor, todos los miembros con él se gozan” (v.26).

Si los cristianos regenerados, justificados por la fe en Jesús, transformados en árboles buenos, perdonados todos sus pecados sin dejar ni uno que no haya pasado por la lavadora que es la sangre de Jesús, necesitan que el apóstol les recuerde cómo deben comportarse  como miembros del cuerpo místico de Jesús. Siendo así, ¿no deberían abandonar la utopía que los miembros de una sociedad incrédula pueda alcanzar la unidad que solamente poseen los creyentes en Cristo? Si no poseen el Espíritu Santo que corrige a los creyentes en Cristo, ¿quién les va dar a entender que su comportamiento es incorrecto y que necesitan arrepentirse? No existe comparación entre la iglesia, el cuerpo místico de Jesús y la sociedad civil que se caracteriza por la incredulidad. Jesús describe las característica de esta sociedad civil: “Porque de dentro del corazón de los hombres salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7: 21-23). Dado que los políticos y la sociedad en general reflejan este comportamiento que denuncia Jesús, casi sin limitaciones, ¿alguien puede creer que los políticos van a ir unidos a resolver la grave situación social que roba el bienestar a la ciudadanía?

Octavi Pereña i Cortina

 

 

ÉXODO 10: 21-23b

“El Señor dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe…Mas todos los hijos de Israel  tenían luz en sus habitaciones”

“Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo  Dios: Sea la luz, y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena, y apartó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó a la luz día, Y a las tinieblas llamó noche. Y fue la tarde y la mañana un día” (Génesis 1: 2-5).

Cuando Dios creó la luz en el primer día fue una señal que apuntaba a Jesús  que es la luz del mundo y que en él hay la vida. A la vez, al separar las tinieblas de la luz en el sentido espiritual indicaba que los hijos de la luz deben resplandecer en medio de las tinieblas espirituales.

El texto que sirve de base a esta meditación nos enseña la verdad que el pueblo de Dios que está formado por quienes creen en Jesús, que es la luz del mundo debe vivir separado de las tinieblas. En las actuales circunstancias nos vemos obligados a convivir con las tinieblas porque el príncipe de las tinieblas gobierna este mundo. Pero el pueblo de Dios que cree en Jesús se ha convertido en la luz del mundo que no se ha puesto debajo del almud sino en la pared para que alumbre a todos los que están en la casa, en el mundo.

Aún no nos encontramos en la Jerusalén celestial en donde no serán necesarios ni el sol ni la luna para que alumbre en ella “porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera” (Apocalipsis 21: 23). Los hombres en general y en todas las época desde que Adán pecó han “amado más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3: 19).  Los que ahora somos cristianos también nos ha tocado vivir un pasado en que aborrecíamos la luz porque nuestras obras eran malas. De la misma manera que en la creación Dios dijo “Sea la luz”, en su misericordia hizo resplandecer la luz de Cristo en nuestros corazones lo cual nos ha hecho ver la maldad que se esconde en ellos lo cual nos impulsa a no desear  “participar en las obras infructuosas de las tinieblas para reprenderlas” (Efesios 5: 11).

Si hoy somos hijos de Dios ello ha sido posible porque alguien nos habló de Jesús que es la luz del mundo y como su palabra no vuelve a Él vacía, creímos en Jesús que hizo el milagro de hacer que naciésemos  de nuevo. “Nos llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2: 9).


 

PROVERBIOS 10: 19

“En las muchas palabras no falta pecado”

“No hay nada que salga de la boca de un borracho que no estuviese allí antes”. Estas palabras las dijo la madre de David Tripp siendo éste un niño y lo sacó de una reunión familiar cuando bajo los efectos del alcohol se decían obscenidades. Antes de que la boca hable lo que se va a decir ya se ha formado en el corazón. El dicho popular que acostumbran a decir los padres a los hijos cuando éstos dicen palabrotas: “tendremos que limpiarte la boca con jabón”, no es cierto. Lo que se tiene que limpiar con la sangre de Jesús  es el corazón de los niños porque de él “salen los malos pensamientos” (Mateo 15: 19).

Las sandeces que dicen los borrachos  cuando hablan bajo los efectos del alcohol no son casuales por la falta de control. Son pensamientos que ya se tenían estando cuerdos que a menudo no se dicen para guardar las apariencias.

Estando cuerdos, sin drogas y sin vino que enturbien sus pensamientos, algunos políticos han tenido que excusarse y pedir perdón (?) porque creyendo que el micrófono estaba cerrado han dicho lo que verdaderamente piensan de sus oponentes políticos. Lo que no se atreven a decir abiertamente cuando llevan la careta de la hipocresía salta a relucir en el momento más inoportuno.

“Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón, porque de él mana la vida” (Proverbios 4: 23). Cuando Jesús dice que del corazón salen los malos pensamientos, también los buenos. El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos en Éfeso, les dice: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados…Pero fornicación y toda inmundicia,  avaricia, ni aún se nombre entre vosotros, como conviene a santos, ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias” (Efesios 5: 1-3).

Quienes nos consideramos cristianos aun cuando tenemos la certeza de que tenemos garantizada la salvación, no tenemos que olvidar que seguimos siendo pecadores en quienes se vislumbran “manchas y arrugas”. Siendo salvos tenemos que seguir esforzándonos en conservar la salvación. Es por ello que tenemos que tener siempre presente la amonestación que nos hace Salomón: “Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón, porque de él mana la vida”. Haciéndolo así nos evitaremos muchos enrojecimientos que nos avergüenzan.

 

 

 

 

 

dissabte, 12 de setembre del 2020

 

AMÓS 9: 10

“A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercará, ni nos alcanzará el mal”

Los falsos pastores con el deseo de mantener vivo el favor real y el interés del pueblo hacia ellos, anuncian mentiras. Las señales del tiempo que indican que se avecinan daños irreparables no las entienden. Ante el negro panorama que se acerca los falsos pastores calman los temores afirmando que Dios está a su lado y que todo terminará bien. Amós dice todo lo contrario. Afirma: “A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: No se acercará, ni nos alcanzará el mal”.

Los falsos pastores de nuestros días, ante el caos que produce la pandemia del Covid-19 proclaman el mensaje. “Juntos venceremos”. “Vayamos todos a una y el virus será vencido” y el colapso de la economía mundial será superado. ¡No os preocupéis que todo saldrá bien. Mensajes parecidos a estos son los que proclaman los falsos pastores para impedir de que la gente pierda la esperanza en un futuro mejor que se la ha bautizado con el nombre: “Nueva normalidad”.

“A espada morirán todos los pecadores de mi pueblo”. Se dan situaciones en que no existen guerras. ¿Es que no mueren los pecadores? Claro que sí. La paga del pecado es la muerte. La Biblia dice que todos hemos pecado y que todos moriremos. No hacen falta terremotos, sequías, diluvios…, para morir. La sentencia de muerte está dictada. Sólo falta que se ejecute. En el día establecido por Dios moriremos irremisiblemente. Si antes no viene el Señor en su gloria a buscar a su pueblo que aún se encuentra sobre la faz de la tierra, junto con los injustos, también moriremos. Es cierto que nos alcanzará la muerte. ¿Estamos preparados para cuando llegue este día? Esa es la pregunta a la que le tenemos que dar una respuesta clara. En este mismo instante en que el lector lee este comentario. Dentro  de una hora, ¿quién sabe si el lector tendrá otra oportunidad para hacer las paces con el Creador  y Salvador?

No es un tema para tomarlo en broma el de la salvación. Por muchos intentos que se hagan para eludir a la muerte, ésta está al acecho  para segar nuestras vidas con su guadaña. Los avances en medicina y una mejora nutricional consiguen que vivamos unos años más,  pero no pueden impedir que cuando nos llegue la hora no tengamos que presentarnos ante el tribunal de Cristo para dar cuentas de lo que hemos hecho en esta vida.

Sea por la espada, por vejez, por  enfermedad, por accidente, todos tendremos que presentarnos ante el Creador. Antes de que el desenlace se produzca hagamos las paces con Dios por la fe en su Hijo Jesucristo que pagó el precio de nuestro perdón. Jesucristo es el único Nombre dado a los hombres para que seamos salvos. Por la fe en el Nombre de Jesús recibimos la vida eterna. El aguijón de la muerte, que es el pecado, se ha hecho polvo.


 

MATEO 7: 14

“Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que lo hallan”

Jesús es el experto en parábolas para impartir enseñanzas mediante visualizaciones  terrenales. En este caso utiliza la imagen de la puerta estrecha y ancha y el  camino espacioso y angosto. ¿Por qué utiliza la amplitud y la estrechez para enseñar el tema de la salvación? Sencillamente porque no quiere defraudar a quienes den muestras de estar interesados por la salvación de sus almas.

Un joven se acercó a Jesús preguntándole. “¿Qué bien haré para tener la vida eterna?” (Mateo 19: 16). Jesús le responde. “Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (v. 17). El joven le pregunta: “¿Cuáles?” Con la pregunta da la sensación de que el joven está verdaderamente interesado en su salvación. Jesús le cita los mandamientos. El joven le responde: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?” (v.20). Jesús le dice: “Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo, y ven y sígueme” (v. 21). El texto describe la reacción del joven aspirante a la salvación: “Oyendo el joven esta palabra, se jue triste porque tenía muchas posesiones” (v. 27). Entonces Jesús dirigiéndose a sus discípulos les dice: “De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos” (v. 23).

De entrada el joven rico cometió un error al preguntar. “¿Qué bien haré para recibir la vida eterna? Ni haciendo como los fariseos que se consideraban estrictos cumplidores de la Ley podría salvarse. Por la sencilla razón de que nadie puede cumplir las exigencias de la Ley. Santiago esclarece este punto cuando escribe: “Porque cualquiera que guarde toda la Ley, pero ofende en un punto, se hace culpables de todos” (Santiago 2: 10). La finalidad de la Ley es hacer resaltar nuestro pecado para llevarnos a Jesús que cumplió por nosotros todas las exigencias de la Ley.

Volviendo al texto que es la base de esta meditación Jesús es el Camino  estrecho que nos lleva a Dios y la  Puerta angosta que nos da acceso al trono de la gracia de Dios. Para andar por el camino angosto y atravesar la puerta estrecha requiere que nos desprendamos de la mochila que contiene todas la buenas obras que creemos hemos hecho y que reconozcamos que “todos nosotros somos como suciedad, y todas  nuestras justicias como trapo de inmundicia” (Isaías 64: 6). Con el conocimiento real de lo que somos  podremos hacernos nuestras las palabras del apóstol Pablo: “Porque por gracia sois salvos, por medio de la fe, y esto no es de nosotros, pues es regalo de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos obra suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2: 8-10)

 

 

 

EL VIRUS DEL MIEDO

<b>Los miedos imaginarios son peores que los reales</b>

La periodista <b>Sara Sans</b> le pregunta a <b>Asia Argento</b>, actriz: ¿Qué le hace más miedo una película de terror o la vida real? <b>Asia</b>: “La vida real es horrible. Mi padre hacía terror estéticamente bueno, pero el mundo es realmente feo, peor que una película de terror. He visto cien veces la película de mi padre: <i>Profundo rosso</i> y continuo chillando pero lo que es realmente terrorífico es hacia dónde va el mundo. Parece que al poder le interesa que la gente tenga miedo, porque paraliza y es una manera de controlarnos”.

Con la aparición del coronavirus el miedo se apodera de nosotros. Los medios de comunicación se encargan de que este sentimiento no decaiga. El goteo constante en los medios de noticias sobre la pandemia estimula suposiciones sobre su origen. ¡Ay Del corazón cuando alguien cercano a nosotros tiene fiebre!. El pensamiento se dispara, generalmente para mal.

Si el lector sigue mis escritos se habrá dado cuenta de que utilizo las viñetas de El Roto como base para tratar un tema. Sus viñetas son muy incisivas. Hurga en los miedos sociales para denunciarlos. En este escrito utilizo una que se refiere al tema del miedo. Un hombre bien vestido está sentado de lado junto a una mesa de despacho mirando el televisor. En la pantalla el morro de una bestia feroz mostrando los dientes ensangrentados. El televidente piensa: “Quien controla los medios controla los miedos”. ¿Una alusión al coronavirus? La primera reacción ante un evento calamitoso es acusar agresivamente a quienes consideramos culpables de su presencia. Tenemos que ir más allá de las manos que causan los perjuicios para descubrir quién es el que mueve los hilos que hace que los hombres se conviertan en marionetas  haciendo el mal. Si en verdad se desea saber por qué las cosas son tal como son tenemos que ir a la Biblia. Si tenemos oídos para oír y ojos para ver, entenderemos lo que dice Jesús al respecto. Describe una relación muy íntima entre el hombre y el diablo. Como padre de mentira que es enmascara su personalidad maléfica haciendo que nos lo imaginemos como este bufón que acompaña los pasacalles de los días feriados vestido de rojo, con cuernos, cola, tridente en la mano y vomitando fuego. Este demonio sí que es inofensivo. El real, Jesús nos vincula muy íntimamente con él, al decir: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8: 44). Tal vez el lector le dará la razón a Jesús cuando después de describir la catadura moral del diablo, dice: “Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis” (v. 45). A pesar de que el ser humano no convertido a Cristo sea una marioneta en las manos del diablo, la Biblia no le niega su condición de ser moral responsable de sus actos perversos.

La tierra maldecida por Dios debido al pecado de Adán a menudo produce cataclismos que ponen en peligro la vida de muchas personas. Si a ello le añadimos la maldad humana, no debe extrañarnos que se produzcan situaciones verdaderamente angustiosas. ¿Qué tenemos que decir con lo que ocurre con los emigrantes? ¿Y tantas otras situaciones que hacen que se nos ericen los pelos? Toda esta diversidad de situaciones verdaderamente preocupantes las podemos concentrar en la escena que se presenta cuando Jesús y sus discípulos surcaban en barca el Mar de Galilea. De repente “se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca. Pero Él (Jesús) dormía”. En su desespero “vinieron sus discípulos y le despertaron diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Él les dijo: ¿Por qué tenéis miedo hombres de poca fe? Entonces levantándose, reprendió a los vientos y al mar, y se hizo grande bonanza” (Mateo 8. 23-27). Al diablo que es “mentiroso y padre de mentira” jamás se le ocurrirá decir a sus esclavos que Jesús es quien libera del miedo. Fíjese el lector en la infinidad de vírgenes, santos, santas, cristos que se encuentran en el mercado de la religión a los que las personas imploran cuando tienen miedo. Estos santos, santas, vírgenes, cristos no proporcionan tranquilidad a quienes los invocan. Son inventos del demonio para que las personas que los invocan permanezcan atrapadas en los embustes imaginados por el padre de la mentira.

Moisés poco antes de partir de este mundo para irse a la presencia de Dios, en el mensaje de despedida que pronunció incluye estas palabras: “¿Dónde están sus dioses, la roca en que se refugiaban…Que se levanten, que os ayuden y os defiendan. Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo, yo hago morir, y yo hago vivir, yo hiero y yo mato, y no hay quien pueda librar de mi mano” (Deuteronomio 32: 37-39).

Jesús que ha vencido al diablo, en su muerte por nuestros pecados y en su resurrección para darnos vida eterna, nos dice: “Mi paz os dejo, mi paz os doy, no como del mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14: 27).

Octavi Pereña i Cortina

 

dissabte, 5 de setembre del 2020

 

MUERTE SILENCIADA

<b>La vida se ha convertido en un absurdo para un creciente sector de la sociedad que opta por abandonarla suicidándose</b>

<i>Muerte silenciada</i> se la llama al suicidio. A menudo ni los familiares ni los íntimos tienen constancia de la batalla que se libraba en el interior del suicida.

El <b>Dr. José Besora</b>, dice: “Se está medicando el sufrimiento. La tolerancia a la angustia es mínima y se soluciona con una píldora”. La atención personalizada de la persona que sufre es cara  y la sanidad pública, y más si está insuficientemente financiada como lo está hoy, opta por la opción más barata que es medicar al paciente con  lo que en algunos casos se le convierte en un zombi. Aparentemente quien sufre se tranquiliza gracias a los fármacos suministrados, pero ello no alivia el dolor del alma. Todo lo contrario, se agrava. La única salida para él a tan insoportable situación es quitarse la vida.

Los especialistas en trastornos mentales dicen que debido al Covid-19 y el confinamiento de la población tiene efectos sicológicos: Estrés, ansiedad, depresión, insomnio, miedo a salir a la calle…No debe olvidarse al personal sanitario que se ha visto obligado a trabajar bajo una intensa presión sicológica debido a las duras jornadas laborales a las que se han visto sometidos y obligados a atender a los contagiados sin disponer de la protección necesaria. Asimismo han sufrido trastornos sicológicos quienes han tenido que experimentar duelos complicados debido a la pérdida de un ser estimado debido a la pandemia sin poder despedirlo en compañía de familiares y allegados. El Covid-19 deja muchas secuelas sicológicas que merecen la atención debida.

Una noticia reciente: “En Barcelona el suicidio es la primera causa de la mortalidad de hombres entre 18 y 44 años y la segunda causa entre las mujeres después del cáncer de mama. Se calcula que cada año alrededor de 2.000 personas intentan quitarse la vida en la ciudad. Y se teme que ahora se pueda producir un incremento de las consecuencias socioeconómicas negativas de la pandemia y también porque  ha finalizado el confinamiento (deja de haber entornos controlados y es más fácil acceder a sustancias letales). Por esto, entre otros elementos el Ayuntamiento ha decidido poner en marcha un teléfono de prevención del suicidio que se presentó ayer” (<b>Raúl Montilla</b>.

La pandemia del Covid-19 ha puesto de manifiesto la fragilidad humana y la poca confianza en los avances tecnológicos y sanitarios para proteger a las personas. La tramoya que se ha montado para aportar bienestar  social se ha levantado sobre un cimiento de arena. El castillo del que estábamos tan ufanos y que se ha levantado sobre un firme inestable, a la primera de cambio se ha derrumbado. El descalabro nos agobia y no sabemos a dónde ir en busca de ayuda eficaz.

Una cosa buena que en principio ha aportado el coronavirus ha sido que nos impulsa a cambiar la manera de pensar. ¿Realmente es así? Recordemos que en momentos puntuales decimos: “Tengo que cambiar”. Cuando aquello que nos ha impulsado a decir: “Tengo que cambiar” se ha desvanecido, olvidamos el buen propósito. Así una y otra vez, sin que se produzca el cambio en la manera de pensar. Se debe tomar la firme determinación de dejar de hacer promesas para cambiar la manera de actuar cuando en el fondo nos gusta aquello que sin meditar decimos que vamos a dejarlo. Debe tomarse conciencia de que el Dios que hasta el presente no nos interesaba debe hacerse cercano en la Persona de nuestro Señor Jesucristo. En el momento en que uno se encuentra con el Hijo de Dios y se decide edificar la vida sobre la Roca que es Él, se está en condiciones de apropiarse la experiencia del salmista que no era una cuestión filosófica para ser debatida en tertulias públicas o privadas, sino de fe. De creencia. Por ello se puede afirmar: “Al Señor clamé estando en mi angustia, y Él me respondió” (Salmo 120: 1). Si el salmista viviese hoy no iría a buscar consuelo en las píldoras que hacen adicto. Tampoco iría a buscar alivio en el profesional de la salud mental. Sin dudarlo repetiría lo que hizo cuando escribió el salmo hace unos 2.500 años: “Al Señor clamaré estando en mi angustia, y Él me responderá”. David que fue rey de Israel para quien Dios era un ser real, en el salmo 27 escribe: “El Señor es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿De quién he de atemorizarme?…Hubiese yo desmayado, si no creyese que veré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes. Espera en el Señor, esfuérzate, y aliéntese tu corazón, sí, espera en el Señor” (vv. 1, 13, 14).

Octavi Pereña i Cortina

 

 

PROVERBIOS 4: 23

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida”

Nos esforzamos en acaparar bienes materiales porque pensamos que ellos van a protegernos en la adversidad. Toda la energía la dedicamos en conseguir bienes que podemos tocar con las manos.  Pero nos olvidamos que los bienes materiales tienen alas y en un abrir y cerrar de ojos han desaparecido, ¡Qué desilusión! La respuesta a la repentina pobreza en que nos encontramos nos impulsa a darnos cabezazos contra la pared.

Es cierto que la Biblia nos enseña a comportarnos como las hormigas que en el estío trabajan incansables almacenando alimentos para el invierno. La Biblia no es partidaria de la holganza. Nos estimula a la laboriosidad. Como consecuencia del pecado de Adán y la maldición que Dios dirigió a la tierra, “con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3: 19).

El apóstol Pablo enterado de que el la iglesia en Tesalónica había algunos que “andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entrometiéndose en lo ajeno”    (2 Tesalonicenses 3: 11), es tajante. “ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (v.10). la laboriosidad tiene un límite. Cuando el trabajo se convierte en un Dios y esclaviza el amor al dinero, llega el momento en que nos acordemos de las palabras de Jesús: “Nadie puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6: 24).

El texto que comentamos nos previene del amor al dinero. Almacenar benes no tiene que ser el objetivo de nuestras vidas. “Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón, porque de él mana la vida”. Salomón, escribiendo siendo inspirado por el Espíritu Santo nos enseña que la prioridad de nuestras vidas debe ser “guardar el corazón. Nutrirlo con las enseñanzas bíblicas que nos dicen que Jesús transforma nuestro corazón de piedra en uno de carne que puede ser moldeado a semejanza de Él. Si nos afanamos en hacernos tesoros terrenales es muy posible que en un momento determinado los ladrones entren en nuestra casa   y la desvalijen a pesar de que hemos contratado a una empresa de seguridad su protección. Hagamos tesoros  en el cielo, es decir, invirtamos en Jesús que es el tesoro escondido que para poderlo disfrutar nos desprendemos de los dioses que nos esclavizan para que Él pueda adueñarse de nuestro corazón y llenarlo  con el tesoro de la vida eterna.

Creyendo en Jesús, en el momento en que traspasemos el umbral de la muerte para acceder a la eternidad, este Tesoro no se quedará en el sepulcro sino que nos acompañara en nuestro viaje a la eternidad. Lo mejor que podemos hacer es invertir en Jesús y hacer todo lo que nuestras fuerzas lo permitan para que cada día que pase, por el Espíritu, Jesús se forme en nosotros. Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón.


 

PROVERBIOS 3: 25,26

“No tendrás temor de pavor repentino…Porque el Señor será tu confianza, y Él preservará tu pie de no tropezar”

El contexto inmediato  del texto que comentamos gira entorno a la obediencia a la Ley de Dios: “Hijo mío, no te olvides de mí Ley, y tu corazón guarde mis mandamientos” (v.1). La vida del cristiano tienen que girar entorno de los mandamientos de Dios, no con el propósito de adquirir la salvación siendo estrictos cumplidores de la Ley como lo pretendían los fariseos, sino siendo consecuencia de la gracia de Dios que nos impulsa a hacer “buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2: 10).

El  contexto del texto que comentamos también trata de la sabiduría de Dios. “Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene la inteligencia” (v.13). La sabiduría de Dios no se obtiene memorizando la Biblia. Ello no quiere decir que el creyente no deba esforzarse a hacerlo en la medida de sus capacidades.  No debemos olvidar que  Jesucristo” nos ha hecho  ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu, porque la letra mata, mas el Espíritu vivifica” (2 Corintios 3: 6). El mismo apóstol nos saca de Dudas a la hora de entender qué es la sabiduría: “Mas por Él estáis en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría” (1 Corintios 1: 30). Queda claro que cuando nos referimos a la sabiduría de Dios no lo interpretamos como concepto filosófico sino como  una Persona: Jesucristo. Cuando a continuación nos referiremos a la sabiduría debe quedar claro que nos referimos  a Jesús.

Podemos parafrasear el versículo 13 así: “Bienaventurado el hombre que halla a Cristo”. Teniendo en cuenta que Sabiduría es igual a Cristo, leemos. “Porque su ganancia es mejor que la plata y sus frutos más que el oro fino. Mas precioso es que las piedras preciosas, y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a Él. Largura de días está en su mano derecha, en su izquierda riqueza y honra, Sus caminos son caminos deliciosos, y todas sus veredas paz.  Él es el árbol de vida a los que de Él echan mano, y bienaventurados son los que lo retienen. Dios con Cristo fundó la tierra, afirmó los cielos con inteligencia” (vv. 14-19).

Cristo la Sabiduría de Dios es el tesoro escondido que merece la pena desprenderse de todo para poseerlo a Él. También es la Perla de gran valor que merece la pena desprendernos de todo  para hacernos con Él.  Que el Espíritu Santo nos enseñe a amar a Jesús, la Sabiduría, sobre todas las cosas.